domingo, 30 de noviembre de 2014

ENTONCES ¡DEJE EL MINISTERIO!

"El gozo es el asunto más serio del cielo."
C.S. Lewis

Tengo un amigo que es decano en un seminario teológico donde se capacita a hombres y mujer es para que sean pastores. A veces llama a alguna de esas personas a su oficina y les dice algo así como:
«Usted ha estado por aquí durante varios meses ya, y yo he tenido la oportunidad de observarlo. Tiene buenas calificaciones, parece tomarse su llamado al ministerio en serio, trabaja arduamente y tiene objetivos claros. Pero no vislumbro ningún gozo. No parece disfrutar lo que está haciendo. Y me pregunto si no debería reconsiderar su llamado al ministerio. Por que si un pastor no está en contacto con el gozo, le será muy difícil enseñar o predicar de manera convincente que las nuevas son realmente buenas. Si usted no puede comunicar su alegría por medio de su conducta, sus gestos y sus palabras, no será un testigo auténtico de Jesucristo. Es esencial para su trabajo que usted se deleite en lo que Dios está haciendo.»

miércoles, 25 de junio de 2014

LAS PRUEBAS Y EL GOZO

Dice el apóstol Santiago (1:2) que tengamos mucho gozo cuando nos encontremos en diversas pruebas. Y el apóstol Pedro afirma que no veamos las pruebas como algo extraño, sino, como dice Cristo, que serán un distintivo de quien lo siga. Y aún más, Cristo nos insta a a que amemos a quienes nos persigan, oremos por ellos y les hagamos el bien, cosa que va en sentido contrario con nuestra naturaleza y con los valores de la cultura imperante.

En estos momento que paso por algunas pruebas, nada similares como las que pasaron los apóstoles, veo cuán difícil es, incluso el simple "no temeré mal alguno, cuando ande en valle de sombra de muerte".

Y esto me llevaba reflexionar en la muerte del Señor o en las advertencias de Pablo de que no fuese a Jerusalén. Y me preguntaba qué sintieron ellos en esos momentos, cómo fue su angustia ¿tuvieron miedo como yo lo tengo?

Pablo avisado una y otra vez, decide ir declarando que sabe bien que le esperan "prisiones y tribulaciones" pero agrega que de ninguna de esas cosas hace caso, con tal de que acabe su carrera con gozo. Y me imaginaba a Pablo bajando del barco, caminar por esos caminos, llegar a Jerusalén sintiendo a cada paso que van hacer sobre él. Yo iría muerto de miedo, orando y llorando, pero también temblando.

Y luego pasé a imaginar los sentimientos encontrados en el Señor que sabía que iba a enfrentar sufrimientos terribles que poco pensamos y ponderamos. Y en esa angustia terrible suda "gotas de sangre". Y en breve, llegan los soldados. Durante toda una noche es maltratado, golpeado, escupido, ofendido, juzgado injustamente, llevado ante los poderosos, coronado con espinas (sin con una pequeñita espina de tuna grito como desesperado), filosas espinas que se hunden en su cabeza, en su frente, sin poder quitársela. Y luego, cargar un madero, sintiendo (como hombre de carne y hueso que era) que cada paso es el último. Las fuerzas le fallan pues toda la noche y todo lo que va del día no tomado agua ni alimentos. Siente que no podrá dar un paso y finalmente las piernas se le vencen. Sus mismos verdugos advierten que no podrá llegar a la cima del Gólgota. Simón Cirene lleva la cruz en el último tramo. Y ya estando al pie de la cruz, su cuerpo debilitado, sin agua, con la piel abierta en terribles llagas, tan dolorosas que hasta el roce de la túnica lo lastima. Y finalmente ve esos gruesos clavos de hierro que le traspasan las manos, le rompen los huesos. Grita, seguramente gritó terriblemente. El dolor es inconcebible, indescriptible. Y paran la cruz. Incómodo, colgado, su dolor se incrementa. La sed, otra vez, lo atormenta. Y sufre también por sus discípulos que han huido, sólo están al pie de la cruz las mujeres y Juan. Al dolor físico y espiritual, se suman las burlas del populacho. Y finalmente ve que la muerte llega como una sombre terrible y grita Eli, Eli Lama Sabactani. En tus manos encomiendo mi espíritu, y expira.

Ante estos ejemplos de dolor, qué pueden ser nuestros sufrimientos. Sin embargo, la angustia llega, nos asola, lloramos, rogamos a Dios, lo interrogamos: ¿Por qué?

No dejemos de orar, de rogar, pero también pidamos al Señor que nos ayude a tener en alto valor esos momentos de angustia, de prueba, sabiendo que si soportamos la prueba va a producir en nosotros algo muy bueno y que el Señor no nos dejará sufrir más de lo que podemos soportar. Como diría Pablo, "Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día, pues esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas" (2a de Corintios 4:16-18).  Gracias Padre. Amén.

sábado, 12 de abril de 2014

LA PROSPERIDAD



Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Mateo 5:16

He leído una vez más la historia de José. Me llamaron la atención, en esta vez, dos cosas: la conciencia de José de que todas sus penurias respondían a un propósito excelso: preservar la vida de su pueblo y de paso de miles de egipcios. Y era él, José, el instrumento de Dios para lograrlo. Si bien este plan no fue nada gratificante como proceso, pero los resultados fueron magníficos, lo cual nos deja una enorme lección.

Pero quisiera enfocarme al segundo aspecto que me llamó la atención: la prosperidad. En la casa de Potifar como en la cárcel, se repitió un fenómeno: la prosperidad que  tenía José en lo que hacía y lo que comandaba. Hoy podríamos ajustar este término, para evitar equívocos como que, “tenía éxito”, es decir, las cosas le salían bien. Y aparejada iba siempre en esta percepción de sus jefes el hecho de que había un poder claro e identificable que era el responsable de este éxito de José: Jehová. Reitero, era un prosperidad en la cual se veía que venía no de la inteligencia de José sino de Dios. Y para todos esto era evidente.

Es posible que muchos de nosotros, como cristianos, seamos exitosos en nuestro trabajo, es decir, que las cosas nos salen bien, ganamos premios, reconocimientos e incluso hasta ganancias económicas. Pero es muy raro que la gente vea en nuestros éxitos la mano de Dios. Nadie dice: Claro, es que Dios está con él. Y que de este reconocimiento viniera un respeto hacia Dios. En suma, podemos afirmar que no basta con ser próspero, e incluso ganar mucho dinero. Tal ves esto último sea una evidencia de lo contrario, de que algo torcido hemos hecho, que algo mal habido hemos realizado.

El enigma es entonces cómo hacer para, primero, ser fructífero, exitoso, próspero, y que todo nos salga bien. Y segundo, que claramente evidenciemos a Dios como la fuerza motora de nuestro éxito. He aquí dos problemas por resolver en este cristianismo del siglo XXI. ¿Cómo resolverlo? 

Antes que nada, hay que someternos bajo la mano de Dios. Todos los días decirnos y decir en oración, heme aquí Señor, estoy listo para hacer tu voluntad y levantarnos y ponernos en acción. Alimentar nuestra mente con su palabra y consolar nuestro corazón con sus promesas. Poco a poco iremos viendo el resultado, como el crecimiento de una planta. Y veremos como la mano de Dios les queda claro a quienes nos rodean y más de uno quiera seguir a Dios a partir de este poderoso testimonio.

Recuerde, no basta ser próspero, sino que esta prosperidad deje en claro que es resultado de nuestra fe. Y que esto, haga que la gente quiera seguir a ese Dios que nos sostiene.


sábado, 15 de marzo de 2014

¿DADLES VOSOTROS DE COMER?



No tienen necesidad de irse;
dadles vosotros de comer
Mateo 14:16

En el pasaje de la alimentación de los 5 mil generalmente ponemos atención en el acto más espectacular: el milagro de cómo el Señor multiplica cinco panes y dos peces. Ahora que mi madre estuvo enferma el pasaje del versículo 14: 16 me estuvo dando vueltas como si trajera un clavo ardiente.
Me preguntaba, por qué el Señor les dio esta orden. ¿Los estaba calando? ¿Quería ver sus reacciones? ¿Les estaba gastando una broma? ¿Quería demostrarles que él si era capaz, que él tenía poder y ellos no?
Pero leyendo con atención el pasaje vemos que no hay visos de broma ni de ponerlos a prueba. Y la respuesta de los apóstoles es muy peculiar: “No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces” (v. 17).
Y me preguntaba si el Señor en efecto les estaba pidiendo que ellos hicieran el milagro, que ellos los alimentaran, que ellos dieran el paso de fe. Pero los apóstoles respondieron desde su falta de fe, desde su lógica humana, desde su perspectiva “realista, naturalista” dirían algunos: “No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces” (v. 17).
Y me preguntaba además si la misma orden la sigue dando el Señor a su Iglesia ante los graves problemas del mundo: resuelvan ustedes los problemas. Y nosotros contestando: “No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces” (v. 17).
            Martin Luther King, dijo en uno de sus discursos: “Como cristianos no debemos pensar únicamente en nuestros tronos del cielo, sino en los tugurios y ghetos que atrofian el alma; no sólo en los caminos del cielo por lo que corren torrentes ‘de leche y miel’, sino también en los millones de hombres que por toda la tierra se acuestan en la noche  sin haber saciado su hambre”. (Minestrini, Walter, Martin Luther King, rebelde por amor, Editorial Mensajero, p. 51)
            Como veremos más adelante, Pedro y los discípulos aprendieron a ver las cosas desde la óptica sobre naturalista, desde la óptica de fe y del poder de Dios y no del suyo que terminaba en lo que NO tenemos ni oro ni plata. Al cojo le dijeron mucho más que simple dinero, le dieron la solución su problema: “En el nombre de Jesucristo de Nazareth, levántate y anda”. (Hechos 3:6)
            Al tratar de emular estos hechos, me he visto completamente impotente, sin capacidad de hacer muchas de las cosas que el Señor dijo que podríamos hacer “porque Él iba al padre”. (Juan 14: 12)
            Pero hay un pasaje en Mateo 7: 21-23 que me ha estado dando vueltas. Si es esta posibilidad de hacer actos espectaculares el indicador de que somos hijos de Dios plenos y llenos de él, de lo cual el Señor se pueda sentirse orgulloso.
            Pero este pasaje que dice:

“No todo el que dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” (Mateo 7:21-23)

            ¿Si la capacidad de hacer milagros no es el distintivo de ser parte de él, entonces cuál? Releyendo el pasaje de Juan 14: 12 (De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.), me pregunto que fue lo más importante que el Señor hizo. Y a mi cabeza vienen pasajes como este Juan 3:16:

“De tal manera amó Dios al mundo que Dio a su hijo unigénito para que todo aquel que en el cree no se pierda más tenga vida eterna”

            Y este otro (Marcos 6:34)

Y saliendo Jesús vio gran multitud, y tuvo misericordia de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y les comenzó a enseñar muchas cosas.

            Y deduzco que lo más importante fue el amor, un profundo amor incluso por aquellos que lo rechazaron y lo llevaron a la cruz, esos que en la Biblia se denominan “las ovejas perdidas del pueblo de Israel”
            La iglesia de hoy ¿tiene amor por las ovejas perdidas de la iglesia de Laodicea? Es más, ¿tiene amor por los propios hermanos? ¿Existe hoy lo que en Hechos surgió como el “servicio de la mesas”, es decir, la diaconía?
            Santiago nos advierte que

“15 Y si el hermano o la hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les diereis las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿qué les aprovechará? 17 Así también la fe, si no tuviere las obras, es muerta en sí misma. (Santiago 2: 15-16)

            Ahora que mi madre estaba enferma me di a la tarea de buscar quién, ante la ausencia de mis hermanos, podría cuidarla. Hay muchos servicios de enfermería, algunos fraudulentos que emplean pseudo enfermeras y dan poca confianza. En el internet hay muchas de estas empresas pero no dan mayor datos lo que despierta sospechas. Y en mi búsqueda me preguntaba si la iglesia, si los hermanos en Cristo en el DF, donde hay miles de iglesias, no habría algunos que hubiesen instaurado una diaconía para atender los hermanos desvalidos. Y me dio tristeza al observar a mi derredor, aquí en ciudad donde vivo que como cristianos no hemos organizado un servicio de amor para atender a los hermanos desvalidos.
            Cuando un hermano está en problemas sólo vamos al Señor, cuando bien nos va, pero ¿el Señor no nos estará diciendo “Dadles vosotros de comer”? ¿Alívienlos ustedes?
            Una forma en que la Iglesia primitiva mostró el amor de Dios fue creando estos servicios de misericordia. ¿Qué hacemos hoy que iguale esta demostración de amor?
            La causa no está del todo perdida. En mi búsqueda encontré la Alianza Médica Cristiana, que tiene dos sedes: Toluca y Quintana Roo. Y están buscando aliados en toda la república para extender una mano misericordiosa a los necesitados.
            El lema de esta Alianza es el pasaje de Jeremías 33:6

“Yo les traeré sanidad y medicina, los curaré y les revelare abundancia y paz”

            Y entonces me surgió la idea de comenzar un servicio de Diaconía a partir de un simple catálogo en donde estemos los hermanos inscritos y nuestros oficios, de modo que “podamos servirnos unos a otros en el amor de Cristo”
            El Señor no busca que hagamos milagros espectaculares sino que cuando veamos, oigamos, sintamos el llamado de Dios a través de ver a alguno de nuestros hermanos en necesidad, digamos: “Heme aquí, envíame a mí”. Es decir, que nos convirtamos en prójimos del desvalido. Hay que orar para que el Señor nos guíe como hacer extensivo su amor, principalmente, a los de la familia de Cristo y luego a los demás.

JRV, 2014


martes, 4 de marzo de 2014

COMO EL AGUA

Si el agua fuera rebelde, nunca podríamos disfrutar del mar, de los lagos, de los ríos. Obediente, el agua adopta la forma de su continente: si este es redondo, el agua será así, o rectangular, como una alberca o bien adoptar la forma de una serpiente al adaptarse a las caprichosas formas de las hondonadas en una pendiente.

Nosotros podemos ser como el agua; cuando adoptamos obedientemente una forma bella que los demás admiran es porque hemos permitido ser agua en las manos de Dios. Entre las manos de Dios, el, como gran artistas, hace de nosotros hermosas obra de arte. E incluso, cuando ve que en obediencia nos parecemos a Cristo, nuestro gran continente, seguramente esto sucederá: "Y vio Dios que era bueno..."

domingo, 2 de marzo de 2014

SALVANDO AL SOLDADO RYAN

Esta película, ubicada en la Segunda Guerra Mundial, narra la historia de un comando de ocho soldados que va en busca del soldado, James Francis Ryan. Tras una búsqueda exhaustiva (en el cual mueren dos integrantes del comando) localizan a Ryan. Este forma parte de un grupo de soldados agotados que defienden un importante puente de que caiga en poder de los alemanes. Cuando le informan que vienen por él pues es buscado por sus familiares, Ryan se niega a abandonar a sus compañeros y esto obliga a que el comando se integre al grupo defensor. 
     En la refriega, el grupo defensor y el comando de búsqueda son diezmados pero logran defender con éxito el puente. En la refriega el capitán Miller, quien dirigía el comando, es herido de muerte. En plena agonía se acerca Ryan y el capitán le susurra unas palabras que no oímos. Ryan, conmovido, ve como muere el capitán prácticamente en sus brazos. 
       Años, después, vemos a un envejecido Ryan visitando la tumba del capitán Miller y ahí nos enteramos lo que le susurró el capitán a Ryan: "«James… hágase usted digno de esto… merézcalo». Y el viejo Ryan le viene a dar el parte al capitán y le dice: "He vivido dignamente".
        Esto nos pide Cristo a nosotros. El bajó de los cielos en rescate por nosotros y dio su vida y nos pide que vivamos una vida ejemplar. 
       Pablo le dice a los Efesios (5:15): "Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios sino como sabios". Y en Colosenses 1:10: "...para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo".
      Para que valga la pena el rescate que Cristo hizo por nosotros "hasta la muerte y muerte de cruz", andemos dignamente, merezcamos esta salvación tan grande.

NOTA: Salvando al soldado Ryan, Steven Spielberg, 1998.

jueves, 27 de febrero de 2014

LA ESCLAVITUD


Hay de esclavitud a esclavitud. Las cadenas y los grilletes pueden aprisionar un cuerpo, pero no hay peor esclavitud que la conceptual. Una idea errónea nos puede en lúgubres prisiones y cegarnos la mirada, Y hoy, por el mundo, vagan muchos esclavos de sus ideas o de las ideas que alguien les implantó. Y no hay peor esclavitud conceptual que la del ateísmo. Cegado por la idea de ver a Dios en una flor, en un pez, en una estrella, en un poema, en un canto, en el silbo del viento,  en las sonrisa de los niños, son esclavos. Sólo quien conoce la libertad de Cristo sabe como ir a fondo con la vida. “Y conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres”.

VERDADERAMENTE LIBRES


San Pablo iniciaba algunas de sus cartas denominándose “Esclavo de Jesucristo”. ¿Y la libertad que pregona Cristo, dónde está? Parece una contradicción. Pero es precisamente en esa esclavitud que nos volvemos libres. Es como decir, para poder volar y sentir la libertad del aire, debo amarrarme a una ave o a un artefacto volador. Sin ello, no puedo volar. Sólo Cristo conoce la libertad, esa que nos hace ser nosotros mismos cuando nos negamos y no inundamos de él. ¡Vaya maravillosa paradoja!

VIDA SACRA Y VIDA SECULAR


Una desgracia de la iglesia moderna es dividir la vida en dos: una sagrada y otra secular. En la primera están todas las actividades religiosas o eclesiásticas; y en la otra, nuestras actividades cotidianas, pecaminosas o no. Esto nos hace infortunadamente en hipócritas, y ese tipo de vida a la larga nos produce infelicidad. El Señor vino para darnos vida en abundancia, es decir, para ser felices y hacer felices a todos los que nos rodean. Esa es su obra. Y el nos pondrá a realizar tareas eclesiales o no, pero ambas tienen que ser terreno sagrado. Como le dijo a Moisés frente a la zarza. Quita tu sandalias porque el suelo que pisas santo es. Me pregunto si ese cacho de desierto sigue siendo santo hasta hoy o sólo fue santo en ese momento. Yo creo que sólo lo fue en ese momento porque allí estaba Dios. Y donde está Dios, terreno santo es. Si nosotros expulsamos a Dios de nuestra oficina, casas, deportivos, auto, iglesia, esos lugares no son santos, pero si en ellos Él tienen la primacía en las actividades, esos lugar son santos y dedicado a él. Y esa oficina será al mismo tiempo un lugar para ganar dinero y para darle gloria y honra.

ÚTILES PARA QUIÉN


Dios quiere hacer de nosotros algo maravilloso y quiere usarnos para sus propósitos. Por qué no dejarnos. Hoy quiero dejarme, quiero se instrumento de su paz como decía San Francisco de Asis. O como dice ese canto, “Que mi vida entera esté, consagrada a ti Señor”. 

ADÁN, ¿DONDE ESTÁS TÚ?


Con mi nieta juego a veces a preguntarle “Yatzil, dónde estás”. Ella, a pesar de que no está escondida, responde: “Aquí toy”.
Esto me hizo recordar esa vez que Dios, en el Huerto del Edén, le hace la misma pregunta a Adán. ¿Por qué le pregunta? Porque Adán se escondió. Pero, ¿no es Dios omnisciente? Sí. Seguramente sabía dónde estaba físicamente Adán, pero la pregunta va más allá de la mera localización física, va a la localización emocional, espiritual.
Para Dios estamos siempre a la vista, pues no importa donde nos escondamos, dice Salmos, él nos puede ver, así nos vayamos al fondo del Seol  allí él va estar. Y no es que no sepa dónde estamos y trata de localizarnos con su poderosa vista, sino que somos nosotros los que nos hemos extraviado voluntaria o involuntariamente (caso raro), y estamos escondidos, a veces como los avestruces, metiendo la cabeza en un agujero, pero dejando el cuerpo a descubierto.
            Ante la reiteración de las preguntas de Dios, Adán finalmente sale de su escondite pues sabe que no puede esconderse de Dios.
¿No les parece absurda la actitud de Adán? Cuando pecamos, nuestra culpabilidad nos lleva a tratar de escondernos. Dice el evangelio de Juan que los hombres amaron más las tinieblas que la luz porque sus obras eran malas, es decir, se esconden para pecar, como si la ausencia de luz los pusiera a salvo de la vista de Dios. Cuando era niño y me portaba mal y mi madre venía buscándome para ajustar cuentas, yo corría o me escondía debajo de la cama. Más de una vez de allí me sacó para darme lo que merecía. Es el pecado el que nos lleva a escondernos.
Y como a Adán, Dios también nos llama. E igual que Adán, buscamos guarecernos de su mirada. Quizá, como Jonás, nos vamos lejos o pongamos excusas al llamado, Es que soy muy niño, dijo Jeremías; o, no sé hablar, dijo Moisés.
Y así pasamos largos años arrinconados en un clóset pasándola en verdad mal. Quizá ese closet sea una vida disoluta, o negocios torcidos o relaciones turbias, o nos escondemos en nuestra necedad o en nuestra amargura. pero algo en el fondo nos lastima hasta que de pronto tocamos fondo y decimos como el hijo pródigo: “No tengo necesidad, iré a mi padre”. Y salimos, finalmente, a la luz para reencontrarnos con él.

ESTUDIO SOBRE APOCALIPSIS 20: Los mil años

Jeremías Ramírez El tema principal de este capítulo 20 es ese periodo de tiempo denominado “Milenio” y que ha sido causa de enorme discusión...