lunes, 14 de octubre de 2019

ESTUDIO SOBRE ROMANOS 5


Jeremías Ramírez Vasillas

Este es uno de los capítulos más importantes de la Carta a los Romanos para el ser humano y oro molido para los cristianos. Recordemos que Romanos en general y el primer versículo de este capítulo, entre otros, provocaron es despertar espiritual de Lutero pues a través de esta carta recibió una de las más grandes revelaciones que lo llevó a escribir sus 95 tesis, que publica pegándolas en la puerta de su iglesia, en Wittenberg, en octubre de 1517.
            De esta forma se derrumbaba el edificio católico que lucraba con la supuesta entrada al cielo pagando bulas e indulgencias, pues afirma que la redención y la entrada al cielo era sólo por fe, por medio de Jesucristo, y nada más. El ser humano no debe hacer algo más que aceptar y confiar en la obra que Jesús había hecho en la cruz del calvario.
            Ahora bien, es importante comprender que este capítulo 5 es la conclusión de los cuatro capítulos precedentes, y el inicio de una enseñanza medular en la vida cristiana, pues aquí el apóstol Pablo desarrolla una serie de efectos concretos y contundentes en la vida del cristiano cuando da el paso de fe y entra a la gracia de Dios.
            Desafortunadamente la palabrería de predicadores engañosos y un poderoso oleaje de incredulidad, ha alcanzado a la iglesia y ha enturbiado estas verdades haciendo que los hijos de Dios vivan a la deriva, en la incertidumbre, como si Cristo no hubiera hecho su obra salvífica en ellos.
            Así que sin más preámbulos entremos al análisis de este importantísimo pasaje.

RESULTADOS DE LA JUSTIFICACIÓN

1.  Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;
2 por quien también tenemos entrada (prosagogue) por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia (en quien está en Cristo);
4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;

Paz con Dios. El pecado nos hace enemigos del Dios Santo. Y la fe en la obra de Jesús nos hace amigos, amigos entrañables. En el Antiguo Testamento nos damos cuenta como los israelitas tenían miedo de tener un encuentro con Dios. Sus pecados los hacían vulnerables y sentían que en cualquier omento podían morir. A Moisés le dicen: “Y todo el pueblo percibía los truenos y relámpagos, el sonido de la trompeta y el monte que humeaba; y cuando el pueblo vio aquello, temblaron, y se mantuvieron a distancia. Entonces dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros y escucharemos; pero que no hable Dios con nosotros, no sea que muramos”. (Éxodo 20: 18 y 19).
    Al lugar santísimo no podían entrar, so pena de morir, ni aún los sacerdotes, salvo el Sumo Sacerdote una vez al año.
    Pero cuando Cristo murió, el velo de este lugar santísimo se rasgó en dos dando paso a la presencia de Dios a quien acepta la mediación de nuestro Señor, pues Él nos justifica, es decir, nos limpia y nos presenta como justos, sin pecado, para que seamos aceptados por Dios. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado…” (Efesios 1:3-6)

En el versículo 2 encontramos una palabra interesante: “Entrada”. En griego es la palabra Prosagogue que significa «introducción», «entrada», «acceso». Los griegos la usaban para indicar cuando se conseguía el privilegio de ser “introducido ante la realeza”. Es sólo a través de Jesús que somos prosagogados ante el trono de gracia, ante Dios, el autor de cielo y la tierra, de universo, ese Dios que los hebreos en el Sinaí tenían miedo de ver o de acercarse. Pedro, cuando descubre la divinidad del Señor, se postra y dice: “Aléjate de mí que soy hombre pecador”. Los padres de Sansón temen morir pues han estado en presencia del ángel de Dios. Pero en Cristo podemos llegar hasta quien hizo los cielos y la tierra (a esa gracia) sin miedo porque él nos presenta ante Dios sin mancha (Judas 24), y por ello nos hace capaces de soportar las facetas difíciles de la vida hasta con gozo.
Ahora veamos que sucede en esta vida cuando hemos sido justificados ante Dios y hemos entrado a su Gracia y de pronto atravesamos por problemas. Bueno, pues es un momento no para tener miedo, para “gloriarnos”, pues es allí, en ese escenario donde podemos desarrollarnos en el poder de Dios. La palabra tribulación es de traducción de este sustantivo griego thlipsis (que significa literalmente opresión). Él dice que en esos momentos de opresión, podemos gloriarnos, sentirnos felices, porque esos problemas nos van a permitir desarrollar la paciencia hupomonë (capacidad para resistir el día malo, es decir, desarrollar el músculo. Un comentarista usa la palabra “entereza”, porque dice que esta palabra indica más que la capacidad de aguantar (término pasivo), sino la capacidad de “persistencia” para sobreponernos (activo), a los problemas. Es una actitud que desarrolla quien está en proceso de recuperación, y no como el enfermo que espera que amanezca a ver si alguien lo viene a ayudar.
Una cosa es aguantar las tribulaciones sin queja, pero otra es encontrar motivos para gloriarse (alegrarnos) en medio de ellas, tal como Pablo exhorta aquí.
Santiago 1:2 exhortaba a los hermanos a desarrollar una nueva actitud como cristianos: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”.
Una manera de describir en acción la paciencia es lo que dice el Salmo 23: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré porqué tu estarás conmigo”.
Y este proceso nos permite obtener un carácter probado dokimë o temple, lo cual consolida nuestra esperanza elpis. El concepto de “esperanza” que se tiene popularmente es el de “una vaga posibilidad de algo suceda”. Sin embargo, en la Biblia significa una espera de algo que va a suceder, que ya viene, y no que quizá suceda, sino la absoluta certeza de que así será.
Un ejemplo burdo es ir a la estación de autobuses para abordar el autobús que pasará a una hora determinada. Con toda confianza esperamos sabiendo que ese camión llegará. Si no tuviéramos esa certeza, no esperaríamos. De inmediato buscaríamos otra manera de viajar. Eso es “esperanza”.
Y la certeza nos la da el “amor que ha sido derramado en nuestros corazones” y está echando raíces en nuestro corazón por el Espíritu Santo. Es una sensación que nos hace sentir confiados.

5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

Quizá se pregunten ¿por qué Pablo dice que la “esperanza no avergüenza”? Cuando confiamos en el ser humano, es frecuente que falten a su promesa, y una esperanza frustrada genera un sentimiento de haber sido burlados y no queremos que nadie se entere de nuestro fracaso por confiar en alguien no confiable. Pero Dios no falla, no fallará, nunca. Su palabra se cumple siempre, es decir, nunca nos dejará “colgados” “avergonzados”. Dios es fiel siempre.  Es cierto que a veces esos autobuses no llegan. Eso sucede en esta vida. Pero con Dios, si hemos entrado a esta gracia, eso no sucederá: él hará todo sin fallar. “En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán”. Mateo 24:34 y 35.
Es importante subrayar que esta declaración de Pablo no es un supuesto teórico sino una experiencia real que en mayor o menor medida experimenta todo cristiano. Y entre mayor es nuestra comunión con Dios, mucha más perceptible será. “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria…” 2ª. De Corintios 4:17.

6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

¿Débiles para qué? Para sobreponernos al pecado, podíamos decir, inútiles, impotentes, incapaces, derrotados por el pecado.

7 Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Y como éramos débiles tuvo que venir el Señor a morir por nosotros. Es decir, no le importó que el género humano fuera corrupto, malvado, asesino, ladrón, él vino a morir por nosotros. Desde que parece buena persona hasta el peor delincuente. Y ese ser acepta el regalo de Dios, entonces…

9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

…somos justificados.

10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

…somos reconciliados para ser salvos…

11 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.

Por eso no gloriamos, nos alegramos, brincamos de gusto, sin miedo, de llegar ante Dios, porque Cristo nos presenta limpios, justos, inocentes.

SEGUNDA PARTE

El versículo once de este capítulo 5 termina reiterando la reconciliación que hemos tenido por el amor que nos tuvo y tiene el Señor Jesucristo, cuyo sacrificio fue el acto poderoso para realizar esta obra.
            Quizá alguno se preguntaría, ¿pero qué necesidad de llegar a estos extremos? ¿Cómo fue necesaria esta locura? ¿Cómo se llegó a este estado? ¿Qué Dios no lo resolvió redimiendo a los judíos de la esclavitud egipcia y otorgándoles un corpus legal bajo cuya guía es posible alcanzar la gracia?
            La respuesta reiterativa del apóstol es NO. El problema del pecado es algo muchísimo más grave y compleja que no se resuelve con el mero cumplimiento, muchas veces mecánico, de las leyes. Hoy el mundo que no acepta el evangelio estudia y ensaya diversos métodos para volver a la gente buena. Los teóricos del comunismo, como Marx, Engels, Troski, Lenin, Mao, y muchos otros después de ellos afirmaban que era el medio social el que corrompía a la gente. Cambiando ese ambiente automáticamente la gente se volvería buena, solidaría, justa, trabajadora, amable. Más de un siglo después e ha visto su fracaso. Pero los científicos sociales, los educadores, lo sociólogos siguen buscando una cura al mal, al corazón en tinieblas, como diría el novelista inglés Joseph Conrad. Y se desarrollan programas de gobierno con grandes expectativas, pero sus logros nunca son totales. Pero la maldad sigue reinando. ¿Por qué?

Adán y Cristo

12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

Bueno, todo empezó con un hombre y una mujer que desobedecieron. Y por ellos entró la muerte. “Porque la paga del pecado es muerte”. Romanos 6:23. Y esa muerte está presente. Como diría un escritor: la única certeza que tenemos los seres humanos es que vamos a morir. Terrible y insoluble problema. Los escritores han jugado con la idea de la inmortalidad y la ciencia ha tratado de encontrarla desde los viejos alquimistas de la Edad media hasta la moderna ciencia médica. Y nada. “Ay, siguió muriendo”, escribió el poeta César Vallejo en su poema Masa.
    Pensemos que ese pecado de Adán y Eva fue como un contagio. Cuando un virus o una bacteria contagiosa, alcanza a una persona, ésta, a su pesar, la propagará a otro y éste, a su vez, a otros, a otro y a otro, hasta alcanzar a toda la comunidad. Así el pecado. La devastación que iba a provocar no la intuyeron Adán y Eva. Pero ellos fueron la puerta de entrada.
    Las mitologías han contado este hecho de otras formas. Por ejemplo, el mito de la Caja de Pandora: “Zeus, deseoso de vengarse de Prometeo por haber robado el fuego y dárselo a los humanos, presentó a su hermano, Epimeteo, a Pandora, con quien este se casó. Como regalo de bodas, Pandora recibió un misterioso pithos —una tinaja ovalada o una caja— con instrucciones de no abrirla bajo ningún concepto. Los dioses le habían dado a Pandora una gran curiosidad; y ella decidió abrir la tinaja para ver qué había dentro. Al abrirla, escaparon de su interior todos los males del mundo. Cuando atinó a cerrarla, solo quedaba en el fondo Elpis, el espíritu de la esperanza, el único bien que los dioses habían metido en ella”.

13 Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado.
           
Es decir, no había quebrantamiento de la ley porque esta no ha sido promulgada. Y por tanto a nadie se puede acusar de romperla. Eso quiere decir que “no se inculpa de pecado”. Pero sí había pecado. Por eso escribe Pablo en verso 14:

14 No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.

Si bien alguien podría alegar que si alguien nació antes de que fuera promulgada la ley, como es que era pecador. Pecador es el que viola una ley, pero si no hay ley… Bueno, en ese caso, no se le puede acusar de transgredir la ley. Pero esto no indica que tampoco había pecado en la humanidad. Y una prueba de que le pecado reinaba es la gente que vivió después de Adán y antes de Moisés seguía muríendo. Ellos no habían realizado el pecado de Eva ni Adán. No, pero ya estaban contaminados y por ello “reinó la muerte”.
    Ahora bien, ¿por qué dice Pablo que Adán es figura del que había de venir? Porque Cristo es una figura similar a Adán, pero inversa. Veamos como lo explica el apóstol.

15 Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo.

Es decir, Cristo no fue como Afán en sentido estricto. Él es el don y es diferente o inverso, he dicho, porque por él, muchos llegaron y seguirán llegando a la Gracia.
Como Dios de amor se deleita mucho más en mostrar misericordia y perdón que en aplicar un justo castigo (Lightfoot). El don sobrepasa al pecado. No es necesario para el argumento de Pablo hacer que los «muchos» de cada caso se correspondan. En el primer caso están los que se relacionan con Adán, en el segundo los que se relacionan con Cristo.

16 Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación.

El apóstol vuelve a explicar, pero de otra manera, como funcionó ese Don, que a causa de muchas transgresiones (una sobre abundancia de maldad y de muerte), el vino a justificar, es decir, a limpiar, a hacer justos a los pecadores, es decir, a nosotros, los que hemos aceptado su gracia. “…pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. Juan 1:7

17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.

Por la transgresión de uno reinó la muerte / Por la obediencia hasta muerte y muerte de cruz, reinarán en Vida. Oh, qué maravilla.

18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.

Por uno vino la condenación de todos / Por otro, la justificación de todos.

19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.

Por la desobediencia de uno somos pecadores / Por la obediencia de uno, seremos justos.

20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;

Cuando el pecado abundó, es decir, la maldad ahogó la vida humana, la puso en riesgo Pero entonces sobreabundó la gracia, y sigue aquí esa Gracia. La desgracia es que los hombres prefieren más las tinieblas que la luz, por ignorancia. “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas”. Juan 3: 19 y 20

21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine (hinahoutös kai hë charis basileusëi) por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.

El pecado reinó para muerte / la gracia reina por la justicia. A los israelitas, como vemos en los libros de Josué y los jueces y en los demás libros históricos, entre más les decían que debían obedecer a Dios, más desobedecía. La constante desde que salieron de Egipto fue “hicieron lo malo ante los ojos de Jehová”. Una y otra y otra, hasta que cayeron cautivos. Y de regreso del cautiverio babilónico, volvieron a adorar a su religión, a su raza, a sí mismos, y su corazón estaba lejos, muy lejos de Dios. Y estaba tan lejos que se atrevieron a matar a Jesús. Pero, no obstante, esto no detuvo el amor de Dios, es decir, la acción salvífica de Cristo muriendo en la cruz del calvario.
    Ebasileusen, estableció su trono y el aoristo de subjuntivo basileusëi (pueda establecer su trono). «Este pleno final retórico tiene casi el valor de una doxología» (Denney).

ESTUDIO SOBRE APOCALIPSIS 20: Los mil años

Jeremías Ramírez El tema principal de este capítulo 20 es ese periodo de tiempo denominado “Milenio” y que ha sido causa de enorme discusión...