Porque somos
hechura suya,
creados en
Cristo Jesús
para buenas
obras…
Efesios 2:10
Un fenómeno recurrente que me sucede con los teléfonos
celulares de mis seres queridos es que con frecuencia, cuando más los necesito, me contestan: “El número que usted marcó está fuera del área de
servicio”.
Con los violentos acontecimientos que están sucediendo en el mundo, pero particularmente en
México, me pregunté que está haciendo la iglesia en tales casos, sobre todo las
que están en la zona de conflicto.
Quizá la pregunta surgió del título de un libro que leí hace
muchos años: ¿Dónde estaba la iglesia
cuando estalló la revolución juvenil?, escrito por D. Stuart Briscoe (1930, Millom, Cumbria,
Inglaterra), un cristiano evangélico autor, conferenciante internacional y la
ex pastor principal de Elmbrook Iglesia , en Brookfield, Wisconsin. En este
libro Briscoe se pregunta por qué la iglesia no apareció para responder a las
preguntas candentes de la juventud de la era de los hippies, sino que se
enconchó en sus rituales tradicionales y en sus templos.
Y me pregunté si el Señor, tanto a las iglesias de los
setentas en Estados Unidos como a las mexicanas en este momento, las ha estado
llamando de manera urgente, como quien habla a los números de emergencia o a
los bomberos, y los teléfonos espirituales contestan: “El número está fuera de servicio”, y es
por ello que no vemos su respuesta del cuerpo de Cristo en estas horas de oscuridad.
Ahora, no se trata de juzgar a tales iglesias pues
seguramente habrá muchos hermanos anónimos entregando sus vidas tratando de
iluminar los corazones entenebrecidos de muchos asesinos, sino de tomar conciencia
que ante tales hechos todos somos responsables, aunque no vivamos en zonas de
conflicto. Y es sumamente importante preguntarnos si nuestra línea espiritual
está disponible o hemos apagado nuestro aparato en las actividades personales y
egoístas, si hemos dejado que se le hayan
agotado las pilas, si hemos dejado de sintonizar nuestras vidas con el Espíritu
Santo.
Es necesario ponernos en oración, limpiar nuestras vidas,
como dice Pablo en Romanos 6:12: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo
mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias”, a fin de que estemos
preparados como las vírgenes prudentes, con aceite (baterías) en nuestras
lámparas (teléfonos) para responder de inmediato al llamado del Señor a trabajar
en la mies, que es mucha y los obreros pocos.
Dios nos bendiga.