sábado, 28 de septiembre de 2019

BENDECIR Y NO MALDECIR


Bendigan a quienes los persigan;
bendigan y no maldigan.
Romanos 12: 14

Bendecir, dice un comentarista de la red radiofónica BBN, significa hablar bien de alguien. Por el contrario, maldecir, es hablar mal, decir de algo o alguien cosas desagradables, aunque sean verdaderas.
            Ahora bien, ¿por qué maldecimos? Esta actitud surge de pensar mal de alguien. Es decir, se forja antes en el pensamiento y, si no tenemos recato, lo expresaremos en voz alta, bien como chisme, bien como ofensa.
            Pero, ¿por qué pensamos mal? Generalmente viene de hacer un juicio negativo, bien porque somos presuntuosos o vemos negativamente a quien es diferente a nosotros, porque es de otra raza, otro país, otro status comercial o porque hay algún distanciamiento o pleito previo o prejuicio, o simplemente porque nos molesta y nos cae mal. Y esto nos lleva a juzgarlos (ver Romanos 2 para ampliar el tema).
            Vayamos un paso más a fondo. ¿Por qué enjuiciamos? Porque la mayoría de los casos porque pensamos que somos mejores que los otros o por envidia o por celos, y estos sentimientos negativos nos llevan a elaborar pensamientos negativos.
            La raíz entonces es nuestra actitud pecadora. Un estudio sobre los fariseos en los evangelios nos da un amplio muestrario de prejuicios y malos pensamiento. Un ejemplo, está en Lucas 18:11: “El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano…”
            Para evitar estas actitudes negativas, pecadoras y podamos bendecir, como decía Pablo en Romanos, primero hay que reconocer que pensamos mal y hablamos mal de los demás, que los juzgamos, que nos caen mal, que no los soportamos. Luego, orar reconociendo ante Dios esta forma de ser y entregarle nuestro pecado. Luego, hacer una lista de quienes no caen mal y hagamos una matriz de varias columnas. La primera, con las cosas que creemos negativas; la segunda, con las cosas que debemos reconocer que son positivas (es difícil, pero se puede. Puedes orar antes de hacerla); Tercera y cuarta: tratar de explicar por qué, porqué esa característica que no vemos bien, y hacer lo mismo con las cosas que creemos son positivas. Y cuando tengamos este cuadro, tendremos una visión mucho más completa. Cerrar este ejercicio orando por las necesidades de esa persona no para que nos caiga bien, sino para que conozca a Jesús y sea salvo, aun sea la persona más malvada que conocemos.

MATEO 5:44-45
 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

Qué el Señor les bendiga.

lunes, 16 de septiembre de 2019

ESTUDIO SOBRE ROMANOS CAPÍTULO 2


Jeremías Ramírez Vasillas

PRÓLOGO: Revisión de los versículos del 28 al 32.

Para analizar el capítulo dos de la Carta a los Romanos es necesario considerar los versículos del 28 al 32 que hace el más crudo retrato de quienes se han dejado dominar por sus pasiones.

 “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Romanos 1:28)

El rechazo a Dios los condujo a toda clase de perversión, y los hundió en la más profunda degradación o depravación, como podemos comprobarlo hoy en día, o bien, a lo largo de la historia de la humanidad en la que han existido monstruos de maldad.
            Quizá algunos lectores primarios de la carta han de haber pensado: sí, qué fea gente, terrible. Y lo era. La cultura romana y griega se habían hundido, en ese tiempo, a un grado sumo de perversión y degradación.
Y el versículo 28 nos dice que NO APROBARON TENER EN CUENTA A DIOS, es decir, hubo un rechazo deliberado. La gente rechaza a Dios cuando decide ajustar su vida a sus pasiones, es decir, a lo que Pablo llama “una mente reprobada”, y vivir acorde a las pasiones nos lleva a hacer cosas que nos afectan, que nos destruyen y destruyen a los que nos rodean. Un asaltante cree que ha obtenido un bien de manera “sencilla”, pero ese bien le va a acarrear un mal tarde o temprano, y además dañó a otra persona y a su familia. Y si fue con violencia su onda expansiva alcanzará a afectar a más personas.
Esta actitud de “no tener en cuenta Dios”, nos lleva a estar “atestados”, es decir, llenos hasta el borde —si la traducción fuese literal— de maldad. Y entonces, para no dejar la calificación de manera ambigua, detalla a qué se refieren con “esas cosas que no convienen”.

·      injusticia, adikiâi, lo contrario de dikaiosyné que significa darle a Dios y a los hombres lo que les corresponde. Por tanto, adikiâi, significa despojar a Dios y a los hombres de lo suyo.
·      fornicación, porneiâi, el deseo impropio de gratificación sexual.
·      perversidad, kakiâi, que siempre tiende a lo peor
·      avaricia, pleonexiâi, rapacidad, un maldito amor a poseer, decían los griegos.
·      llenos de envidia, phthonou, anhelo de poseer lo que tienen otros y que mueve al envidioso incluso al asesinato.
·      homicidios, (phonou), arrancarle la vida a otro.
·      contiendas, (eridos), rivalidad que nace de la envidia, de la ambición. Hoy le llaman “competitividad”.
·      Engaños (dolos), mezclar un metal precioso con otro de poco valor. Adulterar.  
·      malignidades; (kakoëthias), que pregona sus maldades, no las oculta, se jacta de ellas.
·      Murmuradores (psithuristas). Vieja palabra que indica hablar al oído, en secreto, chismes degradantes.
·      Detractores, (katalalous). Un compuesto como katalaleö, hablar detrás (Stg. 4:11), y katalalia, habladuría detrás (2 Co. 12:20). Habladores a espaldas de la persona ya sea secreta o abiertamente.
·      Aborrecedores de Dios (theostugeis). Quien hace el mal no es más que alguien que aborrece a Dios. El Señor le dijo a Pablo cuando perseguía a los cristianos: “¿Por qué me persigues?” Pablo aborrecía a Dios creyendo amarlo.
·      injuriosos, Insolentes (hubristas). Vieja palabra para designar al agente de hubrizö, insultar. Hacer daño a los demás con las palabras.
·      Soberbios, Orgullosos (huperëphanous). De huper y phainomai, aparecer ante otros, arrogante en pensamiento y conducta.
·      Altivos, Jactanciosos (alazonas). De alë, errante. Presuntuosos, fanfarrones, presumidos.
·      Inventores de males, Inventores de maldades (epheuretas kakön). Inventores de nuevas variedades de vicios, como Nerón. Tácito (Anales IV. ii) describe a Sejano como facinorum omnium repertor, y Virgilio, Eneida ii. 163) scelerum inventor
·      Desobedientes a los padres (goneusin apeitheis). Cf. 1 Timoteo 1:9; 2 Timoteo 3:2. Un rasgo antiguo y moderno, y muy reprobado en la era romana.
·      Necios (asunetous). Que no usa su razonamiento.
·      Desleales (asunthetous). Vieja palabra, común en la LXX (Jer. 3:7 Y dije: Después de hacer todo esto, se volverá a mí; pero no se volvió, y lo vio su hermana la rebelde Judá.), hombres «infieles a sus compromisos» (Sanday y Headlam), que tratan los pactos «como papel mojado».
·      Sin afecto natural (astorgous). Palabra tardía, a, privativo, y storgë, amor a la familia. En el N.T. sólo aquí y en 2 Timoteo 3:3 “…sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno...”
·      implacables, o despiadados (aneleëmonas). De a, privativo, y eleëmön, misericordioso.
·      Sin misericordia. Similar al anterior.

32 quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

ROMANOS 2
           
En este segundo capítulo Pablo hace un juicio severo en contra esos que se creían que no participaban en esa degradación, particularmente, se dirige a los judíos, pues eran judíos quienes se jactaban de su rectitud y de su buena conciencia. Y más aún si consideramos que esta carta estaba dirigida a los cristianos y que además estaban en la iglesia, y desde las sombras ejercían su poder destructor, pero creyendo que todo estaba bien, que hacían una obra benéfica, como Pablo persiguiendo a los cristianos.

Romanos 2
El justo juicio de Dios
1  Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas (krinön); pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.

Krinö no significa de sí mismo condenar, sino entresacar, separar, aprobar, determinar, pronunciar juicio.
En otras palabras, les dice: quizá tú no metas las manos, pero tu actitud es como si lo hicieras, y por ende, eres culpable como ellos.

2 Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad.
3 ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?

¿Habrá alguien que no haya hecho uno dos de esas terribles cosas de la lista de capítulo uno? No, no hay uno, como dice en el Romanos 3: 10: “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno…”
          Y «tú confiado y presuntuoso judío, que esperas escapar al krima (veredicto) de Dios debido a que eres judío». El judío se tenía como inmune a las leyes ordinarias de la ética por ser judío. Y es penoso ver cómo ciertos cristianos pretenden poseer la misma inmunidad.

4 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?

Dice un comentarista que en cada uno de nosotros hay un sentido de impunidad: “a mí no me va a pasar, yo voy a la iglesia, yo leo la biblia, yo soy judío, mis padres son líderes de la iglesia, yo me porto bien, no le hago daño a nadie… etc. Y más cuando vemos que no pasa nada si nos portamos mal, si pecamos deliberadamente.

5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,

Sin embargo, seguimos “atesorando ira”, pues en la justicia de Dios no hay impunidad.

6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras:

Tarde o temprano, habremos de pagar hasta la última blanca.

7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad,
8 pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia;
9 tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego,
10 pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego;

Sólo hay dos opciones: 1) Vida eterna / gloria y honra  2) Ira y enojo a los que obedecen a la injusticia / tribulación y angustia.

Proverbios 24:12 “Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, Y dará al hombre según sus obras.

Apocalipsis 22:12. “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”.

11 porque no hay acepción de personas para con Dios.

Es decir, no hay impunidad. No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Gálatas 6:7

Colosenses 3:25: “Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas”.

Efesios 6:9 “Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas”.

12 Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados;
13 porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.
14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos,
15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos,
16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.

Dios usará dos juicios: “Sin ley” y “con ley”, pero nadie queda sin juicio. Los que sin ley se les juzgará en función de lo que todos los seres humanos tenemos en nuestra conciencia. Es decir, hay un sentido interno, innato, que permite al ser humano darse cuenta qué está bien o no.  Este sentido ha hecho que todas las culturas han desarrollado códigos de conducta, y hay una enorme coincidencia entre ellas. Por lo tanto, podemos decir que los gentiles están sin la ley de Moisés, pero no sin algún conocimiento de Dios en la conciencia, y cuando hacen lo recto «son ley para sí mismos». Es decir, todos los hombres poseen esta facultad de enjuiciar sus acciones. La conciencia puede ser escrupulosa en exceso (1 Co. 10:25 “De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia”), o estar «cauterizada» por el abuso (1 Ti. 4:12 “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza”.). Actúa en conformidad a la luz que posee. Acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos Pablo no dice que la conciencia de un pagano siempre alabe todo lo que éste piensa, dice o hace. A fin de que uno estuviera justificado ante Dios por medio de su propia vida, tendría que actuar siempre de acuerdo con su conciencia, y nunca encontrarse con la desaprobación de la misma. Esto, naturalmente, es imposible.

En el caso de los judíos, para ellos el juicio es más severo pues conocían la ley, pero no la cumplían. Era habitual que la ley fuese leída en la sinagoga, pero no había ninguna virtud en sólo prestar oído. La virtud está en su cumplimiento.
Véase un contraste similar que hace Santiago entre «oyentes» y «hacedores» del evangelio (Stg. 1:22–25). “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra, pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.

Los judíos y la ley
17 He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas (Significa recostarse sobre, reposar apoyando la espalda contra algo) en la ley, y te glorías en Dios,
18 y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor,
19 y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas,
20 instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad.

Este es la expresión máxima de la soberbia. Vean los calificativos:
·      Judío (cuán orgullosos son los judíos de su origen racial)
·      Te recuestas sobre la ley
·      Te Glorias en Dios
·      Conoces su voluntad
·      Apruebas lo mejor, porque eres instruido por la ley
·      Confías en que eres guía
·      Eres luz
·      Instruyes a los ignorantes (Aphronön)
·      Maestro de niños
·      La ley es para ti ciencia y verdad.

Todo indica que esta era su autoimagen, su autoconcepto, y esto lo dice considerándose a sí mismo. El creía en eso y era la razón de perseguir a los cristianos, hasta que el Señor le mostró que eso que creía estaba erróneo. Su autodictamen fue que todas las cosas símbolo de orgullo era una pérdida: “…circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo”.

Y ahora Pablo, usando este marco de orgullo, los interroga:

21 Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas?
22 Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio?
23 Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios?
24 Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.

Y sin embargo, ellos mismos, en su conducta, orgullosamente religiosa, reflejaban lo contrario. Y aquí lanza Pablo sus cinco porqués:
1)     Por qué no te enseñas
2)     Por qué hurtas
3)     Por qué adulteras
4)     Por qué cometes sacrilegio (hierosuleis), de hieron: templo, y sulaö: robar. Los mercaderes del templo eran sacrílegos; robaban al templo robando a quienes iban a ofrendar su sacrificio.
5)     Deshonras a Dios infringiendo la ley.

Por todo esto, hasta la fecha, “el nombre de Dios es blasfemado entre los que no aceptan a Cristo”.
Los judíos sentían gran celo por el Nombre de Dios, y no osaban pronunciar el Tetragramatón, y sin embargo actuaban de tal manera que los gentiles blasfemaban aquel Nombre.
Los excesos de la iglesia, o más bien, de todas las iglesias o así llamadas iglesias: el catolicismo acusado de pederastia, los tele evangelistas acusados de enriquecimiento excesivo, o de abusos sexuales, o la feligresía acusada de indolencia, o de ignorancia o de la adherencia a partidos políticos o de la búsqueda del poder (hay varios líderes religiosos que se han encumbrado en la política) o figuras públicas (políticos o del medio artísticos) que se declaran cristianos pero su conducta es reprobable.

25 Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión.
26 Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión?
27 Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la circuncisión eres transgresor de la ley.
28 Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;
29 sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.

Y remata su discurso con el símbolo de mayor orgullo judío: la circuncisión[1]. Porque esa marca en su carne indicaba, simbolizaba el pacto de Dios con el pueblo de Israel, era como el sello de pertenencia.
            Pablo, en pocas palabras expone que ese símbolo, tan caro a los judíos, no era nada si no había una transformación profunda en el interior, en el corazón, como lo había expresado en la carta a la iglesia de Colosas. 
Colosenses 2:11-12: “El también fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por manos, al quitar el cuerpo de la carne mediante la circuncisión de Cristo; habiendo sido sepultados con El en el bautismo, en el cual también habéis resucitado con El por la fe en la acción {del poder} de Dios, que le resucitó de entre los muertos”.
Concluye este capítulo sin haber desarrollado esta visión terrible de los judíos, pero que de alguna forma expone, también, los aspectos oscuros y desagradables de la iglesia de Cristo, cuando se han extraviado de su Señor. El caso judío es un espejo donde se refleja la iglesia cuando se convierte en una religión como la judaica.




[1] Génesis 17: 1-14: “Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera.
Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes.
Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti.
Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti.
Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.
Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones.
Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros.
Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.

ESTUDIO SOBRE APOCALIPSIS 20: Los mil años

Jeremías Ramírez El tema principal de este capítulo 20 es ese periodo de tiempo denominado “Milenio” y que ha sido causa de enorme discusión...