Cuando era niño, no me imaginaba el futuro; para mí era algo
nebuloso. Alguna vez, cuando tendría 10 años, me pregunté que pasaría conmigo
cuando tuviera 40, y se me hizo eso tan lejano, que me pareció absurdo seguir
pensando.
Pero quizá en el fondo alguna inquietud sobre el futuro iba
germinando y creciendo lentamente, como una planta, pues cuando me volví
lector, fueron las historias futuristas de ciencia ficción (naves, viajes
interplanetarios, ciudades futuras, tecnologizadas) las que más leí. Y leí
muchas, entre ellas, de autores como H.G, Wells, Artur C. Clark, Issac Asimov,
quienes se hicieron mis conocidos.
Ahora tengo MÁS DE 60 y aún me persigue la preocupación del
futuro, pues descubro que sigue arraigada en mí una insaciable curiosidad por
el tiempos venideros. Pero ya no pienso como entonces, a largo plazo, sino en
la semana que entra, en el mes que entra, en un evento o en un problema que
tengo que enfrentar o probablemente enfrentaré y quiero que esa fecha pase.
Y cuando los problemas
en el trabajo crecen, mi aprensión se vuelve más aguda. Añoro que llegue X día,
como el 15 de septiembre o las
vacaciones de fin de año pero veo con tristeza que cuando llegan no me saben a nada y sigo añorando un mañana luminoso
pero que sigue es incierto y nebuloso.
Tratando de arrancar de mi Biblia un poco de luz para
afrontar los incierto con esta barca, mi humanidad, que tiembla ante el embate
de las olas y el viento.
Dice un himno:
Nada sé sobre el futuro
Desconozco lo que habrá
Es probable que las nubes
Mi luz venga a opacar.
Nada temo del futuro
Pues Jesús conmigo está
Yo le sigo decidido
Pues él sabe lo que habrá
Mucha cosas no comprendo
Del mañana con su afán
Más un dulce amigo tengo
Lo he cantado muchas veces. Tiene una bella melodía, pero
¿qué tanto hemos pensado en su letra? ¿Qué tanto es una realidad en nuestras
vidas? ¿Nada tememos del futuro? ¿Seguros? ¿Tengo la certeza que Jesús está aquí
conmigo? ¿Él es para mí un dulce amigo?
¿Y si los problemas crecieran?¿Lo seguiremos considerando
nuestro amigo? ¿Seguiríamos cantando con seguridad este canto?
Hace algunos años, en la empresa que dirigía, pasamos
periodos complicados donde no veíamos soluciones fáciles. Pero nunca sentí
temor, quizá sólo un poco de preocupación. Tal vez con los años y la llegada de
los padecimientos físicos uno se vuelve más temeroso porque quizá vemos que ya
no somos fuertes, jóvenes, y que si me corrieran de mi trabajo ¿podría trabajar
en algo? ¿alguien se atrevería a contratarme? A mi edad, ¿quién me daría
trabajo? ¿Podría solventar mis deudas o mis compromisos financieros, si ahorita
mi sueldo apenas alcanza para cubrirlos?
Y he pensado también en la predicación de un hermano que
decía que aprovecháramos los malos momentos, que dijéramos: ¡Qué maravilla! Y
me hizo recordar las palabras del apóstol Santiago:
SANTIAGO 1
2) Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando cayereis en diversas pruebas; 3)
sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 4) Mas tenga la
paciencia su obra perfecta, para que seáis perfectos y cabales, y que nada os
falte.
Pero para poder hacer nuestro ese gozo nos hace falta algo importante,
al menos de un tamaño tan pequeñito como un grano de mostaza. Sí, se trata de la
fe.
En mis lecturas matinales, antes de empezar a trabajar, me
encontré con un pasaje en el evangelio Según San marcos 11: 20-26, que dice:
20 Y pasando por la mañana, vieron que la
higuera se había secado desde las raíces.
21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo:
Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
22 Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en
Dios.
23 Porque de cierto os digo que cualquiera
que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón,
sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.
24 Por tanto, os digo que todo lo que
pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que
también vuestro Padre que está en los cielos os perdone
a vosotros vuestras ofensas.
26 Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los
cielos os perdonará vuestras ofensas.
Me llamó la atención que un tema que no había advertido
antes. Esto me llevó a darme cuenta que muchas veces leo la Biblia de forma
mecánica.
Este tema es el perdón. ¿El perdón?
¿Qué significa esto? Bueno, el pasaje dice que si vamos a
acercarnos a Dios debemos tener un corazón limpio. Y un gran elemento limpiador
es el perdón.
¿Han notado como cuando realmente perdonamos sentimos un
descanso? Odiar a alguien es cargar un gran peso. Gastamos mucha de nuestra
energía emocional, mental y espiritual pensando en esa persona obsesivamente. Y
si por casualidad la encontramos, el estómago se nos hace nudo.
Pero si el Señor nos ayuda a perdonar, ya esa persona que no
nos cae bien no nos irritará, ni estaremos pensando en ella; y si la
encontramos, hasta podemos sonreírle. Entonces nos damos cuenta que somos
libres, ¡¡¡somos libre!!! Y esto nos hace felices. Y nos damos cuenta entonces
que el odio es un gran motor de infelicidad. Y el perd
ón
de Dios, perfecto, da una paz perfecta.
Un hermano escribía que un gran reto es “amarnos unos a otros, como le pide el
Señor a sus discípulos”. Yo le respondí que el verdadero reto era: "Amad a vuestros
enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y
orad por los que os ultrajan y os persiguen..." Mateo 5:45
Frente a tales personas, ¿podemos no sólo perdonarlos sino
amarlos, bendecirlos, hacer el bien (sobre todo cuando tenemos la oportunidad
de hacerles pagar su maldad) y orar por ellos?
Sí podemos. Con el poder del Señor, podemos. Déjenme
decirles que es verdad. Esta semana una persona me ofendió. La reacción
inmediata fue coraje, recelo, ganas de darle un buen golpe, o al menos desear
que le fuese mal. Y fueron días amargos hasta que recordé este pasaje. Y me
puse a orar por él y por sus cómplices. Y el viernes tenía que verlo. Me sentí
impotente. Seguramente, pensé, cuando lo vea mi estómago va a dar vueltas como
una licuadora. Oré, oré intensamente. Y cuando lo vi, le sonreí y le dije hola
y descubrí que no sentía coraje, ni odio, sino, inclusive simpatía. La luz
brilló en mi ánimo. Terminó el evento y yo, brinqué de gusto. Había podido: era
una gran victoria.
Regreso al futuro, al
miedo al futuro. Si tenemos la fuerza para perdonar y lo experimentamos
como una realidad palpable en nuestro ser, el miedo a futuro empieza a
diluirse. Si el puede vencer mis emociones negativas y darme paz, una dulce
paz, él puede entonces suplir todas mis necesidades aunque sea un anciano
desempleado.
Tenemos que aprender a ser más osados en la vida cristiana,
dar pasos de fe cada vez más aventurados, descubrir que el Señor es una
realidad cercana, muy cercana y no una entidad lejana o, tal vez peor,
inexistente. Déjenme decirles que el ateísmo cristiano existe. Cantamos,
alabamos, citamos textos, pero no confiamos en nada en lo que la Biblia dice.
Ese es ateísmo cristiano.
Y al descubrir que Él es una realidad, una realidad
palpable, podemos hacer algo bien complicado, como lo expresa el Señor en Mateo:
Mateo 6:33
Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia (han notado que
aquí entra el perdón, pues no dice La justicia —que paguen lo mal que han
hecho— sino Su justicia) y todas estas cosas serán añadidas.
Ya notaron que este pasaje habla precisamente del futuro.
Dice “serán”. Creer en Dios, aunque sea en un término tan minúsculo como un
grano de mostaza, el futuro está asegurado. Este es el verdadero seguro de
vida, terrenal y celestial.
Romanos 8:28
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Incluso, aceptar la permanencia de un problema, como le
sucedió al apóstol Pablo:
2ª. de Corintios 12
7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase
desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que
me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera;
8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.
9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.
Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que
repose sobre mí el poder de Cristo.
Otras de las fuentes de temor en el futuro es pensar lo que
podemos perder. Tal vez tenga que vender las cosas que aprecio y me son útiles,
o hipotecar la casa…
Cuando el Señor alguien se acerca para seguirle les dijo
cosas bien fuertes:
Por ejemplo, al joven rico le dijo: “Vende todo lo que
tienes y dalo a los pobre… “
Mateo 8:19
19Y cierto escriba vino y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que
vayas.
20Y Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo
nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza.
21Y otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y
entierre a mi padre. 22Pero Jesús le dijo: Sígueme; y deja que los muertos
entierren a sus muertos.
Aferrarnos a las cosas hace de nuestra vida algo triste.
Para que nuestra vida tenga equilibrio, primero debe ser Dios, luego todo lo
demás. Si Dios tiene primacía, es como la gasolina. Puede uno tener un buen
carro, pero sin gasolina no sirve. Podemos amar mucho a nuestro hijos, pero si
Dios está en primer lugar, el nos bendecirá y su bendición desciende sobre los
que nos rodea.
Pablo le dijo al carcelero de Filipos: “Cree en el Señor
Jesús y serás salvo tú y tu casa” (Hechos 16:301-31)
Queremos tener un buen futuro, no busquemos un buen trabajo,
ni una buena profesión, ni un buen negocio, ni una buen seguro de retiro, ni
buenas relaciones con políticos, ni… Busquemos primeramente el reino de Dios.
Salmo 91:
El que habita al abrigo del Altísimo, Morará bajo la sombra del
Omnipotente.
2 Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien
confiaré.
3 El te librará del lazo del cazador, De la peste destructora.
4 Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro;
Escudo y adarga es su verdad.
5 No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día,
6 Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del
día destruya.
7 Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará.
9 Porque has puesto … Al Altísimo por tu habitación,
Y el salmo 23:
Jehová es mi pastor; nada me faltará.
2 En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
3 Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
4 Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
6 Ciertamente
el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa
de Jehová moraré por largos días.
Que Dios les bendiga.