Jeremías Ramírez
Introducción
El gran tema de este capítulo es el REPOSO e indica de qué manera el creyente entra a ese reposo, y qué tan importante es no repetir el error de los antiguos israelitas que, liberados por Moisés de la esclavitud egipcia, no lograron entrar al REPOSO que Dios les ofreció y se quedaron vagando 40 años en el desierto.
En este capítulo hace un paralelismo entre la iglesia y el pueblo de Israel para advertirnos que lo mismo que le sucedió a los israelitas nos puede suceder a nosotros, es decir, que nos perdamos el privilegio de entrar en reposo y vivir, como todo mundo, atemorizado por las circunstancias de la vida.
La causa por la que Dios juró que los israelitas no entrarían en su REPOSO es subrayada al final del capitulo 3 con una serie de preguntas:
1. ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés?
2. ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto?
3. ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron?
¿Cuál fue esta desobediencia? En el 3:19 vemos que no pudieron entrar “a causa de incredulidad”.
Por lo tanto, el autor nos recomienda “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones…”
Ahora bien, ¿qué era ese reposo que no lograron obtener los israelitas? Ese reposo era la posesión y disfrute de la tierra prometida donde pudieron haber descansado de los 400 años de esclavitud y disfrutar por fin la libertad en plenitud que Dios les brindaría en una tierra en la que fluía leche y miel, y su presencia les garantizaba una vida en abundancia, paz y armonía. Y es justamente lo que Jesús nos promete: “Porque yo he venido para que tenga vida y la tengan en vida en abundancia” (Juan 10:10).
Este propósito se malogró por su “…corazón malo de incredulidad…”. Por ello, para que nosotros no perdamos la oportunidad de entrar a su reposo, debemos exhortarnos “…los unos a los otros cada día […] para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado”.
En el capítulo 4 continua con el tema, pero dirigido directamente a los destinatarios de este escrito en particular, y en general, a los cristianos de los siglos venideros.
1 Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado.
2 Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.
3 Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo:
Por tanto, juré en mi ira: “No entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo”.
Aquí vemos que la promesa de entrar en el reposo de Dios es vigente para nosotros, pues nos dice: “…no sea que permaneciendo la promesa…” la cual se nos ha anunciado”. Pero el riesgo que corremos de no entrar en el reposo del Señor es cuando nos damos cuenta que la vida cristiana tiene dificultades y presiones externas. Pablo le escribe a Timoteo: “… todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución… “(2 timoteo 3:12), una advertencia que habría que considerar más en ciertas épocas y países que en otras.
Cuando los doce espías israelitas recorrieron la tierra prometida diez regresaron con una visión pesimista y se asustaron porque: “…el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac […] Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros […] La tierra por donde pasamos […] es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos […] son hombres de grande estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros […] como langostas…” Y tal parece que esa opinión era respaldada por todo el pueblo. (Números 13:28-33).
Repito: a nosotros, que también “…se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos…”, podemos caer en el mismo error, pues cuando nos enfrentamos ante los problemas de la vida o, como acabamos de experimentar en esta pandemia en la que el mundo se puso de cabeza y la gente entró en estados de pánico, muchos creyentes también se asustaron, y, como dice el versículo 1, nos comportamos como quien vive sin Cristo, como si “…alguno de vosotros parezca no haber alcanzado”, pues hemos sido presas del miedo.
No es una novedad que en el mundo tendremos aflicción, pero el Señor promete a los suyos que confiemos porque el ha vencido al mundo y nos puede brindar la paz de vivir en su reposo. Por ello la invitación del Señor es: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. (Mateo 11:28-30).
En muchas partes, tanto en el Nuevo como en el Viejo Testamento, vemos esta promesa. Estos son algunos pasajes:
- El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. (Juan 10:10).
- Jehová es mi pastor; nada me faltará. / En lugares de delicados pastos me hará descansar; / Junto a aguas de reposo me pastoreará. / Confortará mi alma; / Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. / Aunque ande en valle de sombra de muerte, / No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; / Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. / Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; / Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. / Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, / Y en la casa de Jehová moraré por largos días. (Salmo 23)
- “El que habita al abrigo del Altísimo / Morará bajo la sombra del Omnipotente. / Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; / Mi Dios, en quien confiaré. / El te librará del lazo del cazador, / De la peste destructora. / Con sus plumas te cubrirá, / Y debajo de sus alas estarás seguro…” Salmo 91.
- “Bienaventurado el varón … que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. / Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, / Que da su fruto en su tiempo, / Y su hoja no cae; / Y todo lo que hace, prosperará. (Salmo 1:1-3)
- “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Juan 16:33
Y a los israelitas “…no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron”.
Ahora bien, (v.3) para “…los que hemos creído entramos en el reposo…”. La pregunta es entonces: ¿Creemos realmente en Dios? ¿Caminamos en esta vida confiando en Él?, ¿Podemos decir como Pablo “Ya no vivo yo sino Cristo vive en mi?”.
Si esto es así, es que vivimos por fe y hemos entrado en su reposo, de modo que podemos caminar con la certeza de su presencia en nuestras vidas y nada nos apartará de su amor, ni la muerte, ni la vida, ni lo alto ni lo profundo ni ninguna cosa creada”. Porque si vivimos, para él vivimos, y si morimos, para él morimos… Y todo ello porque hemos entrado a su reposo.
Sin embargo, a los que no han creído, dice: “ Por tanto, juré en mi ira… no entrarán en mi reposo”
4 Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día.
Este versículo 4 nos afirma que el día de reposo fue creado por Dios para nuestro descanso; pues Él mismo, al terminar la creación, “reposó de todas sus obras en el séptimo día”. Es un gran privilegio y una enorme bendición que los creyentes, los que somos hijos de Dios, podemos caminar por este mundo soportados por la poderosa mano de Dios.
5 Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo.
6 Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia,
7 otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo:
Si oyereis hoy su voz,
No endurezcáis vuestros corazones.
Para que esta bendición del reposo de Dios se haga realidad en nuestras vidas es importante que “si oímos hoy su voz NO ENDUREZCAMOS NUESTRO CORAZONES.
8 Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día.
9 Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios.
10 Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.
Cuando finalmente los israelitas entraron a tomar posesión de su la tierra que Dios les había prometido no tuvieron realmente el reposo en plenitud, pues aún persistía su incredulidad y pronto empezaron a tener conflictos, conflictos que aun siguen vigentes como lo acabamos de ver estos últimos días en su confrontación con los palestinos, particularmente con Hamas, el Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina.
Por tanto, dice el versículo 9, “queda un reposo para el pueblo de Dios y ese reposo es Cristo. Él nos libra del agobio del pecado y sobre Él podemos echar nuestras ansiedades “…porque él tiene cuidado de vosotros” nos dice el apóstol Pedro (I Pedro 5:7). Libres del agobio del pecado podemos alcanzar el reposo para nuestras almas del mismo modo que Dios ha reposado de sus obras.
11 Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.
Si no tenemos esta paz en nuestros corazones y una paz que “sobre pasa todo entendimiento”, es que sigue habiendo resabios de incredulidad en nuestros corazones. Y si queremos descansar en su reposo procuremos entrar sin que ninguno caiga en desobediencia por el pecado.
12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
13 Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
Pareciera como que en este versículo 12 cambia de tema, pero sigue hablando del reposo. Pensemos como cuando se nos ha enterrado una espina profundamente y sólo logramos descansar cuando hurgamos hasta lo profundo y logramos arrancarla del todo. Así el pecado que se hunde de tal manera en nuestra vida y que no logramos detectar, pero ahí sigue generando problemas y dolores y provocando la angustia que nos acosa y no impide reposar en el descanso del Señor.
Por eso David escribe en Salmos 19:12: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos”.
Y es la palabra, viva y eficaz, cuando penetra hasta lo más profundo de nuestro corazón, la que puede librarnos de las “espinas profundas del pecado”. Pedro lo entendía bien pues fue él quien le dijo: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.”. (Juan 6:68). Gracias al Señor que “no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia” (Hebreros 4:13).
Jesús el gran sumo sacerdote
14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión (confesión).
15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Ahora bien, si lo que nos frena de entrar plenamente en el reposo de Dios sea que pensemos que el Señor no puede entender nuestros problemas, tenemos que considerar que el es nuestro sumo sacerdote que puede comprendernos porque “fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. Es decir, que Él sufrió todo lo que nosotros podemos padecer, incluso el acoso del pecado, y aun más, pues mientras nosotros caemos, él se mantuvo firme, por eso dice al final de este versículo 15: “…pero sin pecado”.
Cuando fue tentado por Satanás en el desierto tras un periodo larguísimo de ayuno de 40 días, resistió y no cedió ante las sugerencias malignas, cosa que, por ejemplo, Eva no pudo resistir ante la tentación frente al árbol del bien y del mal.
Yo no sé que es no comer 40 días y qué tan terrible es el hambre que se experimenta, pero nuestro Señor sí lo sabe y aun así no cayó en la tentación de Satanás.
De modo que teniendo conciencia de que Él entiende todas nuestras debilidades, podemos acercarnos confiadamente a su trono de gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia, que es el mejor socorro que podamos tener, pues “…la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.
Hermanos, ante la amenaza del contagio, de la violencia, la estrechez económica, la enfermedad, los problemas familiares, y todo aquello que nos amenaza y que en muchas ocasiones nos hace que nos sintamos que estamos solos, desamparados, y nos llene de temor y nos cueste, incluso, conciliar el sueño, estamos en el mejor momento para entrar en el reposo del Señor. Por ello, “…Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia”. ¿Qué necesitamos? Creer, pues “…al que cree todo le es posible”, como el dijo el Señor a ese padre de familia en Marcos 9:23.
Entremos pues a su reposo nosotros, los que hemos creído en Jesús y prediquemos de esa manera a un mundo atemorizado por la violencia o por el contagio de los virus.