sábado, 26 de diciembre de 2020

EL ESBIRRO


Jeremías Ramírez

Las narraciones testimoniales de Richard Wurmbrand, Haralan Popov, Watchman Nee y del Hermano Yun nos relatan la persecución de los cristianos en los países comunistas desde la óptica de quienes la padecen. Pero es raro un testimonio que narren el punto de vista del perseguidor.

Es justamente lo que hace el libro El esbirro, de Serguei Kourdakov, un joven militar con muchas cualidades intelectuales, gran fortaleza física y un liderazgo sobresaliente en las células juveniles comunistas y, posteriormente, miembro destacado de la policía que se dedicaba a erradicar el veneno del cristianismo, en los años setenta, cuando el comunismo ruso aún estaba vigente e internacionalmente libraba una guerra fría contra Estados Unidos.

Su relato inicia cuando una noche fría, como marino en un barco militar, navega en el Atlántico cerca de la costa canadiense y se lanza al mar para huir de la URSS. Este largo inicio, tenso, emocionante, difícil, a ratos perdido en embravecido mar, y sus posibilidades de sobrevivir son mínimas, a pesar de que había preparado bien su fuga, pues el tiempo corre y el frío amenaza con matarlo de hipotermia si no logra llegar, en el poco tiempo que le queda, a las costas canadienses. 

Cuando estamos leyendo esta introducción la pregunta que uno se formula es ¿por qué huye? La pregunta no es respondida de inmediato, pues Serguéi, sin habernos contado cómo llega a tierra, da un vuelco al pasado cuando era niño y mueren sus padres para contarnos, de manera cronológica, su historia de vida para retomar la huida en los últimos capítulos. 

Tan pronto queda huérfano es recogido por una familia de intelectuales, amigos de sus padres, que lo tratan bien y le dan todo lo necesario, aunque el niño lo que quiere es regresar con sus padres. Si bien este matrimonio lo recibe bien; el hijo de ellos no, pues intenta matar a Serguei. Para evitar ser dañado, huye pero en poco tiempo es capturado y enviado a una escuela-orfanato ante su negativa de regresar con los que podrían ser sus padres adoptivos. 

A pesar de que no está desamparado en esa escuela, no le gusta la rígida disciplina y huye de nuevo, pero otra vez es capturado y va pasando de un orfanato-escuela a otro a medida que va creciendo. Pronto se da cuenta que no tiene más opciones sino la de permanecer y destacar en estos lugares para obtener ciertos privilegios. 

Cuando termina su formación básica desea desarrollarse como militar pues advierte que es en la milicia donde tendrá un mejor futuro, particularmente si desea hacer carrera en la milicia naval, a la cual aspira.

A pesar de las dificultades en la escuela militar por su extrema disciplina su destacado desempeño como estudiante y sobresaliente participación en las células juveniles del partido comunista, logra sus metas. Los reconocimientos y los privilegios poco a poco van llegando, aunque advierte que las proclamas de las bondades del comunismo no se cumplen en la sociedad, lo cual le genera sentimientos encontrados. También advierte que, a pesar de la proclamación de la libertad religiosa, esta no existe. Los cristianos son perseguidos, y que, a pesar de ello, los grupos cristianos van en aumento.

Su brillante liderazgo como joven comunista y desempeño estudiantil pronto llama la atención de la policía de la ciudad en donde estudia, Kamtchaka, y es reclutado para formar un grupo especial cuya tarea es desarticular, perseguir, golpear y arrestar a los grupos cristianos. 

Hasta estas alturas del relato aun no encontramos respuesta a nuestra interrogante inicial: ¿por qué huyó?

Al parecer su cambio de opinión respecto a los cristianos se genera a partir de que conoce a Natacha, una joven inteligente, hermosa y temeraria, que es reconocida en su trabajo como una empleada destacada, pero es también una cristiana valerosa que no le teme ser golpeada ni arrestada. En varias de las incursiones de Serguei la encuentra siempre firme. Esta actitud lo lleva a cuestionarse si lo que le ha aprendido en sus clases de comunismo es verdad o es verdad en lo que creen los cristianos, al grado de arriesgar el trabajo o los estudios, la comodidad, la familia y hasta la vida.  

Al parecer es esta lucha interna la que lo lleva a cuestionarse sus ideas en contra del cristianismo y decide ya no formar parte de la policía, y enrolarse como marino, pues sus estudios han concluido. A pesar de estar fuera de la policía y de perseguir a los cristianos, el recuerdo de Natacha lo persigue hasta impulsarlo a huir de la URSS. Por cierto, no es tan convincente ni creíble que sea sólo este recuerdo el que lo lleve a arriesgar su privilegiada posición en la milicia y en la sociedad soviética para exiliarse en un país capitalista.

Sin embargo, ahí va nadando, nadando, y cuando descubre luces en esa densa oscuridad descubre que nadado en redondo y ha regresado al barco. Ya no le quedan muchas posibilidades de alcanzar la costa, pero sabe que si regresa le espera un infierno, así que vuelve a emprender su camino hacia Canadá. Cuando está a punto de fallecer logra alcanzar una isleta rocosa de donde es rescatado por unos pescadores.

Una vez en tierra es llevado al hospital en donde permanece detenido en espera de su situación jurídica. Tras un largo periodo de convalecencia, se restablece, pero su condición legal no se define y corre el riesgo de ser deportado a la URSS. Sabe que si eso sucede no le espera una bienvenida. Finalmente, la balanza se inclina a su favor y le conceden la ciudadanía canadiense, gracias a la intervención de grupo cristianos que abogan a su favor.

Una vez libre se une a una iglesia en la que acepta a Cristo y empieza su labor de divulgar la situación de los cristianos en la URSS y la necesidad de apoyo, tanto presionando políticamente como apoyar financieramente a los cristianos soviéticos para llevarles Biblias y ayudarlos en sus penurias económicas, pues como perseguidos políticos pierden sus derechos laborales y como ciudadanos, y muchos han sido sentenciados a largas condenas en la cárcel.

A pesar de que es un ciudadano canadiense sigue siendo objeto de persecución por la KGB que no deja de acosarlo y amenazarlo, particularmente cuando descubren que está escribiendo un libro en cual expondrá públicamente las entrañas del comunismo.

El libro llega a buen fin y se publica, pero su autor, —así lo señalan varias páginas de internet— muere de manera misteriosa. Algunos creen que se suicidó, pero la mayoría asegura que fue objeto de un ataque de la KGB. 

José de Segovia nos dice en un artículo que “Tenía apenas veinte años”, cuando “su cuerpo apareció el día de año nuevo de 1973 en la habitación de un motel de California, muerto de un disparo a la cabeza. ¿Era un accidente, o un suicidio? Según la organización, Evangelismo Subterráneo: “…fue víctima de un asesinato por otro miembro de la KGB, para silenciarle” .

Suicidio o asesinato, no lo sabemos, pero Serguei muere muy joven tras la publicación del libro. Esta denuncia, aseguran, era un pecado imperdonable para las autoridades soviéticas.

También existen dudas que su relato sea verdadero, pues algunos investigadores no se han podido corroborar ni los lugares ni las personas mencionadas. Para ellos hay sospechas de que la información sea ficticia.

Yo no sé si son ciertas estas sospechas, pero una cosa me queda clara: lo que este libro nos relata de como son perseguidos los cristianos coincide con los testimonios de hermanos de China, Bulgaria, Rumanía, Polonia o Checoslovaquia de cómo son perseguidos. Y que creer en Cristo en los países comunistas fue y es de alto riesgo, tan similar a lo que sufren los cristianos en los países musulmanes.

Como el libro fue publicado en 1975 por la editorial Logoi, actualmente es difícil de conseguir un ejemplar impreso, aunque en Kindle lo he visto disponible en el portal de Amazon y de segunda mano hay quien lo ofrece en Mercado libre. 


viernes, 25 de diciembre de 2020

ESTUDIO DE 1 de TESALONICENSES CAP. 2

Jeremías Ramírez

Las cartas que el apóstol Pablo le enviaba a las iglesias que él tenía alguna relación tenían como objetivo de que reconocieran lo que Dios había hecho en ellos, que recordaran y confirmaran lo que ya era propio de ellos como cristianos, y de esa forma combatir las enseñanzas torcidas de sus opositores, ya fuesen judaizantes o proto gnósticas, que empezaban a tomar forma en ese tiempo antes de que se convirtieran en un corpus filosófico que perdura hasta nuestros días.

En el caso de las cartas enviadas a los tesalonicenses tenían además el objetivo enseñarles con toda precisión lo relacionado con los eventos futuros, que los inquietaba y ponían en riesgo su fe; eventos tales como la segunda venida del Señor, que aborda específicamente en los capítulos 4 y 5 de la primera carta y en el inicio de la segunda.

En la primera carta, en el primer capítulo, les reconoce sus grandes avances espirituales. En el capítulo dos hay un cambio de los halagos e inicia con la defensa de sus ministerios en Tesalónica. Y los pone a ellos como testigos apelando a su memoria, de modo que da cuenta de su comportamiento subrayando como ejerció su ministerio en Tesalónica, todo ello con el fin de contrarrestar los ataques y difamaciones en su contra. A pesar de que ese era su objetivo, esta lista se puede ser usada como una estupenda guía para realizar el trabajo pastoral. 

Antes de analizarla cabe señalar que esta lista no era una justificación, como en los discursos políticos, sino un resumen que les hiciera pensar y recordar a los creyentes de Tesalónica su conducta. Al inicio dice “porque vosotros mismos sabéis”. 

Ministerio de Pablo en Tesalónica

1  Porque vosotros mismos sabéis, hermanos, que nuestra visita a vosotros no resultó vana;

2 pues habiendo antes padecido y sido ultrajados en Filipos, como sabéis, tuvimos denuedo en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios en medio de gran oposición.

3 Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño,

4 sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones.

5 Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo;

6 ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo.

7 Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos.

8 Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.

9 Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios.

10 Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes;

11 así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros,

12 y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria.

Estos 12 versículos, repito, son una invaluable joya de enseñanza para quienes presiden una iglesia. Y cada día habría recordarla para buscar de esa manera servir a los hermanos de quienes somos responsable. Hagamos un resumen:

1. Trabajó con denuedo, es decir, con valor, energía y decisión.

2. Su trabajo no procedió de error, ni de impureza, ni fue por engaño.

3. Nunca usó palabras lisonjeras, ni encubrió avaricia.

4. Trabajó de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno.

5. Se comportó de manera santa, justa e irreprensible.

6. Exhortaba y consolaba como el padre a sus hijos, y

7. Se encargaba que anduvieran como es digno de Dios.

Quien preside una iglesia debería cuidar así a su grey: con entrega, esfuerzo, analizando que su motivación no haya rastro de error, impureza y engaño, ni usar palabras lisonjeras sino hablar con la verdad, apegado a las escrituras, y no aprovecharse económicamente de los hermanos, sino que hará que comportarse santa, justa e irreprensible y exhortar (es decir, orientar con autoridad) y consolar a los débiles, y encargarse de que su conducta fuera digna de Dios.

Si se trabajara así en la iglesia, se podría ver cómo florecería, como una planta fuerte y vigorosa, testimoniando con poder hacia los de afuera.

Pero pasemos al objetivo principal de esta lista: su defensa.

En el versículo 3 dice que “…nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño)”. 

En esta frase hay tres acusaciones: Que su predicación era errónea, engañosa (que estaba encaminada a engañar a la gente), y que sus motivos eran impuros. La palabra que se usa aquí para impureza es akatharsía que tiene ver con la impureza sexual. Quizá malinterpretaban la costumbre de los cristianos el beso de la paz (1 Tesalonicenses 5:26) y hablaban de sus fiestas del amor. No le es difícil que una mente sucia lea en estas frases lo que no dice. 

En el versículo 4 advertimos que lo acusaban de ser complaciente. Por ello escribe que él y los hermanos que siempre lo acompañaban fueron “…aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio”. No por hombre sino por Dios”. Y afirma: “…así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones”.

La palabra que se utiliza para adulación es kolakeía que siempre indica lo que se hace para sacar dinero. En la Iglesia primitiva había quienes trataban de sacarle partido a su cristianismo. El primer libro de orden eclesiástico que se llamó La Didajé o La Doctrina de los Doce Apóstoles, se dan algunas instrucciones. Por ejemplo: «Recibid al apóstol que vaya a visitaros como al Señor. Que se quede con vosotros un día, y, si es necesario, también el siguiente; pero si se queda tres días, es un falso profeta. Y cuando el apóstol se despida, no le deis más que pan hasta que llegue a su morada. Pero si pide dinero, es un falso profeta.» Y agrega varias indicaciones más al respecto que no es este el momento de revisar. 

Pablo ni por asomo usó estas estratagemas engañosas. Su conducta, como podrián recordar los tesalonicenses, fue irreprochable.

Decían que Pablo buscaba la aprobación y la alabanza de la gente en vez de la de Dios. Probablemente aquello surgiría del hecho de que predicaba la libertad del Evangelio y de la gracia frente a la esclavitud del legalismo. 

En el versículo 7 podemos deducir que a Pablo le acusaban de ser un dictador, pero su gentileza era la de un padre prudente. Su amor sabía ser firme. Para él, el amor cristiano no era una sensiblería; sabía que las personas necesitaban disciplina, no para castigarlas, sino para bien de sus almas. Es probable que acusaban también a Pablo de buscar la aprobación de la gente en vez de la de Dios, de quedar bien como los políticos. Y ello surgiría del hecho de que predicaba la libertad del Evangelio y de la gracia frente a la esclavitud del legalismo y cualquiera que predique el Evangelio del gozo encontrará calumniadores, que es exactamente lo que sucedió con Jesús, y con Pablo. Por eso escribe: “…fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones”. 

Y en el versículo 13 les recuerda a los creyentes tesalónicos cómo fue su cuidado con ellos: “…santa, justa e irreprensible y, como un padre a sus hijos, exhortaba y consolaba y les encargaba que anduviesen como es digno de Dios, que los llamó a su reino y gloria”.

Esto es algo importante para todo cristiano: nuestra conducta en cualquier lugar: trabajo, reuniones sociales, relaciones familias y, hasta en la intimidad, debe ser DIGNA DE DIOS. Es decir, que podemos contestar si lo que hacemos lo haría Jesús. Si encontramos que no, hemos hallado algo que no es digno de Él. Y si “nos llamó a su reino y gloria”, significa que se requiere una conducta aprobada. Como Pablo le dice a Timoteo: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15)

Y les reconoce como recibieron la palabra:

13 Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.

Y esta manera de recibir la palabra como de Dios y no de hombres hizo que se lograran ser iguales, o similares, a la iglesia de Judea, pues habían enfrentado los mismos sufrimientos, indicador que iban bien, pues, afirma en la carta a Timoteo 3:10: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución…” 

14 Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las mismas cosas que ellas padecieron de los judíos,

15 los cuales mataron al Señor Jesús y a sus propios profetas, y a nosotros nos expulsaron; y no agradan a Dios, y se oponen a todos los hombres,

16 impidiéndonos hablar a los gentiles para que éstos se salven; así colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre ellos la ira hasta el extremo.

Ausencia de Pablo de la iglesia

Y ahora Pablo habla de su ausencia física, pero no espiritual y su enorme deseo de verlos personalmente; sin embargo, hubo un estorbo satánico.

17 Pero nosotros, hermanos, separados de vosotros por un poco de tiempo, de vista pero no de corazón, tanto más procuramos con mucho deseo ver vuestro rostro;

18 por lo cual quisimos ir a vosotros, yo Pablo, ciertamente, una y otra vez; pero Satanás nos estorbó.

Satanás le bloqueó en el camino cuando quería ir a Tesalónica. La palabra que usa (enkóptein) que es el término técnico para poner un bloque en medio de la carretera para impedir el paso de una expedición, táctica bélica usual en esos tiempos para detener o retrasar el avance de un ejército. La labor de Satanás consiste en poner obstáculos en el camino del cristiano, pero la nuestra debe ser vencerlos. 

Y culmina este pasaje con un reconocimiento de qué significan para él los hermanos de Tesalónica:

19 Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida?

20 Vosotros sois nuestra gloria y gozo.

Dice que los tesalonicenses eran su corona. En griego hay dos palabras para corona. Una es diádéma, que se usa casi exclusivamente refiriéndose a la corona real. 

La otra es stéfanos, que se utiliza casi exclusivamente para designar la corona del vencedor en alguna contienda deportiva. 

Stéfanos es la palabra que usa aquí Pablo. El premio que apreciaba el apóstol en la vida era ver a sus convertidos vivir de acuerdo con el Evangelio. 

 La mayor gloria y gozo de una creyente está en las personas que haya ayudado en el camino de Cristo. 

Nada que podamos hacer será un mérito ante Dios; pero al final, las estrellas en la corona de un siervo fiel serán los que haya guiado a Jesucristo: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. Apocalipsis 3:10

De esta manera llegamos al final de este estudio. Espero en el Señor que sea de provecho para crecer más en el conocimiento de quien nos ha redimido y comprobar cuál es su buena agradable y perfecta.

Que el Señor les bendiga. No olviden que Él es bueno y para siempre es su misericordia. Él nos cuida de esta pandemia, pero esto nos exime de nuestra responsabilidad. Y si llegan a infectarse, acepten el hecho con humildad y aprovechen la circunstancia para que dejen que Dios trabaje con ustedes, “…pues la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”, como está escrito en Santiago 1:3.


sábado, 19 de diciembre de 2020

NAVIDAD EN LAS MONTAÑAS



Jeremías Ramírez

Hay libros que logran alojarse en el corazón regalándonos una nota de ternura invaluable. De este tipo son El principito, de Antoine de Saint Exupery, El Quijote de la Mancha, de don Miguel Cervantes y Saavedra, Canción de Navidad, de Charles Dickens o Navidad en las montañas, de Ignacio Manuel Altamirano.

Este último lo leí cuando estaba en la preparatoria y por el candor de su relato me propuse leerlo cada Navidad, pero no cumplí mi promesa, aunque en algunos años logré hacerlo.

Este año descubrí que un amigo mío, Carlos Martínez (periodista de La Jornada e investigador), coordinaba un club de lectura en línea y me inscribí. El libro que tenían de tarea en ese momento era justamente Navidad en las montañas. Como ya lo había leído pensé saltarme la tarea, pero me enviaron un ejemplar digital publicado por la UNAM que tiene un hermoso diseño editorial.

Leí las primeras páginas y, como me suele suceder últimamente, encontré que los capítulos iniciales no los recordaba, y seguí leyendo hasta que, atrapado por la historia, me seguí hasta terminar el libro.  

Me encantó una vez más la sencillez narrativa. Recordaba escenas importantes como la cena o la misa de gallo, pero ya no recordaba esa delicada manera de construir el relato y narrar escenas íntimas con tal candor y delicadeza que parecía como si Altamirano estuviera confesando sus vivencias a un amigo entrañable, y nosotros teníamos el permiso de escuchar esa confesión. 

Cuando terminé la lectura una cosa me quedó clara: don Ignacio Manuel Altamirano era un gran escritor. Hace varios años había leído El Zarco, cuya trama tiene mayor tensión dramática, pues se trata sobre la vida de un sanguinario delincuente que asoló las regiones de Puebla y del Estado de México.  

Navidad en las montañas es su antípodas. Aquí, la tensión dramática es de baja intensidad y se da entre la amargura del personaje principal, con una serie de encuentros venturoso, en un pueblito de la montaña. 

Los capítulos iniciales son una remembranza del personaje (un capitán del ejército de Juárez desencantado de la vida y amargado por las vicisitudes de su existencia) mientras vaga en su caballo por las montañas hundido en su melancolía. Va acompañado por un ayudante quien se ha adelantado y le advierte que acaba de encontrar a un cura del pueblo, un español, que lo espera para acompañarlo al poblado a dónde planea pasar la noche de ese amargo 24 de diciembre.

Al saber que es un cura español se siente aún más desalentado pues no sólo le molestan los curas, sino que éste, además, es español. Pronto lo alcanza, pero para su sorpresa, se encuentra con un hombre sencillo, un verdadero apóstol de Cristo, que ha renunciado a las prebendas de la iglesia para entregarse a un apostolado fiel a las enseñanzas del evangelio, con humildad y amor por los feligreses.

A través de la charla va conociendo los pormenores del trabajo de este siervo de Dios que ha redundado en el bienestar espiritual y económico, lo cual se ha materializado  en el progreso del pueblo, al enseñarles, además del amor de Cristo y una nueva forma de relacionarse unos con otros siguiendo las enseñanzas del evangelio, a mejorar su viviendas, a practicar nuevas técnicas de cultivo que les ha permitido un mayor bienestar económico, el valor de la educación y ha reconstruido la escuela y con todo ello ha logrado establecer el amor y la cordialidad entre todos, creando un sentimiento de hermandad.

El militar, asombrado, le expresa su admiración y cuando finalmente llegan al pueblo advierte que el sacerdote no ha mentido: el pueblo rebosa de un sincero amor entre ellos y a su guía, a su pastor, a quien le llaman “hermano cura”.

Admirado ve el progreso de esta gente humilde que ha recobrado su dignidad como seres humanos. Sin buscarlo, todo lo que soñó que la Reforma emprendida por Juárez iba a lograr y no ha podido, este sencillo cura lo ha hecho con las enseñanzas del crucificado y con su comportamiento ejemplar.

Bajo ese halo asiste a la misa de gallo y luego al banquete navideño y culmina con la reconciliación y reencuentro amoroso de dos jóvenes amantes que estuvieron separados por las circunstancias, pero que ambos han cultivado los mejores dones del ser humano, y unen su existencia en el cálido círculo del amor.

Cabe señalar que la novela pinta de vivos colores una utopía, esa con la que han soñado todos los reformadores, todos los revolucionarios, y que se puede lograr bajo el poder y sencillez del evangelio de Cristo.

Altamirano, nos dicen sus críticos, con este libro buscaba generar un paradigma que le sirviera de guía a los revolucionarios del momento y del futuro.

Navidad en las montañas (1871) fue su tercera novela, escrita por encargo de Francisco Sosa (1848-1925), coordinador de Álbum de Navidad

Alberto Salorio Trasviña afirma que “Esta narración, por la temática, comparte rasgos del Romanticismo social en México y por la descripción de paisajes y estereotipos de personajes, del Costumbrismo. El lenguaje va de lo lírico a los diálogos directos, enmarcados en la figura de un narrador en tercera persona. La Navidad en las montañas supone un modelo de la novelística de su tiempo, no tanto por su trasfondo ideológico como por su calidad de obra artística”. 

Pero, ¿quién era Ignacio Manuel Altamirano? Era un escritor de sangre indígena que nació en Tixtla, hoy estado de Guerrero, en el seno de una familia indígena chontal; su padre tenía una posición de mando y en 1848 fue nombrado alcalde de Tixtla, lo cual dio al niño Ignacio Manuel, que tenía 15 años, la oportunidad de ir a la escuela. Aprendió a leer y a escribir en su pueblo natal. Hizo sus primeros estudios en Toluca, gracias a una beca otorgada por Ignacio Ramírez, el Nigromante, de quien fue discípulo. En 1849 estudió en el Instituto Literario de Toluca, y derecho en el Colegio de San Juan de Letrán. Perteneció a asociaciones académicas y literarias como el Conservatorio Dramático Mexicano, la Sociedad Nezahualcóyotl, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, el Liceo Hidalgo y el Club Álvarez, formación que le permitió desarrollarse como abogado, escritor, periodista, maestro y político. Murió en Sanremo, Italia, el 13 de febrero de 1893. 


sábado, 12 de diciembre de 2020

LA BIBLIA DEL OSO


Jeremías Ramírez 

En las iglesias cristianas evangélicas es común ver que la versión de la Biblia que la mayoría utiliza es la Reina Valera, pero de ellos casi nadie se sabe cuál es su historia, es decir, cómo fue traducida, qué tantos sacrificios se tuvieron que realizar para que llegara a sus manos.

Yo, como lector de asiduo de la Biblia, había investigado un poco al respecto, pero no logré saber el enorme trasfondo que esta Biblia tiene. Sólo descubrí que esta versión tiene su origen en la conocida como “Biblia del Oso”, porque los primeros ejemplares tenían un grabado en la portada donde se ve un oso tratando de alcanzar un panal de miel.

Cuando descubrí que acababa de ser publicado un libro sobre el traductor de esta Biblia: Casiodoro de Reina, tuve interés en leerlo, y más aún cuando supe que este libro lo había escrito un amigo mío: Carlos Martínez, investigador del Centro de Estudios del Protestantismo Mexicano, articulista del periódico La Jornada y de la revista Protestante digital.

El libro se titula:  Casiodoro de Reina traductor de la Biblia del Oso publicada en 1569.

El motivo de la publicación era celebrar los 450 años de la aparición de la Biblia del Oso y los 500 años del nacimiento de su traductor. 

Tan pronto me llegó, me interné en sus páginas y pronto advertí que ese mundo donde se gestó la traducción de esta Biblia me era completamente desconocido. A medida que avanzaba me pareció internarme en un territorio oscuro, terrible, escabroso, como en un cuento de horror de Edgar Allan Poe. Recordemos que El pozo y el péndulo justamente se ubica en tiempos de la Inquisición española.  

Y es que yo nada sabía sobre la reforma protestante en España, pues como la mayoría de los evangélicos latinoamericanos creía que somos hijos del Reforma Protestante europea iniciada por Lutero en el siglo XVI, continuada por Calvino, Zwinglio y muchos más, que generó un movimiento que convulsionó Europa y que dividió la monolítica iglesia católica. A ese movimiento de ruptura se le conoce como Cisma de occidente, y que dividió a la Europa en católicos y protestantes.

Los evangélicos latinoamericanos evangelizados por misioneros anglosajones sentimos que nuestras raíces espirituales están justamente en ese movimiento reformista europeo y que nada nos liga con España en donde la Reforma protestante europea no logró entrar, sin considerar que nuestra Biblia surge de la Reforma Protestante Española.

Y este es uno de los grandes aportes de este libro de Carlos Martínez pues viene a iluminar con luces potentes ese momento histórico que permitió que una Biblia, la que mayor influencia tiene sobre los evangélicos hispanoparlantes, llegará a ser la Biblia que nos identifica.

Antes de entrar en materia hay que tomar en cuenta algunas cuestiones históricas. En primer lugar, hay que considerar que esta convulsión religiosa se dio en un contexto de cambio y apertura que se le ha denominado “Renacimiento”, y que estalló en el siglo XV, es decir, de 1400 a 1500. 

Si bien el Renacimiento fue un movimiento que empezó a gestarse varios siglos antes, es en este “Cuatroccento italiano” que se desborda: se re descubre a los escritores griegos, el arte rompe sus paradigmas, surge la cartografía que permite la exploración geográfica que culmina con el descubrimiento de América, resurgen los bancos como un motor de desarrollo, se detonan las ciencias (Da Vinci inventa sus máquinas fabulosas), y surge el humanismo. En suma, hay un hambre de conocimientos, cuya sed viene a satisfacer la imprenta que Gutenberg que desarrolla hacia 1440, pues se acelera la reproducción de libros que antes de este invento se realizaba a mano.

En el terreno espiritual también hay un ansia de ampliar los horizontes y estas ansias de oxígeno espiritual eclosiona desde en el interior de la iglesia católica, pues esta revolución se enciende en los monasterios. Lutero era un monje agustino. Y los reformadores españoles, monjes jerónimos. Sus conocimientos de latín, griego y hebreo, además el acceso a las escrituras en latín dentro de sus conventos, les permiten acercarse a las escrituras, analizarlas y descubrir que los postulados de la iglesia no concuerdan con el texto bíblico. 

Pero a diferencia de lo que sucedió en el mundo secular en el que los mecenas, los burgueses, los reyes y príncipes, se convierten en los patrocinadores de ese despertar intelectual y estético, en la iglesia sucede lo contrario: se desata una feroz persecución en contra de quien osa cuestionar el sacro imperio católico. 

Muchos reformadores pagaron con su vida antes de que apareciera Lutero. Y en España sucede lo mismo. 

Carlos Martínez, en su libro, tiene a bien, antes de contarnos cómo se lleva a cabo la traducción de la Biblia por Casiodoro de Reina, detallar ese contexto reformista español que se suscita de manera independiente a la reforma de Lutero o Calvino, y quienes fueron sus protagonistas.

Digno de una novela de intriga y suspenso, nos va narrando los peligros, las dificultades, las acusaciones, la persecución, los encarcelamientos, las torturas y la muerte en la hoguera de estos valientes reformadores que buscaban divulgar las verdades que estaban escritas en la Biblia, pues para ellos una forma de mostrar fidelidad y amor a Dios era luchar para que el pueblo católico pudiera salir de las tinieblas de la ignorancia atroz que los impulsaba a llevar una vida miserable y sin esperanza. 

El poder religioso en turno sabía que de abrirse las ventanas a la verdad su posición de poder se volvía vulnerable. Entonces, cerrando filas con las autoridades civiles entablan una feroz persecución dentro y fuera de España. 

Tanto Casiodoro de Reina como sus amigos monjes, que estaban empeñados en divulgar las verdades evangélicas a toda costa, incluso a riesgo de sus patrimonios, de sus familias y de sus vidas, tuvieron que huir de España para seguir traduciendo y divulgando las escrituras. Haber huido de España no los salvó a algunos de que la larga y siniestra mano de la Santa inquisición los alcanzara. De hecho, no había país alguno donde realmente estuvieran a salvo, ni siquiera en las Américas, continente recién descubierto.

Carlos Martínez dedica Largos pasajes a detallar esta difícil y peligrosa etapa. Luego se da a la tarea de contarnos la historia de los traductores que pusieron en español partes importantes de la Biblia, antes de que Casiodoro de Reina pudiera hacerlo de toda la Biblia y en un solo volumen. Casi todos los se involucraron en traducir y divulgar la palabra en español murieron en la hoguera, pero ahí, ante el suplicio nos dieron una lección de fidelidad a Dios, pues con una determinación férrea, siguieron sosteniendo su postura de amor a Cristo y a su evangelio cuando las llamas los estaban abrasando.

En seguida nos narra la persecución y acoso que sufrió Casiodoro de Reina en su propósito de traducir la Biblia, persecución que se inicia desde que abandona el monasterio de San Isodoro de Campo Santiponce, en Sevilla, y que jamás cesa en su tránsito por diversas ciudades europeas: Ginebra (donde comandaba la iglesia Calvino), Basilea, Inglaterra… sin hallar reposo y tranquilidad para llevar a cabo su labor de traducción. Prácticamente nunca encontró un clima apacible para ello, y teniendo encima la pobreza, y las enfermedades. Pero, además, no sólo sufrió en acoso de la corona española y de la Santa Inquisición, sino también de la iglesia reformada, como la de Calvino, lo persiguió y en Inglaterra, fue acusado de Sodomía y sometido a juicio, un largo y penoso juicio del cual salió absuelto. 

Es evidente que la mano protectora de Dios estuvo con él para que tras doce años de penosa labor finalmente lograra su cometido: completar la traducción de la Biblia al español. Y finalmente, en setiembre de 1569, se imprimieron, en Basilea, bajo los servicios del impresor Tomás Guarin, 2,600 ejemplares y “apareció en el mercado en el otoño en la Feria de Frankfurt”.

Casiodoro de Reina que creyó que no lograría en vida ver este momento culminante; por la gracia de Dios, no sólo vio culminado su trabajo, sino que aun pudo vivir 25 años más. Murió en 15 de marzo de 1594, en Fráncfort del Meno, Alemania.

Para cerrar este vibrante documento de investigación, Carlos Martínez tiene a bien terminar su investigación con una semblanza de la presencia de la Biblia del Oso en algunos escritores mexicanos, como Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Sergio Pitol, David Toscana, entre otros, que admiraban el lenguaje poético de la Biblia Reina-Valera, 1909.

Y culmina con dos capítulos importantes: el prefacio del traductor español a la Sagrada Biblia, es decir, el texto de presentación de la Biblia escrita por Casiodoro de Reina. Es una joya en el que analiza la visión del profeta Ezequiel y le da una interpretación para llamar a los príncipes de ese entonces a defender las verdades cristianas y apoyar la divulgación de la Biblia en lenguas vernáculas.  Y además, este libro incluye la “Amonestación del Intérprete de los sacros libros al lector y toda la iglesia del Señor, escrito por el mismo Casiodoro.

Casiodoro de Reina traductor de la Biblia del Oso publicada en 1569”, es un dechado de investigación documental profundo, pues no hay un solo dato que no se soporte precisamente en la investigación a profundidad. La cantidad de materiales a los que echó mano Carlos Martínez son muchísimos, lo que nos hace deducir que para realizar este trabajo tuvo que invertir muchas horas de análisis, investigación y cotejación de diversos materiales, para lograr un documento sólido, bien fundamentado, con un enorme rigor académico y de investigación, que lo convierte en un referente confiable para los estudiosos de la historia de la iglesia de la Biblia en su contexto histórico.

Es un libro imprescindible para conocer con cuántas lágrimas, sangre y sufrimiento nos llega la bendición de la Palabra de Dios en español. Leer este libro es una forma de honrar la memoria de los héroes que pagaron con su vida que podamos tener la palabra de Dios en nuestro idioma.

Vaya pues en este breve articulo mi agradecimiento a Carlos Martínez por esta labor que hoy podemos beneficiarnos y salir bendecidos.


lunes, 7 de diciembre de 2020

CAUTIVADO POR LA ALEGRÍA: C.S. LEWIS

Jeremías Ramírez Vasillas

Los libros de apologética cristiana de C.S. Lewis, como Mero cristianismo, han cernido las vidas de intelectuales y científicos de altos vuelos, como la de Francis Collins, director del Proyecto Genoma Humano, y quien a partir de ahí hizo su travesía para hacerse cristiano y cristiano militante. 

Cada que yo leía un libro de Lewis me preguntaba cómo se había convertido al cristianismo un intelectual ateo acérrimo y de altísimos vuelos.

Alguna vez, en una revista, leí un artículo en la que narraba su conversión, pero de manera tan escueta que sólo me quedó la imagen de Lewis viajando de noche en un camión y reflexionando en la existencia de Dios.

Tratando de saber más compré el libro biográfico sobre él: C.S. Lewis, un genio de la narración, pero olímpicamente se salta esta parte que me interesaba saber.

Hace poco descubrí que había un libro que trataba sobre este tema: Cautivado por la alegría: historia de mi conversión, en el que el propio Lewis cuenta como había dado ese paso trascendental. Procedí a comprarlo y, sin dilación, tan pronto me llegó, me puse a leerlo. 

Página tras página esperaba ese momento mágico, pero Lewis se detenía largamente en detalles de cómo había sido su formación académica, su pasión por los libros y las historias fantásticas y mitológicas y el desarrollo de su pensamiento crítico y analítico, pero de la conversión, nada. Me sentí de pronto defraudado. 

Cuando ya faltaban unas poquitas páginas para terminar, finalmente empieza a narrar su conversión. Su primer paso fue aceptar que Dios existía, justamente en ese camión que encontré en la lectura de la revista que mencioné. Allí, en esa noche en el camión, todo su complicado razonamiento ateo se vio de pronto confrontado y derrotado antes las evidencias de la existencia de Dios; pero, además, porque varios amigos suyos, intelectuales rigurosos y duros, se habían hecho cristianos o ya eran como JRR Tolkien, autor de El señor de los anillos. Y estas sorpresivas conversiones de intelectuales de alto nivel lo movió a decantar racionalmente lo absurdo de la idea deísta. 

Luego, en las dos últimas páginas, finalmente, narra su conversión cristiana. Pero que creen. En el punto culminante Lewis da un salto y no nos cuenta nada. Simplemente dice: “Sé muy bien cuándo, pero no sé cómo di el último paso. Me llevaban a Whipsnade una mañana soleada. Cuando salimos no creía que Jesucristo fuera el Hijo de Dios, y cuando llegamos al zoológico, sí”. Y eso es todo.

Pero, a pesar de que dice que “no me había pasado todo el camino sumido en mis pensamientos, ni en una gran inquietud […] Era más parecido a cuando un hombre, después de dormir mucho, se queda en la cama inmóvil dándose cuenta de que ya está despierto”.

Sin embargo, reflexionando sobre ese larguísimo viaje de más de 280 páginas podemos intuir cómo paso.

Lewis nació en Irlanda en una familia con antecedentes clericales por parte de madre y liberales por parte de su padre. Pero no recibió una educación religiosa como tal. En contraparte, desde muy pequeño, recibió una formación intelectual e imaginativa rigurosa a través de las lecturas de muchos libros, pues en su casa si algo había eran libros.  

Un día leyendo uno de esos libros experimentó una sensación sublime (que él denomina “Joy”) al leer unos poemas, y prendado de esa experiencia buscó repetir la experiencia a lo largo de su vida formativa, pero salvo algunas raras ocasiones, el pez escurridizo de la alegría se escabulló y tal parecía que nunca más la iba a tener, aunque la buscó afanosamente en el goce intelectual, sensual y sexual, y en la experiencia hedonista, pero no lo logró.

Lo que sí logró fue desarrollar una poderosa imaginación e intelectual que le brindó una sólida formación para ser escritor. Pero también lo habilitó para convertirse en un excelente profesor de Cambridge y otras universidades; fue un medievalista de respeto por la profundidad de sus conocimientos de este tema. Tolkien lo consultaba cuando escribió su zaga de El señor de los anillos.

Sorprende mucho cómo su educación por los colegios privados de Inglaterra, (espléndidamente narrados por la película The Wall, de Pink Floyd, y dirigida con gran acierto por el cineasta inglés Alan Parker (1944-2020)) muestra justamente esta atroz educación en escuelas privadas que padeció Lewis.

Es más, la película se queda corta. La experiencia de Lewis fue mucho más atroz y de muy poco aprendizaje en el aula, salvo dos o tres maestros. Después de pasar el infierno de dos escuelas sufriendo vejaciones continuas, le ruega a su padre que lo ponga con un maestro privado, aquel que había logrado que su hermano se desarrollara intelectualmente y pasara los exámenes para la universidad sin problemas. Su padre accede y entonces el universo de rigor y la profundidad racional se profundiza y adiestra para no aceptar todo sin antes no pasara por el duro tamiz racional y comprobar que es verdadero lo que piensa. Justamente esta habilidad fue la que le permitió llegar a descubrir la existencia de Dios tras hacer un largo y riguroso análisis. 

¿Quién fue ese maestro y cuál su método? Este maestro fue William Thompson Kirkpatrick (1848 - 1921), profesor irlandés y director de una escuela primaria. Es mejor conocido por haber sido el tutor de los hermanos Lewis y Warnie. Ambos vivieron en la casa de Kirkpatrick como alumnos residentes. Lewis estuvo allí de 1914 a 1917. Es decir, llegó cuando tenía 15 años y salió a los 18.

Kirkpatrick era un intelectual riguroso, duro, de amplios conocimientos. Cuando Lewis llegó a su casa empezó a acosarlo con preguntas que cuestionaban todo lo que afirmaba y le demostró que muchas de sus ideas no tenían sustento firme, eran meras opiniones ligeras, a pesar de que Lewis, ya de 15 años, tenía una cultura amplísima y cierto rigor intelectual y conocía de varias lenguas, entre ellas, el griego, latín, alemán, francés, entre otros. Y la primera tarea que le puso fue leer la Iliada en griego. Durante la mañana leía tenazmente y por la tarde tenía un diálogo riguroso a través del cual Kirkpatrick lo iba haciendo penetrar al fondo de esta obra monumental. Y con este método le fue enseñando a pensar lógicamente y con rigor.

No es un libro fácil, pero altamente recomendable para quien se quiera dedicar a escribir profesionalmente. Da cuenta pormenorizada de esta larga trayectoria que lo hizo un gran intelectual y un genio como escritor. Aún en sus libros apologéticos cristianos, como en el Problema del dolor, El peso de la gloria y Mero cristianismo, se trasluce ese rigor intelectual que aprendió con su profesor Kirkpatrick.

Si quieren leer la propuesta inteligente e intelectual y racional sobre el cristianismo, lean cualquiera de los libros mencionado. O bien, si quieren conocer literatura imaginativa de alto nivel, lean su trilogía de ciencia ficción: Más allá del planeta silencioso, Perelandra, un viaje a Venus y Esa horrible fortaleza o Esa Fuerza Maligna. O bien, la serie Crónicas de Narnia

Repito, todos sus libros son de un gran valor literario. Definitivamente era un genio de la narración y un cristiano admirable.



miércoles, 2 de diciembre de 2020

CRISTIANOS DE VITRINA

Vosotros sois la sal de la tierra; 

pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? 

No sirve más para nada, sino para ser echada fuera 

y hollada por los hombres. 

Mateo: 5:13


En los estudio y comentarios sobre la metáfora “sal” que Jesús hace para subrayar la función que los cristianos tienen en la sociedad, generalmente se pondera la cualidad preservadora de esta sustancia, pero pocas veces sobre su inserción en la sociedad.

Cuando el Señor habla de la sal, implícitamente indica esa cualidad preservadora, y afirma que inútil cuando la sal es sólo tierra inerte.

Sal Pablo no habla de la otra cualidad de la sal: su capacidad sazonadora: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” Colosenses 4:6.

Sin embargo, hay otro aspecto poco analizado. Para que esa sal sea útil debe ser empleada, es decir, mezclada con las comidas que se desea sazonar o preservar. De modo que al comparar a los discípulos como sal en la tierra, implícitamente indica que su vida debe entrar en contacto con la gente para que su sola presencia genere cambios. 

En Lucas 2:52 nos dice que Jesús no sólo crecía en sabiduría y físicamente, sino que además obtenía la gracia con los hombres y con Dios. Y hay una similitud en la naciente iglesia en Jerusalén. En Hechos 2: 47 dice que alababan a Dios: “…teniendo favor con todo el pueblo”. Es decir, la iglesia empezó a ser bien vista pues era agradable a la sociedad, es decir, sazonaba con su manera de ser y esta agradabilidad era notoria pues convivían con todos, no estaban escondidos o refugiados teniendo contacto sólo entre ellos.

Un cristiano que se refugia en su iglesia, que evitar entrar en contacto con el mundo, falla en su función básica pues está a resguarda en una gaveta dentro de su salero. De nada sirve que sea una sal magnífica si todo su potencial sazonador está encerrado en una botella o tras los muros del templo.

Ese movimiento que prevaleció en la iglesia católica de que, cuando alguien se consagraba a Dios, era recluido en un recinto apartado de la sociedad, no iba acorde con las escrituras y con la voluntad de Dios. Esta reclusión es contraria a lo que enseñan los evangelios pues los cristianos nunca deben ser cristianos de vitrina o convento.

Jesús era acusado de juntarse con publicanos, y pecadores y él contestaba que Él fue enviado a los enfermos no a los sanos. 

Sí, es cierto que santidad indica “apartado”, pero ese apartamiento no es físico ni social sino del pecado. Un santo no es un monje en un claustro orando o leyendo su breviario o su Biblia, sino alguien que, sin participar del pecado, influye en su sociedad para que cuando la gente “vea sus buenas obras”, alaben a Dios. Porque Dios ha conformado un pueblo celoso de buenas obras.




sábado, 28 de noviembre de 2020

CONTRABANDISTA DE DIOS

Jeremías Ramírez Vasillas

El título de este libro cristiano parece un contrasentido, porque el contrabando es un delito que consiste en la entrada, la salida y la venta clandestina de mercancías prohibidas o sometidas a derechos y que se defrauda a las autoridades locales. 

Sin embargo, eso fue precisamente lo que durante muchos años estuvo haciendo el holandés Andrew van der Bijl, mejor conocido como “El hermano Andrés”. Como en su fecha de publicación (1967) de este libro Andrew van der Bijl corría peligro por su actividad en los países comunistas, firmó sólo con su nombre de pila. 

¿Cómo puede haber un contrabandista de Dios? El hermano Andrés, durante muchos años, contrabandeó Biblias y libros cristianos hacia los países comunistas, en donde la Biblia y la práctica religiosa estaban prohibidas. Pero no las vendía, sino las donaba a iglesias cristianas clandestinas con las que iba entrando en contacto.

Andrew van der Bijl nació el 11 de mayo de 1928 en Sint Pancras, Holanda, en una familia pobre. Cuando aún era niño lo alcanzó la Segunda Guerra Mundial, pero las tropas nazis sólo se asentaron en su pueblo, pero sin que él y su familia sufrieran persecución y sin que tuvieron contacto con algún judío que los pusiera en riesgo. 

Al término de guerra se enroló en el ejército holandés para librarse de ejercer algún oficio propio de su condición social: carpintero, carnicero, obrero fabril, etc. 

Durante su entrenamiento militar tuvo contacto con algunas iglesias cristianas, pero no le influyeron en nada, aunque se hizo amigo de una muchacha cristiana quien estuvo ayudándolo mucho tiempo. 

Cuando lo mandaron a la guerra intercambiaba cartas con esta muchacha, y mientras ella le escribía de Cristo, Andrew trataba de conquistarla. Un día, en una de las batallas, en Corea, fue herido en un pie y lo regresaron a su pueblo.

Sin muchas expectativas laborales, y además con una lesión que lo dejó con cierta cojera, tuvo un encuentro con Cristo y se convirtió. Su pasión por la Biblia y la vida cristiana despertaron en él el deseo de ser misionero, pero sin una formación académica no lo aceptaban en ningún seminario.

Orando y buscando opciones descubrió una escuela para misioneros en Inglaterra. Mandó su solicitud y fue aceptado. Poco a antes de partir le informaron que se había pospuesto su autorización por falta de cupo. A pesar de ello, siguiendo las indicaciones de Dios, partió hacia ese país y, a pesar de que no fue admitido ese año, le ofrecieron trabajo en las oficinas del seminario y su buena disposición a desempeñar cualquier labor se ganó la simpatía de muchos. Cuando le avisaron que había un lugar disponible, una persona que se había convertido en su amigo, le pagó su inscripción y entró.

En este seminario no sólo formaban a los estudiantes en teología, sino que los entrenaban para confiar en Dios a través de duras pruebas, como ir a lugares distantes a predicar, pero sin dinero; y confiar en Dios para Él supliera todas sus necesidades, incluyendo la inscripción anual. La condición para permanecer en la escuela es que no pidieran donativos ni ayuda económica: tenía que aprender a confiar que Dios les supliría todas sus necesidades, fueran grandes o pequeñas. Varias veces estuvo tentado a pedir ayuda, pero logró superar estas pruebas que en su vida misionera le fueron de suma utilidad en lugares donde no tenía otra alternativa que confiar absolutamente en su Señor.

Al terminar su formación académica regresó a Holanda y sin saber en dónde ejercer su ministerio, se puso a trabajar en una fábrica en donde tuvo su primer reto: trabajar con un equipo sólo de mujeres sumamente insolentes y groseras que lo ponían a prueba todos los días con insinuaciones soeces y provocaciones. Fue en ese lugar donde inició su labor evangelística, sin bien al principio quiso huir del lugar, pero gracias al apoyo emotivo de la cajera, que era cristiana (quien después se convirtió en su esposa), enfrentó el reto y logró llevar a Cristo a la líder, a la más aguerrida, la más atrevida, la más grosera, y todo el departamento cambió.

En algunos viajes turísticos a algunos países comunistas se fue dando cuenta de persecución de los cristianos y la falta de Biblias. Dios puso en su corazón el deseo de hacer algo por estos hermanos. Poco a poco Dios lo fue instruyendo, y le proporcionó un automóvil Volskswagen Sedán que le obsequiaron, con el cual, lleno de Biblias, empezó a cruzar las fronteras de Checolovaquía, Polonia, Rumanía y finalmente, la Unión soviética, con una oración específica en cada cruce fronterizo: “Así como le abriste los ojos a algunas personas, cierra los ojos de los guardias”. Dios cumplió siempre su petición y de esa manera cruzó y entró muchas veces sin que nadie advirtiera su preciosa carga.

En esos viajes fue conociendo a varios cristianos quienes los orientaron y lo pusieron en contacto con las iglesias clandestinas. Y pudo ver la enorme necesidad de la palabra divina, pero, al mismo tiempo, la intensidad de la flama de la fe de estos cristianos cuya luz se había purificado en el sufrimiento.

Una vez que cubrió todos los países comunistas europeos enfocó sus baterías a dos países con regímenes comunistas, pero alejados de su natal Holanda: Cuba y China. 

De Cuba afirma que había libertad para la proclamación del evangelio, pero en China parece que el cristianismo había sido erradicado. Ahí, en el gigante asiático, no tuvo problemas para introducir Biblias pues los funcionarios, que si veían lo que lleva, no le daban importancia, pero su mayor tristeza que sufrió fue descubrir a una sociedad ajena al evangelio y que no mostraba interés alguno por saber la Biblia.  Cuando intencionalmente dejaba biblias o folletos, se los regresaban no importaba en dónde estuviera. A veces llegaban a las puertas de su cuarto de hotel con el material.

Esta falta de interés era sólo aparente pues según el testimonio del hermano Yun, un cristiano chino de esa época cuando el hermano Andrés visitó China, líder de las Casas-iglesia, nos cuenta en su libro, El hombre celestialque sí había escasez de biblias e interés por ellas, además que los cristianos chinos eran perseguidos ferozmente, y la gente tenía miedo de que le encontraran en posesión de una Biblia o de literatura cristiana. Y en esas circunstancias el evangelio y los cristianos no sólo sobrevivieron, y sobreviven, sino cómo, a pesar de la persecución, el evangelio creció y crece y se inflama conquistando muchas personas. Esta persecución se mantiene vigente hasta el día de hoy, aunque hacia el exterior pareciera que no hay tal.

Regresando a El Contrabandista de Dios, cabe señalar que las aventuras, que narra son dignas de una película de suspenso, en las que se ve la mano de Dios guiando a su pueblo en medio de la adversidad. Sorprende que una misión que él empieza en solitario culmina con un grupo (al que se suma su esposa, valiente y comprometida mujer), y con quienes fundan la base de una organización denominada “Open doors” (Puertas Abiertas), que hasta la actualidad se dedican a llevar Biblias en los países donde es prohibido el cristianismo y los cristianos son perseguidos, como en China y en los países musulmanes.

Si algo llama la atención de esta historia real es cómo estos héroes tienen una fe enorme y una dependencia absoluta del Dios para llevar a cabo su tarea, una tarea que se realiza al filo de la navaja.  

Es un libro inspirador para despertar en nosotros la pasión por el evangelio y su proclamación. 

El El Contrabandista de Dios tiene una magnífica narrativa que captura y logra tal vivacidad emocional que se siente el peligro en cada aventura del hermano Andrés. 

Es probable que la magnifica narrativa se deba a que en su redacción el hermano Andrés contó con la ayuda de dos escritores profesionales: Juan y Elizabeth Sherril, quienes además fueron coautores de varios libros sumamente difundidos en los años setenta y ochenta: El escondite secreto de Corrie ten Boom y La cruz y el puñal de David Wilkerson.


martes, 24 de noviembre de 2020

COMENTARIO A COLOSENSES CAPITULO 1

Pablo nunca había visitado a los colosenses, como lo declara al inicio del capítulo 2 de esta carta: “ Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro…“, a pesar de ello, hay una relación estrecha entre ambos y también son objeto de su preocupación. De alguna manera, ellos son consecuencia de su trabajo evangelístico el cual Pablo emprendió en esa región, y las buenas noticias tuvieron un efecto de expansión alcanzando las ciudades cercanas, en primera instancia, y luego a regiones más lejanas, hasta alcanzar prácticamente todo el orbe y llegar a nosotros.

El objetivo principal de esta carta es afianzar los aspectos apropiados de su fe y de su vida cristiana, pero también combatir las enseñanzas torcidas que desde ese tiempo y hasta el día de hoy amenazan a la iglesia. Sus enseñanzas son de tal relevancia que tal vez nunca acabemos de analizar a fondo, enriqueciendo nuestra vida espiritual.
Analicemos, pues, este primer capítulo.

Salutación
1  Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo,
2 a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

La carta tiene un destinatario: los santos y fieles hermanos en Cristo… de parte de Pablo y Timoteo. Y les desean GRACIA Y PAZ, dos de los dones más maravillosos que Dios da a sus hijos.

La GRACIA es el favor inmerecido, el gesto de amor de Dios para salvarnos por medio de el sacrificio de Jesús, y también el ser consolados y fortalecidos en el Señor todo el tiempo. Su gracia inicia salvándonos y continua bendiciéndonos a lo largo de nuestra vida.

PAZ. Cuanta gente daría por tener paz. El señor Jesús nos dice en Mateo 11: 28-30): “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.

Virtudes de los Colosenses los cuáles agradece Pablo a Dios
3 Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
4 habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos,

Qué cualidades más hermosas tenían los closenses: Fe y amor. Ojalá que su iglesia nuestra se distinguiera por nuestra fe y amor, y que asñi fuésemos conocidos.

5 a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio,

Es interesante que esta fe y este amor sean fruto de su esperanza, es decir, de aquello que recibirán en el cielo. Se enteraron de este tesoros a través de las buenas noticias del evangelio. Ese es el evangelio, la revelación a la gente que no estamos sólo en el mundo y que no todo acaba con la muerte, sino que pueden tener algo maravilloso en el cielo: una vida maravillosa ahí, con Cristo, donde no habrá más penas ni más dolor, como dice un himno.

6 que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad,

Lleva fruto y crece. El cristianismo no es una creencia hueca, sino un modo de vivir que produce algo aquí que se puede ver y que además crece. El Señor dijo: “por su frutos los conoceréis…” Un cristiano de verdad se disntingue por sus frutos: amor, paciencia, paz, benignidad, bondad… si no hay fruto es un indicador que no ha habido nuevo nacimiento en Cristo o que no hay crecimiento.

7 como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros,
8 quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu.

Epafras ha llevado las buenas noticias a Pablo de como el evangelio se está desarrollando en Colosas y de qué manera esta creciendo. Y esto alegra enormemente a Pablo, pero ahí no termina todo. Esos cristianos necesitan fortalecerse, y entonces Pablo les comunica que está orando a Dios por este fortalecimiento.

Objetivos específicos de la oración de Pablo
9 Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual,

Es muy importante ser lleno del conocimiento de su voluntad. La ignorancia nos lleva al error. El Señor recrimina a los saduceos por preguntar cosas sin sentido: “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios.” Ahora bien, el mero conocimiento es importante pero necesita además sabiduría (saber hacer los correcto) e inteligencia. Se ha hablado ahora mucho de la inteligencia emocional, pero mucho más importante la “inteligencia espiritual”. Oremos para que yo y todos nosotros tengamos mayor conocimiento de la voluntad de Dios en toda sabiduría e inteligencia espiritual”.

10 para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;
11 fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; 12 con gozo…

El conocimiento de su voluntad nos permitirá andar dignamente. Ah, este es la mejor forma de predicar las buenas nuevas, cuando nuestra vida es olor fragante para Dios, llevando fruto y buenas obras (es decir, haciendo bien todas las cosas), y conociendo cada día mejor a Dios, y hay mejor forma de conocerlo que experimentar la convivencia con él. La palabra nos dice de Enoc que caminaba con Dios y por ello, Dios se lo llevó… 

…dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;
13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,
14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

Reconciliación por medio de la muerte de Cristo

Hoy, poca gente se percata que anda en tinieblas, salvo cuando tienen problemas graves y algunos ni así… Pero en aquella época oscurantista en el que vivían llenos de temor, ya sea por las fuerzas oscuras espirituales como por las condiciones de vida poco seguras. De modo que cuando descubrían el evangelio y se entregaban a Dios, sus vidas eran iluminadas. Hoy pasa los mismo, cuando alguien se da cuenta de que su vida es espantosa y recibe al Señor, una luz intensa lo inunda. Y eso nos permite participar de la rica herencia que se nos tiene guardadas en el cielo y en una nueva vida por el perdón de nuestros pecados. Libres de su yugo podemos vivir una vida plena. Dijo en Señor (sigue vigente su mensaje): “Yo he venido a darles vida y vida en abundancia…”.

De pronto el tono del discurso cambia y nos muestra algo maravilloso sobre Cristo, todo ello con el objetivo de dejan en claro quién es realmente Cristo.

Quien es Cristo y cuál su grandeza (poniendo las cosas en claro)
15 El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.
17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;
18 y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;
19 por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,
20 y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.

Según se sabe y podemos deducir, ya en ese tiempo había corruptores del evangelio, personas que estaba enseñando cosas diferente. Por ello Pablo deja en claro quién es el Señor. 

Primer, es la imagen de Dios, el eikon, dicen en griego, es decir, Jesús es la demostración de cómo es Dios. Felipe le dice al Señor: “Muéstrenos al padre” Y el Señor le contesta: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?” (Juan 14:9)
Y no sólo es la imagen, sino el creador de todas las cosas. Es decir, no fue un profeta (como dicen algunos) ni un hombre sabio o un iniciado, sino también el creador y sustentador de TODAS LAS COSAS, y todas las cosas por el subsisten.
Y Él es la cabeza de la iglesia, no el Papa, o un espíritu, o un ente, o una organización. No, Cristo es la cabeza y nosotros el cuerpo.
El es el principio, el más importante o (primogénito, como dice la escritura) en la resurrección, por eso tiene la PREEMINENCIA y en el habita toda la plenitud de Dios.
Y con su sangre ha hecho la paz, para poner orden en la tierra y en el cielo. La creación gime por su liberación, no dice Pablo en Romanos. El pecado ha tenido un efecto devastador más allá de lo imaginable y el sacrificio de nuestro Señor tiene un alcance mayor.

Efecto de la reconciliación de Cristo con su muerte en los colosenses
21 Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado
22 en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;
23 si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.

Noten esta palabra: “si en verdad permanecéis fundado y firmes en la fe”.

Ministerio de Pablo a los gentiles
24 Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;
25 de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios,
26 el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos,
27 a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,
28 a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre;
29 para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.

Y Pablo es ministro, es decir, alguien suministra, que da, que difunde las buenas noticias. En griego nos dice que ministro es “diakonos”, es decir, servidor, como dice la Biblia textual, para revelar el misterio: CRISTO EN VOSOTROS, ESPERANZA DE GLORIA. Esta revelación no es exclusiva de un grupo selectos, ni de una raza o una nación, o de “los elegidos”, sino de todos, por eso agrega, “amonestando a todo hombre, enseñando a TODO hombre. Es un mensaje universal para que todos puedan llegar a Dios sin intermediario, sólo a través de Cristo.

sábado, 14 de noviembre de 2020

DESTINADA A VIVIR



 Jeremías Ramírez Vasillas 

Los judíos y la Segunda Guerra Mundial es un filón infinito de historias. Su tragedia se ha volcado en un sinfín de novelas, novelas testimoniales, documentales y películas. Y puedo decir que, hasta obras de teatro, aunque no haya visto alguna. 
    El cuantioso volumen de libros, novelas, películas parece que agotan el tema, pero cada vez nuevas obras descubren aspectos desconocidos de la tragedia. 
   En los años setenta compre el libro Destinada a vivir, un libro autobiográfico de Johanna Ruth Dobschiner, una joven judía holandesa que vivió en Berlín durante su infancia, pero ante los problemas y persecución de los judíos, poco antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, su padre decidió regresar a Holanda, su patria de origen, donde creían que estarían a salvo de la furia hitleriana. Sin embargo, cuando la guerra se extiende, pronto se verán envueltos de una vorágine de violencia sin tener la mínima posibilidad de huir. Los problemas crecen hasta que un día los saldados vienen por su familia. Su madre le dice que se quede encerrada en su habitación, la cual hace. Milagrosamente lo soldados no revisan ese cuarto, y se salva de ir a un campo de concentración. Espera el regreso de sus padres, pero cuando los días de espera se acumulan sabe que ya no regresarán y pronto ella tendrá que huir pues sus vecinos saben que ella es judía y no faltará quien la delate. 
    La guerra aumenta la necesidad de servicios médicos y, por esta razón, al fin logra entrar a trabajar como enfermera. Ella deseaba ser enfermera y varias veces lo había intentado entrar a algún hospital para aprender, pero sin formación académica que la certificara fue imposible. Y logra entrar al hospital que le habían negado anteriormente el ingreso. Pronto aprende un oficio que ama, y durante un tiempo el hospital y su oficio la mantienen a salvo de los nazis. Sin embargo, un día llegan al hospital y todo el personal y enfermos judíos son apresados y llevado a un campo de concentración. Ella es apresada también pero cuando están a punto de que cierren el vagón los judíos que van con ella, al saber que era enfermera, temen que los contagie de alguna enfermedad y protestan, Extrañamente los soldados la bajan. Y ella, una vez en tierra, ve a una mujer que está embarazada y la saca de la fila argumentando que la mujer necesita atención médica. La mujer se deja llevar y en el consultorio médico de la estación conoce a un médico que también trata de rescatar judíos de la muerte, y le dice que se quede con él a trabajar. Ambos, cada día, rescatan a uno que otros hasta que su labor se vuelve sospechosa y ella tiene que huir. Regresa a su hospital y sigue trabajando, pero el riesgo es latente. 
    Un día le ofrecen ponerla en contacto con una organización que está salvando judíos. Con mucho temor, pero alentada por sus compañeros, acepta y una mañana viene un hombre extraño por ella. No le tiene confianza, pero no tiene más opción. Este hombre primero la hace que se quite la estrella amarilla, que hable sólo alemán para que se haga pasar como alemana, y lo siga a él sin chistar. Por una extraña ruta, que pasa del tren a un auto y luego en bicicleta y otras a pie, llegan a una casa que en realidad es un refugio donde viven escondidos varios judíos. Esta casa, con estrictas reglas, será su hogar por varios meses. Sucede que el hombre era un pastor evangélico y esa casa es la casa parroquial. Allí conoce la solidaridad, el amor de los compañeros, la cordialidad. 
    Un día, en esa casa, encuentra una Biblia para niños y allí descubre que Jesús, el Dios cristiano, es judío. Para ella esta revelación es un shock. Jamás se había imaginado que Cristo era judío; ella siempre creyó que los cristianos nada tenían en común con los judíos. Pero no sólo eso, sino que Cristo es un judío admirable, un profeta, un hombre intachable, con grandes enseñanzas. La lectura pronto la hará descubrir que este Cristo es el Mesías que por siglos ha esperado el pueblo judío y que, además, su pueblo desprecia. No entiende por qué, y porque nadie le habló de él. La lectura la va acercando a Cristo hasta que decide entregarle su vida y seguirle. Poco a poco va descubriendo más y más, pero el furor de la guerra obliga a abandonar la casa. De hecho, todos son llevados a nuevos hogares. 
   Durante un tiempo pasa de una casa a otra, y en cada una el riesgo de morir es muy alto, pero milagrosamente sigue viva. Finalmente, la guerra termina y ella descubre con tristeza que ese pastor que la salvó fue apresado y ejecutado antes de que acabara la guerra. Ya en libertad, busca en dónde aprender más y se integra a una iglesia cristiana en la que pronto se sentirá en casa y los cristianos que va conociendo son su familia. 
    El libro es impactante, de una tensión emocional tan vívida, que se siente el dolor de los protagonistas, particularmente de Ruth. Es un libro que muestra la miseria del ser humano y su grandeza, su nobleza. 
   Es bien sabido que muchos holandeses construyeron refugios secretos para albergar a judíos en sus casas. Los mismo sucedió en Polonia o en Francia, aunque no siempre la historia tuvo finales felices. Muchos fueron delatados hasta por familiares o amigos y murieron en los campos de concentración o fueron fusilados, quemados, asfixiados. Ana Frank fue uno de esos casos trágicos. Una vez que la descubrieron terminó en un campo de concentración donde murió. 
    Lamentablemente, este libro Destinada a vivir, es prácticamente inconseguible. Y en el internet no se pude obtener información de ni del libro ni de Johanna. Lo único que sabemos, y eso porque el libro lo revela al final, es que emigró a Escocia y después perdemos todo rastro de ella. Ojalá alguien pudiera contarnos cómo fue su vida posterior. 
    Yo me pregunto ¿cuántas Johannas existieron? ¿Cuántas murieron, cuántas se salvaron? No lo sabemos, pero conocer la historia de Johanna nos permite tomar conciencia de los aspectos valiosos de la vida humana y que debemos luchar por preservar. Y que a pesar de que la religión cristiana es atacada, a veces, virulentamente, hay muchas historias cristianas nobles por conocer: historias llenas del amor de Cristo en personas comunes, pero que eso no les impidió hacer muchos actos heroicos e incluso a ofrendar su vida por otros.

domingo, 11 de octubre de 2020

FILIPENSES: CARTA DEL GOZO

Jeremías Ramírez Vasillas

Introducción

En el año 52 d.C. Pablo estuvo por primera vez en la ciudad de Filipo. Era su segundo viaje misionero. Fue allí tras la visión del varón macedonio que le pedía pasara a Macedonia a ayudarlos. Entonces Pablo navegó desde la Tróade Alejandrina de Asia Menor y desembarcó en Neápolis y de allí pasó a Filipos.

Esta historia la encontramos en Hechos 16 y se centra en tres personas: Lidia la vendedora de púrpura; la muchacha esclava y el carcelero romano. Estas tres personas tenían tres nacionalidades distintas: Lidia era asiática (Probablemente su nombre provenía de la región de origen: Lidia, ubicada en la parte occidental de lo que hoy es Turquía). La esclava era griega y el carcelero, Romano. Y representan tres clases sociales: los vendedores de púrpura —una de las sustancias más caras del mundo antiguo y que representaba la gran industria—, por lo que seguramente era de clase alta. La esclava era la más pobre de los pobres, pues los esclavos eran una herramienta viva sin derechos a nada, y el carcelero quien pertenecía a la clase media. Y los tres abarcan todo el abanico social y cultural, justamente lo que abarcaba el naciente cristianismo; es decir, indica la universalidad del evangelio que se dirige a todo el mundo.

Pablo se fue de Filipo tras una tormentosa persecución y un encarcelamiento ilegal. La persecución la heredó a la iglesia filipense: “Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él… 1:29.

Se había desarrollado entre Pablo y los filipenses una entrañable amistad como no tenía con ninguna iglesia. Se enorgullecía de no haber aceptado nunca ayuda de ninguna otra iglesia pues satisfacía sus necesidades con su propio trabajo, pero cuando necesitó ayuda, y sólo la acepto ayuda de los filipenses: después de salir de Filipo pasó a Tesalónica a donde le mandaron un regalo: “Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades”. (4:15-16).

Cuando llegó a Corinto, pasando por Atenas, ellos fueron los únicos que se acordaron de él con dones: “Y cuando estaba entre vosotros y tuve necesidad, a ninguno fui carga, pues lo que me faltaba, lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia, y en todo me guardé y me guardaré de seros gravoso”. (2 de Corintios 11:9)

Pablo escribió esta carta aproximadamente en los años 63 o 64, desde la cárcel en Roma. Y quería con ella ciertos propósitos: 

1) Agradecer a los filipenses

2) Informar sobre Epafrodito y pedir que fuera tratado con gentileza y amor, porque su anticipado regreso no fue porque él hubiera fallado intencionalmente en la misión a la que fue enviado: ayudar a Pablo, pues se enfermó y tuvo que abortar la misión. De modo que Pablo les escribe para que lo reciban con gozo: 

2:25 Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades;

26 porque él tenía gran deseo de veros a todos vosotros, y gravemente se angustió porque habíais oído que había enfermado.

27 Pues en verdad estuvo enfermo, a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza.

28 Así que le envío con mayor solicitud, para que al verle de nuevo, os gocéis, y yo esté con menos tristeza.

3) Alentar a los filipenses que estaban pasando pruebas (1:28-30)

28 y en nada intimidados por los que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de perdición, mas para vosotros de salvación; y esto de Dios.

29 Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él,

30 teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí, y ahora oís que hay en mí.  

4) Y para hacer un llamado a la unidad. Esa es una de las preocupaciones constantes de Pablo. Veamos lo que les escribe: “…completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo… (2:1-11):

    En esta iglesia también había problemas, como en las otras. Por ejemplo, las diferencias que ponían en peligro la paz: “Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. Asimismo, te ruego también a ti, compañero fiel (no se sabe a quién se dirige), que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida”. (4:2-3).

    Y había falsos maestros judaizantes que estaban tratando de seducir a los creyentes: “Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo. Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne”.

    En esta carta hay un cambio brusco del discurso de apacibilidad a uno más rudo a partir del capítulo 3. Y usa palabras duras y directas sobre el peligro: “Guardaos de los perros… y que se extiende prácticamente todo el capítulo 3. 

Tema central de la carta

Esta carta tiene un tema maravilloso: el gozo, un gozo que proviene de nuestra vida en Cristo. Este llamado al gozo se repite varias veces a lo largo de la carta. 

Por ello, en esta ocasión, en vez de analizar y comentar el capítulo primero, quisiera centrarme en este tema (que se verá en particular en los estudios capítulos por capítulo, pero que es interesante observarlos y estudiarlos en conjunto pues encierra un tesoro, una enseñanza preciosa para nosotros, y más aún en tiempos de angustia como los que vivimos, marcados por la violencia y la pandemia. De pronto, nos sentimos llenos de temor y angustia, sin ánimos de sonreír o de cantar o de encontrar placer en la lectura de la palabra. Nos hemos convertido en cristianos grises, opacos, desanimados, cuando tenemos muchas cosas por las cuales, a pesar de las circunstancias externas o internas (enfermedades, por ejemplo), para sentirnos pletóricos de gozo, de modo que podemos decir cada mañana cuando nos asomamos por la ventana “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. (Lamentaciones 3:22-23).

Para empezar, déjenme iniciar tratando de entender qué es el gozo. El Dr. Don Colbert, en su libro Emociones que matan, dice no confundamos la felicidad con el gozo, a pesar de su cercanía: “La felicidad no es lo mismo que el gozo. La felicidad es una sensación de placer, contento o bienestar que viene del entorno o evento que la persona está viviendo. Es temporaria y depende de factores externos, incluyendo lo que otros digan y hagan. 

El gozo, por el contrario, es duradero y permanente. Proviene de un sentimiento de satisfacción que surge en lo más profundo de la persona. No depende de factores externos, sino del sentido interior del valor, el propósito, la plenitud o satisfacción.

El placer que produce felicidad suele venir a través de los cinco sentidos: por ejemplo, comer un delicioso postre de chocolate, o acurrucarse bajo una suave y tibia frazada, o escuchar música bella. La felicidad viene de percepciones que producen placer como ver un partido de fútbol, recibir un masaje relajante, oír un elogio, recibir un regalo, hacemos una buena compra, visitar un parque de diversiones, ir de vacaciones a la playa… 

En los placeres que producen felicidad hay un peligro: pueden llevarnos a la adicción, y en ese aspecto hay que ser cuidadosos. El alcohol da placer, pero exagerar puede llevar al alcoholismo. Lo mismo pasa con las drogas: si tomar drogas o medicinas dan sensación de placer o tranquilidad, nos llevará a tomar más y más. El juego por dinero, la comida, y casi todo lo que despierte una respuesta de placer puede volverse adictivo. Este es el peligro. ADICCIÓN. Buscar felicidad a través de los placeres conectados con los cinco sentidos, jamás se encontrará plena satisfacción. Siempre se querrá más.

El gozo, por su parte, no proviene de las situaciones: fluye de la voluntad y de las emociones más profundas. Y qué emoción más profunda alguien puede tener que la certeza de que somos amados por Dios. Por ello, el gozo cristiano es tan profundo y produce una alegría espiritual pues el Espíritu Santo llena en nuestros corazones una deliciosa miel.  “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu…” (Efesios 5:18).

El gozo debería ser una de las características visibles de todo cristiano. En esta carta se nos habla de 10 cosas que son motivo de gozo. 

1. Gozo de la oración (1:4)

“…siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros…”

Rogando con gozo. ¿Cómo oramos nosotros? Imagínense que nos habla un ser querido que amamos mucho. Cuando hablamos con él, nuestro corazón brinca de gozo. Ahora bien, cuando oramos ¿estamos conscientes que hablamos con el creador de todas las cosas, que murió en la cruz por nosotros, que nos ama tanto que nos rescató, nos limpió y nos preparó un lugar para que donde ´él esté nosotros también estemos? 

“Rogando con gozo”, dice el apóstol. ¿Cómo rogamos? ¿Frustrados, amargados, desesperanzados? 

Levantemos nuestro ánimo, y cada que doblemos las rodillas o en la postura que estemos, tengamos gozo de saber que hablamos con “el creador de todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él”. (Colosenses 1: 15 y 16).y que él nos ama, nos escucha y nos guarda en la palma de su mano. "¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, /  y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? / Aun cuando ella lo olvidara, /  ¡yo no te olvidaré! / Grabado te llevo en las palmas de mis manos...". (Isaías 49: 15-16)

2. El gozo que se predica a Jesucristo (1:18)

¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún.

    ¡Como cristianos, debe seguir en nosotros un profundo gozo, una enorme alegría saber que en muchas partes del mundo el evangelio se predica. Pablo dice que cuando Cristo es anunciado se goza y se gozará aún más. Como podría ser de otra forma al ver que la obra titánica, imposible, de llevar la salvación a mucha gente, que él había emprendido con muchas dificultades, se ha vuelto extensiva. 

3. El gozo de la fe (1:25)

Y confiado en esto, sé que quedaré, que aún permaneceré con todos vosotros, para vuestro provecho y gozo de la fe…

    No creer es sinónimo de desesperanza. Pero creer que Dios nos ama, que él nos oye, que él nos cuida, que él nos protege debe de llenarnos de esperanza y de gozo. No creer que Dios nos resguarda pues él, escribe Judas,  “…es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría…”.

4. El gozo de ver que los cristianos están en íntima comunión (2:2)

“…completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa”.

    Nada hay más desagradable que los conflictos en una iglesia e incluso la ruptura. Justo allí donde se debe encontrar una fraternidad de amor, no hay tal. ¡Qué tristeza! Por eso Pablo dice “completad mi gozo”. El Señor debe sentir lo mismo cuando nos ve vivir juntos en armonía.  El salmista David exclamó: “!!Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!! (Salmos 133:1). ¿Queremos darle alegría a nuestro Señor?: busquemos vivir en armonía. Y el Señor nos dijo que una señal inequívoca de nuestra filiación con él: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. (Juan 13:35). Y este amor se expresará con una sonrisa enorme de gozo.

5. El gozo de sufrir por Cristo (2:17)

Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros.

    Cuando Pedro y Juan fueron azotados y “…salieron de la presencia del concilio, [estaban] gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre”. (Hechos 5:41). Ahora bien, ser golpeado, azotado, puesto en la cárcel, torturado, privado de alimento, de la luz de sol, como muchos mártires en las cárceles comunistas, no parece ser algo gozoso. Sin embargo, cristianos como Richard Wurmbran, en Rumanía, o Haralán Popov, en Bulgaria, cuando ambos países eran comunistas, nos cuentan como en esas condiciones les permitieron alcanzar una intimidad muy profunda con Cristo y experimentar una experiencia sublime, que en otras condiciones no lo hubieran podido tener. Para ellos fue una experiencia gozosa. Dice Richar Wumbrand: “Para los cristianos la prisión siempre ha sido el huerto donde florece el néctar más dulce” . Acordémonos de Pablo y Silas en Filipo que “A eso de la medianoche se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios, y los otros presos los escuchaban”.

Estas experiencias de padecer por Cristo no las hemos experimentado, pero si algún día nos llegara a suceder, acordémonos que paradójicamente hay lugar para el gozo.  

6. El gozo de recibir a alguien que regresa, aunque haya fallado (2:28)

Así que le envío con mayor solicitud, para que al verle de nuevo, os gocéis, y yo esté con menos tristeza.

    Epafrodito regresó sin cumplir su misión pero Pablo les pide que lo reciben con gozo, porque el amor que Cristo ha derramado en nuestros corazones está más allá de nuestro defectos y de nuestros errores. El padre del hijo pródigo recibió a su hijo con mucho gozo, a pesar de su falta: “Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó”. Cuando alguno de nuestros hermanos o algún familiar esté de vuelta recibámoslo con gozo. El padre (del hijo pródigo) dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. (Lucas 15:22-24)

7. El gozo de reconocer las virtudes más que los defectos (2:29)

Recibidle, pues, en el Señor, con todo gozo, y tened en estima a los que son como él;

    Una vez me dijo una amiga que si quería cuidar a sus padres y abuela, que empezara a cuidarse a sí misma: NO les des problemas, por ahí empieza a cuidarlos. Epafrodito, nos dice Pablo, “…tenía gran deseo de veros a todos vosotros, y gravemente se angustió porque habíais oído que había enfermado”. 

    En nuestra sociedad se nos ha enseñado a subrayar los defectos más que los aspectos positivos. Y era probable que llamara más la atención su falla que el amor que tenía para los hermanos. Por eso Pablo no sólo les dice que no sólo lo reciban con gozo, sino que además tengan en estima a personas como él, es decir, qué tienen un cariño extraordinario que lo impulsaba a tener un enorme deseo de ver a los hermanos, y por ese mismo cariño no se preocupó, sino que se angustió por la tristeza que pudiera estar causando con su enfermedad.  

8. El gozo de estar con Cristo (3:1) 

Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro.

    Este es el gozo más espléndido que podemos tener: el gozo de saber que somos del Señor y que nadie nos arrebatará de su mano. Para tomar conciencia de este hecho y brinquemos de gusto leamos con detenimiento Romanos 8:32-39.

El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.

¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; / Somos contados como ovejas de matadero. 

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

¿No les parece suficiente fundamento para sentirnos gozosos?

9. El gozo cuando se ha ganado a otra para Cristo (4:1)

Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados.

    Los hermanos de Filipos habían llegado a conocer al Señor por la predicación de Pablo. Por eso eran gozo y corona. He aquí un campo extenso de acción: experimentar como otros llegan a los pies de Cristo por nuestro esfuerzo evangelístico. 

    En esta pandemia he pensamos mucho en ello, es decir, de la falta de hablar a otros para que lleguen a los pies del Señor. Lo digo especialmente por mí, y estoy orando para que el Señor me habilite para hacer labor de evangelista y experimentar ese gozo de ver a otros como le entregan su vida. Esto yo lo viví cuando era joven y salimos a predicar al Estado de México. Ahora es necesario volver a hacer esa labor que dejé de lado hace mucho tiempo. Oren por mí, por favor.

10. El gozo en un regalo (4:10)

En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad

    Esta es una experiencia que hemos vivido, pero yo quisiera que la veamos desde el otro lado, es decir, desde el lado del donante. Cuánta falta hace en la iglesia en general la sensibilidad de ver las necesidades de otros y darles lo que necesitan. En nuestra iglesia yo he visto esta generosidad, y he sido bendecido con ello. Pero aún nos falta ir más allá. Leyendo el libro Torturado por su fe, de Haralan Popov, él decía, casi al final, que le dolía mucho la indolencia de los cristianos de los países libres que no buscaban la oportunidad de ayudar a los hermanos perseguidos en los países comunistas. Narra cómo vivían, escondidos, su vida cristiana sin una Biblia pues todas habían sido requisadas por el gobierno, y como pequeños grupos de cristianos se dedicadaban a copiar a mano alguna Biblia existente y de esa manera tratar de proveer la palabra de Dios a los hermanos, pero evidentemente su esfuerzo era muy pequeño ante la dimensión de las necesidades. 

Este tipo de gozo se manifiesta en dos vías: en el que da y en quien recibe. Mejor es dar que recibir, (Más bienaventurado es dar que recibir. Hechos 20:35). Gocémonos ayudando a quien no tiene y agradeciendo con gozo cuando somos receptores de una ayuda: “En gran manera me gocé…” dice Pablo al recibir la ayuda que le enviaban los hermanos de Filipos.

Conclusión

Cuando repaso esta lista de diversas maneras de experimentar el gozo cristiano, me doy cuenta que he vivido muchas veces en un desierto. Y veo con tristeza como hemos perdido el gozo de ser de Cristo y vamos a las reuniones con caras amargadas, y celebramos la cena como un ritual obligado. Nos hace falta sentir ese gozo, esa exaltación al hacer memoria de nuestro rescate, algo así como lo que sintió el rey David cuando bailó de puritito gozo:

Y David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová; y estaba David vestido con un efod de lino. Así David y toda la casa de Israel conducían el arca de Jehová con júbilo y sonido de trompeta.

        (2 de Samuel 6:14-15).

Pablo termina su recorrido por las diversas circunstancias de gozo con un grito de júbilo (4:4 )

Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: !!Regocijaos!

Que el Señor les bendiga y los llene de gozo, un gozo que sea una bandera que exprese a los demás que Cristo vive. Un gozo que nos mueva a amar a los demás. Un gozo pleno que sea nuestro distintivo en un mundo lleno de temor, de ira, de envidia, de indolencia.

Que el Señor los siga guardando en su mano. 


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