sábado, 2 de abril de 2022

EL MARTIR DE LAS CATACUMBAS


Jeremías Ramírez

Quienes acusan al cristianismo de ser responsable de la barbarie y la violencia que azota a la sociedad no conocen su historia y mucho menos las etapas antiguas en que sufrió una feroz persecución. 

Y creo que tampoco consideran que Jesús, desde que anduvo con sus discípulos, les advirtió que quienes querían ser sus seguidores iban a sufrir persecución: “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, este será salvo. (Mateo 10:22)

Y esta persecución comenzó con el mismo Jesús quien fue crucificado a solicitud de los principales dirigentes y el Sanedrín  cuyo pleno votó para que fuera crucificado. Luego, pocos años después, ese mismo Sanedrín condenó a Esteban, uno de los diáconos de la iglesia de Jerusalén y primer mártir, a que fuera muerto por apedreamiento. 

San Pablo, pese a que no es considerado un mártir, durante su vida sufrió una serie de atropellos que enlista en su 2ª. Carta a los Corintios: “…Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez…” (2 Corintios 11: 23-29)

Pero las persecuciones en contra de los cristianos inician con Nerón (emperador del año 54 al 68 d.C.) y se consolidan con Domiciano (quien gobernó Roma del 81 al 96 d.C.), un emperador realmente enfermo mental. Cuando se cansaron de su imperio de terror, lo asesinaron sus cercanos colaboradores. 

Seutonio lo cuenta así: “No sabiendo los conjurados dónde ni cómo lo atacarían, si en la mesa o en el baño, Esteban, intendente de Domitila, acusado entonces de malversación, les ofreció sus consejos y su brazo. Para evitar sospechas, fingió tener una herida en el brazo izquierdo, y lo llevó durante muchos días rodeado de lana y vendajes. Llegado el momento, ocultó en él un puñal, e hizo pedir una audiencia al emperador para denunciarle una conspiración. Introducido en su cámara, mientras Domiciano leía con espanto el escrito que acababa de entregarle, lo hirió en el bajo vientre. Herido el emperador, trató de defenderse, cuando Clodiano, legionario distinguido, Máximo, liberto de Partenio, Saturio, decurión de los cubicularios, y algunos gladiadores, cayeron sobre él y le dieron siete puñaladas” .

Dice en Wikipedia: “La persecución a cristianos en el Imperio romano se produjo de forma intermitente durante un período de más de dos siglos entre el Gran incendio de Roma en el año 64 bajo Nerón y el Edicto de Milán en el 313, en el cual los emperadores romanos Constantino el Grande y Licinio legalizaron la religión cristiana” .

A pesar de ello, a lo largo de 20 siglos, los cristianos han sido perseguidos de alguna forma, incluso por la iglesia misma como sucedió en el Renacimiento con la Gran Inquisición, quien llevó a la hoguera a aquellos que se atrevieron a disentir o a traducir la Biblia a idiomas populares. 

En el siglo XX los regímenes comunistas infligieron las más crueles persecuciones muy parecidas a las romanas. Actualmente son los países musulmanes quienes practican una persecución feroz (como lo documenta bien la organización Puertas Abiertas: https://www.puertasabiertas.org/), aunque los países comunistas que quedan siguen acosando a los cristianos de alguna forma.

Pero regresando al Imperio Romano, cuya persecución se volvió emblemática, se han publicado varias novelas como Quo Vadis, Ben Hur, Fabiola, El Centurión, Helena… entre varias otras. Algunas de ellas han sido llevadas al cine.

Hace muchos años salió a la luz pública una novelita que narra de manera vívida la persecución cristiana. en el siglo tercero, en Roma: El mártir de las catacumbas. Como su aparición pública no estaba firmada se creyó que era una obra anónima. Actualmente se sabe que fue escrita por el escritor canadiense James De Mille, (1833 - 1880), autor sumamente prolífico y profesor en la Universidad de Dalhousie, Nueva Escocia. De Mille fue uno de los primeros novelistas canadienses que publicó numerosas obras de ficción popular desde finales de la década de 1860 hasta la década de 1870.

Muchos años la busqué y finalmente logré encontrarla el año pasado en internet. Es una novela breve que narra la conversión de un soldado romano cuando investiga a quienes se han ocultado en las catacumbas (Estas son una serie de túneles que aún existen bajo el suelo de Roma, y que actualmente son uno de los lugares turísticos de esa ciudad).

El personaje principal es Marcelo, un soldado romano, quien nació en Gades (Cadiz, España) altamente reconocido por el emperador Decio (249–251 d.C) razón por la que es comisionado para apresar a los cristianos que se ocultan en las catacumbas. 

La historia inicia con un espectáculo de gladiadores en el Coliseo Romano al que asiste Marcelo, y que culmina con el sacrificio de un grupo de jóvenes cristianas condenadas a muerte por ser su fe. Estas mujeres son devoradas por los leones, pero en vez de gritos y terror, ellas cantan. Marcelo queda impactado con la conducta de las jóvenes y se pregunta ¿Qué creencia las ha hecho tan fuertes para quitarles el miedo recibir la muerte dulcemente? ¿Cuál es la esperanza de los llamados cristianos? 

Marcelo comienza su búsqueda y se encuentra con Polio, un adolescente de 13 años que lo guiará a las profundidades de las catacumbas mientras le cuenta cómo es que se sobrevive dentro de esos oscuros túneles bajo la ciudad de Roma. 

Mientras más profundo avanzan Marcelo se sorprende de lo que va encontrando: una numerosa comunidad que ha creado una sociedad de amor y entregada a la adoración de su Dios. Su primera incursión culmina en el un culto que dicta un anciano líder de la iglesia bajo tierra. 

Y ahí comenzará a descubrir el secreto que impulsa a esta comunidad, secreto que cambiará su vida y su filosofía: el evangelio de Jesús, un judío que había muerto hace casi 200 años, y cuya fe en Él transforma las vidas de quienes lo aceptan como Dios y Salvador.

Marcelo entrega su vida a Jesús y renuncia a sus méritos como soldado de Roma convirtiéndose en un perseguido más. Y comienza su aventura dentro de las catacumbas. Pronto sabrá que su cabeza tiene precio por haber traicionado la confianza del emperador.

En el breve tiempo que dura su vida, tiene la oportunidad de dar testimonio de que el amor al Salvador es mas grande que el temor a la muerte, por más cruel que este puede ser.

El mártir de las catacumbas es un libro conmovedor con el que podemos viajar al pasado para conocer cómo nuestros hermanos enfrentaron la crueldad de un imperio que no aceptaba su entrega a un Kirios (Señor) ajeno al emperador. Y menos aún que esta entrega les permitiera soportar los castigos más crueles de manera sobrehumana. 

A pesar de los méritos expositivos, El mártir de las catacumbas no es una gran obra de arte, de hecho, es una narración elemental con algunas fallas estructurales, pero lo cual no demerita su valor espiritual.

En suma, es una buena obra para reflexionar ahora que ya estamos en vísperas de la Semana Santa. 


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