lunes, 27 de diciembre de 2021

MINIFICCIÓN NAVIDEÑA


 

¿QUÉ DICE LA BIBLIA SOBRE EL NACIMIENTO DE CRISTO?


Jeremías Ramírez


Decía el teólogo latinoamericano Samuel Escobar que Cristo es el gran desconocido de América Latina. Y tenía razón. A pesar de que la Biblia es el libro más vendido y distribuido en el mundo, raramente se lee. La mayoría tiene un ejemplar de la Biblia como objeto de culto, pero no de estudio. Incluso los evangélicos que se caracterizan por leer asiduamente la Biblia se han encontrado que su nivel de lectura ha descendido. Y si esto es así entre los que son cristianos o en quienes están afiliados a alguna iglesia, que podemos esperar de quienes no tienen ninguna filiación cristiana. Lo lamentable es que lanzan agrias criticas sin saber cuál es su contenido y la riqueza verbal y literaria que hay en ella.

Este desconocimiento se extiende al nacimiento de Cristo. Todo mundo tiene una estampa muy pobre en su imaginario que surge de los llamados Nacimientos: una casita simpática con unas vaquitas, unos borreguitos, María, José y el niño colocado en un comedero (pesebre) muy bonito sobre una mullida camita de paja, alrededor de ellos unos pastores con sus largos bastones y algunos incluyen a un trío de hombres vestido con túnicas y turbantes y con coronas, todo ello muy lindo. 

Por eso muchos piensas que Cristo y su nacimiento virginal es sólo un mito, pero pocos conocen exactamente qué dicen los evangelios de Mateo y Lucas en los que está narrado su nacimiento. 

Para que usted conozca el relato completo enseguida reproduzco ambas narraciones como si fuera uno. Si usted quiere leerlos en la versión de la Biblia que tenga en su casa, le doy las citas de ambos evangelios: Mateo 1: 18-25 y 2: 1-12 y Lucas 2:1-20.

El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.

Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. 

Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. 

Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre”. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:

¡Gloria a Dios en las alturas,

y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!

Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. 

Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho.

En esos días llegaron a Jerusalén con el rey Herodes unos magos que venían del oriente, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:

Y tú, Belén, de la tierra de Judá,

No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;

Porque de ti saldrá un guiador,

Que apacentará[a] a mi pueblo Israel.

Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: “Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore”. 

Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. 

Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

Este es el relato completo del nacimiento de Cristo. Y vemos en él las condiciones en que nació, por qué viajaron José y María a Belén (poblado ubicado en el sur de Israel) desde su ciudad de residencia: Nazaret, ubicada al norte. Y cómo fue que llegaron los magos (más no reyes) y cómo, accidentalmente, alertaron a Herodes para que entrara a escena. Y cómo este retraso, provocado por detenerse con Herodes, hizo que cuando llegaran a Belén María y José ya no estaban en el establo, sino en una casa.

En este relato, como pueden ver, no hay fechas y la Biblia nunca ordena que se celebre el nacimiento de Jesús, y deja en claro el propósito de su nacimiento o encarnación: salvar a la humanidad de sus pecados, es decir, de su maldad, de sus inclinaciones destructivas, otorgándoles a quien decida seguirle una nueva forma de vida.

Entonces, si usted ha decidido celebrar la Navidad recuerde que el objetivo del nacimiento de Cristo no fue promulgar la fraternidad universal ni de reunirnos con los parientes ni de intercambiar regalos sino en reconocer a Cristo como enviado de Dios a dar su vida para que la humanidad tuviera una nueva existencia cuando decidiera seguir a Cristo y entregar su vida a él, porque Él es la ÚNICA cura, el medicamento, contra la maldad humana. Y esto explica por qué nuestros propósitos de cambiar y ser mejores fracasan pues no cuentan con el poder divino de Cristo. A eso vino a nacer en Belén hace poco más de dos mil años.





domingo, 26 de diciembre de 2021

25 DE DICIEMBRE ¿NAVIDAD?




Jeremías Ramírez 


¿Nació Cristo la noche del 24 de diciembre o la madrugada del 25? Si no fue así, ¿quién determinó esa fecha para celebrar su nacimiento? ¿Por qué celebrarlo cuando no era parte de la cultura hebrea ni mandato cristiano en el Nuevo Testamento? ¿Qué significa “Navidad”? La palabra “Navidad” proviene del latín “Nativitas” o “nativatis” que significa “nacimiento”. 
    La primera navidad, es decir, la primera vez que la iglesia cristiana romana celebró el nacimiento de Cristo fue en el año 350. Antes de esa fecha nadie hablaba del nacimiento de Cristo o Navidad, ni se celebraba ni se recordaba. 
    Y en los evangelios de Mateo y de Lucas, donde se narra su nacimiento, no encontramos ninguna indicación de que se celebrara. La única conmemoración que se ordena es el de la muerte de Cristo. El mismo, en la llamada Última cena, después de que partió el pan y se los repartió, les dijo: “Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19). 
    Y el apóstol Pablo precisa este mandato en la primera carta a los Corintios: “…el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo, tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí”. (1 Corintios 11:23-25). Y desde que se forman los primeros cristianos realizaban esta conmemoración el primer día de la semana, es decir, el domingo, y es una práctica que continúa hasta el día de hoy. 
    Entonces, ¿cómo fue que su nacimiento se convirtió en una celebración mundial si además no se sabe la fecha en que nació Cristo? 
     Como dije al inicio, la celebración de los cumpleaños no eran parte de la cultura hebrea y por ello nadie anotaba la fecha en que nacía un bebé; no era de importancia. Esta es la razón por la que la fecha del nacimiento de Cristo no se registró, y en el Nuevo Testamento no hay datos que permitan deducir el mes o la estación o el año de su nacimiento. Lo único que encontramos en el evangelio de Lucas es que Cristo nació cuando “…se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad”. (Lucas 2:1-3); censo de difícil ubicación en los registros históricos. 
    Ahora bien, cabe señalar que la celebración de los cumpleaños sólo lo realizaban en esa época los griegos y los romanos. Al parecer esta era una práctica muy antigua. La Biblia menciona dos celebraciones de cumpleaños: la primera es la de un faraón (se cree que era Sesostris II) en tiempos de José; y la segunda, la de Herodes el Grande, en cuya fiesta bailó Salomé, la hija de Herodías, y Herodes quedó tan complacido que le ofreció bajo juramento darle lo que ella pidiere. Salomé, aconsejada por su madre, pidió la cabeza del Juan el Bautista. 
    La celebración de los cumpleaños se inició en Egipto, posiblemente en el Período Arcaico con los primeros faraones, entre los años 3100 y 2686 a.C. Según Jesús Callejo en su libro Fiestas Sagradas, la celebración del cumpleaños era un rito de protección del faraón y se hacía una gran fiesta. Poco a poco esta celebración se fue extendiendo a la civilización griega. En el siglo III a.C., nos dice Filocoro (340 – 267/261 a.C), escritor ateniense, que los adoradores de Artemisa, diosa de la Luna y de la caza, realizaban la fiesta de cumpleaños de la diosa en la que preparaban una tarta de harina y miel a la que ponían velas.
     Esta celebración se fue popularizando para celebrar los aniversarios de nacimientos de aristócratas, nobles y héroes. 
    Por otra parte, los griegos creían en los daimon, una especie de espíritus protectores que servían de guías a los seres humanos durante toda su vida. Creían que estos espíritus estaban presentes en el nacimiento de cada ser humano. Por tanto, el día de la fiesta de cumpleaños el daimon estaba presente y servía como espíritu protector y guía. 
    La celebración de los cumpleaños pasó de Grecia a Roma y progresivamente se extendió para conmemorar los nacimientos de los personajes importantes, de modo que a principios del I milenio d.C. era ya una festividad establecida, pero no muy extendida. 
     En cuanto a la celebración de la Navidad, en el año 245 d.C. se hizo la primera tentativa oficial de fijar la fecha del nacimiento de Jesucristo, y Sexto Julio Africano (c. 160 – c. 240), en su obra Crónica, escribió que el nacimiento de Jesús habría sido un 25 de marzo, todo ello con el propósito de celebrar el nacimiento de Cristo, pero la Iglesia consideró que esa celebración era pagana porque tenía una dosis de espiritismo y astrología y estaba relacionada con los daimon (con el paso de los siglos la palabra daimon pasó a ser demonio y fue asociado en la Edad Media con un espíritu maligno), lo cual era inaceptable en una fiesta cristiana. 
    Sin embargo, el nacimiento de Cristo se impuso y se volvió tradición en el siglo III cuando el obispo Julio estableció el 25 de diciembre como nacimiento de Jesús. Esta fecha coincidía con el final de las fiestas paganas del Sol Invictus y de la Saturnalia, (que correspondía al solsticio de invierno) una fiesta pagana en honor a Saturno, dios de la agricultura. Y el obispo Julio pretendía acabar con ese culto pagano y ayudar a que el cristianismo fuera aceptado en Roma. 
    Con eso mataban dos pájaros de un tiro: por un lado, establecía de forma definitiva una fecha de nacimiento de Cristo y así acababan con divergencias y especulaciones. Y, por otro lado, convertían una popular fiesta pagana en una fiesta cristiana. 
     De modo que, podemos concluir, que la celebración de la Navidad no es parte del culto cristiano y tampoco el 25 de diciembre es el día en que nació Cristo. Así que, celebrarlo es una decisión personal, pero que sería muy saludable que fuese recordado el objetivo del nacimiento de Cristo en esa aldea insignificante de Belén, tal y como lo consigna el evangelio de Mateo 1: 21-23: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”.

domingo, 5 de diciembre de 2021

ESTUDIO SOBRE LA CARTA DE JUDAS

ESUDIO SOBRE ESTA CARTA

Jeremías Ramírez

Introducción

Las cartas de Pedro, Juan y Judas, aparentemente son muy simples, pero en una lectura detallada encontramos una enorme complejidad y un profundo conocimiento sobre la doctrina cristiana, que bien nos valdría analizar a detalle para extraer toda la riqueza ahí escondida para nosotros, que vivimos a 20 siglos de distancia y poco entendemos de la circunstancias de los destinatarios originales. 

Y esto es así porque el contexto histórico en que ellos vivían lo desconocemos. Lo poco que sabemos es que sufrían persecución, empezaban a ser invadidos por falsos maestros, e iba surgiendo corrupción al interior de la iglesia…

Como dice Judas en el verso 3, esta carta no iba a ser escrita pues él estaba abocado a escribir un tratado sobre “nuestra común salvación”, pero le llegaron noticias alarmantes, y tuvo que detener su labor y escribir un llamado de alerta urgente.

Salutación

1 Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo:

2 Misericordia y paz y amor os sean multiplicados.

Judas empieza identificándose como “…siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo…”.  La mayoría de los investigadores coinciden que, quien escribió esta carta, era hermano del Señor Jesús, pero Judas prefiere no usar este parentesco y se autonombra “siervo de Jesucristo”. Para él, antes que hermano, es siervo o esclavo. La palabra que usa es doulos, que significa, esclavo, aunque también puede significar “siervo”. Esclavo me parece mejor pues debemos entregarnos a él, incondicionalmente.

Entonces, Judas decide asumir un papel más humilde: doulos de Jesucristo.  Y en calidad de doulos se pone al servicio de la iglesia.

Sin embargo, para que a sus destinatario les quede claro quién es, revela que es “hermano de Jacobo”, líder de la iglesia en Jerusalén. 

Y se dirige a los hermanos de una iglesia, a quienes, dice, fueron “llamados, santificados y guardados”. Como cristianos, debemos considerar que para llegar a Cristo fuimos primero llamados, y una vez que respondimos a ese “llamado”, somos “santificados” en Dios Padre, y “guardados” en Jesucristo. ¡Qué privilegio! Y aunque a veces nos sintamos que seguimos siendo tan pecadores como todo mundo, hemos sido santificados, es decir, apartados, y guardados por Dios y por Cristo. Ahora somos parte de su redil.

Y Judas concluye este saludo inicial pidiendo tres cosas para ellos: misericordia, paz y amor de Dios. 

Falsas doctrinas y falsos maestros

3 Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.

4 Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.

Aquí hay un llamado a la batalla; es como el toque de un clarín llamando a las tropas pues el enemigo ya está aquí. Y este llamado es para “contender”, es decir, a luchar “ardientemente” por la fe, pues es la llave para hacer nuestra la fortaleza de Dios. Y si ésta es vulnerada, qué será de nosotros. Reiteradamente el Señor les decía a sus discípulos: “hombres de poca fe”, y eso los tenía en la lona. Y a la gente que se acercaba a él: “si creéis, al que cree todo puede”, “tu fe te ha salvado”, le dijo a la mujer sirofenicia que curó de flujo. Como ven, es la fe la que nos permite acercarnos al Señor y ser bendecidos por él. Por eso a Satanás le interesa minarla. 

El llamado a contender ardientemente es porque las tropas enemigas han llegado ENCUBIERTAMENTE para destruir la fe, como entraron a Troya las tropas delos aqueos para tomar esa ciudad fortificada. Así han llegado los falsos maestros, disfrazados de ovejas pero debajo había un lobo. Y su objetivo era “convertir en libertinaje la gracia de nuestro Dios”. Ya Pablo advertía de esta posibilidad en Romanos 6:15: “¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera”. Y estos hombres perversos, sin pudor alguno, estaban minando la fe con esta pervención de la gracia.

Y niegan a Dios y a nuestro Señor Jesucristo, nos dice Judas. ¿Cómo lo negaban? Podemos deducir al menos cuatro formas o motivos:

Para evitar la persecución.

Por conveniencia.

Porque continuamos con una conducta pecaminosa, y…

Difundiendo ideas falsas

Estas dos últimas es la que estos hombres estaban haciendo.

5 Mas quiero recordaros, ya que una vez lo habéis sabido, que el Señor, habiendo salvado al pueblo sacándolo de Egipto, después destruyó a los que no creyeron.

Escribe Pablo en Gálatas 6:7: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Por eso aquí Judas hace una larga exposición de hechos malvados del pasado que no quedaron impunes. Y empieza con aquellos que no creyeron después de ver la mano poderosa de Dios sacándolos de Egipto, abriendo el mar rojo, librándolos de las tropas egipcias, dándoles agua en el desierto y brindándoles su presencia de día (con una nube que los seguía) y de noche (con una columna de fuego). Su falta de fe fue, en ese momento, como una plaga maligna, que contaminó la mente y corazones de los israelitas.

Después que los doce espías regresaran de explorar la tierra prometida, diez de ellos dieron un informe catastrófico y lleno de temor porque “los hombres de ese lugar eran de gran estatura”. Y la reacción del pueblo no se hizo esperar. La desesperanza se asentó en sus corazones de inmediato: “Entonces toda la congregación gritó y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche…” Y se quejaron no sólo contra Moisés y a Aaron, sino contra Dios mismo: “¿Por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada…” La respuesta del Señor no se dejó esperar: “Entonces Jehová dijo: Yo los he perdonado… pero “no verán la tierra”. Todos ellos, incluyendo Moisés y a Aaron, no entraron en la Tierra prometida, todos murieron en el desierto”.

6 Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día;

Aquí Judas les recuerda nadie está exento del castigo del Señor, ni aún los ángeles. Y si los ángeles fueron castigados, cuánto más nosotros. Así que debemos tener cuidado.

7 como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno.

8 No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores.

9 Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda.

10 Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales.

La depravación de los habitantes de estas dos ciudades ya había alcanzado niveles escandalosos que había contaminado a las ciudades vecinas. El alto castigo de Dios hacía Sodoma y Gomorra indica la gravedad de su pecado. Dios diseñó su creación para que funcionara de una manera perfecta y determinada. Y como los habitantes de Sodoma y Gomorra, al ir en contra de la naturaleza, cometen pecado y pecado grave. Leemos en Romanos 1: 27 y 28: “…y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen…”.

Por eso Judas agrega: “…de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores”. Una desobediencia lleva a otra. El profeta Ezequiel nos revela la raíz de su pecado: Ezequiel 16:49: “He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso”. La soberbia fue el pecado de Satanás, y la abundancia de bienes nos puede llevar a olvidarnos de que en todo tenemos necesidad de Dios. El riesgo es este: Lucas 12:17-21: “…¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios”. 

Y blasfemar en contra de las potestades superiores es la cúspide de la maldad, aunque estas sean las malignas. En Efesios 6:11 Pablo nos sugiere fortalecernos, no maldecir, ni atacar: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”.

Y estos hombres blasfeman de lo que no conocen y corrompen las que sí.

11 !!Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré.

En este pasaje Judas advierte tres problemas con tres ejemplos: el egoísmo, el lucro y la rebelión. Y los personajes emblemáticos son: Caín, Balaam y Coré.

Con Caín, historia que conocemos muy bien, nos damos cuenta que mató a su hermano Abel por egoísmo; él quería la gloria de su hermano, es decir, la aceptación y reconocimiento de sus obras, no adorar a Dios.

Balaam, al ceder a escuchar a Balac y responder a cada uno de sus llamados y no cumplir con su cometido argumentando sólo guiarse por la voluntad de Dios, en realidad buscaba que éste le ofreciera más dinero. Y era seguro que en el tercer llamado ya iba a complacerlo y Dios se lo impidió. 

Y Coré, que caso más lamentable, quería el poder del sacerdocio y se levantó en uno de los más antiguos casos de “golpe de estado” que conozco: “Coré hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, y Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos de Rubén, tomaron gente, y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del consejo, varones de renombre. Y se juntaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: ¡Basta ya de vosotros!” (Números 16:1-3) 

No voy a leer aquí la narración completa de su fracaso, pero si cómo Dios los castigó: “Y aconteció que cuando cesó él de hablar todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos. Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes. Y ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al Seol, y los cubrió la tierra, y perecieron de en medio de la congregación”. (Números 16: 30-33). 

Su mal ejemplo tuvo consecuencias pues se levantó una segunda rebelión con consecuencias devastadoras: “El día siguiente, toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón, diciendo: Vosotros habéis dado muerte al pueblo de Jehová. Y aconteció que cuando se juntó la congregación contra Moisés y Aarón, miraron hacia el tabernáculo de reunión, y he aquí la nube lo había cubierto, y apareció la gloria de Jehová. Y vinieron Moisés y Aarón delante del tabernáculo de reunión. Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Apartaos de en medio de esta congregación, y los consumiré en un momento. Y ellos se postraron sobre sus rostros. Y dijo Moisés a Aarón: Toma el incensario, y pon en él fuego del altar, y sobre él pon incienso, y ve pronto a la congregación, y haz expiación por ellos, porque el furor ha salido de la presencia de Jehová; la mortandad ha comenzado. Entonces tomó Aarón el incensario, como Moisés dijo, y corrió en medio de la congregación; y he aquí que la mortandad había comenzado en el pueblo; y él puso incienso, e hizo expiación por el pueblo, y se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad. Y los que murieron en aquella mortandad fueron catorce mil setecientos, sin los muertos por la rebelión de Coré. Después volvió Aarón a Moisés a la puerta del tabernáculo de reunión, cuando la mortandad había cesado”. (Números 16:41-50). 

Como podemos ver, Dios no puede ser burlado: todo lo que el hombre sembrare eso también segará. “Coré representa —dice William Barclay— al que se niega a aceptar la autoridad y se lanza a las cosas que no tiene derecho. Así es que Judas está acusando a sus oponentes  de desafiar la autoridad legítima  de la iglesia y de preferir su propio camino al de Dios”.

Ahora Judas pasa a usar una serie de metáforas para dejar en claro qué son realmente estos hombres:

12 Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados;

13 fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas.

1. Manchas o piedras encubiertas o escollos, como traduce la Biblia Textual. Varios comentaristas indican que aunque 2 de Pedro 2:17 y Judas les dicen “Estos son inmundicias y manchas, quienes aun mientras comen con vosotros”, usan palabras diferentes. Pedro usa “spilos”; mientras que Judas, “Spilás”. Spilos  significa “una mancha”; pero Spilás, “una roca sumergida o medio sumergida en la que un barco puede naufragar fácilmente. Aplicada a los ágapes nos puede indicar que estas fiestas de amor, como un barco cuya quilla es rota por una piedra inadvertida sumergida en el mar, así le sucedería a los ágapes y se podían hundir irremisiblemente al pervertir su propósito original, lo cual vemos ya estaba sucediendo en Corinto en las que se habían convertido en goce sólo de los ricos: “Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor. Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga. Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo”. (1 Corintios 11: 20-22). Y estas fiestas de amor, en las que se recordaba la muerte y resurrección del Señor, se hundieron. Hoy son recordatorio más sencillo y, a veces, más frío, pero aún de suma importancia para nuestra vida espiritual.

2. Se apacientan a sí mismos, les dice: Algunos traductores, nos dicen, que también significa “se pastorean a sí mismos”, pues, podemos pensar “buscan su propio beneficio, pues como bien lo denuncia el apóstol Pablo para el caso Corinto, esos hombres sólo procuraban su propio placer. 

3. Nubes sin agua. Donde llueve abundantemente las nubes no tienen la misma importancia como en donde llueve poco. En zonas desérticas cualquier nubecilla es una promesa de alimento, de buenas cosechas, de buenos pastos. Así un buen maestro de la palabra o un buen autor cristiano es una promesa de riqueza espiritual, pero sin son falsos maestros, la promesa no se cumplirá jamás, pues son “nubes sin agua”.

4. Arboles otoñales sin fruto. Igualmente, un árbol otoñal es una promesa de alimento justo en la época del año cuando deja de llover y ya no hay cosechas… La esperanza es que aunque ya no haya cosechas, aún quedan los árboles y su promesa de comida. Pero tal promesa, como las de las nubes, no se cumple y sólo generan tristeza y frustración.

5. Olas embravecidas de mar que espuman su propia vergüenza, traduce esta línea la Biblia Textual. En Isaías 57:20-21, leemos: “Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos”. Siguiendo esta imagen, nos dice un comentarista: “Después de una tormenta, cuando las olas han estado azotando la orilla con sus rociadas y espuma, siempre queda una cinta de algas y de maderas de todas clases y toda clase de feos deshechos de mar. Esta es siempre una escena desagradable, pero las aguas del Mar Muerto están tan saturadas de sal que se comen las corteza de los troncos que arrastra y cuando son arrojados a la orilla y se reducen de puros palos blancos que parecen más como huesos que como maderos, son como reliquias macabras”. 

6. Estrellas errantes. “Estos malvados —nos dice el maestro Samuel Pérez Millós— desean ser considerados como ‘lumbreras’, pero alejados de la luz verdadera de Cristo, son semejantes a estrellas fugaces”. Así es como vemos desde la tierra a los meteoritos. Las tinieblas eternas son lo que les espera a los que no tienen a Dios, como dijo el Señor “…mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”. (Mateo 8:12).

14 De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares,

15 para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él.

16 Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho.

Aquí Judas cita a Enoc, y precisa quién es de quien habla al apuntar su lugar en la genealogía bíblica: “séptimo desde Adán”, quien caminó con Dios, y afirma que  este Enoc es el antepasado antediluviano que “profetizo”, lo que quiere decir que la profecía original fue pronunciada por Enoc en aquel tiempo y más tarde desarrollada y incorporada al libro apócrifo de Enoc, pero esto no significa que Judas esté basando este texto en un libro no aceptado, pero como no fue recogido nos deja ver esta profecía que en tiempo de Judas se conocía no sabe en qué fuentes.

La visión profética de Enoc comienza refiriéndose a la gloriosa manifestación de la presencia de Dios, rodeado de miriades de ángeles. La palabra “miriades” indica un número indefinido de algo, que bien podía ser, como leemos en otras partes de la Biblia “miles y miles”. Juan, el apóstol, pudo ver la gloria celestial y en ella al Señor seguido de las huestes celestiales. En Apocalipsis 19:11:14 leemos: “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos”.

Estos hombres malvados tiene como características de su personalidad que son “murmuradores”, pues nada los contenta y andan esparciendo su veneno verbal. Son, además, “querellosos”. El sentido de esta palabra es aplicado “a quien es inconforme y rencilloso, decir, son “aquellos que le echan la culpa a otros de cuanto no les gusta. Suspiran por lo que no tienen y desprecian lo que les ha sido dado. El verdadero creyente no se queja del papel que tiene en su vida espiritual e incluso en el mundo, sabiendo que el Señor está en control de todo. En Filipenses 4:10-11 leemos estas palabras del apóstol Pablo: “En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”. 

Tengamos cuidado si estas dos cosas de pronto las andamos haciendo: divulgando lo que debemos guardar en silencio y buscando a quien cargarle nuestras culpas, exactamente como es la conducta de mucha gente del mundo.

Pero además se comportan según sus deseos, y no andan EN EL SEÑOR” haciendo su voluntad, como escribe Juan en el el tercer capítulo de su primera carta. Pero además, les encanta hablar pomposamente, orgullosamente, de sus propios “méritos” y de sus logros y de sus cualidades, y adulando a los demás para aprovecharse de ellos. 

Cualquiera que quiera ser líder o anciano en la iglesia lejos deberán estar estas características. 

Amonestaciones y exhortaciones

17 Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo;

18 los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos.

19 Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu.

TENED MEMORIA, es una exhortación de Judas importante. Recordar lo que está escrito en la palabra de Dios es vital para el creyente. Recordamos que el enemigo usa, para introducir la mentira, una parte de la verdad. Pero si recordamos todo lo que en ella está escrito podemos detectar la mentira y contestar como lo hizo el Señor en el desierto: “Escrito está”, en la primera provocación satánica.

Nos advierte Judas que en el postrer tiempo habrá burladores que andarán según sus malvados deseos. Y hoy en día abundan quienes, como leemos en Proverbios 14:9: “Los necios se mofan del pecado; mas entre los rectos hay buena voluntad”.

Y estos y sus falsas enseñanzas causan divisiones. He aquí la explicación del origen de tantas iglesias, tantas denominaciones, tantos grupos religiosos. 

En una conferencia sobre la historia de la Biblia, el conferencista, hablando de la Reina Valera, le preguntó a su audiencia quienes eran bautistas, presbiterianos, pentecostales, metodistas… Y había de varias denominaciones. Y entonces les preguntó: ¿Qué Biblia usaban en su iglesia? Y todo respondieron “Reina Valera”. Y entonces preguntó: “Entonces, si todos usamos la misma Biblia, ¿qué nos divide? Y él mismo respondió: “Nuestras interpretaciones”. Las falsas enseñanzas han fragmentado el cuerpo de Cristo. Y lo mismo vemos en Otros países como en México. Como desearía que todos fuésemos un solo cuerpo y conformaramos un numeroso ejército de Dios para inundar esta ciudad llena de violencia, sangre y drogas, en una ciudad para Cristo.

20 Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo,

21 conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.

Nuestra preocupación debe estar en “edificarnos”, afianzándonos en nuestra fe. Y la mejor manera de hacerlo es conociendo a fondo lo que está escrito en la Palabra. Debe ser la palabra lo que debemos buscar diariamente, como los “ciervos claman por las aguas”, es decir, desesperadamente, pues nos morimos de sed sin ella. Ojalá esta fuese nuestra actitud con su palabra. “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; —le dijo el Señor a la Samaritana— tú le pedirías, y él te daría agua viva”. (Juan 4:10).  

Pero además, debemos orar, orar en el “Espíritu Santo”, para CONSERVARNOS en el amor de Dios. Si no nos edificamos en la fe, pronto el frío del desamor nos agarrará desprevenidos. No que el Señor deje de amarnos, sino que seremos incapaces de sentir su amor, su cercanía, el calor de su presencia, el consuelo del Espíritu Santo, y creeremos que estamos solos, que Dios nos ha abandonado. De la otra forma, podremos ver la misericordia alimentar nuestros corazones todos los días y podemos ser inspiración para otros para estar listos a hacer una urgente labor de rescate: 

22 A algunos que dudan, convencedlos.

23 A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne.

Y, repito, esto es posible nos hemos edificado en la fe, pues entonces seremos capaces de ayudar a otros, ya sea para convencerlos o para arrancarlos del fuego e incluso, de quienes se niegan y no nos escuchen, podemos tener misericordia, como sucede a menudo con aquellos hundidos en el pecado y de quienes debemos alejarnos de ellos aborreciendo aun su manera de vestirse, el aroma de su aliento alcoholizado y su ropa manchada por las juergas…

Doxología

24 Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría,

25 al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.

Y termina Judas su carta con una de las alabanzas más hermosas que debiera adornar nuestros labios y nuestros corazones siempre. Que el Señor les bendiga.





EL HOMBRE CELESTIAL

Jeremías Ramírez

China es uno de los países más grandes del mundo, incluso encima de Rusia. Su población actual supera los 1300 millones de habitantes, lo que lo convierte en el país más poblado del mundo. 

Su régimen político actual data del 1 de octubre de 1949, cuando presidente del Partido Comunista, Mao Zedong o Tse-Tung, proclamó la República Popular China, tras una larga guerra civil que inicia desde las primeras revueltas en 1905.

Este hecho cambió el destino de esta gran nación y el Partido Comunista impuso una política muy estricta en todos los ámbitos, especialmente en el educativo, a través de la llamada “Revolución Cultural”, movimiento sociopolítico que duró 10 años: de 1966 a 1976. Fue iniciado por Mao Zedong, entonces líder del Partido Comunista Chino. Su objetivo era preservar el comunismo mediante la eliminación de los restos de elementos capitalistas y tradicionales de la sociedad china, y reimponer el pensamiento de Mao Zedong (conocido fuera de China simplemente como maoísmo) como la ideología dominante dentro del Partido.

Uno de los grupos más golpeados en este movimiento fueron los religiosos. Sobre todo tras los cristianos hubo una persecución particularmente feroz. 

En las violentas luchas que siguieron en todo el país, millones de cristianos (aunque no sólo ellos sufrieron la persecución) fueron perseguidas y sufrieron todo tipo de abusos, incluyendo la humillación pública, encarcelamiento arbitrario, tortura, trabajos forzados, hostigamiento sostenido, confiscación de bienes y, a veces, la ejecución. 

Un gran segmento de la población fue desplazado por la fuerza, en particular, la transferencia de jóvenes urbanos a las regiones rurales. Este movimiento denominado: "Envío al campo" es narrado espléndidamente en la novela Balzac y la pequeña costurera china, del escritor chino Dai Sijie. Este libro es un testimonio literario de estos desplazamientos, en el que se destruyeron reliquias y artefactos históricos, y se saquearon sitios culturales y religiosos.

Después de la Revolución Cultural, los reformistas dirigidos por Deng Xiaoping, comenzaron a desmantelar gradualmente las políticas maoístas asociadas con la Revolución Cultural, en el período llamado "Boluan Fanzheng" (Eliminar el caos y volver a la normalidad). 

En 1978, Deng se convirtió en el nuevo líder supremo de China y comenzó una nueva fase al iniciar el histórico programa de Reformas y Apertura.

Parecería que la persecución religiosa también había terminado, pues los informes de persecución dejaron de fluir al exterior. Y la poca información que se puede encontrar en internet parecía confirmar la existencia de una libertad religiosa que permitiría el resurgimiento de la iglesia cristiana, particularmente el protestantismo evangélico.

Sin embargo, Hombre celestial, vino a cambiar mi visión. Este libro relata la vida y las luchas de un cristiano singular, Liu Zhenyin, quien, desde su conversión, en 1974, sufrió una persecución incansable por parte de las autoridades.

Este libro es el testimonio de este hombre singular, líder del conocido movimiento cristiano subterráneo: “Casas-Iglesia”. En este movimiento el hermano Liu era conocido como “hermano Yun”. Y también fue conocido como “Hombre celestial”, nombre que surgió un día que es interrogado y, al momento de ser arrestado y preguntarle su nombre, él sólo contestó: “Soy un hombre celestial”.

Es un impresionante relato de cómo Dios tomó a este joven pobre y hambriento, de una aldea de poca importancia, de la provincia de Henan, y lo usó de una manera poderosa para predicar el evangelio en toda China, en las cárceles, a pesar de la terrible oposición, y fuera de China. 

El relato inicia desde su nacimiento, 1958, y cómo llegó a Cristo a los 16 años. En ese año aún estaba candente la Revolución Cultural. Y desde esa fecha Yun ha dado fe del ardor por seguir a Cristo. A esa edad fue tan profunda su militancia que poco a poco empezó a ser conocido y, por ende, a ser perseguido. A pesar de ello, contrae matrimonio. Yun y su esposa, como pareja, han pasado por circunstancias muy difíciles, pero siguieron unidos, fieles uno al otro.

Pero quizá lo más estrujante de su testimonio ha sido sus largos periodos carcelarios en donde ha podido forjar una fortaleza espiritual a toda prueba, y ha podido presentar a Cristo a muchos hombres despiadados que estaban a cargo del cuidado de los presos y ha difundido el evangelio entre los reos, quienes necesitan, en esas circunstancias, el conocimiento y el amor del Cristo. 

Y en ese calvario va dando cuenta de las penurias de una iglesia vigorosa, la cual, para obtener el poder para seguir soportando las pruebas, ha regresado a los aspectos básicos del evangelio, asumiendo una forma de vida tan similar a la de la iglesia primitiva en el Imperio Romano. 

El hermano Yun ha sido considerado como un rebelde por las autoridades chinas por no haber aceptado unirse a la organización cristiana controlada por el gobierno. Por este motivo fue encarcelado y torturado por las autoridades gubernamentales. Su libro informa que se convirtió en un hombre muy buscado.

Finalmente fue arrestado y sentenciado a muchos años de prisión. Sin embargo, el hermano Yun continuó su ministerio mientras estaba en prisión, con resultados milagrosos, pues muchos presos e, incluso, funcionarios carcelarios se han convertido al cristianismo. Y se ganó el favor de algunos funcionarios, pero también se convirtió en el objetivo de una mayor persecución por parte de otros. 

Dentro de la cárcel, fue golpeado repetidamente y por la falta de alimento sufrió una severa desnutrición.

Después de muchos años en prisión, escapó de la cárcel de Hangzhou de la cual, se decía, nadie había escapado previamente. En el libro nos dice que escuchó la voz del Espíritu Santo, diciéndole que simplemente saliera por la puerta de la prisión fuertemente custodiada. A pesar del riesgo de que le dispararan obedeció la voz y atravesó varias puertas cerradas de la prisión y pasó frente a muchos guardias de la prisión, cruzó el patio y salió por la puerta principal. 

Yun dice que parecía se había vuelto invisible para los guardias que lo miraban directamente sin darse cuenta que él pasaba frente a ellos. Muchos ponen en duda su relato, pero algunos guardias perdieron sus trabajos por este escape 'vergonzoso'. 

La investigación oficial del gobierno chino concluyó que el hermano Yun no recibió ayuda humana en su escape y, por lo tanto, debería permanecer libre. 

Estos informes han sido corroborados por presos que ocupaban la misma celda de la prisión que el hermano Yun. Y hasta le fecha sigue siendo la única persona que afirma haber escapado de esta célebre prisión de máxima seguridad, al estilo de cómo lo hizo el apóstol Pedro de una cárcel judía en Jerusalén.

Finalmente, no escapó de la cárcel sino también de China de una forma muy difícil. Tan pronto traspuso las fronteras chinas pidió asilo en Alemania, tras una larga espera en Myanmar. En esa larga espera, en el 2001 fue encarcelado en ese país durante siete meses. 

Fuera de China se abocó a organizar el movimiento llamado "De regreso a Jerusalén", con el que busca promover el turismo chino en Israel, pues ambos países se encuentran entre los menos cristianizados del mundo.

Como escribí al inicio, el hermano Yun ha sido, a pesar de su pobreza, quien ha hablado a miles de personas a nivel internacional con el mensaje del Evangelio. Actualmente vive en Alemania con su esposa Deling, y sus dos hijos.

Este libro ha sido galardonado con el Premio "Libro cristiano del año" por la Convención de Libreros Cristianos del Reino Unido, en el 2003 y fue escrito por Paul Hataway, de quien no pude encontrar más datos de él que su nombre y alguna foto, pero está escrito con garra, con coraje, con un lenguaje vívido y eficaz. Muy recomendable para quien quiere ver la otra cara de la moneda del gigante amarillo.


miércoles, 10 de noviembre de 2021

E S T U D I O DE LA 1 CARTA DE JUAN CAPITULO 3

Jeremías Ramírez

INTRODUCCIÓN

Este es uno de los capítulo de la Palabra de Dios cuya entrada es sumamente majestuosa, al grado que nos es muy difícil comprender su trascendencia y generalmente nos quedamos muy rezagados. En el estudio de este domingo, trataremos, con la ayuda del Señor, tener un atisbo de esta majestuosidad. 

Somos hechos hijos de Dios

1  Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.

Hermanos, como dije en el introducción sobre la majestuosidad de este pasaje, nos vamos a detener un poco para analizarlo. Hay una metáfora que podemos usar para tener un atisbo de su grandeza: el injerto vegetal. En Romanos 11:17 escribe Pablo que “somos ramas injertadas”: “Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo…” 

Quien haya visto como un injerto se integra a un tronco se asombrarán del ese fenómeno natural. Para injertar una rama al tronco de la planta se le hace una incisión en donde se clavará la rama que se quiere incorporar. Para que no se caiga y quede bien adherida, se usa una cinta para atar a ambos, Luego se deja un tiempo razonable y cuando se quita la cinta vemos que la rama injertada es parte del tronco y recibe de este la savia que la dota de vida. Y a medida que pasa el tiempo llega el momento en que ya no se distinguirá en dónde fue que se hizo el injerto, la rama injertada ya es parte del árbol.

Eso mismo sucede en la vida del cristiano. Al momento de recibir y creer la palabra somos injertados en el tronco de Dios. En Juan 1:12 leemos: “Más a todos los que creyeron les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Aquí está el injerto: pasamos de ser parte de Dios, hemos sido injertados. Ahora falta desarrollarnos e irnos integrando plenamente a Él. La iglesia, que es muy importante en este proceso, funge como esa cinta que no une al tronco. Y la presencia y unción del Espíritu Santo es quien nos va llenando de la savia vital (su palabra), la cual, a medida que nos va nutriendo nos va arraigando de tal forma en el tronco al grado que empezamos a mostrar al Señor en nuestra forma de vivir, de comportarnos, de hablar, de mirar las cosas, de sentir el entorno y a los demás… Hay un nueva vida emergiendo en nuestra vieja naturaleza, una vida plena. “…yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”, leemos en Juan 10:10

Cuando esto ha sucedido, la savia de Dios corre en nuestros cuerpos mortales dándonos vida. Por ello el Señor dice en Juan 15:5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.

¿Habían considerado que este fenómeno sucede en nuestra vidas? Por eso nos dice Juan al inicio del segundo versículo:

2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.

¿Se dan cuenta? Ahora SOMOS HIJOS DE DIOS, aunque aún no estemos a la altura de nuestro Señor; sin embargo, cuando el Él se manifieste seremos semejantes a él y además le veremos tal como es.

1) El primer ser humano, Adán, fue creado a imagen de Dios, es decir, se parecía a él. Sin embargo, el pecado destruyó esa imagen. Pero al ser hechos de nuevo hijos de Dios tenemos el privilegio de recuperar la imagen perdida y podemos llegar a ser como él, aunque sólo alcanzaremos la imagen total cuando Él se manifieste.

2) Entonces le veremos y seremos con él. Cuántos pasajes hay en el Antiguo Testamento donde vemos la imposibilidad del ser humano para ver a Dios. Por ejemplo, Manoa, el padre de Sansón, dijo después que el ángel del Señor se fue: “Y Manoa dijo a su mujer: Ciertamente moriremos, porque hemos visto a Dios”. (Jueces 13:22). Los israelitas temían acercarse al monte Sinaí cuando esperaban a Moisés que subía a encontrarse con Dios. Incluso, en el Nuevo Testamento, vemos al apóstol Juan después de ver a Cristo: “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas…”. Pero el Señor nos dice en Mateo 5:8: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. Esta bienaventuranza se cumplirá justo en ese día, cuando Él se manifieste”, y que por su gracia y su perdón tendremos, como hijos suyos, un corazón limpio para verle tal como él es, pues como dice el versículo 3:

3 Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.

El Hijo de Dios, en tanto estamos en espera de su regreso, hay ese propósito de purificarnos a nosotros mismo a través d ela obediencia. Esta purificación es la respuesta a su mandamiento de ser santos como él es santo. Pero…

4 Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.

5 Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él.

6 Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.

7 Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo.

8 El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.

Repito, aquel que realmente ha nacido de Dios, que espera en Él, tiene una actitud de vivir al margen del pecado y de dedicarse a Dios atendiendo a ese mandamiento del Señor: “Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16). La actitud contraria es signo de aun no haber sido hecho hijo de Dios. Y por ello:

  • Infringe la ley, ya sea implícita, pues hay personas “…que no tienen ley, pero hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos…” (Romanos 2:14), o explícita la cual la podemos encontrar a lo largo y ancho de la Palabra de Dios, de la Biblia.  
  • Además, peca porque no le ha visto ni le ha conocido. Recordemos que está carta tiene como trasfondo aquellos a los gnósticos que decían que eran personas especiales y Dios les había dado una revelación especial que nadie más podía tener. 
  • Por eso Juan nos dice que a pesar de lo que afirmaban, en tanto practicaban el pecado, es que no eran de Dios sino del diablo, porque el diablo peca desde el principio.
En cambio, quienes han realmente nacido de nuevo, nos dice este pasaje, tienen: 

  • Esperanza en él
  • La certeza que les ha quitado los pecados, que están limpios. “…sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. (Romanos 6:6).
  • Por ello, permanecen en el Señor a través de la obediencia y la continua recepción de su palabra.
  • Y además, se distinguen porque hacen lo justo, “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. (Efesios 2:10)

9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.

En la Biblia, la palabra “Simiente”: 

  • Se usa para indicar a la familia y sus descendientes y es la simiente humana es la que produce la vida física.
  • Espiritualmente, la simiente es la palabra de Dios la que produce el nuevo nacimiento. En Santiago 1:18 leemos: “El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas”. Pedro le dijo al Señor: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. “ (Juan 6:68). Subrayemos palabra de vida, palabra que DA vida.
  • Entonces, si hemos recibido la palabra, creemos en ella, la obedecemos y por ella, por su palabra, somos nacidos de Dios y ya no practicamos el pecado. 

Ahora bien, aquí hay una declaración que parece que se contradice. Al inicio de esta carta, en el capítulo 1, versículo 8 leemos: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”. Cómo pues dice en este versículo que en quien la simiente de Dios (su palabra) permanece “NO PUEDE PECAR”. La explicación que nos dan los exégetas es que este verbo “pecar” está en presente lo cual indica una acción habitual. Es decir, que quien ha nacido de nuevo no puede vivir en la práctica habitual del pecado, y que a pesar de ello en ciertos momento puede caer, pero abogado tiene en Cristo para ser restaurado, perdonado, y volver de nuevo al camino.  

10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.

11 Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros.

La diferencia entre los hijos de Dios y los del diablo es la JUSTICIA (lo justo, lo propio, lo que es la voluntad del padre) y cuya expresión sublime es el amor. Por el contrario, el que NO es nacido de Dios no hace justicia, lo justo y por ello NO AMA A SU HERMANO. Recordemos que la distinción máxima de un hijo de Dios es que de forma natural expresa el amor que puede traducirse en actos de misericordia, como el caso del buen Samaritano, o de perdón, como cuando Esteban era apedreado y le pedía a Dios: “ Perdónalos porque no saben lo que hacen”, petición que coincide con esas últimas palabras del Señor en la cruz del calvario. 

Pablo escribe en Corintios 13:1-3 “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”. El amor es el distintivo mayor de un hijo de Dios, aun más que hablar en lenguas, o profetizar, o una fe que mueva montañas e incluso una caridad espectacular como entregar los bienes o el mismo cuerpo. Todo ello pero sin amor, no sirve de nada.

El amor, repito, es el gran distintivo de aquel que ha nacido de nuevo. El Señor le dijo a sus discípulos: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (Juan 13:35).

12 No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.

Muchos al leer que Dios rechazó la ofrenda de Caín, mas no así la Abel, sienten que fue un acto injusto de Dios. Sin embargo, este pasaje no revela cuál era la actitud de Caín. No, no fue lo entregó en sacrificio lo que generó el rechazo de Dios, sino una actitud negativa, maligna, que lo llevó a asesinar a su hermano. 

13 Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece.

14 Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.

15 Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.

16 En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.

17 Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?

18 Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.

Una persona que prodiga amor en vez de odio, aunque lo traten mal no le importa, puede ser considerado un tonto, un débil, un perdedor, ante los ojos de la gente que desconoce a Dios. Y, como cristianos, puede parecernos extraño, absurdo este rechazo, este aborrecimiento. Juan nos dice que la razón es que al ser hijos del Diablo, su lógica y sus actitudes son contrarias a las de los hijos de Dios. Y la reacción común, natural, es rechazar los diferente, lo contrario, lo que denuncia su camino erróneo, vergonzoso…

Sin embargo, a pesar de ese aborrecimiento, consideremos que amar es lo que nos distingue como nacidos de Dios, por ello amamos a nuestros hermanos y estamos  prestos para brindar ayuda, para dar aliento, para perdonar… 

Y esta actitud amorosa es un poderoso indicador de que hemos pasado DE MUERTE A VIDA. Lo contrario es PERMANECER EN MUERTE. Pero además, quien odia a su hermano es un HOMICIDAD, como Caín, aunque no llegue a la agresión física o verbal contra su hermano. Potencialmente es un HOMICIDA y no desperdiciará la oportunidad de agredir de alguna manera. Y si es encono es mayúsculo, incluso puede asesinar.

En el verso 16 nos dice que tal como Cristo “puso su vida por nosotros” en una expresión mayúscula de amor, así nosotros debemos ofrendar nuestras vidas por nuestros hermanos. Una manera de hacerlo es tener la sensibilidad de ver las necesidades de nuestro hermanos y suplirlas. Por eso el llamado categórico de Juan es que: “no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”. En la vida cristiana la teoría debe dar paso a la práctica, justo como el buen Samaritano, cueste lo que cueste. 

19 Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él;

20 pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas.

21 Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios;

22 y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.

Y en esta expresión de amor “conoceremos que somos de la VERDAD y nuestro corazón ratificará que esto es verdad… Ah, pero qué tal si nuestro corazón nos acusa, nos condena, como dice la Biblia textual, o que nos remuerda la conciencia, como dicen las versiones populares… Entonces debemos detenernos un momento, revisar nuestra vida y comprobar si estamos en lo correcto. Si comprobamos que no hay nada en contra de la voluntad de Dios, debemos tener la confianza de que Dios conoce lo que hay en el fondo de nuestro corazón y sabe si nuestras intenciones fueron las correctas. Puede ser que no logramos concretar una acción, que cuando quisimos actuar ya sea había pasado el momento, que no tuvimos lo necesario para brindar ayuda o… Hay muchas circunstancias en las que nos quedamos impotentes, paralizados por causas ajenas… Entonces, repito, confiemos en la omnisciencia de nuestro Padre Celestial. Y seguramente, cuando recibamos su consuelo, nuestro corazón quedará en paz teniendo la certeza de que podemos acercarnos a Él y pedirle paz, porque “si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él”

23 Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado.

Juan convoca en este versículo a obedecer dos mandamientos:

  • Creer en el nombre de su hijo Jesucristo.
  • Y amarnos unos a otros.

El primer mandamiento buscaba contrarrestar las enseñanzas de los falsos maestros (como actualmente enseñan muchas sectas, entre ellas, los Testigos de Jehová) a no creer en el NOMBRE de Jesucristo, es decir, en todo lo que este nombre representa. 

24 Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.

En la iglesia original la llegada del Espíritu Santo a la vida de los primeros conversos era un fenómeno visible, a diferencia del tiempo actual, y tenía efectos en la vida congregacional: hablaban en lenguas, interpretaban esas lenguas sin ser expertos en idiomas o traductores, e incluso, interpretaban  lenguas angélicas, como leemos en 1 de Corintios 12, pues había abundancia de dones como profetas, o quienes tenían el don del discernimiento, además que, como leemos a la llegada del evangelio a los samaritanos que al momento de recibir el Espíritu Santo, hablaban en lenguas, lo mismo sucedió con los gentiles en la casa de Cornelio. 

En suma, la iglesia primitiva estaba llena de vida desbordante, pero tenía problemas, pero esa exuberante vitalidad pero, creo, era mucho mejor que la apática placidez de la vida de la iglesia actual, como nos dice un comentarista.

A pesar de que la iglesia actual no tiene esa vida desbordante, puede manifestar su pertenencia a Dios a través de ese gran distintivo que hemos mencionado: el amor. Sin ese amor expresado de muchas formas no hay manera de dejar constancia de que somos Hijos de Dios. Y sólo podemos hacerlo de manera potente y natural si crecemos en el Señor y somos llenos de su Espíritu cada día, cultivando con esmero la santidad.

Este es pues nuestro reto, hermanos. Qué Dios les bendiga. Que tenga una semana llena de benciones.


miércoles, 13 de octubre de 2021

ESTUDIO SOBRE LA SEGUNDA CARTA DE PEDRO CAPÍTULO 2: Falsos profetas y falsos maestros

Jeremías Ramírez

El segundo capítulo de la de Segunda Carta del apóstol Pedro es muy importante para los cristianos porque Pedro habla fuerte y claro en contra de los falsos maestros y subraya la peligrosidad de sus enseñanzas. 

Al igual que el apóstol Santiago y el apóstol Pablo, Pedro se enfrentar esta plaga que se presento muy temprano en la iglesia y que nos acompañará hasta el final de los tiempos.

En ese entonces, los falsos maestros formaban parte de dos grupos: los judaizantes, por un lado; y el gnosticismo, por otro, que se estaba apenas configurando en ese tiempo. Hoy hay muchas “herejías”: como muchas de las sectas hasta los pseudocristianos como los del evangelio de la prosperidad. Y algunos de ellos parecen muy bíblicos, pero si prestamos atención, de pronto descubrimos las hebras de la mentira entreveradas con las hebras de la verdad. Esa es una estrategia que Satanás ha utilizado desde Adán y Eva hasta nuestros días.

Por eso es importante estudiar con detenimiento este capítulo en el que Pedro advierte de las consecuencias que traen consigo estos falsos maestros, equiparados con los falso profetas del Antiguo Testamento. Y quienes recibirán los mismos castigos que los falsos profetas por osar desviar al pueblo de Dios. 

Y esto nos sirve también para evitar ser arrastrados por enseñanzas dolosas, falsas, malintencionadas aunque estén recubiertas de una delgada capa de verdad, que puede engañarnos. Y advertirnos los riesgos que corremos si nos dejamos seducir.

Para evitar la contaminación de los falsos maestros requerimos, por un lado, aprender a identificarlos; y por otro, conocer a fondo la palabra de verdad para darnos cuenta cuando una falsa enseñanzas está tratando de implantarse. Recordemos que Eva fue tentada por satanás citando las palabras de Dios: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?”. Y con a Señor le dijo: “Si eres hijo de Dios…”, pero el Jesús contestaba siempre: “Escrito está…”. De aquí la importancia de conocer las escrituras para que con ellas sepamos como responder a las falsas enseñanzas.

1  Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.

2 Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, 

3 y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.

Notemos que inicia con una claúsula adversativa, pero, que así como hubo buenos profetas (que vimos en el capítulo 1) también hubo profetas falsos cuyos objetivos fueron perversos. Ahora, en la iglesia, al igual que aquellos, se están levantandos falsos maestros tan peligrosos como los falsos profetas. Recordemos que los gobernantes y el pueblo, en tiempos de Jeremías, no escucharon las advertencias de Dios por boca de Jeremías y, como consecuencia, fueron esclavizados por los babilonios. 

Analicemos como fueron los falsos profetas porque tienen las mismas carácterísticas de los falsos maestros que ya estaban buscando pervertir a la iglesia. 

1) Los falsos profetas están más interesados en buscar su fama esparciendo mensajes agradables. Pueden decir “Paz, paz, pero no hay paz” (Jeremías 6:14).

2) Iban tras la ganancias personales. En Miqueas 3:11 nos dice: “…sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero; y se apoyan en Jehová, diciendo: ¿No está Jehová entre nosotros? No vendrá mal sobre nosotros”. Y aquí Pedro les dice que por “…por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas”. 

3) Y su vida personal era un desastre moral. En Isaías 28:7 vemos que: “…el sacerdote y el profeta erraron con sidra, fueron trastornados por el vino; se aturdieron con la sidra, erraron en la visión, tropezaron en el juicio”. Y su mal ejemplo es imitado por quienes han sido engañados por ellos. Y Pedro aquí afirma que “muchos seguirán sus disoluciones”. Si pudiéramos revisar la vida moral de los falsos maestros, muchos de ellos salen en televisión, escriben libros y son famosos, veríamos que son un desastre moral.

4) Y con sus falsas enseñanzas descarrían a quienes los escuchan. En Jeremías 23 leemos: “…he aquí, dice Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas…”. Es decir, introducen herejías destructivas, como negar al Señor. En Juan 2:23 nos dice: “Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre”. Para poder detectar una falsa predicación o falsa enseñanza es muy importante que conozcamos a fondo la Biblia. Cuando Satanás trató de tentar al Señor, su respuesta fue: “Escrito está…”. Pero cómo podremos defendernos si no sabemos lo que está escrito.

En resumen, vemos en la actualidad muchos falsos maestros que repiten este patrón: buscan su fama, van tras las ganancias personales, y su vida licenciosa arrastra a sus seguidores y sus falsas enseñanzas alejan a las personas del Señor. 

Todo falso maestro podemos identificarlo poque repite este patrón de conducta, y no importa que hable muy bonito y su mensaje parezca convincente, si hay estos elementos es un falso maestro y debemos alejarnos de inmediato. 

Y no sólo pervierte a los cristianos sino que su mala conducta, desde entonces hasta la fecha, ha manchado el evangelio y ha sembrado en la gente una mala imagen del Señor y de la iglesia, al grado que la gente profiera blasfemias contra los cristianos, como se ve actualmente en los ataques que recibimos como cristianos, por ejemplo, en las redes sociales.

Y es importante que entendamos que estas enseñanzas acarrean sobre quienes las propagan como sobre quienes las aceptan, destrucción, tal como sentencia el Señor en Deuteronomio 13:5, sobre los falsos mensajeros divinos: “Tal profeta o soñador de sueños ha de ser muerto, por cuanto aconsejó rebelión contra Jehová vuestro Dios que te sacó de tierra de Egipto y te rescató de casa de servidumbre, y trató de apartarte del camino por el cual Jehová tu Dios te mandó que anduvieses”.

Y para rematar este breve discurso introductorio sobre los falsos maestros les recuerda que Dios no puede ser burlado: pues no sólo el hombre segará lo que sembró, sino cualquier ser existente, aun los ángeles. Pedro nos muestra aquí tres casos que recibieron inevitablemente el castigo por su conducta pecaminosa.  

4 Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio;

Este es el primer caso: los ángeles pecadores. En Génesis 6:1-2: “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios (es decir los ángeles) que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas”. Es decir, abandonaron su morada para pecar con las hijas de los hombres. En Judas 6 leemos: “Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día…” Y es probable que sus actos pecaminosos fueran lo que encontramos detallados en el libro de Enoc, un libro apócrifo. Ahí nos dice, en el capítulo 7, que “…comenzaron a enseñarles (a las mujeres que tomaron) la brujería, la magia y el corte de raices…”. Y todo esto provocó, como dice este libro en el capítulo 8: “…que los hombres estaban siendo aniquilados. Y en el 9 que: “…había mucha sangre derramada sobre la tierra y estaba toda llena de injusticia y de la violencia que se cometía sobre ella”. 

Por esta razón, nos dice Pedro, que Dios “los arrojó al infierno, o tártaro, como dice en el original griego, a prisiones de oscuridad o pozo, como algunos exegétas afirman. 

5 y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos;

Este es el segundo caso: aquellos que recibieron la advertencia de Noé y no la aceptaron sino que siguieron incidiendo en su vida pacaminosa. En Génesis 6:11-13: “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra”.

Esta terrible condición pecaminosa y corrompida no perdonó Dios, tras advertirles reiteradamente pues Noe fue su “pregonero de la justicia”. Él fue quien les advirtió por mucho tiempo la sentencia de Dios. Y el arca misma era en sí un anuncio del castigo que iba a caer sobre ellos. Y todos los años que Noe se tardó para la contrucción del arca, fueron años también de advertencia. 

Al final, sólo se salvaron “el octavo Noe”, como dice el original, junto con siete personas que conformaban su familia. 

6 y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente,

7 y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados

8 (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos),

Y el tercer caso son los habitantes de las ciudades de Sodoma y Gomorra. Nos dice el Genesis 18:20 y 21 que Dios le declaró a Abraham lo que iba a hacer con respecto a estas dos ciudades cuya corrupción había llegado al extremo: “Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí…”

Abraham, a pesar de todo, intercede por estas ciudades: Y le dijo Abraham a Dios: “¿Destruirás también al justo con el impío? No, eso no iba a hacer Dios, pero cuántos justos había allí.  Abraham empezó con una cifra de cincuenta justos y fue bajando la cifra hasta 10, pero no, no hubo en esas ciudades ni 10 justos. Al final, sólo se salvó Lot y sus dos hijas. Su esposa miró atrás a pesar de que se le advirtió que no lo hiciera; y sus yernos les “pareció como que Lot se burlaba de ellos cuando les dijo: “Levantaos, salid de este lugar; porque Jehová va a destruir esta ciudad”, y no le creyeron.

Es terrible pensar que Lot habia elegido vivir en esa zona porque “…vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto en la dirección de Zoar, antes que destruyese Jehová a Sodoma y a Gomorra”. Nos dice proverbios “Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte”. Sí, Lot eligió mal porque vio los campos pero no a sus pobladores y terminó en medio de una sociedad corrupta y pecaminosa. 

Al final, nos dice Pedro, Lot estaba “abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos)… Por esta actitud de rechazo a lo que veía a su derredor Dios lo rescata de la destrucción, pues…

9 sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio;

10 y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío.

Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de las potestades superiores, 

11 mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante del Señor.

Sí, el Señor sabe librar de tentación a los que le aman y le obedecen. Esta es nuestra confianza y un indicador de que somos  de él cuando vemos como nos libra de caer en las garras del pecado. “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”, nos dice en Salmos 27:1. Y en Proverbios 1:33: ”Mas el que me oyere, habitará confiadamente. Y vivirá tranquilo, sin temor del mal”.

Los malvados, que aquí Pedro retrata con nitidez, vemos que son:

1) Personas dominadas por sus deseos, siguiendo la carne, andando en concupiscencias e inmundicia. 

2) Son insolentes, pues desprecian el señorío del Señor. 

3) Son atrevidos y contumaces, pues, como dice un comentarista: “no tienen consideración ni para la apelación humana ni para la dirección divina, y por ello no temen hablar mal de las potestades superiores. Para ellos no existe el mundo espiritual, han olvidado que hay cielo, “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”, afirma Pablo en Romanos 1:21.

12 Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición,

13 recibiendo el galardón de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aun mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores.

14 Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición.

Judas habla de estos malvados y los describe de la misma manera: “Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales”. (Judas 1:10).

Si pudiéramos investigar a los falsos maestros actuales encontraríamos que se ajustan a estas descripciones. 

Hablan mal de lo que no entienden

Son proclives a los deleites que buscan con afán

Se enorgullecen de sus errores

Son adulteros hasta en su manera de mirar

No se sacian de pecar

Seducen a las almas inconstantes

Son codiciosos

Por todo esto, están bajo maldición, nacidos para ser destruidos.

15 Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad,

16 y fue reprendido por su iniquidad; pues una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta.

Pedro nos dice que se extraviaron porque siguieron el mismo ejemplo, la misma conducta que Balam; de hecho, Balam se convirtió en el prototipo de falso profeta. Se cree que su nombre significa “glotón”, “devorador”, entre otros significados. Y es el único quien es reprendido por su propia asna. 

La historia de Balam la encontramos en Números 22-24 en donde se nos narra que es convocado por Balac para que maldiga al pueblo de Israel y así evitar la amenaza que representaba para los pobladores de esos lugares. Y luego aparece en el 31:16 pervirtiendo a Israel y en el 31:8 donde nos informa de su muerte cuando los israleitas pelearon contra Madián. 

Como todo profeta falso, Balam era proclive a dos caracteristicas perniciosas que los distingue:

1) Era codicioso. Balac acude a solicitar sus servicios enviando a “los ancianos de Madián con las dádivas de adivinación en su mano…” Así que profetizaba a cambio de dinero, tal y como vemos a los nuevos predicadores que se enriquecen de los feligreses.

2) Era un pervertidor, pues enseñó a pecar a Israel. En Números 31:16 leemos que “…He aquí, por consejo de Balaam ellas (las mujeres madianitas) fueron causa de que los hijos de Israel prevaricasen contra Jehová en lo tocante a Baal-peor, por lo que hubo mortandad en la congregación de Jehová”. Así que, igual los falsos maestros, arrastran a sus oyentes a pecar. Y en Apocalipsis 2:14, en el mensaje que el ángel le manda a la iglesia de Përgamo: “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación”.

17 Estos son fuentes sin agua, y nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa oscuridad está reservada para siempre.

18 Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error.

19 Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció.

Las características de los falsos profetas es que ofrecen lo que no tienen, por eso Pedro les llama “fuentes sin agua”, en contraste con el Señor que ofrece agua espiritual que quien la bebe “no tendrá sed jamás”.

También les dice: “nubes empujadas por la tormenta”. El sustantivo que usa Pedro, nos dice don Samuel Pérez Millós, denota bruma, es decir, nubes de poco peso, dispersas, que no tienen agua. 

Cabe señalar que todo lo que no proviene de Dios son promesas huecas, que pueden ser muy atractivas, pero no tienen nada. Y muchos caen en el engaño buscando donde no hay nada, como los judíos en tiempos de Jeremías que “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”. (Jeremías 2:13)

Fuentes sin agua son sus palabras vanas, es decir, sin valor, y cuyo objetivo es pervertir sobre todo a los que están apenas empezando a conocer las verdades de Dios, y que no han podido o no han querido crecer y fortalecerse espiritualmente. Creyendo que hay libertad en lo que ofrecen estos falsos maestros (que hay muchos) caen en la esclavitud del pecado, esclavitud a la que ya están sujetos sus falsos maestros.

Por eso, hermanos, es muy importante, crecer espiritualmente alimentándonos todos los días de la palabra del Señor. Sigamos el consejo de un hermano chino quien decía: “Primero desayuno espiritual; luego, desayuno material”. Si usted no se fortalece con la palabra de verdad está indefenso contra las falsas enseñanzas. Lea su Biblia todos los días, aprenda de memoria todos loas pasajes que pueda y si hay alguna parte que no entiende, vaya con los hermanos de mayor experiencia y pregunte. Nunca se quede con la duda. Tome en consideración esta advertencia del apóstol Pedro:

20 Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero.

21 Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado.

22 Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.

Este es el riego. Si a estos hermanos inmaduros o principiantes el conocimiento del Señor Jesucristo le había abierto la puerta para escapar del pecado del mundo, son arrastrados de nuevo al pecado, y si ya era terrible su situación anterior, ahora es peor. He conocido personas que empiezan con mucho entusiasmo y de pronto desaparecen y cuando los volvemos a encontrar su situación es terrible. Así conocí un muchacho en la iglesia de Cuajimalpa, que venía de la drogadicción, y era muy entusiasta. Dejé de verlo por varios años. Cuando supe de él estaba en la cárcel y al parecer le habían dado una condena muy larga.

  • Dice Pedro: “mejor no hubieran conocido el camino de la justicia”. Y estas advertencias también nos alertan a quienes ya tenemos tiempo en el Señor a no dejar sólos a los que inician en el camino del Señor. Nos dice Pablo en Gálatas 6:1: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”. Y en Santiago 5: 19-20: “Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados”.
  • Si no es grato ver a un perro comer su propio vómito o un cerdito o cerdita, recién bañada, o cualquier animal que hemos limpiado, volverse a revolcar, incluso cuando el pelo ni siquiera se les ha secado, es peor ver a alguien se que se interesa en el evangelio dar vuelta atrás y volver a una vida reprochable.
  • Por todo lo que nos enseña Pedro en este capítulo sobre los falsos maestros, hermanos, es muy importante no sólo cuidarnos de las malas enseñanzas que como virus nos infectan y cuya vacuna es la Palabra, sólo la Palabra que está en la Biblia, la cual debe abundar en nosotros, sino también debemos aprender a detectar a estos falsos maestros y debemos ayudar y orar por nuestros hermanos más débiles que pueden ser engañados.

Que el Señor les bendiga y les guarde.  




ESTUDIO SOBRE APOCALIPSIS 20: Los mil años

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