jueves, 30 de abril de 2020

SOLIDARIDAD CRISTIANA 1a de Corintios 16

Jeremías Ramírez Vasillas

Afirma el Kennet E. Bailey, teólogo y lingüista estadounidense, que la primera carta de Corintios es una obra maestra. No le falta razón. En un recorrido a detalle de esta carta podemos ver la cuidadosa construcción argumental de una enorme cantidad de enseñanzas. Es un tratado de teología teórico práctico de enorme riqueza.
            En este último capítulo, el más personal, no pierde la oportunidad para esclarecer, sobre todo en los últimos versículos, aspectos importantes para la fe cristiana.
            Gracias estudios profundos, como el Bailey, cuyo libro se titula Pablo a través de los ojos meditarréaneos, sobre esta carta, es que podemos extraer la enorme riqueza que está en su interior y que lectores superficiales, como somos la mayoría considerando además que hay 20 siglos que nos separan, no nos logramos percatar.
            Agradecemos a Dios que haya hombres dedicados a exponer con tal detalle el enorme edificio teológico que sustenta nuestra fe y conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Gracias a ellos entendemos muchas cosas que no nos son tan evidentes, pero importantísimos, pues la iglesia vive bajo una amenaza constante. Los virus malignos de las doctrinas torcidas sólo pueden ser combatidas con la verdad, de ahí la importancia de estos estudiosos, que como bacteriólogos sanean la vida espiritual de los cristianos.

Ofrendas

Inicia este último capítulo con un tema importante: la vida en comunidad y la importancia de la solidaridad entre los diversos miembros del cuerpo de Cristo. Hay que poner atención como y para qué eran las ofrendas, que distan muchos de la mecánica de las iglesias que se han convertido en negocios lucrativos de sus dirigentes.
            Pablo hace énfasis una y otra vez en que unos de los aspecto importantes de la fe y la vida de la iglesia es este aspecto de comunidad. Hoy se hace énfasis en el aspectos individual de la fe, pero no era sí como nos enseño el Señor, ni el apóstol Pablo.

1  En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia.
2 Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.
3 Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén.
4 Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo.

            Primero, indica la estrategia de recolección de la ofrenda. No es un diezmo ni tampoco una cantidad fija ni tampoco hay una promesa de recompensa, como si fuera una inversión, como las teologías de la prosperidad afirman erróneamente.
            La estrategia es separar cada semana una cantidad que cada quien crea conveniente en función de su prosperidad. Es obvio decir que quien no haya prosperado no tiene porque separar lo que no tiene, no está obligado.
            Y esto lo hace así para que la recaudación sea mayor y no lo que en ese momento se pudiera juntar y así ayudar de la mejor manera a las penurias y pobrezas a la iglesia de Jerusalén. No sabemos qué problemas había en ese momento, pero esta es una enseñanza de que, como cuerpo de Cristo, tenemos dos obligaciones: estar enterados de lo que le sucede a los otros hermanos y estar dispuesto a ayudarnos unos a otros.
            Y aunque se suponga que en la iglesia debe haber total honradez y confianza, es mucho mejor hacer las cosas para que no haya sospechas ni tentaciones, por lo que es necesario asentar por escrito quien ha sido comisionado para llevar la ofrenda, cuánto es la cantidad que se envía, quién se los manda y con qué propósito.
            Veamos como Pablo no se auto nombra para manejar ese dinero, sino en todo caso, si es apropiado él irá también, pero como acompañante.

Planes de Pablo

5 Iré a vosotros, cuando haya pasado por Macedonia, pues por Macedonia tengo que pasar.
6 Y podrá ser que me quede con vosotros, o aun pase el invierno, para que vosotros me encaminéis a donde haya de ir.
7 Porque no quiero veros ahora de paso, pues espero estar con vosotros algún tiempo, si el Señor lo permite.
8 Pero estaré en Efeso hasta Pentecostés;
9 porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios.

Aquí les anuncia que irá a visitarlos cuando pase por Macedonia, porque tiene que ir por alguna obligación. Y hay la posibilidad que se quedé en Corinto en el invierno. Al inicio de la segunda carta nos informa que tanto se cumplieron estos planes. Recuerden que atentos a la voz del Espíritu de Dios, se dejaban llevar por él en casos específicos. Es importante subrayar que el cristiano no es una marioneta de Dios, que el Señor nos deja tomar decisiones, pero corrige el rumbo si ve que es mejor ir por otra parte. Tomemos decisiones pero estemos atentos a su voz.
            Dice Bailey que es probable que Pablo quisiera pasar el invierno en Corinto porque es el periodo de mayor trabajo para los fabricantes de tiendas (y que también fabricaban velas) pues era cuando le daban mantenimiento a las naves. Y Pablo podría aprovechar para trabajar y aumentar sus recursos para seguir con su labor misionera. Pero además, afirma Bailey, que también desea que los corintios le ayuden financieramente para su planes futuros, que como Pablo indica: “a donde haya que ir”. La palabra que se ha traducido como “encaminar” es “prompeo”, (que implícitamente indica ayuda en el viaje). El Nuevo testamento interlineal añade debajo de “encaminarías” entre paréntesis: “ayudarías a continuar el viaje”. El BAGD (Diccionario léxico griego-inglés) dice que el sentido de esta palabra es “ayudar en nuestra jornada con la comida, el dinero, disponiendo compañeros, medios de transporte, etc”.
            Todo ello, repito, para que pudiera seguir con su obra misionera, pues se iba a quedar en Efeso hasta Pentecostés, y en una breve línea da fe de los pros y los contras en su trabajo: hay una puerta abierta, grande, pero también muchos adversarios. No hay trabajo misionero que no tenga adversarios y entre más grande, más adversarios tiene. Pablo enfrentó a muchos adversarios, dentro y fuera de la iglesia.
           
10 Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace la obra del Señor así como yo.
11 Por tanto, nadie le tenga en poco, sino encaminadle en paz, para que venga a mí, porque le espero con los hermanos.
12 Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros con los hermanos, mas de ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora; pero irá cuando tenga oportunidad.

Y es precisamente a causa de esos adversarios que Pablo les pide a los corintios que procuren que la estancia de Timoteo sea con tranquilidad, es decir, que lo cuiden y que le procuren un ambiente de paz, pues al hacer la obra del Señor, como apuntamos anteriormente, tenía muchos adversarios.
            Además Timoteo tenía algo en contra: su juventud. En la carta que le escribe a Timoteo le dice que “nadie tenga en poco su juventud”. La discriminación por diversas causas es propio de los seres humanos e incluso dentro de la iglesia. Parece que en ese entonces la juventud no era respetada. Y les pide de nuevo que lo encaminen (prompeo), es decir, que lo ayuden con los gastos de modo que no tenga nada de qué preocuparse.
            Sabemos también, por lo que Pablo escribe al inicio de esta carta, que en Corinto había una fuerte división que suponemos era muy enconada. Y esta es posible la razón de que Apolos no quisiera ir a Corinto. Pero Pablo asegura que irá, tal vez cuando las divisiones de la iglesia de Corinto se hayan disuelto.

Salutaciones finales

13 Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.
14 Todas vuestras cosas sean hechas con amor.

De pronto, inserta dos recomendaciones importantes para los cristianos de todos los tiempos.
La primera tiene que ver con la voluntad. Hay veces que si fallamos culpamos a Dios, pero constantemente en la Biblia apela a la voluntad. A Josué Dios le dice: “Esfuérzate y se valiente”. Aquí les pide cuatro cosas: que estén firmes, que se porten varonilmente y que se esfuercen. La permanencia en la voluntad de Dios depende de nuestra decisión, de la determinación que pongamos, de modo que es nuestra responsabilidad 1) Velad, es decir, estar atento. No seamos como esas cinco vírgenes insensatas de Mateo 25 que al esperar al esposo se duermen y cuando despiertan ya es demasiado tarde. Si nos dormimos, un día nos daremos cuenta que hemos perdido muchas cosas, que nuestra vida estaría en una mejor posición si no nos hubiéramos dormido. 2) Pero no es sólo hay que velad, sino además estar firmes. Esta recomendación nos remite a la milicia. El soldado que está de guardia no se mueve de su lugar, está atento para detectar cualquier amenaza y no retrocede. Puede avanzar, dado el caso, pero no retrocede y menos se deja caer. 3) Portaos varonilmente (andrizesthe), es decir, con valor, con coraje. 4) Esforzaos. El andar del cristiano es inevitablemente  en contracorriente con el flujo de la cultura dominante y se requiere esfuerzo, mucho esfuerzo cuando la oposición es muy grande. El llamado de Dios a Josué es vigente a todas las personas en todas las épocas: Esfuérzate y sé valiente.
La segunda: Todo hacerlo con amor. En esta carta Pablo ha subrayado y resaltado el amor. A veces, en la iglesia, se acentúa la sana doctrina, que no está mal, pero de manera fría, sin amor, sin considerar las circunstancias del hermano y muchas veces las exhortaciones sin amor hieren más que aliviar. Toda exhortación (no regaño) debe tener el tacto que permita que el hermano se sienta cobijado.
Y cuando aquí dice que TODO lo hagamos con amor, es todo, hasta las tareas más triviales como barrer o lavar los trastos o tender las camas o atender a los clientes o manejar una máquina. El cristiano debiese predicar con sus actos amorosos y que los demás lo vean y lo sientan. Si hacemos las cosas a regañadientes, por obligación, no hemos entendido nada.

15 Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos.
16 Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan.
17 Me regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia.
18 Porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas.
19 Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor.

Aquí Pablo reconoce el trabajo y la integridad de varias personas, a las que pone de modelo a seguir. Primero habla de Estéfanas, en Acaya, justamente en la región donde está Corinto, y Pablo lo menciona como un ejemplo a seguir. Los cristianos debemos reconocer quienes se destacan en el Señor y hay que buscar imitar su trabajo, y de esa manera fortalecemos los resultados que estos hermanos destacados están logrando.
            También menciona a Fortunato y Acaico, de quien se sabe poco, pero que en ese tiempo eran conocidos como ejemplos vivos. Por eso debían imitarlos, seguirlos y sujetarse a su autoridad pues esta proviene de su obediencia y de su constancia y entrega a Dios.
            De paso Pablo menciona a dos personajes conocidos por los Corintios: Aquila y Prisca. La versión sesenta de Reina-Valera traduce “Priscila”, pero el original, como lo traduce la Biblia textual, es Prisca. Tal vez no tenga importancia este detalle o tal vez nos dice que escribir en diminutivo podría restarle importancia a la obra de esta hermana valiosa, de modo que Pablo prefiera escribir su nombre tal y como era: Prisca.

20 Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con ósculo santo.
21 Yo, Pablo, os escribo esta salutación de mi propia mano.
22 El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene.[a]
23 La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros.
24 Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros. Amén.

Básicamente con los saludos es otra manera de subrayar que la vida cristiana es comunitaria y no sólo algo personal, individual.
            En el verso 23 hay un cambio del discurso para expresar una sentencia contundente y enérgica: “El que no amare al Señor, sea anatema”. Recordemos lo que Pablo dice en el 12:3: “…os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús”. Esto nos indica que el mismo Señor era descalificado e insultado incluso dentro de la iglesia. Por eso subraya que quien rechaza a Cristo así mismo se ha condenado, es decir, es anathema. Y la frase que escribe enseguida (que en la versión sesenta de Reina Valera como “El Señor viene”), en el original está en arameo: Maranatha. Los linguístas nos dicen que esta palabra tiene un significado ambiguo. Esta compuesta por “Maran” (nuestro Señor) y “atha”, viene o vino o vendrá, por lo que se puede traducir en tres sentidos temporales: Futuro, como está en la Reina Valera: El Señor Viene”, o también en pasado: “El Señor ha venido” o en presente continuo: “Esta viniendo”. Algunos comentaristas creen que el sentido puede ser en pasado: “ha venido”. Quizá les está diciendo: pues digan lo que digan lo detractores de Jesús, Él Señor ya vino”. Pero en los tres sentidos afirma que vino, que sigue viniendo (cada que alguien le recibe su presencia se acentúa y se manifiesta cambiando vidas) o que vendrá al inicio de tribulación. Es decir, digan lo que digan, el Señor es una realidad pasada (vino, murió y resucitó), presente (está continuamente con los suyos) y futura (y su plenitud la veremos cuando físicamente le veamos en el momento que venga por su iglesia y reinar con ella).
            Por lo anterior, porque su presencia es innegable, pide que además la gracia del Señor siga estando en los corintios, que no se alejen y hagan que su gracia se diluya. La iglesía de corinto podría vivir en desorden pero la abundancia de los dones indicaba que la gracia del Señor estaba con ellos y Pablo quiere que siga con ellos.
            Y termina con una frase interesante: “Mi amor en Cristo”. Pablo amaba al Señor intensamente. Ese amor, intenso, profundo y comprometido, es el que tiene hacia los corintios, a pesar de su forma desordenada de ser.



jueves, 23 de abril de 2020

CIENTIFICO INGLÉS ESCRIBE LIBRO ESPERANZADOR SOBRE EL CORONAVIRUS

Jeremías Ramírez Vasillas

Un minúsculo e invisible ente ha puesto al mundo de cabeza. Ni todo el poderío de la ciencia y el dinero han podido con él. Ha logrado atemorizar a millones de personas, ha puesto a temblar las economías y ha vaciado las calles, los centros comerciales, los estadios, las salas de concierto y hasta las iglesias, de casi todos los países del orbe. Fue inusitado ver al Papa Francisco dar su mensaje de Semana Santa ante la Plaza de San Pedro vacía. Nunca nos hubiéramos imaginado tal cosa, ni aún los mejores escritores.
            Para enfrentar de esta pandemia ha salido al ataque un ejército de bata blanca que en las confrontaciones bélicas va a la retaguardia recogiendo los heridos; pero ahora está al frente, peleando milímetro a milímetro con este feroz y escurridizo enemigo para el cual no se han encontrado el arma que pueda exterminarlo.
            Mientras tanto, las cifras de infectados aumentan cada día y ha provocado severas enfermedades en un porcentaje de ellos (algunos graves y en situaciones terribles luchan entubados padeciendo una verdadera tortura) y muchos están muriendo, sobre todo en los países de primer mundo como Italia, Francia, Inglaterra y Estados Unidos, que va a la cabeza.
            La gente de a pie que no alcanza a distinguir la diferencia entre una bacteria y un virus, atónita, no sabe qué hacer, sobre todo porque muchas voces se alzan, algunas sabias y de buena fe (generalmente provenientes de médicos) que enseñan, ilustran y guían para que la gente tome decisiones correctas; otras, con intereses económicos que ven en la pandemia una oportunidad de negocio o, quienes, con intereses políticos, lanzan mensajes que provocan confusión, poniendo en riesgo de muerte a muchas personas.
            Hay otras voces, para nuestra fortuna, que paralelamente a los consejos médicos, se han levantado como solitarios pero potentes faros de luz ante las embravecidas olas del miedo y la incertidumbre y van abriendo senderos de esperanza.
Tal es el caso de John Carson Lennox, doctor en Matemáticas en la Universidad de Oxford y asociado en Matemáticas y Filosofía de la Ciencia en el Green Templeton College, Oxford, y quien también posee un Master en Bioética[1].
            Encerrado en su casa, en Inglaterra, el Dr. Lennox, viendo a través de la televisión al caos, tuvo a bien escribir en una semana un pequeño libro en el que, de manera razonable, paciente, empática, a lo largo de 88 páginas y seis capítulos, va explicando con claridad, con las armas de las ideas, el conocimiento científico y teológico, el problema del coronavirus y la pandemia que ha desatado y va orientando a sus lectores a asumir una actitud racional y emocional al respecto, pues va analizando desde la sensación de vulnerabilidad que sentimos, nos explica cómo ha enfrentado la humanidad las diversas pandemias que la han asolado y cómo enfrenta actualmente la humanidad esta pandemia desde tres enfoques o cosmovisiones predominantes.
Estas tres cosmovisiones son: ateísta, panteísta y teísta, y nos va diciendo que es lo que se puede ver desde estos tres ángulos de visión. Y explica cuál de ellas puede esclarecer en nosotros el problema y brindarnos una esperanza real.
Pregunta Lennox: ¿El ateísmo nos puede ayudar en estas circunstancias? Y responde que desde la óptica ateísta estamos ante un universo material indiferente que no se percata de nuestro destino. Es decir, estamos solos porque no hay nadie detrás que maneje los hilos de la realidad material.
Desde la óptica panteísta podemos ver a una naturaleza que pareciera que se defiende de la depredación humana y nos lanza una advertencia.
Y desde la óptica teísta, muchos se preguntan si este es un castigo divino. Si existe Dios ¿por qué surgió el coronavirus? ¿Hay evidencia en medio de esta pandemia del amor divino? Con mucha objetividad, basado en conocimientos profundos de la Biblia, nos explica que no hay tal castigo divino.
¿Entonces? Cuando llegamos los capítulos finales, que son de una belleza esperanzadora, casi poética, va dando respuesta a nuestras inquietudes.
Cabe señalar que como apologista cristiano Lennox afirma que la mejor respuesta, no sólo a la pandemia sino al problema humano del mal, está en el cristianismo, pero no en ese cristianismo barato con la que lucran muchas organizaciones religiosas, sino en ese cristianismo bíblico que se predicó en la iglesia primitiva y que está impreso en las páginas de la Biblia, un libro que actualmente es tan mal leído por religiosos y no religiosos y que, en este último grupo, de plano es ignorado, descalificado y ninguneado.
            Sin embargo, este sabio inglés, y muchos otros intelectuales de grandes tallas como Charles Hard Townes (1915-2015), físico estadounidense, miembro de la Iglesia Unida de Cristo, premio Nobel de Física en 1964 o El Nobel de Física de 1997, William Phillips, entre muchos otros, afirman que en la Biblia está la respuesta al problema humano de la maldad, de las guerras, de la destrucción irracional, de la desesperanza en un mundo mejor.
            Podría yo dar torpemente más detalles de este libro, pero es mucho mejor que usted lo lea y saque sus propias conclusiones.
Conseguir el libro es sumamente fácil. La editorial colombiana Poimea, tuvo a bien poner al alcance del público de habla hispana su traducción al español de manera totalmente gratuita. En este link puede solicitarlo: https://bit.ly/3c63OsU
Solo le pedirán su correo electrónico, nombre, apellido y país; y de inmediato se lo envían a su correo en PDF, el cual puede imprimir o leer directamente en su computadora o en un dispositivo como las tabletas o los IPad.
            Espero que este libro apacigüe su estado de ánimo, si está usted preocupado por el destino de México y el mundo, ante la creciente pandemia del coronavirus.




[1] Bioética: rama de la ética dedicada a proveer los principios para la conducta más apropiada del ser humano con respecto a la vida, tanto de la vida humana como del resto de seres vivos.

domingo, 5 de abril de 2020

SEMANA SANTA Y LA PANDEMIA


Jeremías Ramírez Vasillas

La próxima semana se inicia la llamada Semana Mayor, en la que se celebra en casi todo el mundo diversos actos religiosos y escenificaciones de la pasión de Cristo.
            Hace un mes el mundo se preparaba para esta semana: unos para irse de vacaciones; otros para participar en eventos religiosos. De pronto, un personaje no invitado irrumpió en escena y aunque nadie lo puede ver (salvo los científicos a través de potentes microscopios), ha alterado todo: adiós vacaciones, adiós celebraciones religiosas y adiós actividades rutinarias. Las calles y los lugares públicos vacíos son un indicio de un espíritu festivo apagado y quizá, por primera vez, este enemigo invisible está obligando a no creyentes como creyentes a pasar un largo periodo de recogimiento y de reflexión para encontrar nuevas bases para la vida post pandémica.
            Ahora bien, este pequeño enemigo ha propagado un miedo que se ha trastocado, en muchos casos, en pánico; un pánico difícil de acallar estando encerrados en su casas pues impide el refugio social y religioso. Algunos creyentes sentirán que Dios los ha abandonado; los no creyentes, que el mundo se les cae encima, y muchos otros, como en México, andan como si nada estuviera pasando.
            Sin embargo, son estos momentos de zozobra los que abren la oportunidad de que revisemos nuestras vidas y pongamos en orden nuestros hábitos y nuestras ideas a través del análisis a fondo de nuestras creencias y buscar bases firmes.
Los creyentes deberán revisar si su fe es producto de la costumbre y la tradición o si tiene un fundamento mucho más sólido, más apegado a las fuentes originales, muchas veces desconocidas. La Biblia es, en muchos casos, objeto de adoración, pero no de lectura. Los no creyentes, igual: ¿Lo que creen es lo correcto? ¿Dios no existe? ¿Y si existe, cómo es, dónde está, como entra uno en relación con él? Si están llenos de pánico esto indica que sus dioses les han fallados, llámese ciencia, dinero, poder, influencias, grupos de meditación, etc.
            Repito, el hecho de que estemos hundidos en el miedo indica que nuestras creencias no aguantaron el peso de la pandemia. ¿Quién podrá salvarnos? Es el grito silencioso de muchas personas.
            Cabe señalar que este fenómeno cataclísmico no es nuevo: la historia nos muestra que la humanidad los ha vivido en otras épocas en los que terremotos inundaciones, pandemias como la Peste, entre otras, han puesto en jaque a la humanidad. Ya lo decía el rey Salomón: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará, pues nada hay nuevo debajo del sol” (Ec. 1:9).
            Quizá en estos momentos muchos sientan el deseo de acercarse al cristianismo (que no es lo mismo que a una iglesia cristiana) y encuentran muy difícil aceptar la figura de Cristo, sobre todo por la enorme cantidad de mitos que se han creado al respecto.
            El fin de año, en mi visita obliga a la ciudad de México y a mi infaltable recorrido por sus librerías, me encontré un libro que me llamó la atención: El caso de Cristo, escrito por Lee Strobel, un periodista norteamericano ateo. ¿Analizar a Cristo bajo la lupa judicial?, me pregunté. Sí, esa fue la estrategia del señor Strobel, pues quería saber si Cristo era un mito o era real. ¿Cuál era su interés? Su esposa se había convertido al cristianismo y quería saber qué tan fiable era dar ese brinco de fe, o si de plano su matrimonio estaba sentenciado a muerte.
            Su estrategia fue, primero, leer la Biblia. Luego, hizo una lista de preguntas tanto suyas como de los detractores del cristianismo. Después buscó saber quiénes eran los eruditos bíblicos más prestigiosos en diversas especialidades, tanto en historia, arqueología, lingüística, etc., algunos de ellos con abultados currículums, publicaciones con un conocimiento mucho más profundo que un simple feligrés de domingo. Finalmente, entrevistó a estos especialistas para que respondieran su lista de preguntas; preguntas que creyentes o no creyentes nos hemos hecho y sobre los mitos más populares, casi de lugar común.
            El libro, siguiendo una estructura cronológica-temática-judicial (hasta con ejemplos de caso
s judiciales), se divide en tres partes. En la primera, hace un examen de la confiabilidad de las biografías de Cristo escritas en los evangelios, las evidencias fuera de los evangelios, la información arqueológica sobre Jesús y la coincidencia entre ese Jesús histórico y el de la fe.
            En la segunda, hace un análisis de Jesús: ¿él estaba convencido que era el hijo de Dios? ¿Estaba loco cuando decía que era el hijo de Dios? ¿Jesús poseía atributos propios de Dios? ¿Responde Jesús al perfil de mesías que indican los profetas?
            Y en la tercera parte investiga sobre la resurrección, tema toral en la fe cristiana. El apóstol Pablo ponía este hecho en el centro: “Si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe… [y] somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres”. Strobel analiza si la muerte de Jesús fue un engaño o un hecho real, si la tumba estaba realmente vacía, ¿alguien vio realmente a Jesús vivo después de la crucifixión? ¿Qué otros hechos respaldan la resurrección?
            El libro revela información poco conocida que fundamenta el hecho de que Jesús no era un ser humano ordinario y que los apóstoles y la iglesia no crearon la imagen del Jesús de la fe. Que los evangelios en realidad son registros históricos de fiar y las experiencias y la transformación del mundo antiguo y de la cultura grecorromana no son un mito, sino un indicador que confirma la deidad de Cristo y la historicidad de su resurrección.
            Repito. Es posible que alguien que entre a la lectura de este libro con suspicacia no encuentre nada valioso, pero quién con lo lea con objetividad encontrará capítulos que no parecen tan sólidos, sino que se apresura y fuerza un tanto sus conclusiones, pero que hay otros que aportan datos sobre Jesús que derrumbas los mitos más comunes y confirman que las aseveraciones de los evangelios y de las cartas del Nuevo Testamento son documentos dignos de aceptar en toda la extensión de la palabra. Que el mensaje del Nuevo Testamento revela verdades que los seres humanos no han querido ver o no han querido aceptar, pero son piezas clave para resolver muchos enigmas de la vida humana e indican soluciones efectivas para resolver problemas que las ciencias sociales y psicológicas no han podido, como, por ejemplo, el problema de la maldad.
            Este es un buen libro para quien quiera solidificar sus creencias cristianas y pueden orientar y ayudar a descubrir a quien duda que vale la pena arriesgarse por Cristo.
            Si le interesa adquirir este libro lo encuentra en librerías cristianas o lo pude pedir en los sistemas de entrega domiciliaria.

ESTUDIO SOBRE APOCALIPSIS 20: Los mil años

Jeremías Ramírez El tema principal de este capítulo 20 es ese periodo de tiempo denominado “Milenio” y que ha sido causa de enorme discusión...