Si algo podemos admirar en este arranque del cristianismo es ese ímpetu por
proclamar el evangelio. Esos primeros hombres tenían tal entrega que dejaban
todo y estaban dispuestos a enfrentar el rechazo, las agresiones, las
expulsiones e incluso la muerte. Y cabría preguntar por qué tal ardor
evangelístico, y por qué no sucede lo mismo hoy.
La respuesta es simple pero
difícil de apropiarse de ella. Ellos habían conocido profundamente a Jesús (no sólo
como ser humano sino como ser divino, aunque muchos de ellos no lo vieron
físicamente, pero convivían con él profundamente) y habían recibido el Espíritu
Santo en plenitud, y esta relación con Jesús los habían transformado de manera
profunda y radical y veían los resultados en sus vidas de manera directa y
poderosa. Y veían, además, el peligro y la miseria que acechaba a quienes no
tenían a Jesús.
Hoy, el mundo y sus
encantos y sus falacias, nos han encandilado de modo que ya no vemos ni a Dios
ni la miseria del mundo; más bien creemos que el mundo no es tan malo; que tiene
muchas cosas buenas, agradables, satisfactorias, apetecibles y nada hay de
pecaminoso disfrutar todo lo que nos ofrece (estamos como Eva cuando vio el
fruto prohibido), y no vemos que alguien sin Cristo esté en problemas y tampoco
si muere sin conocerlo. Ellos, los apóstoles y los primeros cristianos, sí
veían ese peligro, esa fatalidad, esa miseria, esa horrenda expectación de
muerte.
Para que en este siglo XXI haya una revolución
creo que primero habrá redescubrir al Dios todo poderoso que hizo los cielos y
la tierra, que mantiene el equilibrio del cosmos y de la naturaleza y que la
vida sin él hay sólo queda una expectación de muerte terrible. Segundo,
experimentar un cambio en nuestras vidas tan radical que deseáramos que
nuestros seres queridos tengan esa nueva vida. Es decir, que vivir en Cristo es
tan extraordinario.
Si lo anterior no ha
sucedido es que vivimos en un mundo que creemos es fantástico lleno de
satisfactores, comodidad, sorprendentes descubrimientos científicos y una
tecnología tremendamente impactante.
Stanislaw Lem, el escritor polaco de ciencia
ficción, en su novela El congreso de
futurología narra la historia de un hombre es herido de gravedad en una
revuelta social en Sudamérica y es puesto en hibernación. Cientos de años
despierta y encuentra que el mundo es maravilloso, fantástico, es el paraíso,
hasta que alguien le dice que todo lo que ve es una alucinación. El gobierno
dispersa en el aire un gas que hace ver un paraíso inexistente. Y si quiere
saber la realidad, ellos tienen una vacuna. Se la pone y, en efecto, descubre
que el mundo está en la miseria.
Satanás ha soltado esa
droga y nos impide ver la realidad trágica del hombre. Para ver esa realidad es
necesario ser vacunado por Dios para darnos cuenta de la urgencia médica
espiritual en que está todo el mundo.
El llamado es entonces:
Por lo cual dice:
Despiértate,
tú que duermes,
Y
levántate de los muertos,
Y
te alumbrará Cristo.
Efesios 5:14:
Ahora, vayamos y conozcamos a detalle como estos
primeros hombres empezaron la titánica lucha por difundir el evangelio, lucha
que, gracias a ella, nosotros, habitantes del siglo XXI, nos ha alcanzado la
bendición de conocer su palabra y algunos de conocer a Cristo.
Bernabé y Saulo comienzan su
primer viaje misionero
1 Había
entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé,
Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado
junto con Herodes el tetrarca, y Saulo.
2
Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a
Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.
3
Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.
Esta Antioquía es la de Siria, y este primer viaje tendrá una parada muy
interesante en otra Antioquía, la de la región de Psidia, en la región de
Galacia, hoy Turquía.
Antioquía de Siria se
había desarrollado una vigorosa iglesia que tenía de todo: profetas y maestros
de diversa índole social y origen geográfico. Y mientras ministraban y ayunaban
fueron advertidos por el Espíritu Santo para enviar a dos de ellos en el inicio
de una misión de largo alcance: “Apartarme a Bernabé y a Saulo para la obra que
los he llamado”. Hoy, la voz de Dios no
se escucha, y si queremos que se escuche habría que hacer lo que estos hombres
estaban haciendo: “Ministrando y ayunando”, es decir, plenamente entregados a
Dios. Esa es la condición para escuchar a Dios y para que Él nos hable. Quizá
hoy nos habla, pero no escuchamos por el ruido del mundo que hemos alojado en
nuestras almas.
Y la iglesia obedeció de inmediato.
No esperaron a recabar fondos, a buscar patrocinios, ni nada de eso. Sólo
ayunaron y oraron y les impusieron las manos.
Inicia el viaje
4
Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de
allí navegaron a Chipre.
5 Y
llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los
judíos. Tenían también a Juan de ayudante.
El primer paso fue descender a la ciudad portuaria Seleucia (En ese tiempo
era conocida como Seleucia Pieria, y que era el puerto de Antioquía.) y de
inmediato embarcase hacia la isla Chipre, que no está lejos, y desembarcar en
otra ciudad portuaria: Salamina. Llegando ahí de inmediato se ponen a trabajar.
Entran a las sinagogas y empiezan a enseñar el mensaje del evangelio, siguiendo
lo que Pablo escribió en Romanos 1:16: “Porque
no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo
aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”.
¿Cómo era mensaje? No lo dice el relato, pero
cuando llegan a Antioquía de Psidia podemos leer los aspectos fundamentales de
este mensaje. Al parecer, no permanecen mucho tiempo, sino que en breve se
ponen en marcha hacia Pafos.
Primer enfrentamiento
6 Y
habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso
profeta, judío, llamado Barjesús,
7 que
estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé
y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios.
8 Pero
les resistía Elimas, el mago (pues así se
traduce su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul.
9
Entonces Saulo, que también es Pablo[1],
lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos,
10
dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de
toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?
11
Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no
verás el sol por algún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y
tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano.
12
Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la
doctrina del Señor.
Ah, pero el camino de Dios siempre hay quien está dispuesto a escuchar y al
mismo tiempo está lleno de obstáculos. Lucas
no nos dice cómo de Salamina cruzaron la isla hasta Pafos que está del otro
lado de la isla. Y media entre Salamina y Pafos una distancia de unos 140
kilómetros, e invirtieron en ese viaje al menos una semana, pues como no indica
que hayan navegado, es casi seguro que atravesaron la isla caminando.
Cuando llegan a Pafos,
aunque no lo dice el pasaje, debieron de empezar sus actividades en la sinagoga
y seguramente allí tienen contacto con el mago judío Barjesus (hijo de Jesús,
aunque más bien era hijo del diablo), y este tenía relaciones con el procónsul
Sergio Paulo. El procónsul, al saber de Pablo y del impacto que seguramente
estaba causando con sus enseñanzas, lo manda llamar. Se ve que es un hombre con
hambre espiritual, pues, como varón “prudente” (“inteligente” (sunetöi) traduce la Biblia Textual), mandar
llamar a Pablo y Bernabé para saber su mensaje sobre Dios.
Este, que también era
conocido como Elimás (palabra árabe que quiere decir “habilidoso”), boicotea la
enseñanza de Pablo y éste, molesto, le anuncia que “he aquí la mano del Señor
está contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo”. El hecho
sorprende al procónsul, y lo empuja a aceptar como verdadero lo que enseña
Pablo. No sabemos si ello implicaba que aceptara a Jesús como Señor. Tal vez si
se convirtió pero el relato no lo dice.
No sabemos cuánto tiempo
pasaron Pablo y Bernabé (y Juan Marcos) en Pafos y con el procónsul; es
probable que no fuesen muchos días, pues se embarcan de nuevo.
Pablo y Bernabé en Antioquía de
Pisidia
13
Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de
Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén.
14
Ellos, pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y entraron en la
sinagoga un día de reposo y se sentaron.
15 Y
después de la lectura de la ley y de los profetas, los principales de la
sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de
exhortación para el pueblo, hablad.
Y también, al parecer no se detienen en la ciudad portuaria de Perge.
Algunos arguyen que Pablo enfermó de Malaría y la costa empeoraba su salud y
esto los obliga a dirigirse a una zona alta, es decir, a Antioquía de Psidia,
que estaba hacia el norte a unos 190 kilómetros, y a a 440 metros de altura.
Para llegar allí tuvieron que seguir una ruta a través de las montañas, ruta
célebre por su bandidaje, y debieron emplear al menos 140 horas de viaje.
Antioquía de Psidia estaba ubicada en Frigia,
cerca del límite con Pisidia, en el Asia Menor que se extendía al sur del
actual sultán Dagh (montaña baja ubicada en el lado occidental de la meseta de
Anatolia o Asia Menor). Fue fundada por Seleuco I Nicátor (301-280 antes de
Cristo), quien la llamó así en honor a Antíoco, su padre, Después de la derrota
de los seléucidas por los romanos (190 antes de Cristo), Antioquía se
transformó en una ciudad libre, pero ciento cincuenta años más tarde fue
entregada a Amintas, rey de Pisidia.
Cuando el reino gálata llegó a ser una provincia
romana en el 25 antes de Cristo, Antioquía formó parte de ella. Algunos años
más tarde la ciudad fue hecha colonia por Augusto y se le dio el nombre
adicional de Cesarea. Estaba unida por caminos militares con otras
ciudades-colonias de Pisidia con el fin de controlar esa área. Cerca de la
ciudad había un gran templo de la diosa luna frigia, a quien se le atribuían
poderes sanadores. Numerosas propiedades y esclavos pertenecieron a este
templo. El año 713 d.C., Antioquía de Pisidia fue destruida por los árabes, y
hoy sólo quedan sus ruinas.
Y siguiendo la estrategia
de ir primero a predicarle a los judíos, Pablo y Bernabé acuden el primer día
de reposo a la sinagoga. Y al final de las lecturas, que seguían un programa
específico, se invitaba a algún visitante famoso a compartir sus enseñanzas. Los
dirigentes de la sinagoga se acercan a Pablo y lo invitan. Al parecer no saben
aún quién es.
Discurso de Pablo en Antioquía
de Psidia
16
Entonces Pablo, levantándose, hecha señal de silencio con la mano, dijo:
Varones
israelitas, y los que teméis a Dios, oíd:
Esta invitación nos recuerda la invitación al Señor a leer las escrituras
en una sinagoga. En aquel caso, leyó un fragmento del profeta Isaías.
Este pasaje no nos revela
por qué hay cierto alboroto, que hace que Pablo pida silencio. ¿Se veía
enfermo?
17 El
Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres, y enalteció al pueblo,
siendo ellos extranjeros en tierra de Egipto, y con brazo levantado los sacó de
ella.
18 Y
por un tiempo como de cuarenta años los soportó en el desierto;
19 y
habiendo destruido siete naciones en la tierra de Canaán, les dio en herencia
su territorio.
Como en los discursos de Esteban y de Pedro con el centurión, se remonta al
pasado para darle fundamente histórico, escritural y profético a su anuncio.
Las naciones mencionadas en el versículo 19 se
detallan en Deuteronomio
7:1: “Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra en la
cual entrarás para tomarla, y haya echado de delante de ti a muchas naciones,
al heteo, al gergeseo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al
jebuseo, siete naciones mayores y más poderosas que tú…”
20
Después, como por cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces hasta el profeta
Samuel.
21
Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de
Benjamín, por cuarenta años.
22
Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio
diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien
hará todo lo que yo quiero.
Salmo 89: 19-29
Entonces hablaste en visión a
tu santo,
Y dijiste: He puesto el socorro
sobre uno que es poderoso;
He exaltado a un escogido de mi
pueblo.
Hallé a David mi siervo;
Lo ungí con mi santa unción.
Mi mano estará siempre con él,
Mi brazo también lo
fortalecerá.
No lo sorprenderá el enemigo,
Ni hijo de iniquidad lo
quebrantará;
Sino que quebrantaré delante de
él a sus enemigos,
Y heriré a los que le
aborrecen.
Mi verdad y mi misericordia
estarán con él,
Y en mi nombre será exaltado su
poder.
Asimismo, pondré su mano sobre el mar,
Y sobre los ríos su diestra.
El me clamará: Mi padre eres
tú,
Mi Dios, y la roca de mi
salvación.
Yo también le pondré por
primogénito,
El más excelso de los reyes de
la tierra.
Para siempre le conservaré mi
misericordia,
Y mi pacto será firme con él.
Pondré su descendencia para siempre,
Y su trono como los días de los
cielos.
Justo en este punto inicia la revelación de Jesús como salvador, como
mesías, como hijo de Dios.
23 De la descendencia de éste,
y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel.
24 Antes
de su venida, predicó Juan el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de
Israel.
25 Mas
cuando Juan terminaba su carrera, dijo: ¿Quién pensáis que soy? No soy yo él;
mas he aquí viene tras mí uno de quien no soy digno de desatar el calzado de
los pies.
Y entonces se lanza a fondo y de manera directa.
26
Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros teméis
a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salvación.
27
Porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, no conociendo a Jesús, ni
las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, las
cumplieron al condenarle.
28 Y
sin hallar en él causa digna de muerte, pidieron a Pilato que se le matase.
29 Y
habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban escritas, quitándolo del
madero, lo pusieron en el sepulcro.
30 Mas
Dios le levantó de los muertos.
31 Y él
se apareció durante muchos días a los que habían subido juntamente con él de
Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo.
Y Pablo y Bernabé son los mensajeros de estas buenas nueva.
32 Y
nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros
padres,
33 la
cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús;
como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he
engendrado hoy.
34 Y en
cuanto a que le levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, lo
dijo así: Os daré las misericordias fieles de David.
35 Por
eso dice también en otro salmo: No permitirás que tu Santo vea corrupción.
36
Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la
voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres, y vio corrupción.
37 Mas
aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción.
38
Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados,
Y finalmente, el anuncio más importante: “que por medio de él se os anuncia
perdón de pecados…”
39 y
que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados,
en él es justificado todo aquel que cree.
40
Mirad, pues, que no venga sobre vosotros lo que está dicho en los profetas:
41
Mirad, oh menospreciadores, y asombraos, y desapareced;
Porque
yo hago una obra en vuestros días,
Obra
que no creeréis, si alguien os la contare.
Pablo, en este v. 41, cita a Habacuc 1-5: “Mirad entre las naciones, y ved,
y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os
contare, no la creeréis”.
Efecto del discurso de Pablo
42
Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron
que el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas.
43 Y
despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos
siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a que
perseverasen en la gracia de Dios.
El impacto de esta revelación causó asombro y expectación entre los
asistentes ese día a la sinagoga, prosélitos y algunos judíos, y quería seguir
oyendo, y los invitan a que regresen el siguiente sábado, pero algunos
siguieron preguntando a Pablo y por ello Pablo y Bernabé, fuera de lugar,
siguen instruyendo a los a que “perseveren en la gracia de Dios”.
Una semana después
44 El
siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de
Dios.
45 Pero
viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo
decía, contradiciendo y blasfemando.
46
Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad
era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la
desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a
los gentiles.
47
Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo:
Te he puesto para luz de los gentiles,
A fin de que seas para salvación hasta lo
último de la tierra.
48 Los
gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y
creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.
Todo ello estaba profetizado. Veamos algunos pasajes:
Lucas 2:29-32: “Ahora,
Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; Porque han visto mis
ojos tu salvación, La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz
para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel.
Isaías 49:6: “dice:
Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para
que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones,
para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra.
Jeremías 1:5: “Antes
que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te
di por profeta a
las naciones.”
Consecuencias de sus
predicaciones
49 Y la
palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia.
50 Pero
los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de
la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de
sus límites.
51
Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, llegaron a
Iconio.
52 Y
los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.
Sacudir el polvo de los pies era un símbolo de eliminar la responsabilidad,
y esto fue lo que Jesús mismo le dijo que hicieran sus discípulos cuando fuesen
rechazados.
Pero la frase final es elocuente: “Y los
discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo”, que es la manera en
que Lucas cierra el relato con un sumario contundente.
Para revitalizar a la iglesia del siglo XXI estaa
es la medicina: “Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo”.
Mientras la iglesia languidece al compás del mundo, difícilmente logrará un
poderoso despertar.
Dios los bendiga y los llene
de su Espíritu.
[1] Dice un comentarista que en el
judaísmo helenista, era relativamente frecuente portar un doble nombre: uno
griego y otro hebreo. Saúl es hebreo, Saulo o Saulos, griego. Pero esto no
explica el por qué además escribe Lucas que también se llamaba Pablo.
Cabe señalar que "Saulo" (en griego
Saulos, forma helenizada del hebreo Sha'ul) aparece a veces como Soulos en la
traducción de los LXX. Como es bien sabido, Saúl /Saulo es el nombre del primer
rey de Israel, de la tribu de Benjamín, y Paulos es la helenización del nombre
latino Paulus, que significa
literalmente “pequeño”.
Otro dice que “El nombre Paulos es la forma
griega del conocido cognomen romano Paulus,
utilizado por la gens Emilia. Solo se
puede conjeturar respecto de la forma en que Pablo obtuvo este nombre romano. Y
para ello es posible que tuviera relación con la ciudadanía romana que su
familia poseía por habitar en Tarso. También es posible que algún antepasado de
Pablo adoptara ese nombre por ser el de un romano que lo manumitió (los liberó
de la esclavitud). Si bien Paulus
significa en latín ‘pequeño’ o ‘exiguo’, no se relaciona con su contextura
física o con su carácter.
Cabe señalar que la forma de nominar a las
personas entre los romanos seguía esta fórmula: praenomen + nomen + cognomen (es
decir, nombre + apellido + apodo).
—El praenomen
corresponde a lo que hoy nosotros llamamos el nombre propio de cada persona.
—El nomen,
nombre o “gentilicio”, es la designación según la “gens” o tribu a la que
pertenecía cada uno. Al principio, en la antigua Roma, había grandes clanes o
tribus de latinos dispersos en aldeas del Lacio, que se fueron congregando poco
a poco tras la fundación de Roma, hasta formar el gran pueblo que fue más
tarde. Cada ciudadano recibía como segunda parte de su nombre el “gentilicio”. Por
ejemplo: Marco Tulio era de la tribu, o gens, Tulia.
—Y cognomen
es la designación específica —a veces un apodo— con el que llamaba concretamente a una “familia” dentro de cada gens o
tribu. A veces este cognomen era un apodo, bien para la familia entera o
para un miembro ilustre de ella.
Dice FF Bruce que “Como ciudadano romano,
Pablo tendría tres nombres: praenomen,
nomen gentile y cognomen. Pablo
(pequeño) era su cognomen. El praenomen y el nomen gentile del apóstol no se
han preservado lamentablemente; el nomen gentile probablemente nos hubiera dado
alguna indicación de las circunstancias en las cuales su familia adquirió́ la
ciudadanía romana.