lunes, 3 de febrero de 2020

PORQUE EL REINO DE LOS CIELOS NO CONSISTE EN PALABRAS SINO EN PODER


Jeremías Ramírez Vasillas

El problema del divisionismo en la iglesia de Corinto era grave, muy grave. El apóstol Pablo empieza a tratarlo desde el versículo 10 del primer capítulo y concluye hasta el final del capítulo 4.
No era el único problema grave que tenía esta iglesia, pero era uno de los principales. Hoy, cuando vemos divisiones dentro de una iglesia nos indica que ahí falta el amor, la hermandad, la humildad, y hay el riesgo de dejar de ser una iglesia de Dios, pues el Señor dijo que una de las características de una iglesia de Dios era el amarse unos a otros:  “En esto conocerán que son mis discípulos, en que os améís uno a otros”. Y durante tres capítulos busca el apóstol resarcir ese problema antes de que estalle en mil pedazos.
            Ahora, en este capítulo cuatro el apóstol Pablo concluye su argumentación repitiendo algunos conceptos importantes ya mencionados en capítulos anteriores.

El ministerio de los apóstoles
1  Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios.
2 Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.
3 Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo.
4 Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor.
5 Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.

Aquí el apóstol les pide a los corintios que si los van a calificar, a categorizar, que sea como lo que son: SERVIDORES DE CRISTO. Y todos debiésemos anhelar ser “servidores” de Cristo. Él dijo que “el Hijo del Hombre vino para servir”. Y si somos realmente seguidores de Cristo debemos seguir su ejemplo. Entonces nuestro anhelo debe ser convertirnos en “servidores”, en esclavos, de Cristo.
Nos dicen los estudiosos que Pablo usa aquí para “servidores” la palabra griega Hypeteres o hupëretës. El Hupeteres era, originalmente, “el remero del banco inferior del tirreme; es decir, uno de los esclavos o cautivos que manejaban los grandes remos que impulsaban aquellas naves  por el mar”, nos dice William Barclay. Pablo, de alguna forma, se consideraba el remero de la zona más ruda en el navío de Dios.
Y agrega: “y ADMINISTRADORES DE LOS MISTERIOS DE CRISTO”. La palabra que usa Pablo es “oikonomos”, que en esa época era el administrador o mayordomo de las casas de personas pudientes (oikos, casa; nemö, administrador, una palabra antigua); era un esclavo (doulos) bajo su señor (kurios, Lc. 12:42), pero una autoridad (16:1) sobre los otros esclavos en la casa (siervos, paidas; siervas, paidiskas, Lc. 12:45), supervisor (epitropos) sobre el resto (Mt. 20:8). De ahí que el subremero (hupëretës) de Cristo tenga una posición de suma dignidad como administrador (oikonomos) de los misterios de Dios.
                      Pero el apóstol es administrador de los MISTERIOS DE DIOS. Jesús había dicho expresamente que los misterios del reino estaban abiertos a los discípulos (Mt. 13:11: 11 El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado). Les fue confiado el conocimiento de algunos de los secretos de Dios, aunque los discípulos no eran alumnos tan aventajados como pretendían serlo (Mt. 13:51; 16:8–12). Como administradores, Pablo y otros ministros reciben el depósito de los misterios (véase 1 Co. 2:7 para este término: Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria) de Dios, y se espera de ellos que los enseñen. «La iglesia es la oikos (1 Ti. 3:15: para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.), Dios el oikodespotës (Mt. 13:52 “Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.”), los miembros los oikeioi (Gá. 6:10; Ef. 2:19) (Lightfoot). Pablo tenía un vívido sentido de la dignidad de esta mayordomía (oikonomia) que Dios le había encomendado (Col. 1:25: de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios). De modo tal que para Pablo el ministerio es algo más que una mera profesión o forma de vivir. Es un llamamiento de parte de Dios a ejercer una administración.
Por ello se requería que fuera fiel, es decir, digno de confianza, por la enorme responsabilidad que esto conlleva. Algo dicho a la ligera o tergiversado, tendría efectos devastadores, y más en el caso de Pablo que sus enseñanzas han trascendido los siglos enriqueciendo espiritualmente la vida de creyentes a lo largo de más de 20 siglos).
Pero aún los administradores modernos cargan con una enorme responsabilidad y por ello una cualidad básica es que deben ser confiables, altamente confiables, sometidos a Dios y llenos del Espíritu Santo. Por cierto, esta última característica era exigida hasta los que hacían tareas de servicio como los diáconos.

De los versículos 3 al 5 el apóstol habla de tres juicios: el de los otros, el propio (de nuestra conciencia) y el de Dios.
                      Cada uno de nosotros estamos sometidos a esos tres jucios. 1) El de los otros es importante (teniendo el favor con todo el pueblo), pero a veces son juicios injustos, poco fiables. Cuántas veces hemos visto linchamientos sociales de personas que creyeron que eran culpable y no lo fueron. O bien, recibimos comentarios elogiosos hipócritas. Si bien hay que considerarlos, no debemos esclavizarnos al juicio externo. 2) Nuestra conciencia también nos guia pero no siempre es fiable. Siempre hay esa posibilidad de justificar o cauterizar la conciencia para deje de molestarnos. Y 3) finalmente está el juicio de Dios, el más importante, el definitivo porque “sólo Dios conoce  todas las circunstancias. Él sabe las luchas  que una persona ha tenido que mantener, los secretos que no ha compartido con nadie; sólo Dios conoce todos los motivos . El hombre ve la acción, pero Dios ve la intención. Muchas acciones que parecen nobles puede que se hayan realizado por los motivos más egoístas e innobles y muchas acciones que parecen rastreras se han llevado a cabo por motivos más elevados”[1]

6 Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros.

Pablo se presenta a sí mismo como ejemplo para que los otros aprendan como ceñirse a la palabra. El Señor le dijo a su discípulos: “si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). Y Pablo y Apolos se presentan como fieles seguidores de Cristo, y de esa manera deben conducirse los cristianos. Pablo dijo más adelante en esta carta: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”. (1 de Corintios 11:1). Si queremos enseñar a otros, debemos de presentarnos como modelos a imitar. De otra forma, mejor no enseñar.

7 Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?

Cuando no se ciñe uno estrictamente a lo que enseña la Biblia, la vanidad se presenta con su cara más sonriente. Este es un síntoma de enfermedad. En esos casos es importante darnos cuenta que todo lo hemos recibido de Él: la vida, el cuerpo, el cerebro, los órganos de los sentidos, el planeta, nuestra salvación… todo. De modo que no hay nada de lo cual nos debemos sentir superiores a otros, pues todo ha sido un don, un regalo. Y el único sentimiento que cae es el de el agradecimiento.

8 Ya estáis saciados, ya estáis ricos, sin nosotros reináis. !!Y ojalá reinaseis, para que nosotros reinásemos también juntamente con vosotros!
9 Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres.
10 Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros despreciados.
11 Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija.
12 Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos.
13 Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos.

Aquí el apóstol usa la ironía como un recurso par evidenciar la posición ridícula de los corintios, que sin embargo no está fuera de realidad. En la iglesia de Laodicea se presentó el mismo caso que los llevó a decir de sí mismos: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.”. (Apocalipsis 3:17-18).
                      Y si ellos solitos (sin nosotros reináis) han llegado a la cúspide, qué ha sucedido con los apóstoles. Pablo hace entonces una lista de contraste. Si ellos siendo los maestros, los padres espirituales vean en qué condiciones están en contraste con la postura vanidosa de los corintios, pues “...Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres”. Y el resultado es:

1)     Nosotros somos insensatos / vosotros prudentes
2)     Nosotros débiles, / vosotros fuertes;
3)     nosotros despreciados / vosotros honorables, mas

De modo que el estado de los apóstoles es terrible: “ padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija. Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos”.

El triunfo social y económico no son signos de un cristiano, sino que muchos grandes hombres de Dios han estado en la situación contraria: Richard Bumbrand encarcelado 14 años en cárceles comunistas en Rumanía, su patria, y Dietrich Bonhoeffer, teólogo alemán perseguido y enviado a un campo de concentración Nazi donde muere por ser fiel al Señor. Y estos son sólo dos casos modernos de miles y miles.

14 No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados.
15 Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio.
16 Por tanto, os ruego que me imitéis.

Si bien el sarcasmo que usó el apóstol es rudo, su objetivo es noble, pues como un padre amante corrige a su hijo, Pablo es guiado por amor a los Corintios. Y por ello subraya que como un buen hijo sigue los pasos de su padre, ellos imiten la obediencia de Pablo a Dios.

17 Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias.

Y por este amor y deseo de llevar a sus hijos espirituales al camino correcto Pablo les envía a Timoteo. Timoteo ha sido un fiel colaborador de Pablo y un alumno destacado, y por ello es un buen ejemplo a seguir, pues es “fiel en el Señor”, y tiene como función recordar, recordar esas lecciones (que además son las mismas enseñanzas que Pablo dicta en todas las iglesias que le ha tocado trabajar), esas enseñanzas que los corintios deben saber pero quizá han olvidado.

18 Mas algunos están envanecidos, como si yo nunca hubiese de ir a vosotros.
19 Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos.
20 Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder.
21 ¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?

Y algunos se han envanecido en la esperanza que Pablo no regresará, de modo que ahora ellos son los que ponen los límites y dictan lo que se debe hacer, pues Pablo nunca regresará, dicen.
                      Ahora Pablo le dice a la iglesia, y a estos vanidosos de forma directa: “Pronto iré a vosotros, y entonces probaré a esos vanidosos no para hacer esgrima verbal y retórico, sino para que sus argumento se validen con el “poder” que deben mostrar. La vida cristiana no es una ilusión ni una argumentación filosófica, en una creencia vaga, sino una realidad sentida y demostrable. Por esos Pablo dice que “el reino de Dios no consiste en palabras SINO EN PODER”.
                      ¿De qué poder habla Pablo?. No lo dice pero podemos deducir que es ese poder del Espíritu Santo para vivir de la manera correcta mostrando amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza...” (Gálatas 5:22-23). Amar a un amigo o un pariente es fácil, pero a un enemigo, y un enemigo que en ese momentos nos está haciendo daño, ya no es sencillo. Se necesita un enorme poder que sólo Dios otorga. Es más fácil sacar la espada y cortar la oreja de un hombre, pero más dificil no negar al Señor en momentos de peligro.
                      No es fácil vivir con gozo en medio de los problemas Muchas personas, para soportar estados anímicos funestos necesitan sustancias que le hagan sentirse eufóricos: alcohol, cigarros, marihuana, cocaína… En contraste, Pablo y Silas cantaba en una cárcel de Éfeso.
                      La paz es un estado anímico dificl de conseguir y más aún aquel que sobre pasa todo entendimiento. Quien tiene al Espíritu de Dios, puede sentir y vivir la paz incluso en una situación de guerra.
                      Hoy, mucha gente es presa del stress, de la desesperación, de frustración… Una persona que vive fusionada en Dios, ya no vive él sino Cristo en él, de modo que puede considerar a la muerte como ganancia…
                      Es más fácil mostrar odio o reaccionar violentamente que responder con amabilidad, con un gesto de bondad sincera...
                      Ante las dificultades es fácil perder la fe, que confiar en Dios en medio de la tribulación, pero esto es una realidad cuando vivimos en Cristo, cuando hemos sido llenados con su Espíritu Santo.
                      “La mansedumbre, confundida a veces con debilidad, supone una gran fuerza interior y una enorme convicción para enfrentar situaciones difíciles o adversas sin recurrir a la violencia o caer presa de sentimientos de cólera y rencor”[2]. 
                      Y es más fácil ceder ante la presión, transigir, rendirse, que soportar las circunstancias como si fuese uno hecho de acero. A esto se le lama templanza. Dice una página de internet: “La templanza es una virtud que permite al individuo controlar las pasiones, vicios e impulsos frente a las seducciones de los deseos, placeres o instintos. La templanza requiere buen juicio, prudencia, discernimiento, precaución y sabiduría”.

Para terminar cabría preguntar su nuestra doctrina se basa en palabras o en poder. Si esa doctrina no nos permite hacer nuestros los frutos del Espíritu, entonces sólo somos “címbalo que retiñe”.

PORQUE EL REINO DE DIOS NO CONSISTE EN PALABRAS SINO EN PODER.

El Señor les bendiga.



[1] William Barclay, Comentario al Nuevo Testamento: Volumen 9 Corintios, pp. 58-59.
[2] https://www.significados.com/mansedumbre/

ESTUDIO SOBRE APOCALIPSIS 20: Los mil años

Jeremías Ramírez El tema principal de este capítulo 20 es ese periodo de tiempo denominado “Milenio” y que ha sido causa de enorme discusión...