sábado, 27 de junio de 2020

2 CORINTIOS 9 La manera cristiana de dar a los demás

Jeremías Ramírez V

En este capítulo termina el tema de la ofrenda para la iglesia de Jerusalén, que lo venía mencionando el apóstol desde la primera carta.
            Pero, además, Pablo aprovecha esta circunstancia para enseñar a la iglesia la manera cristiana de compartir nuestras riquezas con quienes lo necesiten, y queda esta enseñanza como guía para nuestra conducta.

1 Cuanto a la ministración para los santos, es por demás que yo os escriba;
2 pues conozco vuestra buena voluntad, de la cual yo me glorío entre los de Macedonia, que Acaya está preparada desde el año pasado; y vuestro celo ha estimulado a la mayoría.

Dice la Biblia textual “En cuanto al servicio de los santos…”.
En estos dos primeros versículos RECONOCE su generosidad. Y les informa que ha hablado al respecto con los hermanos de Macedonia. Pablo y quienes vivieron con los corintios tienen la experiencia de esa generosidad. Y que están preparados para dar una buena ofrenda. Y eso ha motivado a los macedonios, que en el capítulo anterior vemos que no eran ricos, pero aun así, el buen ejemplo de los corintios los motivó a ir más lejos.
No hay mejor forma de educar que el ejemplo. Vemos en el mundo que el mal ejemplo tuerce la vida de las personas y los noticieros hacen énfasis en ese mal ejemplo. Pero el buen ejemplo es mucho mejor, tal vez no para vender noticias, pero sí para motivar a los demás a hacer cosas buenas.
Y este buen ejemplo es muy importante en la iglesia. El Señor dijo en el sermón del monte: “Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16).
Y así debe brillar nuestra luz también dentro de la iglesia para motivar a los demás a ser mejores delante de Dios. Pablo decía: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.” (Corintios 11:1). Entonces a los corintios les dice: “Y vuestro celo ha estimulado a la mayoría”.  

3 Pero he enviado a los hermanos, para que nuestro gloriarnos de vosotros no sea vano en esta parte; para que como lo he dicho, estéis preparados;
4 no sea que si vinieren conmigo algunos macedonios, y os hallaren desprevenidos, nos avergoncemos nosotros, por no decir vosotros, de esta nuestra confianza.
5 Por tanto, tuve por necesario exhortar a los hermanos que fuesen primero a vosotros y preparasen primero vuestra generosidad antes prometida, para que esté lista como de generosidad, y no como de exigencia nuestra.

Entonces, es posible que, cuando Pablo vaya por al ofrenda, no la tengan lista y entonces queden mal ellos, y Pablo. Por eso, envió anticipadamente a varios hermanos para advertirles. Y de esa forma no pasar vergüenza nadie.
            Esto es muy importante porque el mal ejemplo tiene graves consecuencias. Hay mucha gente que rechaza la iglesia porque no ha estado a la altura de lo que se esperaba. Y la gente desilusionada es mucho más difícil de motivar para que siga a Cristo.             Un pastor rumano decía que gran parte de la culpa de que hubiese ateos era por la pésima conducta de los cristianos en iglesia.
            Pablo también quiere, y esa es la voluntad de Dios, que se vea su generosidad, su voluntad de dar, y que no es una obligación.
            La manera de dar del cristiano debe ser espontánea, gozosa, feliz de entregar las bendiciones que Dios nos ha dado. Esto es la muestra que hay amor. Recordemos que este es el distintivo del cristiano: el amor: “Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.”, leemos en Corintios 13:3

6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.
7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
8 Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;
9 como está escrito:
    Repartió, dio a los pobres;
    Su justicia permanece para siempre.
10 Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia,
11 para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.

Estos versículos parece que apoyan la teología de la prosperidad, pero no. Para no caer en esa distorsión hay que entender bien lo que dice a la palabra.
            La generosidad y el amor es similar a la siembra. En Gálatas 6:7 leemos: “…todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”.
            En este versículo nos damos cuenta que todos nuestros actos tienen una consecuencia la cual llegará tarde o temprano. En este caso particular, cuando hay una necesidad es una oportunidad para sembrar amor a través de nuestros bienes materiales. Las bendiciones que recibiremos serán mayores, pero no monetarias precisamente. Vean que no está escrito en términos de una inversión financiera. Quien quiera recibir una abundante cosecha no lo logrará sembrando unas cuantas semillas, porque nada de los que hagamos pasará desapercibida por el Señor, ni un vaso de agua, ni una visita, ni una palabra amable. Todo lo bueno, por pequeño que sea, es una semilla de amor. En Mateo 25: 31-37

Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y … dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.

Y en Lucas 6:38:

Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.

De modo que, la actitud para dar, para compartir nuestros bienes de manera alegre es muy importante. El Señor dijo: es mejor dar que recibir.
Para entender esta verdad pongámoslo al revés. Cuando a alguien le roban sus bienes se siente muy mal, es como si sufriera un ataque a su persona. Eso provoca el ladrón: un sentimiento amargo que genera odio. Hoy que vivimos en una sociedad deshonesta, vemos cuanto rencor se ha acumulado en el ánimo de la gente.
Esa misma intensidad emocional se provoca en alguien que recibe un bien, y aún mayor. Muchas veces en mi vida he sentido esa sensación de amor cuando alguien en mi necesidad me auxilia.
Un día estaba muy triste porque no tenía trabajo ni dinero fui al centro a rumiar mi tristeza. Cuando estaba sentado en una banca llegó un amigo y me preguntó qué me pasaba. Al enterarse, sacó su reparto de utilidades y me lo dio completo. Mis problemas en ese momento se acabaron.
Hacer felices a otros debe ser una de las misiones importantes de un cristiano, por eso debemos dar con alegría.
Tomemos en cuenta lo que se dice en el versículo 8, que “poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia…”. Él, en muchas ocasiones nos da de más no para que lo acumulemos, sino para tener la oportunidad y bendición de expresar la generosidad y el amor de Dios a otros, y de esa forma alegraremos nuestra vida.
En Deuteronomio 15:7- 11 leemos que esta generosidad y preocupación por el prójimo era importante para los israelitas pues Dios les dijo:

7 Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre,
8 sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite.
9 Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso, diciendo: Cerca está el año séptimo, el de la remisión, y mires con malos ojos a tu hermano menesteroso para no darle; porque él podrá clamar contra ti a Jehová, y se te contará por pecado.
10 Sin falta le darás, y no serás de mezquino corazón cuando le des; porque por ello te bendecirá Jehová tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas.
11 Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra.

Y termina Pablo este capítulo subrayando la generosidad de nuestro Dios:

12 Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios;
13 pues por la experiencia de esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos;
14 asimismo en la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros.
15 !!Gracias a Dios por su don inefable!

Toda esta generosidad, como decíamos, tiene una consecuencia positiva: que los hermanos suplan sus necesidades, pero que también glorifiquen a Dios. Y este es un don, un regalo, inefable. Tener la capacidad de expresar nuestro amor a otros a través de nuestros bienes, es ciertamente un don inefable.

Qué el Señor les bendiga.

           


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