Por Jeremías Ramírez Vasillas
Misión imposible fue primero una serie de televisión y luego
se hicieron versiones cinematográficas en donde los protagonistas realizan
tareas que van más allá de las posibilidades humanas, y sin embargo salen avante
para beneplácito de los espectadores.
Los últimos sucesos en mi vida me hicieron enfocar mi
atención en acciones que realizan los hijos de Dios y que van más allá de las
escenas imaginadas para esas películas. Recordé varios pasaje:
·
Enfrentan fieras: Sansón
- · Sobreviven a hornos de fuego: Daniel y sus amigos
- · Caminan en medio del mar sobre un lecho seco: Moisés y los israelitas.
- · Enfrentan gigantes: Josué y Caleb
- · Derriban muros con trompetas y vueltas: Josué y los israelitas
- · Caminan sobre el agua: Pedro, aunque por breve tiempo
- · Caminan por valles de muerte y sobreviven: Corrie Tem Bum (cristiana holandesa durante la II Guerra
- Mundial), logra rescatar judíos y salir ilesa, y otras acciones increíbles.
Hay una cita retadora en Jeremías que me hace estremecer.
Dice:
Jeremías 12:5
Si corriste con los de
a pie y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos?
¿Se dan cuenta de este reto? ¿Quién puede correr y competir
con los caballos? El hombre más veloz, Usain Bolt, alcanza a correr 37 km/hr.
Un caballo corre de 75 a 70 kilómetros por hora. ¿No es esta una misión
imposible?
¿Y no es aún más imposible esta hazaña de Sadrac, Mesac y
Abed-nego?
Daniel 3
3 El
rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y
su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de
Babilonia.
2 Y envió el rey Nabucodonosor a que se
reuniesen los sátrapas, los magistrados y capitanes, oidores, tesoreros,
consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, para que
viniesen a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado.
3 Fueron, pues, reunidos los sátrapas,
magistrados, capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los
gobernadores de las provincias, a la dedicación de la estatua que el rey
Nabucodonosor había levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había
levantado el rey Nabucodonosor.
4 Y el pregonero anunciaba en alta voz:
Mándase a vosotros, oh pueblos, naciones y lenguas,
5 que al oír el son de la bocina, de la
flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo
instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey
Nabucodonosor ha levantado;
6 y cualquiera que no se postre y adore,
inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo.
7 Por lo cual, al oír todos los pueblos el son
de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña
y de todo instrumento de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se
postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había
levantado.
8 Por esto en aquel tiempo algunos varones
caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos.
9 Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor:
Rey, para siempre vive.
10 Tú, oh rey, has dado una ley que todo
hombre, al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del
salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, se postre y adore la
estatua de oro;
11 y el que no se postre y adore, sea echado
dentro de un horno de fuego ardiendo.
12 Hay unos varones judíos, los cuales
pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y
Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni
adoran la estatua de oro que has levantado.
13 Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con
enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos
estos varones delante del rey.
14 Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es
verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni
adoráis la estatua de oro que he levantado?
15 Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que
al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio,
de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua
que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en
medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis
manos?
16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al
rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este
asunto.
17 He aquí nuestro Dios a quien servimos
puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.
18 Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos
a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.
19 Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y
se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó
que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado.
20 Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía
en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el
horno de fuego ardiendo.
21 Entonces estos varones fueron atados con
sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro
del horno de fuego ardiendo.
22 Y como la orden del rey era apremiante, y
lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado
a Sadrac, Mesac y Abed-nego.
23 Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y
Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.
24 Entonces el rey Nabucodonosor se espantó,
y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres
varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey.
25 Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones
sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto
del cuarto es semejante a hijo de los dioses.
26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la
puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos
del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron
de en medio del fuego.
27 Y se juntaron los sátrapas, los
gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos
varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun
el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni
siquiera olor de fuego tenían.
28 Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea
el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a
sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y
entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.
29 Por lo tanto, decreto que todo pueblo,
nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y
Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no
hay dios que pueda librar como éste.
30 Entonces el rey engrandeció a Sadrac,
Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.
Y la toma de Jericó fue también increíble y sorprendente. Nos
dice la Palabra durante siete días dieron vueltas alrededor de la ciudad los
siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno de carnero, pasaron
delante del arca de Jehová, y tocaron las bocinas; y el arca del pacto de
Jehová los seguía. Y los hombres armados iban delante de los sacerdotes que
tocaban las bocinas, y la retaguardia iba tras el arca, mientras las bocinas
sonaban continuamente. Y el último día…
Josué 6: 20 Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes
tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la
bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a
la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron.
Pero ahora quisiera detenerme en Pedro. Pedro fue un apóstol
singular. Era un hombre burdo pero con una mente ágil, visionario en cierta
forma, e impulsivo.
¿Creía en Dios? Sí.
¿Creía que Jesús era Dios o el hijo de Dios? Sí.
¿Tenía fe? Claro que sí, y mucha fe, como vamos a ver
ahorita, pero…
Mateo 14:22-33
JESÚS CAMINA SOBRE EL
AGUA
22 Después de esto,
Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca, para que cruzaran el lago
antes que él y llegaran al otro lado mientras él despedía a la gente. 23 Cuando
la hubo despedido, Jesús subió a un cerro, para orar a solas. Al llegar la
noche, estaba allí él solo, 24 mientras la barca ya iba bastante lejos de
tierra firme. Las olas azotaban la barca, porque tenían el viento en contra. 25
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos caminando sobre el agua. 26 Cuando los
discípulos lo vieron andar sobre el agua, se asustaron, y gritaron llenos de
miedo:
—¡Es un fantasma!
27 Pero Jesús les
habló, diciéndoles:
—¡Calma! ¡Soy yo: no
tengan miedo!
28 Entonces Pedro le
respondió:
—Señor, si eres tú,
ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua.
29 —Ven —dijo Jesús.
Pedro entonces bajó de
la barca y comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Jesús. 30 Pero al
notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y como comenzaba a hundirse, gritó:
—¡Sálvame, Señor!
31 Al momento, Jesús
lo tomó de la mano y le dijo:
—¡Qué poca fe tienes!
¿Por qué dudaste?
32 En cuanto subieron
a la barca, se calmó el viento. 33 Entonces los que estaban en la barca se
pusieron de rodillas delante de Jesús, y le dijeron:
—¡En verdad tú eres el
Hijo de Dios!
Yo creo que Pedro tenía mucha más fe que muchos de nosotros.
Y mucha más que sus compañeros. Nadie se atrevió a imitarlo. “Si eres tú,
ordena”. El Señor sólo dijo: “Ven”. Y Pedro fue. ¿Usted se atrevería a dar un
paso en el agua? Yo no. Pedro dio
varios. Dice el v.29: “empezó a caminar”. Y todo iba bien hasta que le pegó el
viento y “tuvo miedo”. Es decir, su atención se desvió del Señor al viento y
entonces…
¿Y si yo le dijera que el Señor lo llamó a usted y a mí a
hacer hazañas como ésta o mayores y más increíbles, imposibles, que pensaría…?
Juan 14:9-14
Lo que les he dicho,
no lo dije por mi propia cuenta. Yo sólo hago lo que el Padre quiere que haga.
Él hace sus propias obras por medio de mí. 11 Créanme cuando les digo que mi
Padre y yo somos uno solo. Y si no, al menos crean en mí por lo que hago. 12 Les aseguro que el que confía en mí hará lo mismo que yo hago. Y, como yo voy a donde está mi Padre, ustedes harán cosas
todavía mayores de las que yo he hecho. 13 Yo haré todo lo que ustedes me pidan.
De ese modo haré que la gente vea, a través de mí, el poder que tiene Dios el
Padre. 14 Yo haré todo lo que ustedes me pidan.
Pero, ¿cuál es el secreto para hacer estas cosas imposibles?
“El que confía en mí”.
Si revisamos el pasaje de Pedro, nos damos cuenta que su
“error fue” haberse distraído con el viento, con las adversidades, y dejar de
ver al Señor.
Dice Hebreos 12
12 Por tanto, nosotros también, teniendo en
derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del
pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por
delante,
2 puestos los ojos en
Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto
delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la
diestra del trono de Dios.
3 Considerad a aquel
que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro
ánimo no se canse hasta desmayar.
¿Sabían ustedes que no sabemos vivir confiando en Dios, es
decir, con los ojos puestos en Jesús?
Confiamos en nosotros, en nuestros empleos, en los bancos,
en el gobierno, en los familiares, en los amigos, en nuestra suerte… en nuestro
dinero, en nuestras relaciones, en nuestro status, en nuestra inteligencia, en
nuestros títulos, etc.
El ser
humano en general no sabe vivir teniendo a Dios como eje de su vida. Y lo malo
es que los cristianos tampoco. Es nuestra fe, a veces, tan pequeñita como un
átomo.
¿Cómo
aprendemos a confiar en Dios, a mirarlo a él, a tener los ojos puestos en él?
Simple: confiando. Pedro tuvo la gran oportunidad de aprender en ese caminar en
el mar y no pudo, pero hubo muchos momentos en que finalmente aprendió.
Estas
circunstancias que he vivido me pusieron en un callejón. O confiaba en Dios o
confiaba. Es decir, son las circunstancias adversas, las de callejón sin
salida, las imposibles, las que nos permiten aprender a confiar en Dios.
Nadie se
sube a una bicicleta por primera vez creyendo que se va a caer. Nadie puede
enfrentar “el valle de sombra de muerte sin temor alguno” sin tener miedo. Sólo
es posible después de aprender a caminar con Dios, de hacerlo el centro de
nuestra vida, que aprendemos a enfrentar las misiones imposibles y salir
airoso.
Yo aprendí
a manejar cuando, desesperado en una fila del pesero, me dije: “Qué necesidad
tengo de estar aquí si tengo auto”. Fui por el él y a partir de ese día
manejé... Aunque choqué.
Y si se
fijan, es la misma pregunta que se hizo el hijo pródigo. (Lucas 17) Y volviendo en sí, dijo: !!Cuántos
jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de
hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el
cielo y contra ti.
Es decir,
qué necesidad… Y lo mismo podemos decir nosotros. Qué necesidad de vivir como
un pagano, como un gentil, si soy el hijo de un rey.
Romanos 8: 38…
28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
29 Porque a los que
antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la
imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
30 Y a los que
predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
31 ¿Qué, pues, diremos
a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
32 El que no escatimó
ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
también con él todas las cosas?
33 ¿Quién acusará a
los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
34 ¿Quién es el que
condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que
además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
35 ¿Quién nos separará
del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o
desnudez, o peligro, o espada?
36 Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el
tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero.
37 Antes, en todas
estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
38 Por lo cual estoy
seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
39 ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro.
De ahí que Pedro nos dijera que tuviéramos sumo gozo cuando anduviéramos en
diversas pruebas, pues la prueba de la fe…
Hermano,
usted está llamado a ser un héroe que enfrente misiones imposibles, pero lo que
nos falta es entrenamiento, ese entrenamiento que nos dan las pruebas. A Josué
Dios le dijo que se “esforzara y que fuera valiente”. Lo mismo nos dice ahora.
A Jeremías (1) le dijo:
4 Vino, pues, palabra
de Jehová a mí, diciendo:
5 Antes que te formase
en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta
a las naciones.
6 Y yo dije: !!Ah!
!!ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.
7 Y me dijo Jehová: No
digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que
te mande.
8 No temas delante de
ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová.
9 Y extendió Jehová su
mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu
boca.
10 Mira que te he
puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para
destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.
17 Tú, pues, ciñe tus
lomos, levántate, y háblales todo cuanto te mande; no temas delante de ellos,
para que no te haga yo quebrantar delante de ellos.
18 Porque he aquí que
yo te he puesto en este día como
ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra toda
esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes, y
el pueblo de la tierra.
19 Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte.
Y a Pedro, una vez pasado su examen doctoral, le dijo: “¿Me
amas? Apacienta mis ovejas”. Que
tarea más difícil. Hermanos, bienvenido al mundo de Dios, al mundo de lo
imposible posible. “porque yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo”.
Qué Dios les bendiga.