Casi siempre pensamos que el prójimo es quien está más cerca
de uno. La parábola del Buen Samaritano nos enseña que no, sino que uno es
quien se convierte en prójimo de aquellos en quien logramos penetrar en el
marco de sus necesidades, y hacemos uso de la misericordia para ayudarlos en
sus problemas que él no puede resolver.
El Señor clarifica como
se consigue esta cualidad cuando le pregunta al intérprete de la ley: “¿Quién,
pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los
ladrones? Y este contesta: “El que usó de misericordia…”
Es entonces la misericordia que uno hace a los demás lo que
nos liga en una relación de prójimo. Él no es mi prójimo; yo soy su prójimo. Cuando
esto no existe, nuestras relaciones sólo pueden ser de vecinos, conocidos,
amigos, parientes, clientes, peatones, alumnos, maestros, proveedores,…
El grave problema que sufren los seres humanos de
explotación, abuso, robo, maltrato, vejación, discriminación, ninguneo,
desprecio, engaño, indiferencia, frialdad, despotismo, abandono, descuido,
agresión… son lo contrario de la “projimidad”, es decir, la cualidad de ser
prójimo. Y es una de las más graves enfermedades sociales: hay familias en las
que vemos que prácticamente los hijos no existen, cada quien vive aislado,
metido en su mundo, y muchos padres piensan que dando dinero o regalos a sus
hijos es suficiente… Y muchas veces quien más necesita de misericordia es quien
está más cercano.
Volviendo a la parábola, vean como el sacerdote y el levita ignoran
al herido, casi muerto, y se siente una actitud de desprecio, porque ambos pasaron de largo, como diciendo, “no es
mi problema”. Lo vieron, pero fueron indiferentes a su dolor. Obviamente, los ladrones, que tampoco fueron su prójimo, lo hirieron y
lo robaron y lo dejaron abandonado. Como vemos, este cuadro es tan viejo pero
tan presente de modo que se repite a lo largo de la historia hasta hoy.
Podemos deducir de esta parábola que el prójimo no SE ES por
el sólo hecho de existir, sino que uno se HACE, es decir, se logra y no
cualquiera es prójimo de los demás. Si todos lo fuéramos no veríamos tanto
dolor ni tantos pobres. La cercanía no nos hace prójimos sino la MISERICORDIA.
Esta cualidad, tan necesaria en la vida, la humanidad la ha
buscado, fuera de Dios, reiteradamente a través de diversos instrumentos como el
humanismo (Movimiento intelectual desarrollado en Europa durante los siglos xiv
y xv que, rompiendo las tradiciones escolásticas medievales y exaltando en su
totalidad las cualidades propias de la naturaleza humana, pretendía descubrir
al hombre y dar un sentido racional a la vida), el marxismo (que pretendía
abolir la diferencia de clases generando la igualdad y la camaradería
cooperativa), entre otros, son algunos esfuerzos para lograrlo; sin embargo, poco
a poco cada una van languideciendo. Estos movimientos tratan de lograr esta
condición de PROJIMIDAD a partir de los esfuerzos humanos, implementando
sistemas político-económico o programas o creando fraternidades, hermandades,
las cofradías, etc. Sin embargo, los resultados, que son prometedores al
inicio, nunca alcanzan la plenitud y apenas logran resultados parciales,
disparejos y, finalmente, como toda burbuja artificial, se rompe pues todos tiende
a corromperse.
Para tratar de remediar la situación, se inventan controles
administrativos y leyes con los cuales tratan de parchar los agujeros que estos
sistemas presentan hasta que el cúmulo de problemas los revienta dando al
traste con las buenas intenciones.
Cabría preguntarnos: ¿Por qué no funcionen? La respuesta es
simple y única. Hay algo anómalo en el corazón del ser humano que todo lo echa
a perder, como lo han denunciado sociólogos y psicólogos e historiadores. Mucho
antes que ellos la Biblia ya lo había expresado con claridad:
Romanos
3:10-18 (Salmo
14:1-7 / Salmo 53: 1-6)
10 Como está escrito:
No hay
justo, ni aun uno;
11 No hay quien entienda,
No hay quien busque a Dios.
12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles;
No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
13 Sepulcro abierto es su garganta;
Con su lengua engañan.
Veneno de áspides hay debajo de sus labios;
14 Su boca está llena de maldición y de amargura.
15 Sus pies se apresuran para derramar sangre;
16 Quebranto y desventura hay en sus caminos;
17 Y no conocieron camino de paz.
18 No hay temor de Dios delante de sus ojos.
Aunque muchos de ellos traten de buscar otras razones, esta
es la condición humana. Por eso Pablo exclamaba: “¿Quién me librará de este
cuerpo de muerte?
La pregunta entonces es: ¿Cómo pues podemos romper la dura
cáscara del egoísmo para, primero,
darnos cuenta de que alguien existe fuera de nosotros y ese alguien tienen
necesidades y ese alguien puede ser de la familia? ¿Y como después de verlo
tengamos la fuerza para detenernos, acercarnos y tenderle la mano? Es decir, tener la capacidad para ver y tener misericordia. La falta de misericordia
pone en un velo ante nuestros ojos, y entonces los demás desaparecen. Como
decía aquella vieja canción: “Primero yo y luego yo y al último yo”.
Y ante el fracaso de los seres humanos y sus movimientos y
organizaciones, nos damos cuenta que estos lentes no se pueden producir por
obra gracia de nuestra inteligencia, de nuestra voluntad, de nuestras buenas
intenciones, sino por DIOS.
Cuando ÉL entra en nuestra vida pone en nosotros una
cualidad que va más allá de toda comprensión, que va más allá de nuestro egoísmo.
Y todo ello porque Él opera el corazón humano.
Ezequiel 36:27
27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré
que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
Y encontramos en Hebreos el cumplimiento de esta promesa:
Hebreos 8
6 Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo,
cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.
7 Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto,
ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo.
8 Porque reprendiéndolos dice:
He aquí
vienen días, dice el Señor,
En que
estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto;
9 No como el pacto que hice con sus padres
El día que los tomé de la mano para sacarlos de la
tierra de Egipto;
Porque ellos no permanecieron en mi pacto,
Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.
10 Por lo cual, este es el pacto que haré con la
casa de Israel
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en la mente de ellos,
Y sobre su corazón las escribiré;
Y seré a ellos por Dios,
Y ellos me serán a mí por pueblo;
Cuando él entra en nuestra vida y no sella con su espíritu,
empezamos a notar que nos van interesando los problemas de los demás. Pero quizá
no llegamos tan lejos porque una buena porción de egoísmo sigue aferrada a
nosotros, en virtud de nuestra falta de crecimiento, de nuestra carnalidad que
no hemos hecho morir.
Vean lo que les dice Pablo a los Corintios:
1 Corintios
3:3
…porque aún sois carnales; pues habiendo entre
vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como
hombres?
Y Santiago a los que se dicen cristianos:
Santiago 2
14 Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice
que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?
15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y
tienen necesidad del mantenimiento de cada día,
16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz,
calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el
cuerpo, ¿de qué aprovecha?
17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta
en sí misma.
Una manera de constatar que somos de Cristo, que tenemos fe,
es por nuestra buenas obras, es decir, obra de misericordia…
Mateo 5:16
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para
que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los
cielos.
Pablo es un buen ejemplo de la cirugía del corazón. Antes de
Damasco, perseguía a los cristianos, y buscaba incluso su muerte
Hechos 9:1-2
Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los
discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las
sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este
Camino, los trajese presos a Jerusalén.
Después de Damasco, estaba dispuesto a dar su vida.
Hechos 20:24
Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo,
con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor
Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.
Y a los filipenses les dice que quisiera irse con Cristo
pero por amor a ellos (ya no respiraba amenazas) quedarse con ellos para serles
de provecho.
Filipenses 1:
21-26
21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es
ganancia.
22 Mas si el vivir en la carne resulta para mí en
beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger.
23 Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho,
teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor;
24 pero quedar en la carne es más necesario por
causa de vosotros.
25 Y confiado en esto, sé que quedaré, que aún
permaneceré con todos vosotros, para vuestro provecho y gozo de la fe,
26 para que abunde vuestra gloria de mí en Cristo
Jesús por mi presencia otra vez entre vosotros.
Pero no sólo se preocupaba por el alimento del alma sino
también de las necesidades físicas. Varias veces instó o él mismo llevó
ofrendas de ayuda a los que tenían necesidad.
1a de
Corintios 16:1-4
1 En cuanto a la colecta para los creyentes, sigan
las instrucciones que di a las iglesias de Galacia.
2 El primer día de la semana, cada uno de ustedes
aparte y guarde algún dinero conforme a sus ingresos, para que no se tengan que
hacer colectas cuando yo vaya.
3 Luego, cuando llegue, daré cartas de presentación
a los que ustedes hayan aprobado y los enviaré a Jerusalén con los donativos
que hayan recogido.
4 Si conviene que yo también vaya, iremos juntos.
Una de las primeras acciones de los apóstoles, respecto a
las necesidades físicas, fue instaurar el diaconado. Y muchas las acciones más
llamativas de la historia de la iglesia ha sido la instauración de
instituciones y organizaciones benéficas tales como: orfanatos, comedores
comunitarios, colectas, escuelas, universidades, hospitales todas ellas OBRAS
DE MISERICORDIA y tuvo una decidida
participación en la promulgación de leyes más humanitarias, que subrayan ese
aspecto de misericordia.
Pero quisiera terminar el estudio de esta mañana enfocando a
quien es el prójimo por excelencia, prójimo nuestro: nuestro Señor Jesucristo.
Él tuvo misericordia de nosotros y bajó y dio su vida por nosotros.
Filipenses 2:
3-8
3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes
bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;
4 no mirando cada
uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser
igual a Dios como cosa a que aferrarse,
7 sino que se
despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Como podemos leer en este pasaje, el vino, despojado de su
investidura divina, a ponerse los vestidos carnales de los seres humanos, para
desde esa condición, rescatarnos. Eso es lo que explica por qué nació en un
pesebre y no en un palacio. Vino para rescatar desde el más pobre hasta los más
ricos, aunque a estos, por su confianza en el dinero, les es más difícil:
1 Timoteo 6:17
A los ricos de este siglo manda que no sean altivos,
ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el
Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.
Marcos 10:25
Más fácil es pasar un camello por el ojo de una
aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
Regresemos a la parábola. En ella vemos que El SAMARITANO se
detuvo, bajó de su cabalgadura, cargó al herido y lo puso sobre su cabalgadura
y lo llevó a un mesón para que fuese curado y PAGÓ por su salud. Este
samaritano es una figura del mismo Señor.
El Señor se detuvo viendo nuestra condición miserables, se
bajó de su lugar de gloria, y se puso de rodillas para levantarnos y llevarnos
sobre sí, sobre sus hombros, cuál ovejas perdidas, para trasladarnos a un lugar
seguro, a los lugares celestiales (como dice Efesios 2-6: “… y juntamente con
él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con
Cristo Jesús”) y pagó en la cruz del calvario el precio de nuestra salud.
Él mostró el más grande gesto de misericordia. En el libro
de Salmos hay muchos de ellos que expresan con claridad la misericordia de Dios
para con el ser humano. Leamos el Salmo 136 y repitamos grupalmente “Porque
para siempre es su misericordia”.
CONCLUSION
Hermanos, es tiempo de que la obra de Dios en nuestras vidas
avance más y más para convertirnos en extraordinarios prójimos para tantos y
tantos que necesitan un vaso de agua del evangelio, un vaso de agua eterna en
su vidas o un pedazo de pan o un vaso de agua.
Todos los problemas que vemos a nuestro derredor —reiteradamente
mostrados en los noticiarios—, no son m ás que un
indicador de la necesidad del ser humano del agua de vida. Qué el Señor nos
inflame de su espíritu para ser lo que debemos ser y vivir dignamente para él y
para los demás. Terminemos leyendo el primer y mayor mandamiento:
Marcos 12:30-32
30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y
con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el
principal mandamiento.
31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que
éstos.
Amando a Dios, podemos amar al prójimo como a NOSOTROS
MISMOS.
Amén.