No tienen necesidad de irse;
dadles vosotros de comer
Mateo 14:16
En el pasaje de la alimentación de los 5 mil generalmente ponemos
atención en el acto más espectacular: el milagro de cómo el Señor multiplica
cinco panes y dos peces. Ahora que mi madre estuvo enferma el pasaje del
versículo 14: 16 me estuvo dando vueltas como si trajera un clavo ardiente.
Me preguntaba, por qué el Señor les
dio esta orden. ¿Los estaba calando? ¿Quería ver sus reacciones? ¿Les estaba
gastando una broma? ¿Quería demostrarles que él si era capaz, que él tenía
poder y ellos no?
Pero leyendo con atención el
pasaje vemos que no hay visos de broma ni de ponerlos a prueba. Y la respuesta
de los apóstoles es muy peculiar: “No tenemos aquí sino cinco panes y dos
peces” (v. 17).
Y me preguntaba si el Señor en
efecto les estaba pidiendo que ellos hicieran el milagro, que ellos los
alimentaran, que ellos dieran el paso de fe. Pero los apóstoles respondieron
desde su falta de fe, desde su lógica humana, desde su perspectiva “realista,
naturalista” dirían algunos: “No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces” (v.
17).
Y me preguntaba además si la
misma orden la sigue dando el Señor a su Iglesia ante los graves problemas del
mundo: resuelvan ustedes los problemas. Y nosotros contestando: “No tenemos
aquí sino cinco panes y dos peces” (v. 17).
Martin
Luther King, dijo en uno de sus discursos: “Como cristianos no debemos pensar
únicamente en nuestros tronos del cielo, sino en los tugurios y ghetos que
atrofian el alma; no sólo en los caminos del cielo por lo que corren torrentes
‘de leche y miel’, sino también en los millones de hombres que por toda la
tierra se acuestan en la noche sin haber
saciado su hambre”. (Minestrini, Walter, Martin
Luther King, rebelde por amor, Editorial Mensajero, p. 51)
Como veremos
más adelante, Pedro y los discípulos aprendieron a ver las cosas desde la
óptica sobre naturalista, desde la óptica de fe y del poder de Dios y no del
suyo que terminaba en lo que NO tenemos ni oro ni plata. Al cojo le dijeron
mucho más que simple dinero, le dieron la solución su problema: “En el nombre
de Jesucristo de Nazareth, levántate y anda”. (Hechos 3:6)
Al tratar
de emular estos hechos, me he visto completamente impotente, sin capacidad de
hacer muchas de las cosas que el Señor dijo que podríamos hacer “porque Él iba
al padre”. (Juan 14: 12)
Pero hay un
pasaje en Mateo 7: 21-23 que me ha estado dando vueltas. Si es esta posibilidad
de hacer actos espectaculares el indicador de que somos hijos de Dios plenos y
llenos de él, de lo cual el Señor se pueda sentirse orgulloso.
Pero este
pasaje que dice:
“No todo el que dice: Señor, Señor, entrará en el
reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los
cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores
de maldad.” (Mateo 7:21-23)
¿Si la
capacidad de hacer milagros no es el distintivo de ser parte de él, entonces
cuál? Releyendo el pasaje de Juan 14: 12 (De
cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las
hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.), me pregunto que
fue lo más importante que el Señor hizo. Y a mi cabeza vienen pasajes como este
Juan 3:16:
“De tal manera amó Dios al mundo que Dio a su hijo
unigénito para que todo aquel que en el cree no se pierda más tenga vida
eterna”
Y este otro
(Marcos 6:34)
Y saliendo Jesús vio gran multitud, y tuvo
misericordia de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y les comenzó a
enseñar muchas cosas.
Y deduzco
que lo más importante fue el amor, un profundo amor incluso por aquellos que lo
rechazaron y lo llevaron a la cruz, esos que en la Biblia se denominan “las
ovejas perdidas del pueblo de Israel”
La iglesia
de hoy ¿tiene amor por las ovejas perdidas de la iglesia de Laodicea? Es más,
¿tiene amor por los propios hermanos? ¿Existe hoy lo que en Hechos surgió como
el “servicio de la mesas”, es decir, la diaconía?
Santiago
nos advierte que
“15 Y si el hermano o la hermana están desnudos, y
tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les
dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les diereis las cosas que son
necesarias para el cuerpo, ¿qué les aprovechará? 17 Así también la fe, si no
tuviere las obras, es muerta en sí misma. (Santiago 2: 15-16)
Ahora que
mi madre estaba enferma me di a la tarea de buscar quién, ante la ausencia de
mis hermanos, podría cuidarla. Hay muchos servicios de enfermería, algunos
fraudulentos que emplean pseudo enfermeras y dan poca confianza. En el internet
hay muchas de estas empresas pero no dan mayor datos lo que despierta
sospechas. Y en mi búsqueda me preguntaba si la iglesia, si los hermanos en
Cristo en el DF, donde hay miles de iglesias, no habría algunos que hubiesen
instaurado una diaconía para atender los hermanos desvalidos. Y me dio tristeza
al observar a mi derredor, aquí en ciudad donde vivo que como cristianos no
hemos organizado un servicio de amor para atender a los hermanos desvalidos.
Cuando un
hermano está en problemas sólo vamos al Señor, cuando bien nos va, pero ¿el
Señor no nos estará diciendo “Dadles vosotros de comer”? ¿Alívienlos ustedes?
Una forma
en que la Iglesia primitiva mostró el amor de Dios fue creando estos servicios
de misericordia. ¿Qué hacemos hoy que iguale esta demostración de amor?
La causa no
está del todo perdida. En mi búsqueda encontré la Alianza Médica Cristiana, que
tiene dos sedes: Toluca y Quintana Roo. Y están buscando aliados en toda la
república para extender una mano misericordiosa a los necesitados.
El lema de
esta Alianza es el pasaje de Jeremías 33:6
“Yo les traeré sanidad y medicina, los curaré y les
revelare abundancia y paz”
Y entonces
me surgió la idea de comenzar un servicio de Diaconía a partir de un simple
catálogo en donde estemos los hermanos inscritos y nuestros oficios, de modo
que “podamos servirnos unos a otros en el amor de Cristo”
El Señor no
busca que hagamos milagros espectaculares sino que cuando veamos, oigamos,
sintamos el llamado de Dios a través de ver a alguno de nuestros hermanos en
necesidad, digamos: “Heme aquí, envíame a mí”. Es decir, que nos convirtamos en
prójimos del desvalido. Hay que orar para que el Señor nos guíe como hacer
extensivo su amor, principalmente, a los de la familia de Cristo y luego a los
demás.
JRV, 2014
currentVote
noRating
noWeight