Jeremías Ramírez
En
los primeros capítulos de la carta a los Romanos del apóstol Pablo le manda un
mensaje urgente e importante a los judíos que vive en Roma, específicamente a
quienes son parte de la iglesia romana o que tienen cierta cercanía y es
posible que esta carta les llegara a sus oídos. Y amplía y profundiza este
mensaje en los capítulos 9 al 11, cuyo motivo emocional se resume en estas
palabras: “…que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón…”, en la que
hace su más profunda argumentación para tratar de iluminar la obnubilada razón
de los judíos, aferrados a un celo equivocado. Pero no sólo eso, sino que
además es un pueblo necio y contradictor, que contantemente seguían sus
caprichos y cosechando sufrimientos por su rebeldía.
Pablo, además, les indica cómo
alcanzar la justicia de Dios: Oyendo, creyendo y confesando quién su Señor,
justo aquel que crucificaron y que por ese sacrificio abrió la puerta hacia
Dios, y sólo bastaba creer en él y confesarlo como Señor.
No voy a analizar este tríptico
extenso y a veces reiterativo, sino que me centraré en el capítulo 10, el cual
inicia subrayando su profundo interés en sus consanguíneos.
1 Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi
oración a Dios por Israel, es para salvación.
Aquí
vuelve expresa su sentir que ya había expresado 9:2-3 (Porque
deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los
que son mis parientes según la carne), y cuyo objetivo es uno: “la
salvación de su pueblo”.
2 Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios,
pero no conforme a ciencia.
Pablo puede dar
testimonio (certificar) este celo pues lo conocía a fondo: él fue uno de los
más furibundos, y es el mismo Señor quien lo confronta para que se diera cuenta
que su propósito, su celo, estaba errado, pues como todos los judíos, tenían
conocimiento de Dios y se sentían superiores a los gentiles en privilegio, pero
su celo era “no conforme a ciencia”, es decir, según el perfecto
conocimiento (all’ ou kat’ epignösin), sino creían que su enfoque debía
ponerse en reglas y ritos (9:30–33: “¿Por qué? Porque
iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley”). Tomaron celo
por la letra y la forma en lugar de por el mismo Dios.
3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando
establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios;
Ellos no comprendían la justicia (es
decir, como nos hace justos, como indica en Romanos 5:1: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo” o como dice en Romanos1:17: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe
y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”). Y al
malinterpretaban estableciendo la suya propia y de esa forma menospreciando el
regalo de Dios (2:4: ¿O menosprecias las riquezas de su
benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al
arrepentimiento?). Reitero: la fe es la que nos justifica ante Dios, y a
través de ella Cristo nos presenta sin mancha y nos hace capaces de vivir fuera
del yugo del pecado.
4 porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo
aquel que cree.
Cristo puso un
alto a la ley como medio de salvación (6:14: Porque el
pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la
gracia”; 9:31; Ef. 2:15: “…aboliendo en su carne
las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para
crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz;
Col. 2:14: “…anulando el acta de los decretos que había
contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en
la cruz”). Cristo es la meta u objetivo de la ley (Gá. 3:24: 2 “:::
De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a
fin de que fuésemos justificados por la fe”). Cristo es el
cumplimiento de la ley (Mt. 5:17: “No penséis que he
venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para
cumplir”; Ro. 13:10: el cumplimiento de la ley
es el amor). Pero aquí la principal idea de Pablo es que Cristo terminó
con la ley como método de salvación para «todo aquel que cree», sea judío o
gentil. Cristo escribió fin sobre la ley como medio de gracia.
5 Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe
así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.
Esto es, por medio o en «la justicia que
procede de la ley». Se mantiene o cae con ella. La cita es de Levítico 18:5: “Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los
cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová”. Pero sucede que
nadie es capaz de cumplir la ley a cabalidad, sólo Jesús lo hizo.
6 Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu
corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo);
No hay necesidad de que nadie vaya al
cielo para traer a Cristo a la tierra. La Encarnación es ya una gloriosa
realidad. En la actualidad los hay que rechazan con desdén la idea de la Deidad
y de la Encarnación de Cristo.
7 o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir
a Cristo de entre los muertos).
Para hacer subir
a Cristo (Christon anagagein). Cristo ya ha resucitado de entre los
muertos. La deidad y resurrección de Cristo son precisamente los dos
principales puntos atacados hoy día por parte de los escépticos.
8 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y
en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:
Es una cuestión
interna, una decisión personal. Esto es, «la justicia que procede de la fe». La
palabra de fe (to rëma tës pisteös). El mensaje del evangelio acerca de la
fe. En contraste a la ley. Que predicamos (ho kërussomen). La voz
viviente introduce a todos a la justicia según la fe. Pablo emplea las palabras
de Moisés con el instinto del orador y con destreza retórica las aplica a los
hechos acerca del mensaje del evangelio referente a la Encarnación y a la
Resurrección de Cristo.
9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres
en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
La confesión de
Jesús como Señor como en Filipenses 2:11 (y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre). Ningún
judío que no hubiera confiado realmente en Cristo haría tal cosa, porque en la
LXX Septuaginta[1]
Kurios se usa de Dios. Ningún gentil lo haría si no dejaba de adorar al
emperador como Kurios. La palabra Kurios era y sigue siendo la
piedra de toque de la fe. Y crees (kai pisteusëis). La misma
construcción. La fe, naturalmente, precede a la confesión.
10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la
boca se confiesa para salvación.
Una construcción
impersonal (presente de indicativo pasivo de pisteuö). El orden se
invierte en este versículo con respecto al anterior, y se da el verdadero orden
(la fe, y luego la confesión). Se confiesa (homologeitai). Otra vez la
confesión impersonal. [p 407] Tanto kardiâi (corazón) como
stomati (boca) se encuentran en el caso instrumental.
De la riqueza
del corazón habla la boca: “El hombre bueno, del buen
tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su
corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”.
Mateo 6:45, es decir, quien ha creído en Cristo, su vida misma hablará de su
nueva vida. No se trata de usar mañosamente un lenguaje religioso sino que la
conducta dará testimonio y ello incluye la conducta verbal.
11 Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no
será avergonzado.
Cuando su boca y vida hable de Dios, a
menos que hable y su conducta no respalden sus palabras. Pablo añade esta
palabra a la cita de Isaías 28:16 (por tanto, Jehová el
Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra,
piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se
apresure) ya dada en 9:33.
Hoy
se les da poca importancia a las palabras, pero en aquel tiempo no. Hablar era
abrir un compromiso inviolable. En los antiguos existía eso que se llama “crédito
a la palabra”, es decir, que su palabra tenía mucho valor.
Que
un judío confesara que era creyente en Jesús podría ser signo de vergüenza,
pero su vida transformada borraría cualquier avergonzamiento. Podría ser
vilipendiado, ofendido, zaherido, pero el creyente estaría integro. Por eso
Pablo le pedía a Timoteo que fueses un soldado que no tuviera nada de qué
avergonzarse. 2 Timoteo 2:15: “Procura con diligencia
presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que
usa bien la palabra de verdad”.
12 Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el
mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan;
Sobre esta
palabra véase 3:22 (la justicia de Dios por medio de la
fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia)
(entre judío y griego). Señor de todos (Kurios pantön). Véase Gálatas
3:28. Rico (ploutön). Véase Efesios 3:8, «las inescrutables riquezas de
Cristo».
13 porque todo aquel que invocare[2] el
nombre del Señor, será salvo.
Pablo cita aquí Joel 2:32 (Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo;
porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho
Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.).
14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído?
¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien
les predique?
He aquí una
cadena de sucesos que una lleva a otra de forma necesaria.
Invocar-oir-predicar-enviar. Pablo recoge el verbo “invocar” y expone el
interrogante.¿Y cómo oirán? (pos akousin;). ¿Sin haber quien les predique?
¿Si no han sido enviados? (ean më apostalösin;). Segundo aoristo pasivo
de subjuntivo deliberativo de apostellö, enviar, verbo del que procede
el término apostolos, apóstol. Condición negativa de la tercera clase.
Pablo,
de una manera muy gráfica, hace una poderosa apelación en favor de las
misiones. Y es algo tan cierto entonces como lo es ahora.
15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está
escrito: !!Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que
anuncian buenas nuevas!
Cita de Isaías
52:7 (!!Cuán hermosos son sobre los montes los pies del
que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien,
del que publica salvación, del que dice a Sion: !!Tu Dios reina!), más
cerca del hebreo que la LXX, representando a los mensajeros de la restauración
del cautiverio de los judíos. Pablo presupone que los misioneros (apostoloi)
fueron enviados, como queda implicado en el versículo 14.
16 Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice:
Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?
Oyeron, pero no
prestaron atención. Algunos son incrédulos ahora (3:3) como entonces. Acerca de
obediencia y desobediencia, véanse 5:19; 1 Tesalonicenses 2:13 (Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios,
de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la
recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de
Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes); Pablo cita a Isaías 53:1
para exponer cómo se sentía Isaías. Anuncio (akoëi). Literalmente,
«audiencia» (Mt. 14:1; Mr. 13:7).
17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de
Dios.
Hay
una diferencia entre oír y escuchar: Oír es percibir sonidos, pero escuchar es
una disposición para estar receptivos y aceptar lo escuchado. Para que oyendo
no oigan y viendo no vean. Es decir, son ciegos. Y si nos por algún enviado, la
misma naturaleza da testimonio del creador. Isaías 6:9: “Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis;
ved por cierto, mas no comprendáis”.
18 Pero digo: ¿No han oído? Antes bien,
Por toda la tierra
ha salido la voz de ellos,
Y hasta los fines
de la tierra sus palabras.
La Biblia textual dice: “Acaso no
oyeron?¡Ciertamente que sí! Su mensaje salió por toda la tierra y sus palabras
hasta los confines del mundo habitado”
19 También digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente
Moisés dice:
Yo os provocaré a
celos con un pueblo que no es pueblo;
Con pueblo
insensato os provocaré a ira. M
¿Acaso no
conoció Israel?» Véase más arriba. Primero (prötos). Moisés antes que
nadie. Cita de Deuteronomio 32:21: “Ellos me movieron a
celos con lo que no es Dios; Me provocaron a ira con sus ídolos; Yo también los
moveré a celos con un pueblo que no es pueblo, Los provocaré a ira con una
nación insensata”. Futuro activo (futuro ático) de parorgizö, una
palabra infrecuente, suscitar ira.
20 E Isaías dice resueltamente:
Fui hallado de los
que no me buscaban;
Me manifesté a los
que no preguntaban por mí. M
Pablo cita
Isaías 65:1: “Fui buscado por los que no preguntaban
por mí; fui hallado por los que no me buscaban” en apoyo de su propio
valor en contra del prejuicio de los judíos.
21 Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos
a un pueblo rebelde y contradictor.
Aquí Pablo cita
Isaías 65:2: “Extendí mis manos todo el día a pueblo
rebelde, el cual anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos…”.
Extendí (exepetasa), un viejo verbo, extender afuera, una atrevida
metáfora, hacia un pueblo desobediente y contradictor (pros laon apeithounta kai antilegonta).
«A un pueblo desobediente y respondón.» Estas dos cosas suelen ir
juntas. Contrarios y contradictores. El Señor dice de los judíos de Jerusalén:
(Lc. 13:34: Jerusalén, Jerusalén, que matas a los
profetas, y apedreas a los que te son enviados! !Cuántas veces quise juntar a
tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!).
En este versículo termina su argumentación y
a partir del 11 hay un giro para enfocarse en Dios. Quizá la pregunta
[1] El
nombre de Septuaginta se debe a que solía redondearse a 70 el número total de
sus 72 presuntos traductores. La Carta de Aristeas presenta como un hecho
histórico una antigua versión de acuerdo con la cual, por instrucciones de
Ptolomeo II Filadelfo (284-246 a. C.), monarca griego de Egipto, 72 sabios
judíos enviados por el Sumo sacerdote de Jerusalén, trabajaron por separado en
la traducción de los textos sagrados del pueblo judío. Según la misma leyenda,
la comparación del trabajo de todos reveló que los sabios habían coincidido en
su trabajo de forma milagrosa.
[2] Este
vocablo en su etimología procede del latín «invocāre» del prefijo «in» en,
dentro o sobre y «vocāre» que quiere decir llamar.