1 Corintios 12
Leyendo con detenimiento esta carta encontramos una diversidad de enseñanzas muy ricas y profundas. En el capítulo 12 Pablo aborda de nuevo el tema de la división y la necesidad de la integración en el Espíritu utilizando la metáfora del cuerpo humano. Tal parece que esta iglesia, a pesar de tantos problemas, el Señor la había dotado de grandes riquezas. Pero estas riquezas las estaban utilizando mal y en vez de construir y desarrollar el cuerpo de Cristo se acercaban al caos y era importante rescatarla. Y esta carta es un documento de rescate, importante para la iglesia de todo el mundo y de todas las edades. Su introducción tiene esa intención universal: “…a los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo”[1].
1 No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales.
2 Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos.
3 Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.
¿Qué era lo importante que no debían ignorar? Que no era lo mismo los dones espirituales con lo que sucedía en las religiones paganas, es decir, esos arrebatos emocionales y hasta ciertos milagros, y lo que sucedía en la iglesia, pues en la iglesia el autor es Dios. Por eso inmediatamente, en el verso 2, dice que cuando eran gentiles, es decir, cuando no formaban parte del cuerpo de Cristo, adoraban a los ídolos y experimentaban fuertes emociones y entraban en momentos de extatismo. De modo que nadie puede hablar mal (maldecir) de Jesús en un estado de exaltación emotiva alegando que era el Espíritu de Dios quien lo impulsaba. Y quien lo hiciera estaba mal. Asimismo, nadie podía ni puede llamar a Jesús SEÑOR (kurios, en griego) sino por el Espíritu. Y Kurios era el título más grande que se le podía decir a alguien que realmente tuviera un gran poder. Y quien más podemos decirle así más que el que hizo los cielos y la tierra y todo lo que existe. En ese tiempo se les obligaba a decir a todos que César era kurios y hay de aquel que lo negara. Y los cristianos al decir que Jesús era kurios estaban negando ese título a César y ponían su vida en riesgo. Hoy, cada día, reconocer el señorío de Cristo sobre todo y sobre nuestra vida es afirmar que Jesús es Kurios, y eso sólo lo podemos decir y sentir (al grado de no tener miedo a nada pues Él gobierna) si no somos movidos por el Espíritu Santo.
Entonces, era importante iniciar esta enseñanza poniendo las cosas sobre una base firme diferenciando lo que sucedía en el paganismo y lo que sucedía en la iglesia.
4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.
5 Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.
6 Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.
7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.
8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;
9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu.
10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.
11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.
De modo que todos los dones (y hay que subrayar que se refiere a dones espirituales y no a habilidades intelectuales o manuales), ministerios y operaciones, en la iglesia, tienen un único origen: Dios. Vean, cuando dice dones agrega: “pero el ESPÍRITU es el mismo”. Y cuando dice “Ministerios”: “pero el SEÑOR es el mismo. Y en operaciones: “DIOS, que hace todas las cosas, es el mismo”. Hay aquí una mención a la Trinidad.
Los dones (carismas) a los que se refiere son: 1) palabra de sabiduría, 2) palabra de ciencia, 3) fe, 4) dones de sanidad, 5) milagros, 6) profecía, 7) discernimiento de espíritus, 8) diversos géneros de lenguas y 9) interpretación de lenguas.
¿Qué son estos dones? Son habilidades extraordinarias que son otorgadas por el Espíritu Santo a quien reciben y aceptan a Jesús como Salvador y Señor, y tienen como objetivo el crecimiento de la iglesia, es decir, son en beneficio del cuerpo de Cristo. Ese es su objetivo. Y esto subraya Pablo en 1 Corintios 14:12: “Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia”.
Estos dones, subrayemos, no son indicios de que hemos recibido el Espíritu Santo. En la iglesia de Corintios, como indica el versículo 30, no era para todos. A medida que el cristiano crece en el Señor, estos dones se vuelven manifiestos. Y su dimensión está en función de las necesidades específicas de la Iglesia. Es posible que haya épocas en el que casi no haya este don y en otras haya tenido una fuerte presencia. Y cada acristiano debe usar ese don, no debe quedar dormido, sino que deben ser ejercidos, repito, para el crecimiento de la iglesia. Los mismos dones indican su objetivo:
1) Palabra de sabiduría. No es producto de la inteligencia o formación académica de quien posee este don, sino que provienen del Espíritu Santo y tiene como objetivo alimenta el alma del creyente.
2) Palabra de ciencia (gnosis). Esta sería aquella palabra que nos revela los misterios de Dios, y que nos ayudan a entender su voluntad y transforman nuestro entendimiento para comprobar la buena voluntad de Dios. (Alimenta la mente)
3) Fe. Quien tiene este don es quien enseña a confiar en Dios más allá de toda lógica. En momentos como este en que el mundo está bajo la amenaza de una pandemia, quienes tienen este don nos pueden enseñar y alentar con su ejemplo a confiar plenamente en el Señor. Pablo les enseña a sus compañeros de viaje cuando el barco en el que van está en riesgo de zozobrar a que coman pan y a que se tranquilicen. Y no sólo en esa ocasión, él da muestras de este don muchas veces.
4) Dones de sanidad. Es un don que permite, como lo hicieron los discípulos y el mismo Pablo, a curar enfermedades en personas específicas y en situaciones concretas, curaciones incluso de enfermedades imposibles de curar como con el cojo de la puerta La hermosa.
5) Milagros. Es igual que lo anterior, que demuestra el poder de Dios en su iglesia. Pablo, por ejemplo, no muere ante la mordida de la serpiente en la isla de Malta.
6) Profecía. Es e don encargado de transportar los mensajes del Señor a su iglesia en momentos específicos. La predicación es donde se ejerce. No es una mera exposición, sino quien tiene ese don el Señor lo usa para tocar e iluminar la mente y los corazones.
7) Discernimiento de espíritu. ¿De quien vienen diversos mensajes que recibimos del mundo? Este don permite distinguir la verdad de la mentira. El Señor le dijo a Pedro “aléjate de mí Satanás”. Distinguió de quien venían esas palabras “caritativas”, no de Pedro sino de alguien más. Ante un mundo lleno de mensajes confusos, que el Señor nos de este don para bien de nuestros hermanos y evitar que caigan en la mentira.
8) Lenguas. Aunque parece ser que sólo tienen presencia en las iglesias carismáticas y en al Nuevo Testamento sólo mencionan en Corinto y en pequeñas menciones en otras cartas. Este don se puede manifestar (considerando lo que leemos en 1ª de Corintios 14) en momentos de adoración intensa cuando las palabras no alcanzan y el Espíritu Santo nos otorga lenguas adicionales (angélicas, dice el capítulo 13). Pero también se ha visto que se presenta en el trabajo misionero cuando llegan a lugares donde no se dominan las lenguas y al comunicar el mensaje los oyentes les entienden aunque no comparten la lengua. Una experiencia similar a lo que sucedió en el Pentecostés.
9) Interpretación de lenguas. Para instrucción de la iglesia, pues en esos momentos de adoración que algunos de los Corintios hablaban en lenguas, y para que fuera de provecho a los demás era importante quien pudiera traducir lo que se decía en esas lenguas. El apóstol explica a detalle la función e importancia de este don en el capítulo 14.
Ahora bien, hay que considerar que “…todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere”. Y todo ello es por voluntad y obra de Dios.
12 Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.
13 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
14 Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.
15 Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
16 Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
17 Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?
18 Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso.
19 Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
20 Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo.
21 Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.
22 Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios;
23 y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro.
24 Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba,
25 para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros.
26 De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.
27 Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.
Ahora bien, cualquiera que poseyera uno u otro de estos dones no le hacía más o menos importantes, ni tampoco era motivo para dividirse. Sin embargo, para la iglesia de Corintio, sí lo era. De ahí que entonces que Pablo quisiera dejar en claro que todos los creyentes son importantes y que nadie puede vivir aislado, sino que son partes integrantes e importantes de un todo. Y ese todo es el cuerpo de Cristo, es decir, la iglesia. “…pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo”. Y el origen de esta unidad es que “en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. Y además “el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos”.
Y si somos el cuerpo de Cristo significa que el Señor sigue actuando en el mundo de manera física a través de su iglesia. Somos sus manos, sus ojos, sus oídos, sus pies. Pero si este cuerpo no está coordinado no puede funcionar bien. Como cuando nos enfermamos y algo nos duele. Bien puede ser una muela o el oído o un solo dedo del pie, y ese dolor se puede volver agudo y afecta todo el cuerpo. De ahí la importancia de la salud espiritual de cada uno de nosotros. Nuestra afección no permitirá que el cuerpo funcione bien.
Es lamentable que en este tiempo el cuerpo del Señor, su iglesia, esté tan fragmentado. Ya no decimos como los Corintios: yo soy de Pablo o de Pedro o de Apolos, sino yo soy Bautista, Pentecostés, Presbiteriano, etc. Imaginen que revolución haríamos en Celaya y en el mundo si nos integráramos en un todo como cuerpo de Cristo. Qué el Señor nos perdone nuestras divisiones y nos permite integrarnos en un solo cuerpo. “De manera que, si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular”.
La ayuda mutua y la interconexión de las iglesias primigenias de Asia, Grecia, Roma o Judea, constatan que eran parte de un cuerpo.
28 Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.
29 ¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros?
30 ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?
31 Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aún más excelente.
En este pasaje final del capítulo 12 subraya el orden de ejercicio de estos dones.
1) Apóstoles (enviados) ellos son los primeros porque son los que siembran la semilla del evangelio en tierra virgen. Es decir, son el inicio.
2) Luego profetas, es decir, los que predican, los que nutren a la semilla y pueda contribuir a que crezca y se desarrolle. Los apóstoles también fueron profetas, es decir, predicadores.
3) Tercero, Maestros. Son los que van instruyendo a detalle a los creyentes incluso de manera personal dándole a cada quien lo que necesita. Ya es un trabajo de instrucción más a detalle.
4) Luego, los que hacen milagro. Son los que muestran que el evangelio no consiste en palabras, sino como, dijo Pablo, en poder: “…y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”.
5) Los que sanan. En el mundo antiguo había muchas dolencias. El Señor mismo, en cumplimiento con la profecía, sano a mucha gente. Cuando Juan le envío a sus discípulos pare preguntar: “¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro? En esa misma hora sanó a muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista. Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen…” (Lucas 7:20-22). Y sus discípulos y muchos creyentes más recibieron este don de Dios para aliviar el dolor de la gente. Recordemos que algunos sanados no eran miembros de la iglesia como el cojo de la puerta la Hermosa.
6) Los que ayudan. Es extraordinario ver como en la iglesia a lo largo de la historia que hay hermanos que han aliviado los problemas del mundo ayudando incluso a costa de su propia vida, como George Müller con los orfanatos o Corrie ten Boom dando refugio a los judíos en la Segunda Guerra Mundial y más de uno de nosotros puede dar testimonio de estos hermanos que nos han tendido la mano.
7) Los que administran. Este es quizá uno de los dones menos espectaculares y por ello pasan desapercibido, pero es tan importante. Obras misioneras, hospitales, iglesias, orfanatos, universidades cristianas ha logrado armonizarse por muchos de estos héroes de la fe invisibles que permiten que esas maquinarias funciones con eficiencia.
8) Los que tienen don de lenguas. Bueno, ya lo toqué anteriormente.
Termina este capítulo con una serie de preguntas importantes. ¿Todos tienen esos dones? La respuesta que, aunque no la escribe el apóstol, se deduce. Es NO. Y concluye que, si queremos participar en el fortalecimiento del cuerpo de Cristo, es decir, de su iglesia “hay que procurar los dones mejores”. Y para que este servicio, en el cual nos “energiza” el Espíritu Santo, debe llevar un componente ineludible, infaltable: el amor, tema del capítulo 13.
El inicio de este capítulo nos dice el apóstol que podemos tener en abundancia esos dones, pero si no tenemos amor, nada son.