domingo, 24 de noviembre de 2019

ESTUDIO SOBRE ROMANOS CAPÍTULO 10


Jeremías Ramírez

En los primeros capítulos de la carta a los Romanos del apóstol Pablo le manda un mensaje urgente e importante a los judíos que vive en Roma, específicamente a quienes son parte de la iglesia romana o que tienen cierta cercanía y es posible que esta carta les llegara a sus oídos. Y amplía y profundiza este mensaje en los capítulos 9 al 11, cuyo motivo emocional se resume en estas palabras: “…que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón…”, en la que hace su más profunda argumentación para tratar de iluminar la obnubilada razón de los judíos, aferrados a un celo equivocado. Pero no sólo eso, sino que además es un pueblo necio y contradictor, que contantemente seguían sus caprichos y cosechando sufrimientos por su rebeldía.
            Pablo, además, les indica cómo alcanzar la justicia de Dios: Oyendo, creyendo y confesando quién su Señor, justo aquel que crucificaron y que por ese sacrificio abrió la puerta hacia Dios, y sólo bastaba creer en él y confesarlo como Señor.
            No voy a analizar este tríptico extenso y a veces reiterativo, sino que me centraré en el capítulo 10, el cual inicia subrayando su profundo interés en sus consanguíneos.

1 Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación.

Aquí vuelve expresa su sentir que ya había expresado 9:2-3 (Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne), y cuyo objetivo es uno: “la salvación de su pueblo”.

2 Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia.

Pablo puede dar testimonio (certificar) este celo pues lo conocía a fondo: él fue uno de los más furibundos, y es el mismo Señor quien lo confronta para que se diera cuenta que su propósito, su celo, estaba errado, pues como todos los judíos, tenían conocimiento de Dios y se sentían superiores a los gentiles en privilegio, pero su celo era “no conforme a ciencia”, es decir, según el perfecto conocimiento (all’ ou kat’ epignösin), sino creían que su enfoque debía ponerse en reglas y ritos (9:30–33: “¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley”). Tomaron celo por la letra y la forma en lugar de por el mismo Dios.

3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios;

Ellos no comprendían la justicia (es decir, como nos hace justos, como indica en Romanos 5:1: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” o como dice en Romanos1:17: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”). Y al malinterpretaban estableciendo la suya propia y de esa forma menospreciando el regalo de Dios (2:4: ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?). Reitero: la fe es la que nos justifica ante Dios, y a través de ella Cristo nos presenta sin mancha y nos hace capaces de vivir fuera del yugo del pecado.

4 porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.

Cristo puso un alto a la ley como medio de salvación (6:14: Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”; 9:31; Ef. 2:15: “…aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz; Col. 2:14: “…anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz”). Cristo es la meta u objetivo de la ley (Gá. 3:24: 2 “::: De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe”). Cristo es el cumplimiento de la ley (Mt. 5:17: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir”; Ro. 13:10: el cumplimiento de la ley es el amor). Pero aquí la principal idea de Pablo es que Cristo terminó con la ley como método de salvación para «todo aquel que cree», sea judío o gentil. Cristo escribió fin sobre la ley como medio de gracia.

5 Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.

Esto es, por medio o en «la justicia que procede de la ley». Se mantiene o cae con ella. La cita es de Levítico 18:5: “Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová”. Pero sucede que nadie es capaz de cumplir la ley a cabalidad, sólo Jesús lo hizo.

6 Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo);

No hay necesidad de que nadie vaya al cielo para traer a Cristo a la tierra. La Encarnación es ya una gloriosa realidad. En la actualidad los hay que rechazan con desdén la idea de la Deidad y de la Encarnación de Cristo.

7 o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos).

Para hacer subir a Cristo (Christon anagagein). Cristo ya ha resucitado de entre los muertos. La deidad y resurrección de Cristo son precisamente los dos principales puntos atacados hoy día por parte de los escépticos.

8 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:

Es una cuestión interna, una decisión personal. Esto es, «la justicia que procede de la fe». La palabra de fe (to rëma tës pisteös). El mensaje del evangelio acerca de la fe. En contraste a la ley. Que predicamos (ho kërussomen). La voz viviente introduce a todos a la justicia según la fe. Pablo emplea las palabras de Moisés con el instinto del orador y con destreza retórica las aplica a los hechos acerca del mensaje del evangelio referente a la Encarnación y a la Resurrección de Cristo.

9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

La confesión de Jesús como Señor como en Filipenses 2:11 (y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre). Ningún judío que no hubiera confiado realmente en Cristo haría tal cosa, porque en la LXX Septuaginta[1] Kurios se usa de Dios. Ningún gentil lo haría si no dejaba de adorar al emperador como Kurios. La palabra Kurios era y sigue siendo la piedra de toque de la fe. Y crees (kai pisteusëis). La misma construcción. La fe, naturalmente, precede a la confesión.

10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Una construcción impersonal (presente de indicativo pasivo de pisteuö). El orden se invierte en este versículo con respecto al anterior, y se da el verdadero orden (la fe, y luego la confesión). Se confiesa (homologeitai). Otra vez la confesión impersonal. [p 407] Tanto kardiâi (corazón) como stomati (boca) se encuentran en el caso instrumental.

De la riqueza del corazón habla la boca: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Mateo 6:45, es decir, quien ha creído en Cristo, su vida misma hablará de su nueva vida. No se trata de usar mañosamente un lenguaje religioso sino que la conducta dará testimonio y ello incluye la conducta verbal.

11 Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.

Cuando su boca y vida hable de Dios, a menos que hable y su conducta no respalden sus palabras. Pablo añade esta palabra a la cita de Isaías 28:16 (por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure) ya dada en 9:33.
Hoy se les da poca importancia a las palabras, pero en aquel tiempo no. Hablar era abrir un compromiso inviolable. En los antiguos existía eso que se llama “crédito a la palabra”, es decir, que su palabra tenía mucho valor.
Que un judío confesara que era creyente en Jesús podría ser signo de vergüenza, pero su vida transformada borraría cualquier avergonzamiento. Podría ser vilipendiado, ofendido, zaherido, pero el creyente estaría integro. Por eso Pablo le pedía a Timoteo que fueses un soldado que no tuviera nada de qué avergonzarse. 2 Timoteo 2:15: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”.

12 Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan;

Sobre esta palabra véase 3:22 (la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia) (entre judío y griego). Señor de todos (Kurios pantön). Véase Gálatas 3:28. Rico (ploutön). Véase Efesios 3:8, «las inescrutables riquezas de Cristo».

13 porque todo aquel que invocare[2] el nombre del Señor, será salvo.

Pablo cita aquí Joel 2:32 (Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.).

14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?

He aquí una cadena de sucesos que una lleva a otra de forma necesaria. Invocar-oir-predicar-enviar. Pablo recoge el verbo “invocar” y expone el interrogante.¿Y cómo oirán? (pos akousin;). ¿Sin haber quien les predique? ¿Si no han sido enviados? (ean më apostalösin;). Segundo aoristo pasivo de subjuntivo deliberativo de apostellö, enviar, verbo del que procede el término apostolos, apóstol. Condición negativa de la tercera clase.
Pablo, de una manera muy gráfica, hace una poderosa apelación en favor de las misiones. Y es algo tan cierto entonces como lo es ahora.

15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: !!Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!

Cita de Isaías 52:7 (!!Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: !!Tu Dios reina!), más cerca del hebreo que la LXX, representando a los mensajeros de la restauración del cautiverio de los judíos. Pablo presupone que los misioneros (apostoloi) fueron enviados, como queda implicado en el versículo 14.

16 Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?

Oyeron, pero no prestaron atención. Algunos son incrédulos ahora (3:3) como entonces. Acerca de obediencia y desobediencia, véanse 5:19; 1 Tesalonicenses 2:13 (Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes); Pablo cita a Isaías 53:1 para exponer cómo se sentía Isaías. Anuncio (akoëi). Literalmente, «audiencia» (Mt. 14:1; Mr. 13:7).

17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

Hay una diferencia entre oír y escuchar: Oír es percibir sonidos, pero escuchar es una disposición para estar receptivos y aceptar lo escuchado. Para que oyendo no oigan y viendo no vean. Es decir, son ciegos. Y si nos por algún enviado, la misma naturaleza da testimonio del creador. Isaías 6:9: “Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis”.

18 Pero digo: ¿No han oído? Antes bien,
    Por toda la tierra ha salido la voz de ellos,
    Y hasta los fines de la tierra sus palabras.

La Biblia textual dice: “Acaso no oyeron?¡Ciertamente que sí! Su mensaje salió por toda la tierra y sus palabras hasta los confines del mundo habitado”

19 También digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice:
    Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo;
    Con pueblo insensato os provocaré a ira. M

¿Acaso no conoció Israel?» Véase más arriba. Primero (prötos). Moisés antes que nadie. Cita de Deuteronomio 32:21: “Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios; Me provocaron a ira con sus ídolos; Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo, Los provocaré a ira con una nación insensata”. Futuro activo (futuro ático) de parorgizö, una palabra infrecuente, suscitar ira.

20 E Isaías dice resueltamente:
    Fui hallado de los que no me buscaban;
    Me manifesté a los que no preguntaban por mí. M

Pablo cita Isaías 65:1: “Fui buscado por los que no preguntaban por mí; fui hallado por los que no me buscaban” en apoyo de su propio valor en contra del prejuicio de los judíos.

21 Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor.

Aquí Pablo cita Isaías 65:2: “Extendí mis manos todo el día a pueblo rebelde, el cual anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos…”. Extendí (exepetasa), un viejo verbo, extender afuera, una atrevida metáfora, hacia un pueblo desobediente y contradictor (pros laon apeithounta kai antilegonta). «A un pueblo desobediente y respondón.» Estas dos cosas suelen ir juntas. Contrarios y contradictores. El Señor dice de los judíos de Jerusalén: (Lc. 13:34: Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! !Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!).
    En este versículo termina su argumentación y a partir del 11 hay un giro para enfocarse en Dios. Quizá la pregunta




[1] El nombre de Septuaginta se debe a que solía redondearse a 70 el número total de sus 72 presuntos traductores. La Carta de Aristeas presenta como un hecho histórico una antigua versión de acuerdo con la cual, por instrucciones de Ptolomeo II Filadelfo (284-246 a. C.), monarca griego de Egipto, 72 sabios judíos enviados por el Sumo sacerdote de Jerusalén, trabajaron por separado en la traducción de los textos sagrados del pueblo judío. Según la misma leyenda, la comparación del trabajo de todos reveló que los sabios habían coincidido en su trabajo de forma milagrosa.
[2] Este vocablo en su etimología procede del latín «invocāre» del prefijo «in» en, dentro o sobre y «vocāre» que quiere decir llamar.

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