Jeremías Ramírez
Con este capítulo termina esta primera carta en el que Pablo le indica las últimas recomendaciones a Timoteo. Los primeros dos versículos en realidad pertenecen al capítulo anterior en el que aborda el trato que se le debe dar a las viudas (verdaderamente viudas), a los jóvenes, a los ancianos, pues en este le enseña cómo deben comportarse los esclavos con sus amos, sean cristianos o no.
Y una vez más alerta a Timoteo sobre los falsos maestros y qué es lo que los motiva a enturbiar la doctrina: el dinero. Y esto le permite impartir una enorme lección sobre el peligro que entraña el amor al dinero, para luego contrastarlo con la verdadera riqueza.
Para sortear estos peligros llama a Timoteo a la dar la buena batalla de la fe, pero aún el tema de la riqueza la tiene en mente y expone una lección importante para aquellos hermanos que tienen dinero de modo que tengan cuidado en su manejo y que no se pierdan.
Y termina con un encargo especial que le hace a Timoteo. Vayamos pues al estudio.
Sobre los esclavos
1 Todos los que están bajo el yugo de esclavitud, tengan a sus amos por dignos de todo honor, para que no sea blasfemado el nombre de Dios y la doctrina.
2 Y los que tienen amos creyentes, no los tengan en menos por ser hermanos, sino sírvanles mejor, por cuanto son creyentes y amados los que se benefician de su buen servicio. Esto enseña y exhorta.
Se calcula que en el antiguo imperio romano había alrededor de 60 millones de esclavos a lo largo y ancho imperio romano que se extendía desde Inglaterra y España hasta Mesopotamia y todo el norte de África, y con esa cantidad de esclavos su presencia de en las nacientes iglesias de Asia y Europa era muy recurrente.
En este contexto se da un fenómeno inédito: las nuevas relaciones que se crean a partir de que el cristianismo alcanza a la esclavitud.
En este breve pasaje Pablo define dos tipos relaciones en las que los esclavos deben mostrar una buena conducta con sus amos, pues se requería que fuese también un área de testimonio de la nueva vida en Cristo. Estos dos tipos de relaciones son:
a) Esclavo cristiano - Amo no cristiano
b) Esclavo cristiano – Amo sí cristiano
En el primer caso, Pablo enseña que el esclavo cristiano debe considerar a su amo no cristiano con dignidad y honor. El hecho de que él sea cristiano no le da derecho a despreciar o considerar indignamente a su amo quien no tiene la bendición de conocer a Cristo. Y esta recomendación se puede aplicar a las relaciones laborales que actualmente tenemos muchos cristianos.
Uno de los desprestigios más profundos se ha dado en la relación laboral se da cuando el creyente considera indignamente su trabajo y a su patrón, y se comporta irresponsablemente. Como trabajadores, los cristianos estamos obligados a que la calidad y entrega de nuestro trabajo sea como si lo hiciéramos directamente para nuestro Señor, pues el trabajo secular es también es un área para dar Gloria a Dios; por ello, estamos obligados a realizar un trabajo responsable y de calidad, sin importar si el pago o el trato es justo.
Desafortunadamente, creo que muchos hemos descuidado esta área e incluso hemos despreciado a nuestros patrones. Recordemos que no estamos trabajando por un salario únicamente, sino que además de ser una bendición tener un trabajo tenemos la oportunidad de ser misioneros de Cristo en nuestros centros laborales.
El llamado es entonces a que hagamos de nuestro trabajo un centro de propagación del evangelio predicando con nuestra conducta, con nuestra responsabilidad, con nuestro compromiso. Las acciones hablan más fuerte que las palabras y son contundentes.
Recordemos que el apóstol Santiago nos llama a demostrar nuestra fe con nuestros hechos. Si somos hijos de Dios nuestra conducta confirmará esta pertenencia a la familia de Dios.
Ahora, si el amo o si el patrón es cristiano hay algo adicional: es parte de nuestra familia espiritual, es nuestro hermano, y como tal nuestro compromiso debe ser mayor. Pablo dice: “sírvanles mejor”. No olvidemos que ser cristiano es una forma de vida continua, permanente, y no hay manera de separar lo que creemos de lo que hacemos. Si este divorcio existe, habrá que meditar si realmente somos hijos de Dios.
Si alguien enseña otra cosa, dice el apóstol en el versículo 3, “está envanecido, nada sabe y delira”, es decir, está fuera de lugar.
Piedad y contentamiento
3 Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad,
4 está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas,
5 disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales.
Este tipo de conducta, no es propia de un cristiano, es de alguien que no conoce a Cristo ni ha nacido del Espíritu, pues es propio “de hombres corruptos de entendimiento, privados de la verdad”, de los cuales, recomienda el apóstol, “apartarnos”.
A lo largo de la historia de la iglesia ha habido este tipo de personas que han, incluso, destruido iglesias completas, comunidades completas. Un ejemplo: el grado de corrupción que alcanzó la iglesia católica durante la Edad Media, y que generó el movimiento reformista de Lutero, Zwinglio, Calvino, Casiodoro de Reina, Cipriano Valera, y muchos otros, que en la centuria del 1500 comandaron una revolución espiritual muy importante, de la cual somos herederos.
Una característica de estos corruptores actuales y antiguos ha sido la ambición, el enriquecimiento, el dinero, por eso toman “la piedad como fuente de ganancias”. Cuando veamos a algún dirigente que tiene inclinaciones a hacer dinero con el ministerio cristiano, es importante tomar distancia.
Un indicador de que la búsqueda del enriquecimiento no es parte de la conducta cristiana es observar la riqueza material del Señor o de los apóstoles. El investigador Warner Wallace nos dice en su libro Cristianismo, caso resuelto: “Los discípulos rechazaban cualquier riqueza material, pues creían que la verdad del evangelio brindaba vida eterna, algo que era mucho más valioso. Pablo describió su empobrecida situación financiera muchas veces, recordándoles a los lectores la situación de un apóstol: ‘Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija’.” (1 Corintios 4:11).
La verdadera riqueza
6 Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento;
7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.
8 Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.
9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;
10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.
Para los hijos de Dios la verdadera riqueza está soportada en dos potentes pilares: la piedad, es decir, una vida entregada a Dios, y en el contentamiento. Este último significa la capacidad que nos da el Señor de valorar lo que Él nos ha dado y estar agradecidos, pues como dice en Mateo 6, si Dios viste a las flores con tal majestuosidad mejor que la de los reyes, como no nos dará también todas las cosas que necesitamos en la vida. Y si de todas esas cosas advertimos que tenemos sustento y abrigo, es decir, el pan nuestro de cada día, ropa y un techo y una cama, somos privilegiados y nuestro corazón debe rebozar de agradecimiento al Señor.
Sin contentamiento estamos expuestos a ser presa de muchos males, pues nuestro corazón (engañoso y perverso, dice el profeta Jeremías en el capítulo 17, verso 9) nos hará ambicionar la riqueza. Y esta ambición o amor, como escribe aquí el apóstol, es la raíz de muchos males y la resultante es ser traspasados por muchos dolores.
Vean, la gente que se dedica a la delincuencia: todo el tiempo tiene que andarse cuidando de la policía, de los enemigos que buscan lo mismo que él, de su banda, de la codicia que los envuelve, de las traiciones, y muchos pierden la vida en los asaltos, en las cárceles, en los ataques de sus enemigos o de la gente enfurecida cuando los atrapan o bajo el ataque de los policías…
Noten que en este versículo 10 Pablo no dice que el dinero sea malo sino el amor al dinero, ahí está el problema. Hoy la gente está ávida de dinero y muchas de las estafas se dan por este anhelo del dinero.
Veamos un ejemplo: un delincuente le habla a alguien proclive al dinero y cuando le dice que ha ganado un gran premio y que para entregárselo debe depositar una cantidad y enviar sus datos. Resultado: en las noticias se informa con frecuencia como muchos se dejaron engañar pues era sólo una estafa. No había tal premio y entregaron su dinero y su información personal tratando de agenciarse una buena cantidad de dinero.
Si estamos firmes en el Señor estaremos libres de caer en esas trampas, incluso de los mecanismos de los bancos que nos ofrecen préstamos abultados o tarjetas con un fondo excesivo. El contentamiento nos evitará caer en esas trampas.
Cuando me hablan del banco para ofrecerme préstamos he visto con frecuencia que los promotores de estos “beneficios” no entienden y no aceptan que les diga que “no necesito dinero”, y tratan de convencerme con mil argumentos. Y están tan empeñados que a veces he tenido que colgarles la llamada.
La buena batalla de la fe
11 Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.
12 Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.
13 Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato,
14 que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo,
15 la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores,
16 el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.
Hombre de Dios. Si somos hombres de Dios, mujeres de Dios, pueblo de Dios, el consejo del apóstol es que huyamos. ¿Por qué huir? Porque el poder corruptor del dinero es muy alto. Cuando estaba en la Universidad me tentaron varias veces. Una ocasión estuve a punto de caer, pero el Espíritu del Señor puso en mí una inquietud, una falta de paz, y al día siguiente fui con la contadora para que deshiciera el trámite. Ella me dijo cuando eliminó el trámite: “La paz no tiene precio. Si hubiera seguido se iba a meter en problemas. Qué bueno que decidió cancelar”.
Por ello, cuando nos ofrezcan dinero fácil o un gran negocio o en la calle alguien que supuestamente encontró un paquete de dinero y como lo vimos recogerlo nos quiere compartir la mitad, huyamos de inmediato. O bien, si alguien nos propone un buen negocio, pero nos damos cuenta que la forma de realizarlo va en contra de lo que la Biblia enseña, debemos rechazar tal oferta y huir, y no dejarnos presionar, dando pelea contra tales tentaciones. El apóstol Pablo llama a Timoteo (y a nosotros de paso) a “Pelear la buena batalla de la fe, echando mano de la vida eterna”.
Es decir, en tales circunstancias pensemos que cualquier bien terrenal no tiene comparación con la vida eterna en la cual estaremos en presencia de Cristo. Esa es nuestra perspectiva. La ambición por el dinero puede meternos en problemas y su atractivo beneficio sólo es aplicable para la vida física. Pero nosotros, como los héroes de la fe narrados en Hebreos 11: 10, esperamos “la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”.
Toda ambición debe terminar ante la expectativa de una vida eterna al lado de Cristo, de modo que el morir sea para nosotros ganancia y el vivir sea únicamente Cristo.
Por eso debemos guardar el mandamiento sin mácula, es decir, sin mancha, como un tesoro, hasta la llegada de nuestro Señor, por todo lo maravilloso que él es, como dice este verso 16: “el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén”.
Recomendaciones a los ricos
17 A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.
18 Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos;
19 atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.
En la iglesia primitiva también había gente de mucho dinero, personas de alto rango social, que fueron atraídas por el poderoso mensaje del evangelio. Y a pesar de que entregaban su vida a Cristo, les era difícil deshacerse del viejo estilo de vida. Los ricos, como todos los ricos del mundo, acostumbrados al poder que otorga el dinero les es difícil desprenderse de la dependencia a este. Recordemos al joven rico que cuando el Señor le dice que la única cosa que le falta es vender todo lo que tiene y darlo a los pobres se retira apesadumbrado, pues no fue capaz de desprenderse de su poderoso aliado, don dinero.
Y quien está acostumbrado al poder del dinero inevitablemente es altivo, orgulloso, y pone su confianza plena en dicho poder. Por ello, cuando una debacle económica torna a los ricos en pobres de la noche a la mañana, como sucedió en la caída de la Bolsa de Valores de Nueva York, en 1929, muchos de esos nuevos pobres, ya sin poder, se suicidaron.
De aquí que la advertencia del apóstol es sumamente pertinente no sólo para los que tienen mucho dinero sino incluso para nosotros que tenemos un salario que nos permite vivir sin apremios, a que no pongamos las esperanzas en nuestros ingresos y a que usemos nuestros recursos en buenas obras y que seamos dadivosos y generosos, y con ellos hagamos tesoros en el único lugar donde no se lo pueden robar ni tampoco se puede dañar: en el cielo, en donde la vida eterna se hace una realidad palpable.
Y subrayo, estas recomendaciones de Pablo no sólo son para los que tienen mucho dinero, sino para todos aquellos que nos hemos deslizado y hemos puesto la confianza en nuestras posesiones, en nuestros ingresos, por grandes o pequeños que sean.
Encargo final de Pablo a Timoteo
20 Oh, Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia,
21 la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén.
Y culmina esta carta el apóstol Pablo con un redoble de tambores: Oh, Timoteo. Este nombre está formado por dos palabras: Timan, honrar y Theos: Dios. Es decir: “el que honra a Dios”. Qué nombre más adecuado para un hombre de Dios como Timoteo. Y para honrarlo de la mejor manera, el apóstol le indica varias recomendaciones importantes que también nosotros debemos observar.
Primero: evitar las pláticas profanas, es decir, si valor, pues versan sobre temas intrascendentes, como se dan en muchos círculos amistosos en los que se habla sin pudor de cosas intrascendentes, incluso, degradantes, aunque estén avaladas por un supuesto conocimiento superior derivado de la falsamente llamada Gnosis, conocimiento. Es interesante que Pablo no usara la palabra Sofía, es decir, sabiduría, sino “gnosis”. Se ha traducido como “ciencia” pero creo que da un sentido equívoco pues ciencia es la actividad basada en el método científico que consiste en razonar, investigar y exponer los resultados, y comienza a utilizarse a partir de los trabajos del eminente físico y astrónomo italiano Galileo Galilei, en el siglo XVI, en la alborada de la Edad Moderna.
La gnosis a la que se refiere Pablo es un fenómeno de conocimiento espiritual experimentado por los gnósticos (sectas cristianas primitivas del gnosticismo). Para los gnósticos, la gnosis es el conocimiento que es parte de la esencia humana. Es un conocimiento intuitivo, que no es el conocimiento científico o racional.
A este conocimiento, gnosis, inflado, fatuo y equívoco, es del que Timoteo debe evitar, pues se corre el riesgo de desviarse de la fe. Es muy importante seleccionar las mejores fuentes de información.
Este llamado a evitar las pláticas profanas vanas es un llamado a todos los que seguimos al Señor y evitar todo aquello que se dice es avalado por un conocimiento superior como lo afirman las enseñanzas de las sectas pseudo cristianas o contrarias como las gnósticas o místicas, mágicas, satánicas, cuya peligrosidad ha sido ampliamente divulgada, incluso las que se disfrazan de organizaciones de superación personal como el coaching organizacional o personal, que ya se han documentado sus riesgos.
Por ello, nosotros, como seguidores del Señor atendamos los consejos y enseñanzas de la única fuente de verdad en la que podemos confiar: la Biblia, la palabra de Dios.