INTRODUCCIÓN
Desde hace algunos años ha proliferado las doctrinas sobre
la autoayuda, con la promesa de alcanzar una vida de éxito. Al respecto se ofrecen cada día cursos, maestrías y una infinidad de libros inundan las librerías
y los centros de autoservicio. Aunque no hayamos leído nada al respecto,
algunos títulos de libros no son familiares porque aparecen expuestos en todas
partes.
La autoayuda se define como: “Ayuda que una persona se presta a sí misma, basada en técnicas de
psicología efectiva y superación personal, para controlar la ansiedad,
recuperar la autoestima, desarrollar la personalidad, lograr el éxito
profesional, etc.
El propósito no parece malo, pues el hombre del siglo XX de pronto se siente perdido, vacío,
sin sentido. La filosofía existencialista (cuyo máximo exponente fue el pensador francés Jean Paul Sartre) hizo un retrato fiel de la situación
espiritual de la generación de posguerra, una generación desilusionada por los
horrores de las grandes guerras. Aunque esta sensación de vacío parece ser indisociable del ser humano, pues un pasaje no dice que Jesús veía a esas masas que andaban detrás
de él como “ovejas sin pastor”. Lo mismo veía Pablo en Atenas. Nos dice Hechos 17:16:
“Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad
entregada a la idolatría”.
Fue en esa época de posguerras que surgieron estos temas,
muchos de ellos emanados de las religiones orientales, tratando de dar
respuesta a una necesidad humana de crear sentido, como dice el titulo del
libro de Víctor Frankl: El hombre en busca de sentido, un psiquiatra que estuvo
preso en los campos de concentración nazi.
Y se convirtió esto en un gran
negocio por que, como dice el escritor Aldous Huxley: "No hay mayor
negocio que vender a gente desesperada un producto que asegura eliminar la
desesperación".
Un periodista español escribió sobre este tema:
LA VERDAD SOBRE LA AUTOAYUDA
“A lo largo de la última década se ha multiplicado
exponencialmente el número de personas interesadas en conocerse mejor y
potenciar su inteligencia emocional. Y como consecuencia directa ha emergido
con fuerza un nuevo sector profesional: el de la autoayuda. Debido al malestar
generalizado, no solo se ha puesto de moda, sino que se ha consolidado como un
negocio muy lucrativo. Cada vez hay más espacios en los medios de comunicación
orientados a dar cobertura a estas nuevas necesidades y motivaciones
emergentes. Y en las librerías comerciales, esta sección ya ocupa una parte
significativa. De hecho, están aflorando "expertos" en el tema por
todas partes. Hoy en día, todo el mundo conoce lo que es el coaching, aunque muy pocos saben
exactamente para qué sirve”.
EL PAÍS, Borja
Vilaseca, 16 de octubre 2011
Y yo me pregunto ¿a todos ellos, qué les podemos decir ? O incluso, ¿cómo podemos nosotros mismos,
cuando nos sentimos así, vacíos a pesar de faltar los domingos a la iglesia, cambiar nuestra situación?
Hace poco, al abrir mi Biblia, mientras oía de fondo el
ruido de las olas del mar, mis ojos cayeron sobre el Salmo 1, y de súbito el
mensaje me sacudió. Fue como darme cuenta de algo que durante mucho tiempo ha
estado ahí y no lo había visto. ¿Cuántas veces he leído este Salmo? Muchas.
Quizá había en mí el eco de un consejo de Jorge Werber que
aparece en su libro Plenitud de vida,
en que dice que más que leer mucho había detenerse en los pasajes que está uno
leyendo y meditarlos.
Creo que este consejo aplica a la lectura de Biblia. Leer
muy despacio, como si bebiéramos un vaso de agua fresca, y nos detenemos a
paladear cada trago.
Fue así que leí este Salmo y el Señor tuvo a bien revelarme
un mensaje importante, un secreto importante, una revelación. Un mensaje
poderoso para dotar de SENTIDO AL SER HUMANO. De verdadero sentido.
SALMO 1
1. Bienaventurado
el varón que no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en
camino de pecadores,
Ni en silla de
escarnecedores (Que
se burla de una persona
de manera cruel y humillante) se ha sentado;
2 Sino que en
la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley
medita de día y de noche.
Qué
nos dice este maravilloso Salmo. Leído superficialmente como yo lo leía, algo
que teóricamente ya sabemos. Muchos sabemos de esa forma que la fuente
confiable y verdadera para darle sentido a la vida humana está en nuestra
relación con Dios y en sus enseñanzas, aunque en la práctica no lo hayamos
descubierto.
Algunas
versiones traducen VARON como Persona. Entonces leeríamos que toda aquella
persona que no oye el consejo de
malos (esas vocecillas que nos invitan a aprovechar el momento para nuestro
deleite), que no hace lo que todos hacen
(transar cuando hay oportunidad, por ejemplo), ni tampoco se reúne, hace complicidad, con los que burlaban de manera cruel y
humillante de los demás, ni se deleita
con ellos en estas cosas, sino que en la LEY DE JEHOVÁ, es decir, en la palabra
de Dios, en las enseñanzas del Señor, está su delicia… este, nos dice, es
BIENAVENTURADO. Es decir, feliz, afortunado, muy afortunado. Su vida es
entonces una maravilla, está resuelta para bien, aunque tenga dificultades,
estas no lo apachurran, lo medran. Incluso puede cantar en las peores
circunstancias, como Pablo en la cárcel de Filipo.
Me
llama la atención una palabra que creo es la clave de esta bienaventuranza: la
palabra DELICIA. Esto es más que un acto mecánico, un acto obligado, un mero
cumplir, sino algo que hacemos con mucho gusto, como cuando vamos a la playa o
a un día de campo con amigos, familiares o hermanos… Allí encontramos nuestra
DELICIA, es algo muy grato.
Nos
dice el Salmo que es bienaventurada la persona que con esta actitud abre la
palabra de Dios y al leerla es como si probara un bocado de un pastel
riquísimo, una extraordinaria cucharada de miel. Y lo mismo encontraría
haciendo la voluntad de Dios, un deleite supremo.
Sin
embargo, confesemos que muchas veces leemos la Biblia como los niños cuando
hacen la tarea y quieren ir a jugar o ver la televisión. Nosotros, cuando empezamos
a leer la Biblia nos da sueño, y a duras penas logramos leer un capítulo y cerramos
de inmediato diciéndonos “ bueno, ya cumplí”. Tenemos que admitir que NO es un
deleite. Otras veces, simplemente nos olvidamos de la Biblia y la abrimos hasta
que llegamos a la iglesia. Un manjar guardado en el refrigerador no lo dejamos
hasta el domingo. Tan pronto llegamos a casa, nos lo devoramos.
Nos
es más deleitoso un programa de televisión, una película, un espectáculo, un
partido de futbol… eso que definimos con el genérico, “gustos”. Asimismo, darle
gusto al pecado que como fruta prohibida se nos presenta como un fruto
apetitoso. Nadie pecaría si este tuviese un aspecto desagradable.
Muchas
veces la Biblia tiene el sabor como de una medicina, buena, pero nada
agradable. Y lo mismo, obedecer sus ordenanzas como perdonar, amar a los
enemigos, poner la otra mejilla, etc.
En
contraste, leemos esto en los Salmos:
En
el Salmo 119:103:
!!Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que
la miel a mi boca.
Y
en el Salmo 19: 8-10
Los mandamientos
de Jehová son rectos, que alegran el corazón;
El precepto
de Jehová es puro, que alumbra los ojos.
El temor
de Jehová es limpio, que permanece para siempre;
Los juicios
de Jehová son verdad, todos justos.
Deseables son más que el oro, y más que mucho oro
afinado;
Y dulces más que
miel, y que la que destila del panal.
Pero,
¿cómo hacer que su palabra y la obediencia a la palabra sea una experiencia
dulce, deliciosa, gratificante?
La
única vía es la experimentación. Primero, hay que conocer sus mandamientos y
luego aplicarlos. De esta forma iremos comprobando que es realmente deleitosa.
Para saber si alguna fruta o platillo es delicioso, hay que probarlo. Y algunas
circunstancias son muy favorables para encontrar el deleite de la palabra.
¿Saben
cuándo nos saben mejor los alimentos?... Cuando estamos hambrientos. Y el agua
es más rica cuando estamos sumamente sedientos. Por eso para el Salmista era
dulce la ley de Dios pues en un pasaje nos dice como buscaba a Dios (Salmo
42:1) “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti,
oh Dios, el alma mía.”
Pensemos
en estas experiencias: ¿A qué le supo la revelación del evangelio al carcelero
de Filipo? Seguramente para él fue algo maravilloso. Lo mismo para el Etíope.
No entendía nada. Felipe le revela el sentido y él eunuco se convierte y pide
con alegría seguramente ser bautizado. Para los discípulos que iban en el
camino de Emmaús nos dice que “Ardía su corazón”, seguramente de una manera
grata y hermosa, cuando el Señor se las iba explicando.
Cuando
abrimos nuestra vida, nuestro corazón plenamente para recibir esta palabra, es
entonces que descubrimos su belleza y su dulzura. Es una de las experiencias
más importantes en la vida del hombre. CS Lewis la descubrió una noche de
angustia y entregó su vida al Señor. Hace poco vi la historia de un hombre que
recibe un recado de una joven en un aeropuerto y exclama, poco después en una
sesión de un grupo de AA que esta joven, casi niña, le vino a revelar un
mensaje que ha limpiado su alma y recita las palabras del evangelio: “De la
boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza (Mateo 21:16).
Para él fue muy dulce esta revelación.
Entonces,
para aquella persona que la ley de Jehová
está su delicia, y en su ley medita de día y de noche el resultado es este:
3 Será como
árbol plantado junto a corrientes de aguas,
Que da su
fruto en su tiempo, Y su hoja no cae;
Y todo lo que
hace, prosperará.
¿Cómo es un árbol plantado junto a las agua? Es un árbol que
tiene asegurada su supervivencia. Una página de internet sobre botánica nos
dice:
Para comprender la importancia que el agua tiene
para las plantas podemos observar el tipo de vegetación existente en zonas con
abundante precipitaciones y el tipo de vegetación existente en zonas con pocas
precipitaciones. Veremos que a medida que la presencia de agua disminuye, lo
mismo sucede con la vegetación.
... de Importancia:
http://www.importancia.org/agua-para-las-plantas.php
Así son los que se deleitan leyendo y haciendo la voluntad
de Dios. Directamente del cielo reciben la savia divina, esa agua que Jesús le
dijo a la Samaritana que nunca más tendría sed.
Un árbol sin agua morirá irremediablemente tarde o temprano.
El ser humano, sin Dios, igualmente perece espiritualmente. En el evangelio del
Juan 15:5 el Señor usa una metáfora poderosa: La vid y los pámpanos. Dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos;
el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto” Y remata: “…porque
separados de mí nada podéis hacer”.
Y este mismo pasaje nos deja en claro cuál es el riesgo de creer
a la ideología de la autoayuda:
Repasemos el concepto:
“Ayuda
que una persona se presta a sí misma, basada en técnicas de psicología
efectiva y superación personal, para controlar la ansiedad, recuperar la
autoestima, desarrollar la personalidad, lograr el éxito profesional…”
Y la pregunta que surge es: ¿Podemos ayudarnos nosotros a
nosotros mismos? ¿Podemos salvarnos a nosotros mismos? Ellos dicen que sí. Pero
¿cómo aceptar esto como verdadero si somos los humanos maestros consumados en
el autoengaño?
1El
autoengaño.
“Son mentiras que nos decimos a nosotros mismos para
no pensar en las consecuencias ni en la responsabilidad de ciertos hechos por
nosotros mismos hemos causado. Por
ejemplo: “La gente en esta oficina si es envidiosa, cada rato me critican”, y
va uno a ver en el fondo, es que es un mal trabajador, llega tarde, y además
hace las cosas a medias. No hay nadie
que acepte para sí mismo que es un mal trabajador, generalmente está convencido
de que él es la víctima. Miremos otro
ejemplo: “Juan, que pasa, hace días que le dije que necesitaba eso
rápido”. A lo que Juan en vez de pensar
que se ha demorado haciendo el trabajo, sencillamente piensa para sí mismo que
el patrón es un explotador.
Fuente:
http://www.descubresubconsciente.com/2010/04/que-es-la-mascara-de-la-personalidad.html#sthash.Q3ZI1Aj5.dpuf
Esta inclinación generalizada del ser humano ya la había
declarado contundentemente el profeta Jeremías:
En jeremías 17: 9
Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y
perverso; ¿quién lo conocerá?
10 Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el
corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.
No, nosotros no podemos ayudarnos a nosotros mismos. Es
cierto que una actitud positiva puede darnos un sesgo de honestidad, de sinceridad,
y evitar así muchos problemas, pero pronto descubrimos que hay límites, que no
podemos llegar a fondo. Hay ahí, en el fondo, algo imposible de quitar, un
cochambre imposible de arrancar.
Salmo 19:12
¿Quién podrá entender sus propios errores?
Líbrame de los que me son ocultos.
El riesgo de las teorías de la autoayuda es que nos llevan a
un naufragio inminente. En el mejor de los casos podemos darnos cuenta que no
nos podemos ayudar. Y este momento de oro es cuando podemos exclamar como en el
Salmo 51:1-10:
1 Ten piedad de mí, oh Dios…
2 Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
3 Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.
4 Contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
5 He aquí, en maldad he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre.
7 Purifícame con hisopo, y seré limpio;
Lávame, y seré más blanco que la nieve.
8 Hazme oír gozo y alegría,
Y se recrearán los huesos que has abatido.
9 Esconde tu rostro de mis pecados,
Y borra todas mis maldades.
10 Crea en mí,
oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un
espíritu recto dentro de mí.
Estas teorías entonces nos engañan diciendo que nosotros
mismos podemos ser nuestros salvadores. Es como decirle a quien no sabe nadar
que confíe en sí mismo. Por ello frente a muchas playas hay unos jóvenes
montados en casetas observando el mar.
Tan pronto, alguien, con exceso de autoconfianza va más all á de sus límites y pronto estará en riesgo de morir.
En la Biblia tenemos muchos ejemplos de las dos situaciones.
Tratando de hacer las cosas sin Dios y con Él.
1.
Moisés antes del llamado (fracaso) y después de
la zarza ardiente;
2.
Pablo persiguiendo a los Cristianos (fracaso) y
después del camino de Damasco;
3.
Pedro durante la vida del Señor (hundimiento en
las aguas y negación) y después de Pentecostés…
Cualquier atleta olímpico sabe que hay límites, aunque se
rompan los records olímpico con frecuencia. El hombre no puede sobre ponerse
por sí mismo al pecado. Pablo lo decía con claridad en Romanos 7:19: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no
quiero, eso hago”.
Quisiera terminar con este pasaje del profeta Jeremías:
Jeremías 17:7-8
Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya
confianza es Jehová.
Porque será como el árbol plantado junto a las
aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el
calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni
dejará de dar fruto.
Seamos pues árboles a la orilla del Río de Agua viva.
Este es el secreto de una vida de éxito, de éxito espiritual, de éxito social, de éxito existencial.
El Señor les bendiga y les guarde.