Jeremías
Ramírez Vasillas
Después del Pentecostés, el desarrollo
de la iglesia se iba a suceder vertiginosamente. La curación de un cojo iba a
desatar una serie de acontecimientos que mostrarían los aspectos fundamentales
de la iglesia: la resurrección de Jesús
con hechos irrefutables y la fe en Jesús, única vía para ser salvos. La
predicación de Pedro ante la gente que se arremolino alrededor de ellos
buscando una explicación a este hecho extraordinario es muy elocuente e
interesante.
1 Pedro y Juan subían juntos al templo a la
hora novena, la de la oración.
2
Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta
del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que
entraban en el templo.
3
Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba
que le diesen limosna.
4
Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos.
5
Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo.
6
Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre
de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.
7
Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los
pies y tobillos;
8
y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y
saltando, y alabando a Dios.
9
Y todo el pueblo le vio andar y alabar a
Dios.
10
Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del
templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había
sucedido.
Había tres horas de oración (la
tercera, la sexta y la novena), es decir, las 9, 12 y 3 de la tarde. Como todos
los judíos, Pedro y Juan fueron al templo a orar o a recitar las oraciones. Y
cuando llegaron vieron a un cojo que era colocado en la puerta LA
HERMOSA.
Algunos creen que esta puerta era la que daba al atrio de las mujeres; otros,
que era la puerta de Nicanor la que daba acceso al atrio de los judíos; otros
más, que era la Puerta de Oro, que estaba del lado oriental, y por ella se
llegaba de inmediato al pórtico de Salomón.
En el relato de este
capítulo concuerda más con esta última por nos dice que “…entró con ellos en el
templo, andando, y saltando, y alabando a Dios”. Y en el v. 11 que la
concurrencia que se juntó en el pórtico de Salomón, al percatarse que el mismo
cojo que se ponía en la puerta ahora brincaba, es el espacio junto a la puerta
de oro. Es decir, al entrar al templo llegaron al pórtico de Salomón. Si
hubiesen sido las otras dos puertas, que están varios metros adentro, ellos hubieran
tenido que regresar hasta el pórtico de Salomón que franqueaba en el lado
oriente el atrio de los gentiles.
El cojo ve que Pedro y a
Juan se acercan a la puerta para entrar y cuando llegan junto a él, les ruega
que le den limosna. Es probable que inclinara su cabeza, mostrando humildad.
Pedro le dice entonces: “Míranos”. Ahora bien, como era un cojo congénito no
tenía ninguna aspiración de ser curado, y mucho menos pediría curación a dos
personas ordinarias, por eso lo único que buscaba era dinero. El cojo alza la
vista y atentamente los observa esperando la limosna pero Pedro le contesta de
manera desalentadora: “No tengo oro ni plata”, pero de inmediato agrega: “Lo
que tengo te doy”. En el nombre de Jesús de Nazareth…
Contrasta esta actitud de
los discípulos con la observada en la alimentación de los cinco mil. Allí fueron
impotentes ante la cuantiosa cantidad de alimento que necesitaban para darle de
comer esa multitud y no tenían más que cinco panes y dos peces. Aquí, sin
vacilación, Pedro le dice: “En el nombre de JESÚS
DE NAZARETH levántate
y anda”. Posiblemente el cojo se quedó desconcertado. Entonces Pedro lo toma de
la mano y lo levanta y enseguida “se le afirmaron los pies y tobillos”
¿Qué
pasó? Por qué en la alimentación vacilan, tienen dudas, miran sus manos casi
vacías, y se muestran impotentes, y aquí no? La única razón es que el Espíritu
Santo estaba en plenitud en ellos. “…y se les aparecieron lenguas repartidas,
como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del
Espíritu Santo…” (Hechos 2:3 y 4).
Como
en aquella ocasión, no tenía bienes materiales sino algo mucho mejor: a un
Señor y Dios actuando en sus vidas. Y el cojo, entonces, “saltando se puso de
pie y anduvo…” Y empezó a alabar a Dios. En Mateo 5:16 leemos: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres,
para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen
a vuestro Padre que está en los cielos”. Pero la gente “se llenó de asombro
y espanto”.
La
reacción de la multitud es de esperarse considerando que no era algo común que
un cojo de nacimiento sanara por obra de dos hombres ordinarios, que ni
siquieran portaban vestiduras de sacerdote o de algún alto funcionario judío.
Entonces
Pedro se dirige a la multitud que se ha congregado en ese amplio y largo
pasillo del pórtico de Salomón, se dice, de unos 20 metros de ancho, con
gruesas columnas.
Discurso de Pedro
en el pórtico de Salomón
11
Y teniendo asidos (kraten=agarrados con fuerza) a Pedro y a Juan el cojo que
había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se
llama de Salomón.
12
Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis
los ojos en nosotros, como si por nuestro poder
o piedad hubiésemos hecho andar a éste?
Y Pedro le pregunta a esa multitud atónita:
“Por qué se sorprenden”, podiamos decir, y ¿por qué piensan que fue nuestro
poder o nuestra piedad o quizá, como ahora dirían, “por nuestra santidad” fue
hecho este milagro? No, de ninguna manera fuimos nosotros, contestó Pedro. Y
entonces viene una detallada explicación. El
responsable de ese milagro es (v. 16):
“…la fe en su nombre (Jesús), a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha
confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa
sanidad en presencia de todos vosotros”.
Entonces
Pedro, argumenta de manera elocuente y precisa cuáles son todos los componentes
que configuran o están detrás de este milagro:
DISCURSO DE PEDRO EN EL PÓRTICO DE SALOMÓN.
CONTINUACIÓN.
I Qué hicieron: vosotros matasteis al autor
de la vida…
13
El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien
vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto
ponerle en libertad.
14
Mas vosotros negasteis al Santo y al
Justo, y pedisteis que se os diese un homicida,
15
y matasteis al Autor de la vida…
II. Qué hizo
Dios: lo resucitó
…a
quien Dios ha resucitado de los muertos,
de lo cual nosotros somos testigos.
III. Y esta
es la explicación del milagro del cojo
16
Y por la fe en su nombre, a éste,
que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él
ha dado a éste esta completa sanidad
en presencia de todos vosotros.
IV Ustedes no
son totalmente responsable del crimen
17
Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también
vuestros gobernantes.
V. Y no lo
son del todo, porque con su muerte se
cumplió la profesía:
18
Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus
profetas, que su Cristo había de padecer.
Profecía (Isaías 53:10): “Jehová quiso
quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en
expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de
Jehová será en su mano prosperada”.
Zacarías 12:10:
“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén,
espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y
llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se
aflige por el primogénito”.
Salmos 69:21:
“Y por comida me dieron hiel, y para mi sed me dieron a beber vinagre”.
VI. Qué deben
hacer los culpables de su muerte
19
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados;
para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
El refrigerio que sólo se consigue cuando
se entrega la vida a Dios una vez que se renuncia al pecado y Jesús nos acoge
para limpiarnos de pecado y hacernos
libres, libres del mal, de la culpa, de las tendencias negativas, del odiom de
la avaricia, del orgullo…
VII. Cristo,
la respuesta de Dios.
20
y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;
21
a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la
restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos
profetas que han sido desde tiempo antiguo.
22
Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de
entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os
hable;
Profecía (Deuteronomio 18:18): “Profeta les
levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su
boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.
VIII.
Resultado de no oír a Cristo.
23
y toda alma que no oiga a aquel profeta,
será desarraigada del pueblo.
24
Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han
anunciado estos días.
25
Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros
padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de
la tierra.
IX Por eso, el
mensaje fue anunciado primero a los judíos.
26
A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que
os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.
Este desgloce nos permite ver como
esta predicación, este discurso tiene todos los elementos centrales del mensaje
del evangelio a los judíos.
Y
el eje central es la RESURRECCIÓN de Jesús: “…a quien Dios ha
resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos”.
Y
en este pasaje vemos dos pruebas de este hecho irrefutable: 1) El testimonio de
quienes fueron testigos presenciales. Y como afirma el escritor Frank Morrison:
el hecho irrefutable es que nunca encontraron el cuerpo.
Pero
además en este pasaje hay otro hecho adicional: el milagro del cojo. Este tipo
de milagros sólo lo podçia realizar Jesús, como muchos de ellos fueron
testigos: resutó muertos, curó ciegos, sanó cojos o paralíticos o leprosos,
etc. Y aquí hay un milagro de ese mismo rango: curo a un cojo de nacimiento. Y
Pedro dice (v.12) “¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro
poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?”, y afirma quién es el autor: v.
16: “y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de
todos vosotros”.
Y
tanto la ausencia del cuerpo como el milagro no fueron refutados por los
principales sacerdotes, sino al contrario dijeron cuando los apresaron y
mandaron a la cárcel a Pedro y a Juan (Hechos 4:16): “¿Qué haremos con estos
hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a
todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar”.
CONCLUSIÓN
Este
milagro dentro del templo vino a confrontar a los sacerdotes que ya no
encontraron manera de refutarlos y como consecuencia la iglesia experimentó un fortalecimiento.
Leemos en Hechos 4:
23 Y puestos
en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales
sacerdotes y los ancianos les habían dicho.
24 Y ellos,
habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú
eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos
hay;
25 que por
boca de David tu siervo dijiste:
¿Por qué
se amotinan las gentes,
Y los
pueblos piensan cosas vanas?
26 Se reunieron los reyes de la tierra,
Y los príncipes se juntaron en uno
Contra el Señor, y contra su Cristo. (Salmos
2:1-2)
27 Porque
verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien
ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel,
28 para
hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera.
29 Y ahora,
Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen
tu palabra, (NO DICE: “LIBRANOS DEL
PELIGRO”).
30 mientras
extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el
nombre de tu santo Hijo Jesús.
31 Cuando
hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron
llenos del Espíritu Santo, y hablaban
con denuedo la palabra de Dios.
¿Y
hoy? ¿Cómo ayudaremos a los cojos de este mundo, los cojos y ciegos
espirituales y confrontaremos a los enemigos de la luz? ¿No nos convendría
pedir al Señor lo mismo que sus discípulos: “…concede a tus siervos que con
todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan
sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús”.
Qué el Señor nos llene de su santo
Espíritu y como respuesta profunda y sincera a nuestra solicitud de ser
soldados firmes a su servicio. Amén.
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