domingo, 22 de mayo de 2016

PARA VIVIR EN EL ESPÍRITU


Estudio sobre Romanos 8

La segunda parte del capítulo siete de la Carta de Pablo a los Romanos versa sobre una poderosa ley que opera en los seres humanos que contraviene las buenas intenciones de vivir ajenos a la maldad. Esta ley o fuerza el apóstol Pablo la denomina “Ley del pecado y de la muerte”. El ser humano está sujeto a esta ley y no hay, ni en la autodisciplina ni en las religiones la manera de librarse de esta ley. Sólo hay una posibilidad: vivir en el Espíritu de Dios, quien, bajo esa circunstancia, entra operación otra ley, la Ley del Espíritu que nos libera de la otra Ley.

1. Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

Este pasaje nos dice que hay dos formas de vivir la vida: siguiendo la lógica de los deseos y pasiones personales y siguiendo la voluntad de Dios.
De modo que podemos afirmar: “Los que están, andan”.

El Señor dijo: …por su frutos los conoceréis. (Mateo 7:20). Es decir, si ando el espíritu, mi andar, mi conducta, lo que digo y hago, se ciñen a su voluntad.

2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Ahora bien, existen dos leyes, es decir, dos fuerzas que gobiernan al ser humano: La del espíritu y la del Pecado y la muerte. Cuando la muerte entró por la desobediencia de Adán y Eva, entro esa fuerza, esa ley, contra la cual algunos luchas desde su filosofía o desde alguna religión, sin resultados más que parciales, como los de doble AA, etc.

Pero la Ley del espíritu es la fuerza que viene de Dios. Ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí (Gálatas 2:20).

Y es mucho más poderosa que la otra ley. Es como la fuerza de un avión que vence la fuerza de la carne y nos permite vencer aquellas cosas que nos han hecho sufrir: vicios, lascivia, alcoholismo, mentira, etc.

3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; (4) para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

Lo que era imposible, fue posible por medio de Cristo. Este fue el propósito de que haya venido a la tierra: a liberar a la humanidad de su maldad y de la muerte. Y de esa forma que el ser humano alcanzara lo IMPOSIBLE, lo que nunca había logrado. Andar conforme al espíritu nos permite vivir al margen del yugo pecado.

Ahora bien, vivir así no es cosa simple. Si dejamos de poner los ojos en Jesús, nos volvemos a hundir, como Pedro cuando caminaba sobre el agua. Podemos decir, entre más andamos en el espíritu, menos andaremos en la carne. Es una relación inversamente proporcional. Cuando la balanza se inclina hacia el Espíritu, es lo que podríamos llamar “madurez espiritual”.

5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.

Quizá muchos pueden simular que andan en el Espíritu, que son muy santos, diríamos en forma popular, pero por dentro. Por ello, alguien que anda en la carne, puede aparentar, pero su mente lo delata: su contenido mental estará de la lógica de la carne, es decir, de los valore de esta sociedad: dinero, logro, placer, poder, etc.
Pero quienes están en el Espíritu, sus pensamientos inevitablemente estarán enfocados en “todo lo bueno dice Pablo, en esto pensad.

Es decir, en todo aquello que haga bien a alguien. El buen samaritano cuando vio al hombre herido, sus pensamientos fueron de bondad, de ayuda, de empatía con el herido. No así los pensamientos de los sacerdotes.

6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.

Aquí podríamos decir que el inicio de una ocupación está en la cabeza. Parafraseando al filósofo francés Descartes, “pienso luego hago”. Los que se ocupan de la carne, nos dice Génesis 6:5, piensan en el mal: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”.

En Miqueas 2:1 leemos: !!Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder!

Pero el que se ocupa del espíritu, son bienaventurados porque piensan bien: Bienaventurado el que piensa en el pobre; En el día malo lo librará Jehová (Salmos 41:1).

Miqueas 6:8: “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.

7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8 y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

A la luz de lo que hemos analizado anteriormente, se entiende con claridad el por qué de esta enemistad.

9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

Si no tenemos al Espíritu de Cristo, entonces seguimos siendo esclavos de la otra ley, la del pecado y de la muerte.

Pero, ¿qué es tener en el Espíritu? Es vital saber que no basta decir hacer el bien, asistir a la iglesia con regularidad, leer de vez en cuando la Biblia, intentar portarse bien… Nada de eso nos hace vivir en el espíritu.

El Señor a Nicodemo, Os es necesario nacer de nuevo…” ¿Y cómo nacer de nuevo? La verdad es muy fácil, pero al mismo tiempo difícil. Nos dice el evangelio de Juan: “A todos los que le recibieron les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.

Y Ef 1:13 "En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa". Ya se tiene el Espíritu.

Sin embargo, para llegar a este punto es tan difícil. En Pablo fue un encontronazo, pero en otros, es un proceso largo. Y muchos, nunca dan su brazo a torcer, empecinados en su forma de vivir habitual y se niegan a “Nacer de nuevo”.

Vean que no basta observar la ley en su forma ritual. El joven rico creía que hacia la voluntad de Dios, pero el Señor le dijo: “Vende  todo lo que tienes…”. A otros les dijo: “Deja que los muertos entierren a sus muertes y sígueme”. Pero quizá la ordenanza más dramática es esta (Mateo 16:24): “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. Eso es nacer de nuevo, dejándolo todo… le siguieron.

Negarse a sí mismo es renunciar a todo, renunciar a nuestras prioridades habituales, a nuestro modo de vida, en suma, vender o repudiar todo lo que tenemos. Pablo aseveró en Filipenses 3:8-9: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida (basura) por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; …”

Si no estamos dispuestos a renunciar completamente al pecado, es decir, a nuestro cómodo estilo de vida, no es posible que se aplique en mi vida “la justicia que es de Dios por la fe…” Eso lo que el Señor le dijo a Nicodemo: “Es necesario nacer de nuevo”. 

Ahora bien, tomar la cruz no es aguantar las dificultades de la vida, como muchas veces hemos interpretado este pasaje, sino formarnos en la misma fila detrás del Señor para ser sacrificados. Tomar el instrumento para ser sacrificados. Eso significaba LA CRUZ a los que lo oyeron en aquel tiempo. La cruz era el símbolo de los condenados a muerte. Y hoy significa lo mismo: estar dispuesto a todo por amor de su nombre, como lo fueron y siguen siendo y haciendo los mártires que fueron devorados por los leones.

Y una vez que hayamos puesto la cruz en nuestros hombros, hay que seguirlo, puestos siempre los ojos en el autor y consumador de la fe.

Ahora bien, una vez que hemos nacido de nuevo, ya estamos bajo la soberanía de Dios, es decir, estamos bajo su órdenes en forma plena, hemos pasado del viejo régimen al nuevo.

Y eso simboliza el bautismo: morir para nacer, morir al pecado, a la otra vida.

Volvamos a Nicodemo. Él era un hombre sumamente religioso; era un rico fariseo, maestro en Israel y miembro del Sanedrín y, por ende, preocupado por cumplir la ley, por lo que deducimos, se portaba bien, daba sus diezmos, observaba el sábado, las fiestas. No era un malhechor. Y fue precisamente a él al que le dice “Tienes que nacer de nuevo”.

Leamos el pasaje: (Juan 3:1-10)
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. 2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. (¿A qué fue?)
3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,[a] espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. 8 El viento[b] sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
9 Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?
10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?

El encuentro con Cristo, cuando es de verdad, hay una reacción: la condición pecadora del hombre queda al descubierto.

Lucas 5:8
Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.

Hechos 9: 3-6
3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;
4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
5 El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
6 El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga?

10 Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia.

Si Cristo está en nosotros… He aquí la clave para resolver el terrible enigma existencial del ser humano, su destino, su sentido, la muerte física… La barrera ignota y temible de la muerte pierde sentido.

1ª. Corintios 15: 55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?

11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.

“Aunque ande en valle de sombra de muerte…” Este elemento comparativo es tremendo. La fuerza que puede derrotar al pecado y a la muerte es esa misma fuerza poderosísima que levantó a Cristo de la muerte. Esta muerte que se ha convertido en el hecho incuestionable que le da fundamento a la fe y a tantas cosas hermosas que hombres resucitados espiritualmente han hecho: enfrentado leones, cambiado imperios, transformado culturas, inaugurados obras humanitarias, cambiado leyes, mejorado las condiciones de millones de personas… Ese es el poder que nos puede transformar, si permitimos que nos gobierne el espíritu de Dios.

12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; 13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. 14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.

Los que son guiados por el Espíritu de Dios son HIJOS DE DIOS.  Ser hijo de Dios entonces no es sólo un nombramiento sino una transformación que nos eleva encima de las leyes del pecado, que nos libra de la muerte y que nos hace vivir de una forma extraordinaria. Pero no experimentamos esto en la vida cotidiana, algo anda mal. O no tenemos el Espíritu de Dios o hemos tomado nosotros el control de nuestra vida relegando a Dios a “momentos de emergencia”. Si Él gobierna, todas nuestras decisiones (esa es nuestra libertad) siempre será de beneficio personal y de beneficio para el prójimo. ¿Se imaginan que mundo sería este en el que todos los cristianos fuesen un tremenda fuerza del bien?

15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba, Padre!

La invitación aquí de Pablo es a asumir la plenitud del Espíritu para enfrentarnos al pecado y a las fuerzas que lo promueven: los valores, la sociedad, las transacciones, los malos amigos, las mujeres que nos tientan, las ofertas de negocios suculentos pero turbios, etc.  Y obtener la victoria.

16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

Ah, una prueba contundente para que no quede duda.

Una manera de comprobar que el espíritu de Dios está en nosotros es permitiéndole que nos gobierne, es decir, que bajo su poder hagamos el bien. Y de esa forma podremos confirmar que el espíritu mora en nosotros. ¿Que no puedo? Oro. Y me lanzo a la tarea imposible y podré ver entonces actuando el poder de Dios.

17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

En este punto el apóstol cambia el discurso e introduce un nuevo tema: el sufrimiento. Pero no como un fenómeno aislado o ajeno, sino más bien como resultado normal de quien va a contracorriente, es decir, obedeciendo a una ley que se contrapone a otra: la del Espíritu que se contrapone a la del pecado y la muerte, y en cuyo choque los hijos de Dios (nosotros) reciben golpes, los cuales, como buen soldado de Jesucristo, debe aguantar y aceptar como algo propio de esta lucha. (2ª. Timoteo 2:3) “Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo”.

18 Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Hay veces que las aflicciones y los problemas nos hacen pensar si realmente Cristo está con nosotros, si somos sus hijos, incluso nos hacen dudar de su existencia. He ahí porque introduce el tema. Parece que no viene a cuento, pero sí. Pero es mucho más segura la “gloria venidera”. Con esto en mente, habrá que pelear la buena batalla.

19 Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.

Y la situación actual de sufrimiento no es un hecho aislado sino una generalización que va más allá del espectro humano, para ser contagiada la creación entera. Las secuelas del pecado no sólo deja huellas en el ser humano sino hasta en la naturaleza. Hoy estas huellas de violencia son harto evidente: saqueo, sobreexplotación, contaminación, devastación, etc.

20 Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; 21 porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Sí, también la creación gozará de estar libre del yugo del pecado. Nadie más la va a agredir más. La ambición del hombre (su pecado de avaricia) cesará y ya no lo impulsará a talar bosques, contaminar agua, suelo, etc.

22 Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;

Pero por lo pronto, gime, se duele, llora lágrimas de ceniza.

23 y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.

Y por supuesto, el ser humano particularmente aquel que significa la redención, que sabe qué es lo que espera. Es quien más se lamenta anhelando ya estar, donde es mucho mejor que en esta vida. ¿Hasta cuando Señor? Decían los mártires en el apocalipsis. Y este libro cierra con una frase impactante Apocalipsis 22:20: “El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús”.

24 Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? 25 Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.

Pero por lo pronto, hay que esperar y con paciencia y gozo, aunque por momentos nos sintamos perdidos.

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26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.

Y si este sentimiento de abandono, de soledad, de impotencia, de desesperación, incluso de no encontrar las palabras adecuadas con qué comunicarnos con nuestro padre, Él además “intercede por nosotros” traduciendo la confusión de nuestro corazón en el mensaje que no fuimos capaces de articular.

27 Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.

Y esto es así por que Él “escudriña los corazones” y descubre allí lo más importante que angustia nuestro corazón.


28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Y si de pronto las cosas “salen mal”, tengamos la certeza que no hay nada que vaya a perjudicar nuestra alma, pues todo lo que permita Dios en nuestra vida, así sea doloroso, es para mi bien. Muchas veces lo importante es nuestra salud espiritual, pero como los dolores físicos los sentimos más, pedimos por eso. Sólo cuando el espíritu nos hace sensibles y vemos el daño espiritual que cargamos, hasta entonces. Y los problemas físicos, las enfermedades o las dificultades nos llevan a darnos cuenta de nuestras afectaciones espirituales.

29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo (somos predestinados), para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.

Predestinar en este caso significa de alguna forma “les preparó”. Es como cuando invitamos a alguien a nuestra casa a comer. Les preparamos desde antes de que lleguen los platillos, es decir, les predestinamos un festín.

30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.

Un plan en el que estamos incluidos. Podríamos decir, llamó y respondieron, era tierra fértil para que la palabra germinara. Y todas las etapas se fueron dando por consecuencia. Por ello…

31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

Esta es la culminación. Llegar a la última etapa significa tener a Dios de nuestro lado. Y él está de nuestro lado si antes nos hemos puesto en el suyo. “A todos los que le recibieron fueron hechos hijos de Dios”.

Pero si su espíritu no vive en nosotros, ¿cómo puede Dios estar con nosotros? No hay nada que nos defienda. Hemos construido nuestra casa sobre la arena. Si su espíritu vive en nosotros, este nos impulsará a obedecerle, a hacer buena obras. No son las buenas obras la llave a la vida eterna sino Jesús. El es la llave para hacer buenas obras. Muéstrame tu fe con tus obras, escribió el apóstol Santiago.

32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

Y está a nuestro favor al grado de que dios por nosotros a Cristo. Esta es la demostración más grande de su amor de modo que todo lo demás que necesitamos es menos que el sacrificio de Cristo en la cruz.

33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
36
Como está escrito:
    Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
    Somos contados como ovejas de matadero.
37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Estos últimos versículos son un cántico hermoso y de esperanza a los que andamos según el espíritu. Andemos cada día con más ahínco, pues a la verdad, como le dijo el Señor a los discípulos: “La mies es mucha…”. La necesidad urgente de la gente es mucha.

Cuando alguien dijo que en Querétaro, en el Tlacote, brotaba agua milagrosa que curaba las enfermedades, largas filas se hacían para llenar un garrafoncito. Las peregrinaciones a la Villa o a San Juan de los Lagos son enormes, como enormes son sus necesidades.

Si el Señor se parara junto a nosotros y contemplara este espectáculo, estoy seguro que lo oiría decir: “Ovejas sin pastor”, seres extraviados, pensando que su miseria está en sus dolencias, en su pobreza, y no en su corazón, en su espíritu.

A la Samaritana le dijo: “El que bebe del agua que yo le de beber, no tendrá sed jamás”.

Si usted aún siente un vacío, pregúntese. ¿He tomado del agua viva?, ¿vive Cristo en mí?, como diría el apóstol Pablo.

Si no, es el momento de renunciar al pecado, tomar su cruz y seguirlo.


miércoles, 18 de mayo de 2016

MERCADOTECNIA ¿ESPIRITUAL?


La mercadotecnia es una disciplina que busca cómo conquistar al mercado para que se “fidelice” a una marca o aun centro de venta y descubre cómo lograr una mayor participación en el mercado a través de ciertas técnicas cuyo principio básico es la satisfacción o complacencia al consumidor.

En un congreso que me tocó trabajar un investigador exponía un caso de éxito en mercadología queme hizo reaccionar. Este no es un hecho extraordinario en un congreso de mercadotecnia donde se revisan casos de éxito para que los estudiantes conozcan las estrategias que funcionan.

Lo que hizo que “reaccionara” fue que el caso presentado era una iglesia evangélica. Era la primera vez que oía que el caso de estudio fuese una iglesia. Hablaba el investigador de las técnicas de coaptación de fieles de esta iglesia, cómo ajustaba su producto y cómo era su sistemas de reinversión en los que incluía compra de bienes raíces e inversión en instituciones financieras.

Salí triste. Y me pregunté ¿Una iglesia es un negocio, una empresa, una entidad económica? ¿El evangelio para expandirse hasta “lo último de la tierra” debe apropiarse de técnicas de mercadeo? ¿Es el marketing una técnica para llevar pecadores al cielo?

Hace muchos años me escandalizaba cuando un joven llegó a nuestra iglesia en Cuajimalpa proponiéndonos una campaña de evangelización utilizando recursos retóricos de la publicidad.

Y hace poco descubrí un libro que no he podido terminar de leer el cual habla de la crisis del cristianismo. Y no he podido terminar porque me enoja las estrategias que usan los mercadólogos de la iglesia.

Al parecer esta técnica en la iglesia ha permitido impactar las estadísticas que muestran el avance del cristianismo de manera casi exponencial. Y al mismo tiempo muestran, en nuestro país, un retroceso del catolicismo.

¿Realmente hay un avance del cristianismo en este mundo? ¿Es este cristianismo acorde a la palabra de Dios o sólo es un movimiento social no espiritual?

¿Por qué cada vez vemos más corrupción, más violencia, más inseguridad, más pobreza, más insensibilidad, más tráfico de personas u órganos?

¿Por qué no se siente la presencia del la iglesia en el mundo, en la sociedad?
¿Por qué 12 hombres sacudieron a un poderoso imperio como el romano, y lograron que el evangelio trascendiera el tiempo hasta alcanzarnos a nosotros, habitantes de América? ¿por qué ya no se le nota a los cristianos su filiación a Cristo? ¿Por qué no hay nada que lo distinga cuando camina, trabaja? ¿Cuál es su sello cristiano?

Antiguamente los cristianos se notaban y “lograban la buena voluntad de Dios y el pueblo” y la fama de Jesús se Extendía, y lo mismo la de los apóstoles cuando el Señor ascendió al cielo.

Hechos 2:43-47. La vida de los primeros cristianos
43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.
44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas;
45 y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.
46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,
47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.

La respuesta, ustedes lo saben, no está en un diario ni en un betseller ni en las redes sociales y el internet. Está aquí, en la Biblia.

Quizá los cristianos de ahora ya no tenemos suficiente sal. Ustedes saben, en lugares o en épocas donde no hay o había refrigeradores, la carne se conservaba gracias a la sal. Pero si la sal no sala, dice el señor, no sirve sino que es tirada.

Mateo 5:13 La sal de la tierra
13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.

Quizá en vez de andar en el poder de Cristo, vamos como el viejo don Quijote de la Mancha de regreso a su casa (en el segundo libro de esta novela) con el escudo abollado y la espada chueca, derrotado, pues su lucha contra la injusticia del mundo fue demasiado grande para su hambre de justicia.

Tenemos que revisar de nuevo los contenidos que se están predicando. Habrá, como dice el profeta Jeremías (6:16): "Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma". Espero que nuestra respuesta no sea negativa, como la dieron los contemporáneos del profeta que contestaron: "No andaremos".

Dios tenga misericordia de nostros.

ESTUDIO SOBRE APOCALIPSIS 20: Los mil años

Jeremías Ramírez El tema principal de este capítulo 20 es ese periodo de tiempo denominado “Milenio” y que ha sido causa de enorme discusión...