viernes, 11 de marzo de 2022

ESTUDIO SOBRE APOCALIPSIS 12


Jeremías Ramirez

Introducción

Después de que el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo y apareció en el cielo “una gran señal”: una mujer embarazada que es perseguida por un gran dragón escarlata, y quien, a pesar de ese ataque, logra dar a luz un hijo, lo cual desata la furia del dragón y entabla una batalla terrible contra el arcángel Gabriel, pero al ser vencido es arrojado a la tierra donde desata su furia contra mujer y contra los descendientes de ella.

Los personajes que aparecen en este capítulo son:

1) La mujer vestida de sol y rodeada por los astros celestes ¿Es la virgen María? ¿Es la Iglesia? ¿Es el pueblo de Israel?

2) El niño del cual la mujer está embarazada y quien finalmente nace, y es arrebatado por Dios ¿quién es?

3) El dragón escarlata, quien persigue a la mujer infructuosamente ¿De quién se trata?

4) Miguel y sus ángeles que luchan contra el dragón en el cielo. ¿En qué parte del cielo están? ¿Por qué dice la Apocalipsis que ya no se encontró lugar para el dragón en el cielo? ¿Vivía allí? ¿Por qué?

5) Los descendientes de la mujer ¿Quiénes son?

La mujer y el dragón

1 Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. 

2 Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento. 

Mucho se ha especulado sobre la identidad de esta mujer vestida de manera tan singular como majestuosa. La Iglesia Católica ha dicho que se trata de Maria, la madre terrenal de Jesús. Las representaciones de las diversas vírgenes la muestran justamente con un arco de estrellas sobre su cabeza y sus pies posando sobre la luna y vestida con un manto azul adornado con estrellas y toda ella rodeada con un resplandor dorado.

Muchos teólogos no comparten esta interpretación. Justo L. González, por ejemplo, afirma que esta mujer es un símbolo complejo y que incluye no sólo a María sino también a la Iglesia y al pueblo de Israel, el cual es identificado en diversos pasajes de la Biblia como mujer e incluso como esposa de Dios. 

Sin embargo, comentaristas como el ucraniano Iván Barchuk o el analista bíblico español Samuel Pérez Millós afirman que esta mujer es el pueblo de Israel, el cual Dios trata como mujer y la califica en algunos pasajes como esposa del Señor. En Isaías 54:5 dice: “Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado”. O en Jeremías 3:1 y 2 la reprende por su infidelidad conyugal: “…Si alguno dejare a su mujer, y yéndose esta de él se juntare a otro hombre, ¿volverá a ella más? ¿No será tal tierra del todo amancillada? Tú, pues, (le dice a Israel) has fornicado con muchos amigos; mas ¡vuélvete a mí! dice Jehová. Alza tus ojos a las alturas, y ve en qué lugar no te hayas prostituido. Junto a los caminos te sentabas para ellos como árabe en el desierto, y con tus fornicaciones y con tu maldad has contaminado la tierra”. 

Además, las doce estrellas pueden ser el símbolo de las doce tribus de Israel. En Génesis 37:9  José, en su sueño, ve a sus padres como el Sol y la Luna y a sus hermanos como estrellas del cielo: “He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí”.

Debemos, también considerar el hecho de estar vestida de sol y coronada con estrellas y parada sobre la luna, le confiere un aspecto celestial que tanto Israel como la Iglesia comparten, pues ambos son creaciones de Dios, pero sólo Israel es de quien nace nuestro Señor Jesucristo, no de la iglesia.

3 También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; 

4 y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra…

¿Quién es este dragón escarlata? Nos dice William Barclay que “…en el templo de Marduk en Babilonia había una gran imagen de una serpiente escarlata reluciente que representaba al dragón derrotado del caos”. El sólo hecho de que está imagen esté en el templo de un dios pagano ya indica de alguna forma su identidad. En Daniel 8:10 nos habla de un cuerno pequeño que “… se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó”. El hecho de que tenga siete cabezas y diez cuernos nos habla de su enorme poder que es confirmado al arrastrar con su cola la tercera parte de las estrellas del cielo. De modo que este dragón es Satanás, la serpiente antigua, la que se para frente a la mujer amenazante.

4 (bis) Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese. 

5 Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. 

¿Quién es este niño? No hay duda de que habla de nuestro Señor Jesucristo, El Mesías, Emanuel, pues como dice la profecía del Salmo 2:9 acerca del hijo de Dios: “Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás”, y aunque el dragón se haya parado frente a la mujer para impedir que naciese su hijo, falló en su acometida pues en el v.5. nos dice que “dio a luz un hijo varón”, pero no sólo eso, sino que fue arrebatado para Dios y para su trono cuando resucitó de la muerte y se sentó en los lugares celestiales, como nos dice Efesios 2:6, donde nos hizo sentarnos con él.

Cabe considerar cuántas y cuántas veces quiso Satanás impedir que llegara al  día en que a través de su muerte sacrificial en la cruz del calvario derrotaría para siempre al adversario y nos redimiría con su sangre. Esta es la razón por la que Satanás estuvo buscando siempre la desaparición del pueblo de Israel e impedir así el nacimiento del Mesías. Y hay momentos que parece que lo logra pues con gran facilidad el pueblo de Israel era seducido por la idolatría, pero siempre el Señor cuidó de un remanente fiel que logró sobrevivir a todas las vicisitudes y a dos feroces cautiverios y amenazas de exterminio como la que la reina Esther y su tío Mardoqueo lograron detener gracias a la misericordia de Dios. Incluso me atrevo a pensar que el hecho de que María y José no encontraran un lugar apropiado para que naciera el Señor Jesús fue obra de Satanás, pero no sólo sobrevivió a las inhóspitas condiciones del establo sino que recibió esa noche la visita de unos deslumbrados y admirados pastores.

Y cuando nació Jesús Satanás estuvo allí para devorarlo; primero, a través de su siervo Herodes quien ordenó matar a todos los niños menores de dos años que habitaban en Belén. Sin embargo, José, advertido en sueños, huyó con María y el niño a Egipto antes de que llegaran los soldados de Herodes.  

Luego, al inicio de su ministerio, trató de nulificarlo en el desierto, y varias veces utilizó a la turba para matarlo para que no llegara a la Cruz del Calvario. 

6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días.

Tras el alumbramiento de su hijo, la mujer huye al desierto a un lugar de refugio que Dios ha preparado para ella y resguardarla ahí 1260 días, es decir, 42 meses, o 3 años y medio, justo el tiempo que falta para cumplirse el periodo de la gran tribulación.

7 Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; 

8 pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. 

9 Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. 

Quizá sorprenda a muchos ver en este pasaje que Satanás no se encuentra en el inframundo, en fondo de la tierra, sino en el cielo, ya que dice que “ ni se halló ya lugar para ellos en el cielo”.

Y quizá esta frase sucite la pregunta de a qué cielo se refiere este pasaje de Apocalipsis. Muchos comentaristas afirman que existen tres esferas celestiales: el primer cielo es el cielo atmosférico. El segundo es el cielo cósmico donde están los astros y el tercer cielo o paraíso, es donde está Dios, lugar a donde fue llevado el apóstol Pablo, como nos dice en 2 Corintios 12:2 “Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo”.

Escudriñando la escritura encontramos que Satanás es llamado el PRINCIPE DE LA POTESTAD DEL AIRE”. El apóstol Pablo les dice a los efesios (Efesios 2:2 ) que ellos, como gentiles, andaban en otro tiempo siguiendo “…la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia…”. En el capítulo 1 del libro de Job Jehová le pregunta a Satanás: “¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella”. Es decir, desde su dominio del aire vigila la vida de los hombres sobre la tierra. En Efesios 6:12 el apóstol Pablo escribe: “…no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. 

Es decir, como Príncipe de la potestad del aire es que ahí, en el cielo atmosférico, donde tiene su residencia junto con sus huestes, pero no puede ir más allá sin el permiso de Dios. 

Cuando leemos en el v.7 sobre esta batalla podemos pensar que quizá Satanás iba persiguiendo al hijo hasta el mismo cielo, pero lo detiene el arcángel Miguel y entabla con el dragón escarlata una gran batalla. Sin embargo, a pesar del poder inmenso de este dragón, no logra su propósito. Es vencido por el arcángel Miguel y es desechado de ese sitio que durante siglos y siglos estuvo bajo su poder y cae a la tierra.

10 Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: 

Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. 

11 Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. 

12 Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.

Y tras la caída de Satanás se oye un grito triunfal o himno, dicen los comentaristas: “Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche”.

Aquí vemos que esta caída significa alegría para los moradores de los cielos, pero problemas para los moradores de la tierra y del mar porque ha caído enfurecido sabiendo que tiene poco tiempo.

13 Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón. 

Y su primer objetivo de ataque es la mujer, es decir, el pueblo de Israel. ¿Podrá resistir el ataque de un enemigo poderosos? Lo ha hecho porque Dios lo protege.

14 Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo. 

En este versículo vemos que se dan dos alas para que puede huir al desierto. Es justamente en este lugar inhóspito donde será sustentada por tres años y medio, es decir, por el resto del tiempo que durará la gran tribulación.

15 Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese arrastrada por el río. 

16 Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado de su boca.

Como la mujer se le ha escapado le arroja un torrente de agua como un río para arrastrarla, pero surge de pronto un nuevo aliado: la tierra que se abre y se traga el torrente. 

Comentaristas, como Ivan Barchuck, dicen que la presencia del agua generalmente significa una multitud. En este sentido podríamos decir que le lanza un enorme ejército, pero como le sucedió al faraón que iba tras el pueblo de Israel tras su salida de Egipto, las aguas del mar rojo se cierran sobre él y su ejército. En Apocalipsis, es la misma tierra quien se traga ese “torrente”, tal y como le sucedió a Coré. Números 16:31-33: “Y aconteció que cuando cesó él (Moisés) de hablar todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos. Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes. Y ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al Seol, y los cubrió la tierra, y perecieron de en medio de la congregación”.

17 Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.

Como no pudo lograr su cometido con la mujer, es decir, con Israel (con sus elegidos), el “dragón se fue a hacer guerra contra el resto de su descendencia, es decir, como afirma Samuel Pérez Millós, contra aquellos que han creído en el evangelio que estos elegidos difundieron por el mundo y que viven y testifican en diversos lugares del planeta. 


ESTUDIO SOBRE APOCALIPSIS 20: Los mil años

Jeremías Ramírez El tema principal de este capítulo 20 es ese periodo de tiempo denominado “Milenio” y que ha sido causa de enorme discusión...